We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Opinión
La mentira y la deshumanización comparecen en el Congreso
Es difícil elegir cuál de todas las ignominiosas frases que ha dicho hoy el Ministro Grande—Marlaska en sede parlamentaria es más dolorosa. Más irrespetuosa con la vida de las decenas de personas que fallecieron aquel día en la frontera española. Y no sólo con ellas sino con las más de mil personas que han fallecido en lo que va de año intentando llegar a nuestro país.
Porque el Ministro habrá comparecido como él mismo indica, en varias ocasiones, contestado a todas las preguntas parlamentarias planteadas, pero él sigue mintiendo. Descaradamente y a pesar de las evidencias. A pesar de las múltiples investigaciones publicadas en medios nacionales e internacionales, después del visionado de las cámaras durante horas por parte de los grupos parlamentarios, después de las denuncias de la Defensoría del Pueblo, las investigaciones de Fiscalía y la misma Defensoría del Pueblo, y después incluso de algunos testimonios de agentes de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que avalan las teorías iniciales sobre lo ocurrido en la frontera que separa España y Marruecos. Aquellas que desde los primeros momentos hablaban de personas golpeadas, heridas, amontonadas sobre personas ya fallecidas. En suelo español y con la responsabilidad de las autoridades españolas.
Las imágenes son dolorosas. No sólo muestran la evidencia del lugar en el que ocurrieron los hechos. También nos muestra la crudeza y la falta de humanidad con la que las fuerzas de seguridad marroquíes tratan a las personas que se encontraban en la frontera. La misma con la que los agentes de las fuerzas de seguridad española de forma connivente asisten. Por manido que suene, la historia juzgará estos hechos como ahora nos estremecemos con imágenes de otras guerras. Porque ya no cabe ninguna duda que se trata de una guerra de frontera.
Las imágenes muestran la crudeza y la falta de humanidad con la que las fuerzas de seguridad marroquíes tratan a las personas que se encontraban en la frontera. La misma con la que los agentes de las fuerzas de seguridad española de forma connivente asisten
Grande—Marlaska vuelve una y otra vez a un relato de hechos deliberadamente falso, aprendido, sin fisuras dentro del mismo. Y las consecuencias de esas mentiras, no las sufrirá él, sino las familias de las personas fallecidas y para todos los supervivientes de aquel día que aún hoy siguen sin ver protegidos sus derechos. Entre 23 y 37 personas fallecidas según las fuentes. Se equipara la violencia hacia la valla con la violencia que se ha ejercido hacia los cuerpos de quiénes intentaban cruzar la frontera. Porque la violencia que se ejerce hacia los cuerpos de personas negras, migrantes, africanas, se puede equiparar a la violencia ejercida contra las cosas. Se ha dicho esta mañana en el Congreso pero no está de más recordarlo: la constante deshumanización de las personas negras y el desprecio hacia su vida son condición de posibilidad para que sus muertes se den sin consecuencias. Algo impensable si hubieran sido cuerpos blancos. Se sigue criminalizando a todas aquellas personas que intentaron aquel día llegar a nuestro país y, en un acto ruin, culpándolos de sus propias muertes. Como ya hizo el ministro en otras ocasiones. En demasiadas ocasiones.
Reitera, el titular de Interior, que quiénes intentaron entrar no buscaban protección. A pesar de que reconoce que, de las personas que consiguieron llegar a Melilla, 133 solicitaron asilo. Siendo así, ¿puede imaginarse cuántas de las personas fallecidas o devueltas ilegalmente podrían haber solicitado asilo? Obvia el señor Marlaska que nuestro país no brinda vías legales y seguras a quiénes quieren llegar aquí. Obvia también que no hay forma de solicitar protección previa a la entrada en el territorio para muchas de las personas que lo necesitan. Que existen miles de personas en el mundo huyendo de conflictos, de violencia política en sus países de origen y de violencias con múltiples orígenes, buscando protección y que, ni siquiera en ese caso, tienen la posibilidad de hacerlo legalmente. Lo reconocía la Comisaría de Derechos Humanos del Consejo de Europa, Dunja Mijatovic esta misma semana. No hay un “acceso genuino y efectivo” al asilo en la frontera de Melilla con Marruecos. “En la práctica, parece que no hay otra forma para entrar en Melilla y buscar protección ante las autoridades relevantes que nadando o saltando la valla, arriesgando la vida”.
