Opinión
Balcones, macetas y banderas

Historia breve (y de provincias) de unas macetas molestas, de dos banderas y de sus gubernativas desapariciones.
Bandera plaza Mayor
Fotografía: Carlos Peña


21 dic 2023 11:24

Pablo, Vanesa y Hugo viven en la Plaza Mayor de una ciudad de provincias, viva, llena de estudiantes y de historias de la Historia. Su casa es preciosa, está llena de plantas, y tienen la suerte de que el balcón da a esa plaza. Les encanta asomarse y detenerse a contemplar la vida que pasa; tienen dos macetas pequeñas en el pequeño balcón, que cuidan cada día con mimo. Es su pequeña aportación a un paisaje, del que forman parte, cuya belleza a cada momento se crea y se destruye.

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Hace dos semanas una pareja de policías fue a su casa, para pedirles que retirasen las macetas porque “rompían la armonía estética de la Plaza Mayor”. Pablo se quedó muy sorprendido; sumido en la sorpresa acató sus órdenes. Después se quedó pensando, sentado en la butaca que tiene frente a la ventana. Es periodista y fotógrafo, así que le gusta sentarse ahí, observar, pensar, y de vez en cuando, detener dentro de sí alguno de esos movimientos y guardarlo en su cámara. Desde finales de verano, ya metidos en épocas de investiduras, frente a su casa hay otro balcón con una bandera de España, con un crespón negro y grande sobre la misma, también grande.

La semana pasada, mientras observaba la plaza, tratando de acostumbrarse a su balcón sin macetas, volvió a toparse con la vista de la enseña, que lleva ahí casi tres meses. ¿Habrán ido a ver a su vecino para comentarle que su bandera “rompe la armonía estética de la Plaza Mayor, como a él? Pablo es muy optimista, y suele pensar bien antes que mal, de todo el mundo. Así que se dijo a sí mismo que sí.

Pasaron otro par de días, y la rojigualda con el crespón negro seguía en el balcón de enfrente. Así que ayer, mientras volvía de trabajar, decidió pasar por la comisaría a comentar lo que pasó con sus macetas

Pasaron otro par de días, y la rojigualda con el crespón negro seguía en el balcón de enfrente. Así que ayer, mientras volvía de trabajar, decidió pasar por la comisaría a comentar lo que pasó con sus macetas, a preguntar si han ido también a hablar con su vecino, a charlar sobre el criterio estético que regula lo que rompe y no rompe la armonía de la Plaza Mayor. No obtuvo una respuesta concreta.

Salió de la comisaría hacia su casa, pensando. Y de este modo, caminando y pensando se encontró con la hipótesis de que quizá las banderas no eran un elemento que pudiese romper lo que llamaban “armonía estética de la Plaza Mayor”. Así que, como periodista, ha decidido dar vida a esa hipótesis; antes de llegar a casa, se ha parado a comprar una bandera de Palestina que esa misma tarde ha colocado, con cuidado, en su balcón. No le apasionan las banderas, pero sí la capacidad que puede tener su profesión para investigar y poner al descubierto pedazos ocultos de la realidad. En este caso, ha querido ver si la ley se aplica igual para todos y, ya de paso, mostrar su solidaridad con el pueblo palestino en unas semanas en las que las noticias sobre la masacre que están sufriendo en la Franja son aterradoras.

Por la noche, ya estando en la cama, ha sonado el timbre. Se ha despertado su hijo, asustado y se ha asomado a la mirilla.

“Son dos hombres muy grandes vestidos de negro”.

“No vamos a abrirles, no son horas. Ya volverán mañana si es importante, vamos a dormir.”.

“No puedo, tengo miedo”

“Vente con nosotros a la cama”.

Hoy por la mañana han salido temprano para ir al colegio. Al cruzar la Plaza Mayor han visto que no estaba su bandera de Palestina en el balcón

Con dificultades para dormir, pensando, en la cama, Pablo ha recibido un mensaje de su vecino donde le cuenta que, esa misma tarde, mientras estaba fuera acompañando a su hijo al partido de fútbol, había ido una pareja de policías a su casa.

Hoy por la mañana han salido temprano para ir al colegio. Al cruzar la Plaza Mayor han visto que no estaba su bandera de Palestina en el balcón. Enfrente, tampoco ya estaba la de España.

Al volver de trabajar, caminando y pensando, ha parado en la policía local a preguntar por su bandera. No han respondido nada concreto. Ha seguido preguntando. Ha pasado por allí otro agente que se ha interesado mucho por la historia y ha ido a buscar en los partes nocturnos. Ha encontrado uno de las tres de la mañana en el que se describía que un camión de bomberos entró en la Plaza Mayor a responder a una emergencia comunicada por la policía.

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