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Masculinidades
Dogfight Wild Tournament 3: reflejo de la creciente masculinidad reaccionaria y el giro autoritario
![Dogfight Wild Tournament 3](/uploads/fotos/r2000/073c61ec/1024_2000-VJiURZ-728x390.jpg?v=63906685934)
La celebración del Dogfight Wild Tournament 3, evento organizado por Jordi Wild el pasado 31 de enero, se inscribe en una preocupante tendencia global: la renovación de la masculinidad hegemónica a través de espectáculos que exaltan la violencia como elemento constitutivo del ser masculino. Con 10.000 espectadores coreando insultos políticos y jaleando combates encarnizados, la dimensión simbólica del evento trasciende lo lúdico para inscribirse en el resurgimiento de una reacción machista y autoritaria.
Jordi Carrillo de Albornoz Torres, más conocido como Jordi Wild, es un creador de contenido español, conocido principalmente por su canal de YouTube The Wild Project, donde realiza entrevistas, debates y análisis sobre diversos temas, incluyendo deportes, historia, ciencia y actualidad. Aunque su contenido no se centra exclusivamente en la manosfera, su estilo y algunos de sus invitados han contribuido a discursos relacionados con la nueva masculinidad y la reacción conservadora en redes.
Wild ocupa un papel ambiguo. No se define abiertamente como parte del movimiento red pill o manosférico, pero ha dado espacio a figuras que sí lo son, como Roma Gallardo o Marcos Vázquez, que promueven una visión tradicionalista de la masculinidad y la autosuperación masculina en oposición a lo que consideran una “feminización” de la sociedad. Además, ha expresado en varias ocasiones su escepticismo hacia algunas corrientes feministas y progresistas, lo que le ha valido apoyo en sectores reaccionarios.
Este fenómeno no puede entenderse de forma aislada. Se inserta en un contexto de radicalización política en Occidente, con el avance de partidos de extrema derecha
Eventos como el Dogfight Wild Tournament 3, organizado por él, refuerzan ciertos valores asociados a la masculinidad hegemónica tradicional, tan analizada por Luis Bonino (2002): la autosuficiencia prestigiosa, la belicosidad heroica, el valor de la jerarquía, la agresividad, la competitividad extrema y la resistencia a discursos de cambio social. Aunque ya sabemos que una de las características de los discursos hegemónicos es presentarse como “neutrales” o “naturales”, es evidente que estos eventos no se esconden al promover un imaginario que roza la nostalgia, mediante símbolos e íconos tales como la estética militar romana o medieval. El contexto en el que se desarrolla su contenido y su impacto en la audiencia joven masculina convierten estos eventos, y la misma figura de Jordi Wild, en actores relevantes dentro de la transformación cultural de la masculinidad en la era digital.
Este fenómeno no puede entenderse de forma aislada. Se inserta en un contexto de radicalización política en Occidente, con el avance de partidos de extrema derecha en Europa (Meloni en Italia, Orbán en Hungría) y América Latina (Milei en Argentina, Bukele en El Salvador), la reelección de Donald Trump en Estados Unidos y la confluencia entre grandes magnates tecnológicos y discursos ultraconservadores.
Mediante eventos como Dogfight Wild Tournament 3, con su estética belicista y la exaltación de la confrontación física como prueba de virilidad, el hombre encarna y participa simbólicamente de esta nueva masculinidad hegemónica
Ejemplo de esto es Elon Musk, empresario y fundador de Tesla y SpaceX, quien ha generado controversia en Europa debido a su respaldo a partidos y figuras de extrema derecha en Alemania y el Reino Unido. En Alemania, Musk ha expresado públicamente su apoyo al partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD). Participó en un chat en línea con Alice Weidel, líder de la AfD, lo que provocó críticas de la Comisión Europea debido a posibles implicaciones legales. Además, ha respaldado al partido populista de derecha Reform UK, aparte de haber generado polémica al exigir la liberación de Tommy Robinson, un activista de extrema derecha conocido por sus posiciones antiinmigración.
En este contexto, la manosfera ha adquirido una influencia decisiva en la construcción de nuevas subjetividades masculinas. Influencers como Andrew Tate y Roma Gallardo promueven un modelo de masculinidad que revaloriza la agresividad, el dominio y la resistencia a los feminismos, articulando un discurso en el que la “crisis del hombre” se presenta como el resultado de un supuesto avance opresivo de los derechos de las mujeres. Como señala Adrienne Evans en Postfeminism and Health (2018), estos discursos configuran un “pathos reaccionario” que se alimenta de la percepción de una pérdida de estatus y poder por parte de los hombres tras la caída de su rol como proveedores. Mediante eventos como Dogfight Wild Tournament 3, con su estética belicista y la exaltación de la confrontación física como prueba de virilidad, el hombre encarna y participa simbólicamente de esta nueva masculinidad hegemónica. No es casual que figuras vinculadas a la extrema derecha, como Alberto Pugilato, celebraran la virulencia política del evento, en el que miles de hombres corearon insultos misóginos y consignas reaccionarias tales como “Pedro Sánchez hijo de puta”.
La vinculación entre desinformación y radicalización masculina es evidente en la proliferación de contenidos que presentan al feminismo, la diversidad y los movimientos progresistas como amenazas existenciales
El papel de los medios de comunicación en la consolidación de esta narrativa es fundamental. Figuras como Vito Quiles, Alvise Pérez e incluso Iker Jiménez han contribuido a la difusión de bulos, teorías conspirativas y discursos ultraderechistas. La vinculación entre desinformación y radicalización masculina es evidente en la proliferación de contenidos que presentan al feminismo, la diversidad y los movimientos progresistas como amenazas existenciales.
Como señala la investigadora Kaitlynn Mendes en Digital Feminist Activism (2019), el auge de estas comunidades digitales ha generado una contraofensiva reaccionaria que se articula en torno a la deslegitimación de la equidad de género y la exaltación de un pasado idílico donde los roles masculinos y femeninos estaban claramente definidos. Podemos ver claramente cómo la exaltación y ambientación durante la velada, llena de símbolos históricos tales como el legionario romano, son una evidente prueba de la conexión entre la nostalgia reaccionaria y la contraofensiva hipergámica. En este escenario, la proliferación de eventos como el Dogfight Wild Tournament 3 no es solo una expresión cultural, sino un síntoma de una batalla ideológica en curso.
Frente a esta escalada, es crucial analizar los mecanismos mediante los cuales se refuerza esta narrativa y generar estrategias para contrarrestarla. Es necesario desafiar el monopolio de la violencia como definición de la masculinidad, promover discursos alternativos y visibilizar los impactos de esta tendencia en la esfera política y social. Solo así podremos frenar la consolidación de un modelo reaccionario de masculinidad que, lejos de representar un retorno a un orden natural, constituye un proyecto político de dominación y exclusión.