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Libertades
La policía ignora las recomendaciones del fabricante en el uso de pistolas Taser
El Taser salva vidas, afirma su fabricante, pero siempre que no se utilice contra personas bajo los efectos de las drogas, con enfermedad mental, en estado de agitación, con problemas de corazón, muy delgadas, que lleven un cuchillo en la mano o se puedan caer sobre un objeto peligroso, entre otras situaciones. Son algunos de los supuestos en los que la empresa que vende este tipo de arma no letal, Axon Inc., recomienda que no se utilice para que no termine siendo letal.
Paula P. se dirigía a su primera consulta de psiquiatría en el Centro de Atención Primaria Creu de Barberà, en Sabadell. Tras una discusión porque no dejaban que la acompañara su madre, varios mossos la redujeron utilizando una pistola Taser. Ella, que pesa tan solo 40 kilos, recuerda al menos tres descargas eléctricas, ha explicado a Civio su abogada, Eva Pous. Los tres electrodos que tuvieron que sacarle de su cuerpo lo confirman. Fue en noviembre de 2020. Un año después, varios agentes de los Mossos d’Esquadra acudieron a un domicilio en Badalona. Allí, redujeron a un hombre usando una pistola Taser. Murió en el hospital 24 horas después.
Mientras los protocolos usados por la Policía Nacional concretan que no se puede usar el Taser en personas menores de 14 años, en Cataluña y Canarias rebajan la edad a los 12 años y el resto de protocolos no señalan una edad
En los dos casos, que aún siguen bajo investigación en los juzgados, las dos personas sobre las que los agentes aplicaron descargas con pistolas Taser sufrían enfermedades mentales, un supuesto que cumple con el protocolo usado por los Mossos d’Esquadra, a pesar de que Axon, la fabricante de los Taser, incluye entre las personas especialmente sensibles a este tipo de arma a aquellas que están sufriendo un estado de agitación mental o toman algún tipo de medicación fuerte.
El protocolo de los Mossos d’Esquadra no es el único que obvia el peligro de usar pistolas eléctricas con personas que sufren enfermedades mentales. Desde Civio hemos analizado los protocolos usados por la Policía Nacional, la Policía canaria, y las policías locales de Catalunya y de ocho municipios de la Comunidad de Madrid (Torrejón y Las Rozas), Aragón (Tauste), Castilla-La Mancha (Fuensalida y Seseña), Comunidad Valenciana (Palmera, Beniflá) y Andalucía (Valenciana de la Concepción), y ninguno de ellos descarta el uso de las pistolas Taser sobre población que sufre problemas mentales. En el caso del protocolo utilizado por la policía local de Fuensalida, incluso insiste en recomendar su uso sobre estas personas.
Pero el uso del Taser en España con población con problemas mentales no es una excepción. Un artículo publicado en la revista Journal of Psychiatric and Mental Health Nursing en 2020, consistente en la revisión narrativa de 30 estudios sobre el uso del Taser en todo el mundo, advierte de la sobrerrepresentación de personas con trastorno mental en la población sobre la que se utilizan las pistolas eléctricas. En concreto, señala que de las 13.584 personas analizadas que habían sido disparadas con un Taser, el 28% sufría un problema de salud mental, un porcentaje mucho más elevado que el observado en la población general.
“El Taser se enfoca mucho para situaciones de trastorno psiquiátrico, que precisamente es una situación en la que, a nivel internacional, no se recomienda su uso, precisamente porque en estados de alteración grave, más cuando también puede estarse dando un consumo de determinadas medicaciones fuertes, se puede generar un efecto perverso”, explica Andrés García Berrio, miembro de Iridia, organización de derechos humanos que está acompañando en el proceso judicial a la familia del hombre fallecido en Badalona. “De hecho, es uno de los elementos claros en el que, de momento, es el único caso de muerte conocido en Cataluña por uso de Taser”, añade.
