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Economía digital
El Retorno de la Planificación Económica: Por una Política Industrial Digital, Verde y Socialista
En una realidad poco dada a los consensos todas parecen coincidir: los fondos europeos destinados a la reconstrucción de la crisis pandémica suponen una gigantesca oportunidad. ¿Qué hacer con ellos? La vieja receta del neoliberalismo español basada en la construcción de autopistas polideportivos y palacios de congresos está agotada. Pero, ¿estamos preparadas para planificar las bases de una industrialización digital, socialista y democrática?
Si algo ha quedado patente durante las cada vez más frecuentes crisis económicas (2008-2012-2020) es que el modelo de capitalismo imperante en el Norte Global sobrevive a duras penas solo gracias al financiamiento del sector público. Si en el pasado reciente fueron las instituciones financieras las que se beneficiaron de inmensas transferencias de fondos de las arcas públicas, esta vez está siendo todo el conjunto del tejido productivo el beneficiario de un rescate económico. Estamos siendo testigos de la muerte de la ortodoxia en el gasto público propugnada por el neoliberalismo. Desgraciadamente, el derrumbe de una de las más nefastas doctrinas económicas no viene causado por la fuerza de los argumentos revolucionarios, sino por la palpable evidencia de que los mercados no solo son incapaces de autorregularse, sino que son un sumidero de transferencias públicas a fondo perdido. El ineficiente mercado capitalista está instigando una costosa colectivización de las pérdidas sin que sin embargo, sus neoliberales adalides, cambien un ápice su actitud frente a las ganancias.
Preguntas, hasta hace poco tabú comienza a extenderse: ¿Por qué debe la ciudadanía hacerse cargo de las pérdidas de los capitalistas en los frecuentes periodos de crisis sin verse proporcionalmente beneficiada en las épocas de bonanza? ¿No sería acaso más eficiente que el sector público asumiera la propiedad y control de los sectores productivos estratégicos?
En ocasiones anteriores estas cuestiones resonaron solo para caer en el olvido, pero el ciclo de crisis provocado por la pandemia del Covid-19 impone un necesario cambio. Si bien la Unión Europea ha concedido en transferir cientos de miles de millones de euros a fondo perdido y en forma de créditos, esto se hace a la luz de observaciones clave. Por un lado la UE ha venido señalando algunas de las debilidades estructurales de la economía del Estado español y que debe acometer con urgencia: Un mercado laboral con una escandalosa tasa de desempleo; un esquema de pensiones y jubilaciones insostenible o la creciente brecha salarial generacional. Por otro lado la UE ha destacado, que en esta ocasión los fondos europeos deben cimentar una nueva transición industrial, ecológica y digital. Es decir, no es posible volver a la financiación de palacios de congresos o polideportivos.
En resumidas cuentas, las condiciones materiales objetivas y las instituciones comunitarias exigen al Estado español lo que ha esquivado durante los decenios en los que se entregó a la ortodoxia neoliberal: Una planificación económica, que, concebida a largo plazo y guiada por los poderes públicos persiga satisfacer el interés general. El momento actual ha sido calificado por representantes de todo el espectro político como una oportunidad de reorganizar los factores productivos en nuestros territorios. Una transformación en donde la transición digital y verde deben primar. Para poder emprender los necesarios cambios será preciso superar dos grandes retos.
En primer lugar el sector digital de las plataformas está actualmente gobernado por grandes monopolios digitales que controlan infraestructuras fundamentales de la red como son plataformas de comunicación o de clouding. Contra estos leviatanes apenas si estamos comenzando a descubrir herramientas para combatirlos. Prueba de ello es el interrogatorio sin precedentes al que el comité antitrust del senado de los Estados Unidos ha sometido a los líderes de Amazon, Google, Facebook o las medidas análogas tomadas por la Comisión Europea.
En segundo lugar son también compañías privadas las que controlan buena parte del Internet físico (cableado, antenas data centers...) en muchas ocasiones subvencionados por los estados. La propiedad privada de parte del Internet físico está en las causas de la llamada brecha digital que impide el acceso a importantes segmentos de población a Internet de alta velocidad.
