LGTBIAQ+
Bifobia, el elefante en la habitación del colectivo LGTBIAQ+: “Sentía que no podía visibilizarme como bi”

El rechazo social bífobo hace que las personas bisexuales se sientan intrusas en espacios cuir y dificulta que socialicen con normalidad con otras personas disidentes de la cisheteronorma, además de causar sentimientos de autodesprecio y otros malestares.
Bloque Bisexual
Bloque Bisexual en el Orgullo Crítico 2017 Elisa Coll Blanco

Tras mucho tiempo de dudas y autoexploración, Carlos se definió como bisexual. Entonces tenía 27 años y ganas de conocer a otras personas que, como él, tenían orientaciones disidentes. Sin embargo, la acogida por parte de otras personas cuir no fue la que él esperaba: “Cuando me visibilizaba como bisexual me decían ‘pobrecito, ya llegarás a la conclusión de que eres gay’. Me sentía muy mal y me cuestionaba: si todo el mundo dice que estoy confuso, quizás tengan razón”, relata. 

Aunque la invalidación de la bisexualidad ocurre mayoritariamente por parte de personas que no pertenecen al colectivo cuir, Ana Amigo Ventureira, investigadora y autora de Biciosas (Kaótika, 2022), afirma que los espacios disidentes del sistema sexogenérico reproducen esa forma de discriminación aunque sean “teóricamente seguros”. 

Para Carmen, la bifobia en espacios cuir es la que más duele: “Si gente que respeto, admiro y que se supone que tiene los mismos valores que yo no me valida, me afecta más”

Para Carmen, una mujer bi de 24 años, esa bifobia es la que más duele: “Si gente que respeto, admiro y que se supone que tiene los mismos valores que yo no me valida, me afecta más”, cuenta. La bifobia, la opresión estructural que experimentan las personas bisexuales por el hecho de serlo, puede tomar muchas formas: es bifobia decir “todos somos bisexuales”, asumir que una persona bi debe acostarse con gente de diferentes géneros o que, si tienen una relación leída como heterosexual, son privilegiades y no forman parte del colectivo, enumera Amigo Ventureira.

Estos ejemplos y la mayoría de la bifobia se encuadran en la violencia simbólica —dejando de lado que las mujeres bi reportan más agresiones sexuales que personas de cualquier otra orientación—, pero no por menos tangible tiene menos efectos directos en el colectivo bi. Según una tesis de la Universitat Jaume I, la bifobia es la responsable de que la bisexualidad sea la orientación sexual con peores índices de salud mental. El trabajo académico mantiene que ese sufrimiento psicológico deriva de “vivencias específicas” de la bisexualidad que “podrían estar relacionadas con la invisibilización social” de esta orientación.

Ismael Cerón, psicólogo sanitario y autor de Psicoterapia queer (Bellaterra, 2023), ve claros los efectos de la bifobia en consulta: “sentimientos de autodevaluación, de autodesprecio, síndrome de le impostore y un cuestionamiento profundo de tu propio criterio, dañando a la persona en su manera de percibirse y relacionarse con el resto”, además de “una importante sensación de soledad y de ser alguien extraño, con el impacto emocional que eso conlleva”. 

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Rechazo social y autoinvalidación

En una sociedad en la que las personas cuir tienen peor salud mental que quienes no forman parte del colectivo LGTBIAQ+, formar comunidad es especialmente importante y funciona como factor protector contra el desarrollo de problemas psicológicos, además de ser un primer paso para la politización. Sin embargo, son muches les bisexuales que no pueden acceder a espacios cuir. En palabas de Carmen, “no es que te vayas de sitios, es que no llegas a entrar porque no te consideras suficientemente cuir”. 

Una vez superado ese síndrome de le impostore sigue habiendo trabas. Debi, una mujer de 37 años, ha tenido que luchar tanto por visibilizarse como bi que el rechazo en espacios LGTBIAQ+ forma parte de su identidad. Ya la primera vez que socializó con personas cuir, en una quedada grupal organizada por Internet, recibió una mueca de asco por parte de la mujer con la que hablaba cuando mencionó que tenía novio. Debi no volvió a quedar con ese grupo.

“Aunque era visible en mi trabajo, sentía que no podía estar fuera del armario y visibilizarme en espacios cuir. Me escondía y no contaba mis experiencias”, cuenta Debi, mujer bi de 37 años

Tras esa experiencia, acudió a otros espacios cuir o feministas para socializar o formarse, pero no se sentía bienvenida. Cuando mencionaba a su novio se hacía el silencio, las compañeras ponían caras raras y el ambiente se volvía tenso. Aunque el rechazo fuera sutil, consiguió que Debi se armariase cada vez que abría la puerta de un local LGTBIAQ+. “Aunque era visible en mi trabajo, sentía que no podía estar fuera del armario y visibilizarme en espacios cuir. Me escondía y no contaba mis experiencias”, relata la mujer. Eso ha cambiado ahora que participa en espacios específicamente bis: “La primera vez que entré en una sala donde todo el mundo era bi me puse a llorar de alivio y alegría. Aun así, tardé en decir que tenía novio, pero fue muy importante decirlo y no recibir negatividad”.