También desde Amnistía Internacional advierten del peligro del uso de las pistolas Taser sobre este tipo de población: “Las autoridades o la policía piden que se utilice este tipo de armas, por ejemplo, con personas drogodependientes o que sufran algún tipo de alteración, y ahí Amnistía Internacional reclama que no se utilice porque el riesgo de que haya consecuencias fatales aumenta”, señala Virginia Álvarez, responsable del Área de Investigación en Derechos Humanos, Justicia e Interior de Amnistía Internacional. De hecho, un informe oficial de Reino Unido publicado en 2021 por la Independent Office for Police Conduct, lo confirma: de 101 casos estudiados, muchos de ellos contra personas con trastornos mentales o con alteraciones agudas del comportamiento, 16 personas fallecieron, y, de acuerdo con sus conclusiones, el empleo de la pistola eléctrica, “en combinación con otros factores, contribuyó o fue relevante” en cuatro de estas muertes.
Protocolos con retraso e insuficientes
A pesar de que, de momento, el uso de las pistolas Taser es bastante residual en España, desde 2015 hasta abril de este año las administraciones públicas han gastado cerca de seis millones de euros en la compra de este tipo de armas, complementos y formación para su uso por parte de los cuerpos policiales. Solo el Ayuntamiento de Madrid se gastó 1,45 millones de euros, a pesar de que, hasta finales de abril de 2023, según datos ofrecidos por la Dirección General de la Policía Municipal de Madrid, los policías madrileños habían activado estas pistolas eléctricas en 88 ocasiones y, finalmente, solo en cinco llegó a ser utilizada. Desde abril hasta hoy, se han sumado al menos dos nuevas compras por parte de la Guardia Civil y la Policía Nacional que suman otros 1,6 millones de euros por 740 pistolas Taser, por lo que es previsible que cada vez sea más habitual su uso.
Pero, aunque de forma residual, las primeras pistolas Taser comenzaron a utilizarse por parte de algunas policías locales hace varios años. Ya en 2015, según un informe del Síndic de Greuges, solo en Catalunya había 31 cuerpos de policía local que tenían, como dotación oficial, alguna pistola Taser. En Canarias disponían de este tipo de armamento mucho antes, en 2002, según concreta la orden que establece la estandarización de los medios técnicos y defensivos de los efectivos de las Policías Locales de Canarias.
El protocolo de uso de la Policía Nacional no contempla portar un desfibrilador y algunos protocolos de policías locales no incluyen asegurar la asistencia médica a la persona contra la que se dispara
Aun así, los protocolos de uso del Taser por parte de los cuerpos policiales no han sido elaborados hasta hace pocos años. En Catalunya fue en 2018 cuando los Mossos d’Esquadra y las policías locales catalanas han tenido directrices oficiales sobre el uso de este tipo de armamento. En Canarias, la policía autonómica no ha tenido protocolo hasta 2020 y, en el caso de la Policía Nacional, el protocolo no ha estado listo hasta marzo de 2023, después de que, en 2021, el Defensor del Pueblo urgiera a elaborarlo.
Pero ¿son los protocolos de uso de pistolas Taser que manejan las distintas policías suficientemente seguros? Desde Civio hemos analizado las recomendaciones que da Axon, fabricante de este tipo de armamento, para reducir al máximo el riesgo de lesiones o muerte por el impacto de estos electrodos, y, además del no uso en personas con enfermedades mentales, hay muchas de ellas que tampoco están contempladas en los protocolos a los que Civio ha tenido acceso.
Algunas de estas recomendaciones tienen que ver con las partes del cuerpo a las que no se debe disparar, como la zona cercana al corazón, la cabeza o los genitales y mamas, limitaciones no contempladas en los protocolos de la Policía Nacional, Mossos d’Esquadra y policías locales catalanes. Otras tienen que ver con los perfiles de personas que pueden sufrir mayor riesgo de muerte o lesiones graves por recibir una descarga de este tipo de armas: “El uso del DEC [dispositivo electrónico de control, nombre técnico de este tipo de arma] en mujeres embarazadas, enfermas, ancianas, personas con bajo índice de masa corporal o niños pequeños podría aumentar el riesgo de muerte o lesiones graves. Como con cualquier medida de fuerza, el uso de DEC no ha sido probado científicamente en estas poblaciones”, advierten desde la empresa fabricante.
“El Taser se enfoca mucho para situaciones de trastorno psiquiátrico, que precisamente es una situación en la que, a nivel internacional, no se recomienda su uso”
En algunos casos, como el no uso en mujeres embarazadas o en personas de edad avanzada, todos los protocolos analizados cumplen las recomendaciones. En otros, como el no uso en niños, la diferencia entre los protocolos analizados radica en delimitar la edad límite: los de la Policía Nacional y la policía local de Torrejón de Ardoz fijan la edad mínima en 14 años, el de los Mossos d’Esquadra, policías locales catalanes y la policía autonómica canaria en 12 y el resto se limitan a prohibir su uso en niños o en “niños pequeños”, sin concretar edad.