La Planificación Económica siempre estuvo allí
Para muchas la noción de planificación económica remite inmediatamente a las denostadas economías planificadas del socialismo real: Desde los planes quinquenales soviéticos a las mas recientes políticas económicas Cubanas. La inapelable victoria ideológica del neoliberalismo ha impedido hasta fechas recientes un debate serio acerca del concepto de planificación, dándose por buenas las aseveraciones de esta doctrina. Como es sabido el principal argumento de los teóricos neoliberales en contra de la planificación económica (entre ellos el del economista austriaco Friedrich Hayek) apunta a la imposibilidad de centralizar y gestionar toda la información generada por las fuerzas productivas a fin de reorganizar el conjunto de la economía. Defiende el neoliberalismo que las relaciones dadas en el mercado, son por su complejidad inaprensibles para cualquier aparato de estado. Por el contrario, el mercado, compuesto por diferentes actores maximizando su acceso a la información sobre los intercambios económicos, ofrece, mediante instrumentos como el precio, un output mas valioso acerca del estado y devenir económico, que cualquier intento de planificación.
Sin embargo la planificación económica, es decir, la disposición de los recursos productivos de un organización concreta a efectos de lograr un fin, es el requisito fundamental de toda organización y muy especialmente cuanto estos requieren de importantes infraestructuras, cambios normativos y economías de escala tal y como sucede con la economía digital.
A pesar del rechazo que suscita el concepto de planificación, lo cierto es que nunca fue abandonada. De hecho hoy, gracias al aumento de la capacidad tecnológica de los procesadores y la extensión de las redes, estamos experimentando una revolución en la planificación.
A continuación voy a distinguir tres modelos de planificación económica dentro del capitalismo digital: Neoliberalismo Europeo, Monopolismo Capitalista de Silicon Valley y Capitalismo de Estado Chino
Por un lado tenemos la regulación neoliberal-social que la Unión Europea propone para la economía digital. La economía política propuesta por la UE concentra sus esfuerzos en crear un mercado digital común donde puedan fluir sin restricciones datos, prestación de servicios o servidores. El papel de los poderes públicos sería en este caso el de salvaguardar el buen funcionamiento de los mercados. Para ello garantizaría la protección de la competencia, la inyección de fondos públicos cuando fuese necesario y la creación de un marco regulatorio claro y común que acotase la economía dejando a los actores privados la gestión efectiva de las infraestructuras digitales. Este modelo de planificación de la economía digital se ha mostrad insuficiente para lograr los objetivos de la Unión. Por un lado no ha conseguido crear un entorno digital competitivo, las pequeñas empresas no pueden competir contra los gigantes digitales. Por otro la carencia de una soberanía tecnológica real, erosiona la posible influencia Europea sobre el diseño, aplicación y desarrollo del universo digital, alejándolo con ello de los parámetros deseados por la unión.
El segundo modelo de planificación económica es el corporativo desplegado por los gigantes digitales.
Mas allá de la retórica start-up y del discursivo creativo del design thinking, el secreto del éxito de compañías como Amazon estriba en su minuciosa planificación económica.
Al contrario que otros modelos corporativos emanados del neoliberalismo, los capitalistas digitales no fijan su prioridad en la obtención de beneficios inmediatos sino en el establecimiento en el medio y largo plazo de un dominio cuasi monopolista de sectores específicos. Esto tiene su explicación en los condicionantes de amplios sectores de la economía digital, en la que el control de inmensas cantidades de data (y usuarios que las produzcan) definen el poder corporativo.
