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Millonarios
Jets privados y superyates: el lujo, sobrepasando la crisis, despega y contamina el mundo
Desde el comienzo de la pandemia, la riqueza de los multimillonarios del mundo ha aumentado más que en los últimos diez años. Mientras el Banco Mundial calcula que casi 100 millones de personas más han caido por debajo del umbral de la pobreza extrema en 2020 (viviendo con menos de 1,90 dólares al día), cada 26 horas surge un nuevo multimillonario desde el inicio de la pandemia, según el último informe de Oxfam. Aprovechando el aumento de su riqueza impulsado por la euforia bursátil, las grandes riquezas se entregan más intensamente a actividades de ocio de lujo, como la navegación en yates o la aviación privada, acelerando el cambio climático por la contaminación que provocan.
Despegue de los jets privados
Al comienzo de la pandemia, en la primavera de 2020, la mayoría de los aeropuertos habían cerrado sus puertas a los vuelos comerciales tradicionales y de bajo coste, pero sus pistas permanecían abiertas a los vuelos privados. Para una franja de la población, se trata de una oportunidad de sobrevolar las fronteras más o menos cerradas desde entonces. En la Costa Azul de Francia, las rotaciones de aviones desde los aeropuertos rusos se han intensificado a lo largo del verano de 2020 para satisfacer a una clientela adinerada que ha venido a disfrutar de sus residencias secundarias.
Mientras las compañías aéreas cancelaban cada vez más vuelos comerciales por motivos de restricciones sanitarias -incluyendo 8.000 sólo en el fin de semana de Navidad- y recortaban miles de puestos de trabajo (8.000 empleos perdidos desde el inicio de la crisis para Air France-KLM por ejemplo), los viajes de negocios despegan.
En Francia, a pesar de la inevitable ralentización debida a la crisis, los vuelos privados recuperaron rápidamente el ritmo en la primavera de 2020
En Francia, según el diario Le Monde, a pesar de la inevitable ralentización debida a la crisis, los vuelos privados recuperaron rápidamente el ritmo en la primavera de 2020, “operando una cuarta parte de sus vuelos habituales el 15 de abril, en plena contención, y luego la mitad el 15 de mayo, a pesar de que las restricciones a los viajes sólo se levantaron dos semanas más tarde”.
A nivel mundial, la aviación privada ha recuperado las pérdidas sufridas al inicio de la crisis sanitaria. Según el sitio especializado WingX, en 2021 se realizaron 3,3 millones de vuelos en aviones de negocios en todo el mundo, la cifra más alta jamás registrada para un solo año y un 7% más que el pico anterior en 2019.
A nivel mundial, la aviación privada ha recuperado las pérdidas sufridas al inicio de la crisis sanitaria
Con esta creciente demanda, los pedidos de aviones privados llegan a raudales a los fabricantes. Según la asociación de fabricantes de aviación GAMA, en el tercer trimestre de 2021 las entregas de aviones de negocios se han disparado casi un 16% respecto al mismo periodo del año anterior. Destaca la francesa Dassault Aviation que, en 2021, ha recibido pedidos de 51 aviones de negocios Falcon frente a los 15 de 2020.
Lujo offshore
Otra tendencia en tiempos de pandemia de coronavirus de la que no se suele hablar mucho es la de los “superyates”. Aunque el umbral de inclusión en esta designación se ha elevado de 24 a 30 metros de largo para adaptarse al crecimiento del mercado, el aumento de estas embarcaciones – que pueden alcanzar precios hasta más de 600 millones de dólares cada una –, es impresionante.
En 2021 se vendieron 887 superyates, un salto del 77% respecto al año anterior y más del doble que en 2019
El número de buques en funcionamiento se ha multiplicado por más de cinco, en poco más 30 años, pasando de 966 en 1988 a 5.325 en agosto de 2021. Y la tendencia no parece haberse resentido mucho del parón que se produjó al principio de la crisis sanitaria. Según un informe de la empresa de datos náuticos VesselsValue, en 2021 se vendieron 887 superyates, un salto del 77% respecto al año anterior y más del doble que en 2019. Las ventas en este año récord superaron los 6.000 millones de euros.
Y el impulso está creciendo. “A pesar de algunas vacilaciones iniciales en 2020, cuando el Covid-19 golpeó, la industria de los superyates ha superado ampliamente la pandemia para registrar un tercer año de crecimiento constante de la cartera de pedidos”, afirma un artículo de Boat International presentando el informe Global Order Book 2022. Al igual que tras la crisis financiera de 2008, las carteras de pedidos están a rebosar: hay 1.024 proyectos en construcción o encargados para 2022, lo que supone un aumento del 24,7%. En total, se construirán, botarán y entregarán nada menos que 40 kilómetros de superyates de aquí a 2026.