En el caso de personas enfermas, los protocolos de Policía Nacional, Mossos d’Esquadra, Policía Autonómica Canaria y policías locales catalanas y de Torrejón desaconsejan su uso, mientras el de la policía local de Las Rozas no lo menciona y el resto incluso recomiendan el uso en personas con enfermedades contagiosas. Sobre el peligro del uso en personas con bajo índice de masa corporal, como fue el caso de Paula en Sabadell, ningún protocolo dice nada salvo los de Fuensalida y Valenciana de la Concepción. Y, para evitar daños mayores, en el caso de que la persona reducida sufra un paro cardíaco a consecuencia del Taser, solo los protocolos de los Mossos d’Esquadra, las policías locales catalanas, la de Torrejón, Las Rozas y Fuensalida contemplan como obligatorio portar un desfibrilador, una medida de seguridad que no incluye el protocolo de la Policía Nacional.
Algunos protocolos de policías locales ni siquiera contemplan asegurar la asistencia médica a las personas contra las que se dispara: en los de Benifla y Palmera solo si los agentes observan que la persona reducida sufre un delirium tremens, y en los de Tauste, Seseña y Valenciana de la Concepción también en el caso de que el dardo se haya clavado en ojos, garganta o genitales.
“Yo creo que uno de los problemas que tiene esta arma, incluso por mucho protocolo que haya, es que cuando tú disparas un Taser no sabes quién tienes delante: si toma drogas, está embarazada, tiene una cardiopatía, toma medicación o tiene algún otro tipo de problema que no sea visible”, señala García Berrio.
Pero hay más situaciones en las que Axon desaconseja el uso de la pistola Taser no relacionadas con la condición física de la persona sobre la que se va a utilizar. Por ejemplo, cuando la persona sobre la que se va a disparar está en una superficie elevada o inestable, como árboles, balcones, tejados o escaleras, una advertencia que sí recogen los protocolos analizados.
Otras advertencias sobre situaciones habituales que llevan al uso del Taser pero que el fabricante advierte que son de riesgo no aparecen recogidas en los protocolos. Por ejemplo, cuando la persona a reducir sea “menos capaz de agarrarse o protegerse en una caída (por ejemplo, por estar sujeto o esposado)” o pueda “caer sobre un objeto o superficie afilados (por ejemplo, por sostener un cuchillo)”. Incluso lo desaconseja en todas las situaciones en las que la persona que vaya a recibir el disparo “pueda caerse y sufrir lesiones graves en la cabeza u otra zona”, lo que puede darse prácticamente en toda ocasión en la que la persona a reducir esté de pie.
Desde Amnistía Internacional advierten que legitimar el uso de las pistolas Taser como un método más seguro frente a las armas de fuego conlleva el peligro de que se banalicen sus consecuencias
Y es que, según señala un trabajo elaborado por profesionales sanitarios de Aragón, publicado en la revista Prehospital and Disaster Medicine en 2021, los efectos habituales que se dan tras la descarga de un Taser son el aturdimiento, los mareos, caídas al suelo, contracciones musculares involuntarias, parálisis de las extremidades inferiores, amnesia u hormigueo.
Son todas situaciones que ninguno de los protocolos analizados contempla como de riesgo y que son habituales cuando los agentes consideran que deben hacer uso de esta arma: se dio en Leganés, en octubre de 2019, cuando varios agentes del Grupo Especial de Operaciones (GEO) de la Policía Nacional redujeron a un hombre armado con un cuchillo en una vivienda; en septiembre de 2021, cuando la Policía Municipal de Madrid usó este tipo de arma por primera vez, en esa ocasión para reducir a un hombre en actitud agresiva que había consumido drogas en el barrio de Tetuán, o en septiembre de 2023, cuando también la policía madrileña disparó con un Taser contra una persona en claro estado de alteración que estaba golpeándose la cabeza contra una pared.