Más que desprecio hacia ella en concreto, lo que ha hecho ocultar su bisexualidad en algunos espacios a Carmen son comentarios que “se lanzan al aire”, como “por qué acostarte con hombres si puedes hacerlo con mujeres”. La chica apunta que las propias personas bi no están exentas de bifobia: “Invalidamos nuestra orientación, y eso nos lleva a decir cosas como ‘me gustan las mujeres por gusto y los hombres por desgracia’”.

En relaciones

Cae la tarde y un hombre entra en un bar. Da dos besos a Carlos, se acerca con él a la barra para pedir algo de beber y se sientan juntos: es su primera cita. Al rato, Carlos le dice que es bisexual y su ligue responde “entonces tienes que ser activo y follar que flipas”. Aunque la situación es ficticia, la conversación no lo es: “Algunos hombres me fetichizan mucho; me asumen más masculino por ser bisexual y haber estado con una mujer”, cuenta Carlos, que añade que esta situación incómoda le ha pasado en multitud de ocasiones.

Este éxito amargo para ligar no se traduce en mayor facilidad para encontrar pareja. Tras varias citas, Carlos cuenta que los hombres gais con los que ha estado le han dejado con frases como “conectamos bien, pero yo no puedo salir con alguien que no haya salido del armario”, “no puedo salir con una persona que no lo tenga claro” o “cualquier día te vas a ir con una mujer porque ella te puede dar hijos si tú quieres”. 

Algunos hombres gais han cortado su relación con Carlos aduciendo a que tiene que salir del armario como gay o asumiendo que terminará con una mujer

Debi ha tenido mejor suerte con sus parejas lesbianas, pero en varias veces ha notado tufo a bifobia. “Cuando yo decía que era bisexual me respondían ‘bueno, casi bollera’” para “salvar la situación incómoda de que yo no llego a su estándar”. De esta forma, dice Debi, le daban una especie de carné cuir que por sí misma no tendría a entender de esas mujeres. “Me intentaban incluir en el paraguas ‘bollera’ para salvarme de ser bisexual”, denuncia.

Bisexualidad, la eterna desplazada en el activismo

La Declaración de Ítaca sobre la Bisexualidad apareció en una revista estadounidense en 1972 para dar a conocer al gran público esta orientación. Poco después, en el Estado español ya aparecían anuncios de contactos para crear comunas bisexuales o textos reivindicativos que hablaban de las violencias recibidas y alientan a la movilización social, explica Amigo Ventureira, la autora de Biciosas.

A pesar de que las personas bisexuales lleven décadas haciendo activismo LGTBIAQ+, y de la eclosión de discursos de la mano en parte de nuevos espacios de activismo bisexual, los propios espacios reivindicativos fallan en revisarse la bifobia. “Es porque el monosexismo nunca ha sido una prioridad a deconstruir”, analiza Cerón, el psicólogo. “Y por la invisibilización histórica de lo bi y que muchas personas en los inicios del movimiento LGBT+ consideraron que la bisexualidad no era suficientemente política”, apostilla Amigo Ventureira.

Raquel es el pseudónimo de una mujer bi que estuvo hace pocos años en un espacio de activismo para lesbianas y bisexuales. Cuenta que las personas bi no se sentían con mucha legitimación para mostrar disconformidad y quienes llevaban la voz cantante eran lesbianas. Uno de los motivos por los que terminó abandonando el colectivo vino de la mano de un debate de día entero sobre el significado de lo bollero: sintió “bastante incomprensión de lo que significa lo bi” y, aunque hubo espacio de cuidados y las conclusiones del debate fueron “bienintencionadas”, Raquel salió “tocada”. 

“La violencia contra las personas bisexuales es muy simbólica, y en el activismo cuir vas a lo más urgente. Ahora bien, ves las cifras de salud mental de la población bi y están así porque nunca se ha trabajado para paliar esos datos”

Esta bifobia en espacios de activismo ha hecho que las reivindicaciones bisexuales se hayan tomado en muchos casos como temas secundarios. “Tienes que tener tu discurso bien armado y racionalizado, porque, si no, no lo van a considerar importante”, opina Carlos, que lleva diez años haciendo activismo LGTBIAQ+. Y añade: “La violencia contra las personas bisexuales es muy simbólica, y en el activismo cuir vas a lo más urgente [como las agresiones]. Ahora bien, ves las cifras de salud mental de la población bi y te preguntas por qué es así, y es porque nunca se ha trabajado para paliar esos datos”.

Aun así, Carlos recalca que siempre ha habido personas en los colectivos LGTBIAQ+ dispuestas a escuchar a la gente bi, y cada vez hay más. “La gente de fuera no lo sé, pero la gente activista LGTBIAQ+ cada vez están más concienciados”, asegura. “Aunque no ha habido una mejoría radical, sí veo un avance muy grande”, añade.

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