Una extravagante exageración
Los gastos astronómicos que conlleva el funcionamiento de una flota de este tipo (combustible, personal, plaza portuaria, seguros, etc.) se ven alimentados por una competición entre los ultrarricos por las medidas, para ver quién consigue el más largo. Más de 400 trabajadores y diseñadores están construyendo en los astilleros de Oceanco, en los Países Bajos, el esperado mayor velero del mundo. Encargado por el propietario del Washington Post y fundador de Amazon Jeff Bezos, con un coste estimado de unos 500 millones de dólares, el enorme yate de tres mástiles medirá 127 metros, más largo que un campo de fútbol.
Sin embargo, se espera que este registro caiga frente al REV Ocean, de 182,9 metros, cuya entrega se ha pospuesto hasta 2024 debido a problemas técnicos causados por su colosal peso. Luego llegará, el Somnio (sueño en latín), de 221 metros de longitud y 600 millones de dólares.
Este interminable proceso de sobrepuja se vuelve absurdo cuando el tamaño de los barcos hace inaccesibles algunos de los puertos o vías navegables más populares. Por ejemplo, el barco de tres mástiles del antiguo CEO de Amazon, construido aguas arriba de Rotterdam, es demasiado alto para pasar bajo el puente Koningshavenbrug y no puede llegar al mar. Que no quede por eso, el monumento histórico de 1878, reparado tras ser bombardeado en 1940, y apreciado como De Hef por los habitantes, podría ser desmantelado para dejar pasar la nueva adquisición del hombre más rico del mundo.
El caso, que está causando revuelo, tendrá al menos el mérito de llamar la atención sobre esta deriva. Pista de aterrizaje para helicópteros, piscina infinita, bodega, gimnasio o discoteca con vistas al fondo del mar... el lujo a bordo de estos barcos es realmente tan extravagante como cuidadosamente alejado de las miradas indiscretas. Porque, como confió el ex abogado de negocios Bill Duker en su yate de 70 metros (que ahora pertenece al rey marroquí Mohamed VI): “Si el resto del mundo se entera de lo que es vivir en un yate como éste, vamos a sacar la guillotina”.
Según el sociólogo Gregory Salle, autor del libro Superyachts Luxe, calme et écocide, “la situación de pandemia lo tiene todo para reforzar el atractivo de los superyates a los ojos de los más afortunados: un espacio íntimo móvil y lujoso, un encierro privilegiado, que rompe con las limitaciones sociales comunes... Este aumento es una expresión sorprendente, por no decir brutal, no solo de la asombrosa magnitud de las desigualdades, sino también del hecho de que sus diversas manifestaciones (en términos de salud, medio ambiente, geografía, etc.) forman un sistema. Un sistema que no es casual, sino que refleja el estado actual del capitalismo”.
La desastrosa huella de carbono
La huella de carbono debida al consumo per cápita del 1% más rico es actualmente más de 100 veces superior a la de la mitad más pobre de la humanidad (unos 3.100 millones de personas), argumenta Oxfam en su informe 2020.
Las emisiones de los aviones privados europeos se han disparado en los últimos años, con un aumento del 31% entre 2005 y 2019, frente al 25% de la aviación comercial
La incoherencia del estilo de vida de los ultrarricos quedó muy clara en Glasgow cuando un gran número de celebridades viajaron a la conferencia internacional sobre el clima, COP26, en avión privado. Esto fue suficiente para emitir unas 13.000 toneladas de CO2 a la atmósfera, el equivalente a lo que producen 1.600 Escoceses en un año, según el Daily Record. De hecho, en sólo una hora, un avión privado puede emitir dos toneladas de CO2. Según un informe de Transport & Environment, estos aviones, que transportan una media de cuatro a cinco personas, “son de cinco a catorce veces más contaminantes que los aviones comerciales [por pasajero], y cincuenta veces más contaminantes que los trenes”. Y estas emisiones de CO2 están creciendo rápidamente. El estudio señala que las emisiones de los aviones privados europeos se han disparado en los últimos años, con un aumento del 31% entre 2005 y 2019, frente al 25% de la aviación comercial.
El impacto ecológico de los súper yates -los que más contribuyen a la huella de carbono de los multimillonarios-, que pueden consumir hasta 2.000 litros de combustible por hora, es asombroso. Propiedad del presidente de los Emiratos Árabes Unidos, el Azzam, de 180 metros de eslora, dispone de un depósito de un millón de litros de combustible para alimentar sus motores de 94.000 caballos. Para el yate llamado “A”, propiedad del ruso Andrei Melnichenko, se necesitan más de 1 millon de dólares para llenar 750.000 litros. Un estudio publicado en 2019 afirma que solo los 300 yates más grandes del mundo emiten más de 285.000 toneladas de dióxido de carbono cada año, tanto CO2 como los 10 millones de habitantes de Burundi.
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