Fronteras
Fronteras Grande Marlaska, acorralado en el Congreso en su comparecencia para explicar la masacre de Melilla
Más de 30 personas fallecidas. 470 devoluciones ilegales. Y un número indeterminado de personas desaparecidas.
El objeto de la comparecencia de Grande—Marlaska, en realidad, no era seguir mintiendo. Después de los últimos hechos que demuestran que sí hubo muertes en el lado español, que aún las que se esgrime que no fueron en el lado español lo fueron ante los ojos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y que la parcela en la que ocurrió todo es propiedad de este Estado, aún con todo, sigue mintiendo. Aún acorralado por la verdad, viene a sede parlamentaria a mentir una vez más a toda la ciudadanía. El objeto de la comparecencia era esclarecer la actuación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, las órdenes que se recibieron y de dónde salieron esas órdenes. En virtud de qué acuerdos ocurrió todo como ocurrió. Esclarecer en ese sentido qué responsabilidad tiene el Estado en esas muertes, tanto en las que se dieron en territorio español como en las que se dieron en lo que podría ser territorio marroquí, pero que sucedieron con la connivencia y la omisión del deber de socorro de las fuerzas españolas. No importa si falleció una persona en suelo español.
“No hubo ninguna pérdida de vida humana en territorio nacional”. No es relevante. El derecho a la vida hay que protegerlo. Aún así, Marlaska miente. Porque todo ocurrió ante la mirada de las fuerzas de seguridad de ambos países
“No hubo ninguna pérdida de vida humana en territorio nacional”. No es relevante. El derecho a la vida hay que protegerlo. Aún así, miente. Porque todo ocurrió ante la mirada de las fuerzas de seguridad de ambos países. Y al auspicio de los acuerdos firmados entre ambos. La falta de humanidad y respeto con la que se tratan a las personas que aparecen en los vídeos, sus cuerpos. El maltrato al que se les somete.
La memoria de las personas que migran también importa. Las personas fallecidas y sus familias y las personas heridas, supervivientes merecen que se esclarezca lo ocurrido, que una vez hecha la investigación, se reconozca por parte del Estado, que se depuren responsabilidades y se haga justicia. Que puedan obtener la reparación necesaria por este crimen de estado.
No se trata de una “tragedia” más. Estamos hablando de uno de los episodios más letales ocurrido en las fronteras terrestres españolas. Sin embargo y desgraciadamente, no es la única. El 30 de septiembre de 2005, cinco personas murieron en Melilla después de que la Guardia Civil disparara fuego real contra las personas que intentaban atravesar la alambrada. Desde ese momento, la militarización de la frontera no ha cesado. Se movilizaron 480 soldados en los pasos fronterizos de Ceuta y Melilla, se instalaron cuchillas así como otro tipo de tecnología fronteriza como una canalización de gases irritantes. Todo bajo el mandato del Gobierno socialista.
Sabemos ya por tanto que no contamos con un aliado en la defensa de los derechos de las personas migrantes. Sin embargo, urge recordarles que quienes les ponen ahí somos los y las ciudadanas. Y quiénes les mantienen ahí son también los ciudadanos y ciudadanas, puedan votar o no. Por tanto, a todas las personas que residen en este país les deben ustedes respeto. Este Gobierno tiene una deuda con los derechos humanos, con las personas fallecidas, con sus familias y con todos y todas las que exigimos justicia y la dimisión de uno de los ministros más nefastos de la historia.