Para estas compañías, el margen de posible monetización, de crecimiento y de desarrollo de ulteriores tecnologías depende del control que ejerzan sobre los datos y sobre sus usuarios. Para poder adquirir esta posición de dominio y efectividad sobre mercados, data y usuarios estas compañías han optado por un modelo de planificación económica fuertemente estructurado entorno a tecnologías digitales. Haciendo uso de masivas capturas de información descentralizadas, y tomando decisiones automatizadas en tiempo real, compañías como Amazon pueden ajustar a sus propios objetivos finales los ritmos de producción de sus trabajadores, los precios de sus plataformas e incluso el volumen productivo de fábricas ajenas. Este modelo de planificación económica ha cumplido con creces sus objetivos, habiendo cimentando el dominio monopolista de sectores clave al coste de la violación casi permanente de la privacidad de los usuarios, la supresión de alternativas reales a sus servicios y la extracción de rentas de trabajadores y usuarios a fin de satisfacer intereses estrictamente privados.
El tercer modelo de planificación de la economía digital viene representado por el modelo de capitalismo de Estado Chino. Corporaciones como Huawei, Tik Tok o Tencent punteras, tanto del desarrollo de tecnologías del Internet físico como de las plataformas digitales, mantienen estrechos vínculos con el Estado Chino. Estas corporaciones quasi monopolistas, replicantes de la estética de Silicon Valley, acomodan a sus estrategias corporativas, de diseño y producción a las propias del Estado chino, manteniendo no obstante importantes espacios de autonomía. Este modelo ha conseguido con éxito, establecer una densa red de comunicaciones en China a la par que erigir un vibrante ecosistema productivo digital. En el capitalismo de Estado digital Chino la vigilancia y control de los usuarios es aún mas exacerbados que en el modelo de Silicon Valley. Este capitalismo digital de estado está comenzando a ser replicado a su vez en los Estados Unidos, donde compañías como Facebook o Tesla han comenzado a emplear una retórica cada vez mas nacionalista y alineados con los intereses del gobierno de aquel país. Los tres modelos de planificación expuestos presentan serios déficit, ya sean de eficiencia (UE) control democrático y respeto a los derechos humanos (China, Silicon Valley), o justicia social y económica (los tres modelos).
Como puede verse, la planificación económica no es un experimento del pasado, sino la herramienta fundamental de gestión y crecimiento de la economía digital.
¿Es posible una planificación no capitalista de la Economía Digital?
La planificación económica capitalista vive un momento fulgurante, lo mismo no puede decirse de la tradición de izquierda. La retórica antiplanificación que siguió al derrumbe de la Unión Soviética envolvió con un manto de desprestigio los conceptos de planificación socialista o propiedad colectiva de los medios de producción. Incluso aquellas propuestas que cuestionaran el modelo ortodoxo soviético del estalinismo. No obstante, desde el advenimiento de la medidas de austeridad post-crisis del 2008 y las nacionalizaciones de las perdidas generadas por las instituciones financieras (el llamado socialismo para los ricos) los debates en torno al retorno de lo público y a la planificación han venido cobrando fuerza. Por mencionar un par de ejemplos recientes. Este artículo toma su nombre prestado de la publicación colectiva “The Return of Economic Planning” (El Retorno de la Planificación Económica) coordinado por el profesor Campbell Jones para la South Atlantic Quarterley, una de las revistas mas relevantes en Ciencias Sociales y que es editada por la Universidad de Duke. De manera casi contemporánea el periodista e investigador Evgeny Morozov publicó en la New Left Review un artículo llamado “Digital Socialism” donde ofrece una visión panorámica sobre enfoques y criticas a la planificación económica para terminar proponiendo un modelo descentralizado, democrático y socialista de planificación de la economía digital. Otras publicaciones mas o menos divulgativas han puesto su diana (entre otras muchas cosas) en la nacionalización de Walmart y Amazon o la creación de Uber, Deliveroos y análogos propiedad de las trabajadoras, algo en lo que ya están trabajando cooperativas como Raiders x Derechos y sindicatos como el Tech Workers Coalition
Pero las propuestas mas desarrolladas acerca de planificación económica tienen que ver con la economía política digital del Reino Unido. Dentro de estas destaca la propuesta del Partido Laborista Británico, que en el 2019 propuso la creación de una entidad publica que gestionara en régimen de monopolio tanto las infraestructuras del Internet físico como las netamente digitales (como plataformas). Detrás de esta propuesta están think tanks progresistas como Common Wealth quienes han suministrado con todo un nuevo arsenal de investigaciones y argumentos en defensa de lo público a agrupaciones progresistas. Mas allá de limitarse a la mera dualidad público-privado, los estudios de Common Wealth proponen un nuevo esquema de gestión público ciudadana de sectores clave de la economía. En su “Democratic Digital Infrastructure” Common Wealth, hipotetiza como sería la institución pública encargada de crear y gestionar el Internet físico y digital de los británicos. Cabe destacar de su propuesta la creación de una plataforma integral con servicios análogos a los de redes sociales o el de los mercados on-line (como Amazon). Esta nueva entidad vendría vinculada al acceso ilimitado y gratuito a Internet de alta velocidad. Como empresa pública no perseguiría obtener beneficios para repartir entre sus accionistas. Por lo tanto, buena parte de las externalidades negativas del procesamiento y monetización de datos personales de los usuarios (lo que se ha denominado como capitalismo de la vigilancia) no tendría cabida en este modelo.