Desde Jupol han confirmado a Civio que en la formación recibida por los agentes en el uso de pistolas Taser se incluyen las intervenciones con personas que portan armas blancas o que tienen problemas de salud mental, en las que entienden que el uso del arma de fuego sería mucho más lesivo. Sin embargo, desde Amnistía Internacional advierten que legitimar el uso de las pistolas Taser como un método más seguro frente a las armas de fuego conlleva el peligro de que se banalicen sus consecuencias. “El caso de Badalona ejemplifica muy bien cómo, mientras que con un arma de fuego la policía sabe las consecuencias que tiene su uso y suele tener unos criterios mucho más estrictos para su utilización, con el Taser se corre el riesgo de que se use como un método rápido para acabar con un conflicto, sin ser conscientes de los efectos que puede tener sobre la persona contra la que se dispara”, señala Virginia Álvarez.
Hay otros elementos de seguridad que la mayoría de protocolos analizados no recogen y que, según subraya García Berrio, “son muy importantes y se ha visto que son clave”. Se refiere a la limitación del número de disparos que se pueden hacer contra una sola persona y la duración de la descarga eléctrica. Y es que, según publica la propia Axon, la mayoría de pruebas en personas las han realizado con descargas de una duración de 15 segundos, en ningún caso de más de 45 segundos, y el riesgo de provocar una lesión grave o incluso la muerte aumenta con cada descarga adicional. Estudios como el publicado en 2021 por el Independent Office for Police Conduct de Reino Unido también advierten de que las descargas de más de cinco segundos están asociadas con riesgo de lesiones más graves o fallecimiento. A pesar de ello, solo los protocolos catalanes, el de Fuensalida y el de Las Rozas contemplan una duración máxima —de 15 y 5 segundos, respectivamente— y solo dos —los de Torrejón y Valenciana de la Concepción— limitan el máximo de disparos, en concreto a dos.
“Con el Taser se corre el riesgo de que se use como un método rápido para acabar con un conflicto, sin ser conscientes de los efectos que puede tener sobre la persona contra la que se dispara”, señala Virginia Álvarez
“No hay una limitación a que puedas disparar a una persona dos, tres, siete u ocho veces”, lamenta García Berrio sobre el protocolo de los Mossos d’Esquadra. Precisamente, en el caso de Paula, la joven reducida en 2019 cuando acudía a una consulta psiquiátrica, al menos recibió tres disparos de pistola Taser.
La limitación de disparos es una de las garantías que piden desde Iridia y Amnistía Internacional, y también una de las recomendaciones que ya ha hecho el Síndic de Greuges, pero, a día de hoy, no se ha incluido en el protocolo de los Mossos. Tampoco la que reclama que se amplíe la prohibición de su uso sobre todas las personas menores de edad, no solo sobre las menores de 12 años, o que se prohíba disparar contra zonas sensibles del cuerpo, como cara, garganta, o genitales, limitación incluida en todos los protocolos menos en los catalanes, que solo restringe enfocar el láser contra los ojos. Desde Civio nos hemos puesto en contacto con el Departament d’Interior catalán para preguntarles sobre la inclusión de las recomendaciones del Síndic de Greuges, a lo que esta entidad ha respondido que han incorporado el informe a su ámbito de trabajo, sin esclarecer si se aplicaran los cambios en el protocolo.
En el caso del protocolo de la Policía Nacional, desde Amnistía Internacional afirman que “está bien encaminado, pero no es suficiente”, en palabras de Daniel Canales, investigador de esta organización. Canales pone como ejemplo de sus carencias que los agentes puedan usar el Taser en el modo “drive stun”, lo que supone realizar la descarga en contacto directo con con el cuerpo en vez de lanzando un dardo, una modalidad que solo limita uno de los protocolos analizados, el de Valenciana de la Concepción. “Naciones Unidas ya advirtió que ese tipo de aplicación puede suponer tortura”, apunta.
En el caso de las manifestaciones, aunque el protocolo de la Policía Nacional prohíbe su uso como “medio de control del orden público”, sí lo permite sobre manifestantes que muestren una actitud violenta, se resistan a sus órdenes de forma activa o tengan una disposición amenazante. “Si ya nos preocupa el uso de la fuerza que se emplea en estas operaciones policiales de control de manifestaciones, con las balas de goma o con las porras, imagínate si ya incluimos en todo ese armamento policial la posibilidad de usar el Taser, con todos los riesgos que conlleva”, alerta Canales.