En la propuesta de Common Wealth también se detallan importantes mecanismos de control ciudadano de la entidad y de rendición de cuentas. Entre ellas se encuentran votaciones on-line en tiempo real, la participación ciudadana directa en la gestión de la empresa o una estructura descentralizada y en cooperación con municipios.
Lejos de aparecer como una cara utopía, recientes informes publicados por el órgano de investigación del parlamento británico han señalado que un hipotético monopolio público digital sería mas eficiente rápido y barato a la hora de establecer las infraestructuras necesarias para el acceso universal a Internet de alta velocidad así como de gestionar su servicios.
Políticas semejantes no solo están siendo discutidas y dibujadas sobre el papel sino implementadas. Por citar algunos ejemplos. En los Estados Unidos diversos municipios rurales se han unido para crear la infraestructura física de las conexiones de Internet de alta velocidad y proporcionar un servicio que el capital privado consideraba como no rentable. En esta misma línea la ciudad de Estocolmo creo Stokab proporcionando análogos servicios. También municipios como el de Barcelona están desarrollado ambiciosos programas de gestión municipalizada y transparente de los datos generados por la ciudadanía. Estos están siendo empleados para el desarrollo de tecnologías y aplicaciones en muy diferentes ámbitos de las políticas públicas (tráfico, elecciones) dentro de un marco respetuoso con la privacidad individual y colectiva. En resumen puede afirmarse que existe un sustrato teórico y práctico desde el que planificar la economía digital siguiendo parámetros democráticos y de justicia social.
Algunos aspectos a considerar para comenzar a construir una planificación socialista de la economía digital
1- En primer lugar es preciso que las organizaciones políticas y colectivos sociales, tengan o no responsabilidades de gobierno, pierdan el miedo a ser tachados de utópicos o de demasiado ambiciosos a la hora de planificar una nueva política industrial. Fuerzas políticas centristas e incluso derechistas de nuestro entorno proponen medidas como la partición de los grandes monopolios digitales, su nacionalización y el establecimiento de empresas públicas digitales bajo control ciudadano.
2-Retornar a la planificación económica no significa desempolvar viejas recetas centralistas y burocrátizadas. Por el contrario, implica abrazar con seriedad la política económica de nuestro entorno y acercarse a un conocimiento profundo no solo de las fuerzas productivas sino de las tecnologías sobre las que se asientan. Contamos ahora con todo un nuevo repertorio de tecnologías e instrumentos que permiten salvar la principal crítica planteada por los neoliberales a la planificación económica: la capacidad de procesar en tiempo real las necesidades económicas y los recursos disponibles en amplios territorios. Por ello es necesario que las organizaciones políticas y colectivos sociales hagan un esfuerzo educativo considerable dentro de sus propios cuadros, tanto en términos de formación en economía política como de alfabetización tecnológica.
3-Aquellas organizaciones políticas que tengan asumidas responsabilidades de gobierno deben considerar y tener en cuenta las propuestas y debates actuales en torno al socialismo digital. Tal y como ha quedado patente durante la crisis del Covid-19, nuestra dependencia de la infraestructura digital es casi total. Por lo tanto, cuestiones tales como la de soberanía digital van a definir la agenda política de los años venideros. A pesar de lo positivo de iniciativas como la del Ayuntamiento de Barcelona, lo cierto es que una verdadera planificación de la economía digital solo podrá ser llevada a cabo en ámbitos con un mayor nivel competencial. La transformación digital debe ser considerada como lo que es, una política de reindustralización de profundo calado.
Si bien la situación socio-económica actual roza lo crítico, contamos con una interesante ventana de oportunidad para corregir muchas de las fallas estructurales acumuladas durante años. La descomunal inyección de fondos europeos posibilita cimentar una política industrial eficiente, productiva, social y democrática, indispensable reorganizar la devastada economía del Estado español, poniéndola al servicio de sus ciudadanos y no viceversa como había venido sucediendo hasta entonces.
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Lo que hay que entender es que estos fondos europeos no son una ayuda al país ni a la población. Van dirigidos a 3 puntos exclusivamente: La digitalización de las empresas (con la excusa de la reactivación de la economía), incluida la digitalización de las PYMES, que será su ruina, sobre todo de los pequeños negocios; la digitalización de la administración y los servisios públicos (con la excusa de ser una ayuda para la sanidad y la educación) y la digitalización de la vida de las personas (con la excusa de la comodidad y la seguridad). Son unos fondos para hacer posible los planes del capital internacional (de los mega ricos o la élite por hablar en cristiano), y que perjudicarán enormemente a la población (pobreza, precariedad, arruinar negocios pequeños, devaluar la calidad de los servicios públicos, es decir, sanidad y educación a distancia; individualización, control social). No hay manera de venderlo a la gente, aunque desde luego sus publicistas hacen maravillas. Lo mejor es que los fondos europeos (todos no solo estos) que parecen que caen del cielo proceden de... nuestro bolsillo! no son otra cosa que nuestros impuestos! (lo dice el artículo: provienen de los países o del fondo común, creado también con el dinero de nuestros impuestos). Sorpresa, la única riqueza viene de los trabajadores, los capitalistas la administran. Realizado este truco de magia, esta inversión de la realidad mediante el lenguaje (o neolengua) esperamos entusiasmados un dinero que no es para nosotros, sino que nos están quitando: Esperamos que consumen el robo. Porque ¿a dónde va NUESTRO dinero mediante el truco de los fondos europeos? Concretamente a 11 sitios: Repsol, Ferrovial, Grupo Agbar, Cepsa, iberdrola, Inditex, Telefónica, Endesa, El corte inglés, ACS, y Acciona. Es decir, los fondos no es dinero que nos da la UE a los españoles, es dinero que las empresas nos quitan para financiar su proyecto de digitalización de la sociedad... que va en nuestra contra.
Pero el robo no viene solo, a cambio de él, la UE (que no se quien es) exige al menos dos cosas: eliminación (progresiva) de las pensiones públicas y más explotación laboral y menos derechos (reforma laboral). El impedir las libertades no lo mencionan, pero bueno, ya lo estamos viviendo. No quieren que el Estado español "desperdicie" dinero, pues al fin y al cabo el Estado será finalmente suyo. El dinero debe servir para financiar al ejército. Han destruido 68.000 pequeñas empresas en este país en los últimos meses y ahora les obligan a cerrar por "el covid" mientras permiten que Mercadona esté abierto y abarrotado y Amazon se frota las manos! "Buena parte de la izquierda está esperanzada, cuando no, esperando que el apreciado maná también le caiga a ella". Pues eso, que son cómplices y a la vez presas del engaño.
muy acertado artículo en este momento, buen resumen y planteamiento de la situación... y buenas conclusiones. A ver si los que pueden tomar ciertas decisiones lo hacen.