Podemos
El “asalto a los cielos” empezaba por el subsuelo: auge, hybris y caída de Pablo Iglesias

Con Pablo Iglesias se van las esperanzas enteras de una generación, la del 15M, que asume en la derrota del representante, la derrota del representado.
Pablo Iglesias y un nazi
Pablo Iglesias se enfrenta a un nazi del grupúsculo Bastión Frontal en Coslada. 30 de marzo de 2021 Dani Gago
7 may 2021 05:19

Antes de presentar los argumentos, es preciso realizar una confesión que sirva de advertencia al lector. Quien escribe siente la retirada de Pablo Iglesias de la política española como el fin de una era que marca, a su vez, la derrota de las formas de entender lo político de su generación: la del movimiento ciudadano conocido como el 15M.

El siguiente artículo no se propone esbozar una biografía del hasta el martes líder de Podemos, sino simplemente presentar tres escenas que describen, esquemáticamente, el pasaje de este profesor de Ciencia Política de la Universidad Complutense de Madrid por la política llana que se desplegó en la última década en el Reino de España. Los hechos aún están hirviendo, el tiempo no ha dejado reposar las aguas: es el momento de emprender el análisis.

Auge. De la multitud indignada al Partido

El Movimiento 15M, que conmovió a la opinión pública española —y mundial— aquel mayo del ya lejano 2011, no fue el despertar de las masas, no fue tampoco la emergencia de las clases populares a la política: fue la congregación de una multitud formada por hombres y mujeres, jóvenes y viejos, cuyo único rasgo común era el desencanto derivado de la pérdida de efectividad hegemónica del régimen del 78.

La corrupción generalizada, la ira provocada por el rescate a la banca con dinero público, el deterioro acelerado de las condiciones laborales y la concomitante pérdida de derechos, todos estos fueron sólo algunos de los factores que permitieron la convergencia de gentes muy diversas en las plazas principales de las grandes y medianas ciudades españolas hace ya una década.

Había algo de político, había algo de espectáculo, había mucha voluntad de hacer oír voces silenciadas, había desconocimiento de cómo traducir el descontento en propuestas. Un antropólogo que por allí hubiera pasado, habría visto en aquella escena abigarrada el origen prehistórico de la democracia… pero estábamos en pleno siglo XXI y lo que era evidente es que todo aquel murmullo y muchas de aquellas proclamas inconscientemente owenistas, eran difícilmente traducibles en términos de política institucionalizada.

Los jóvenes no portábamos —como hoy generalmente se cree— grandes consignas ideológicas; éramos apenas los decepcionados de la meritocracia que reclamábamos, con altisonantes cánticos y gruesos sarcasmos, la restauración inmediata de aquel régimen meritocrático perdido. Éramos hijos del neoliberalismo y luchábamos, tal vez sin saberlo, por la revalorización de nuestro capital humano. Los viejos, en su gran mayoría, se habían percatado, varias décadas más tarde, de la trampa del PSOE de un Felipe González que había desmontado la industria nacional a cambio de los espejitos de colores del turismo y la especulación inmobiliaria. La bonanza artificial de una generación se reflejaba en la miseria creciente de sus vástagos.

Apenas dos años después de la proclamación del “asalto a los cielos”, las fuerzas políticas tradicionales ya habían asimilado el golpe del 15-M y comenzaron a trabajar en la restauración bipartidista

Este es el origen de Podemos que nace con la herida de la paradoja: traducir en política institucional la crítica a las instituciones. Hacer de la Multitud, Partido, sin pasar por el Pueblo. En este escenario emerge la figura de Pablo Iglesias, orador sobresaliente, discutidor filoso y, en definitiva, un soplo de aire fresco para la política española. Con una rapidez insospechada, Iglesias se convertía en el conductor de los indignados. Pero cualquiera sabe que la indignación es un afecto que, en el mejor de los casos, se traduce en el motín, la asonada, la cancelación: de lo que se trataba —y mi generación quizás no lo sabía— era de tomar el Estado para tal vez, en el mejor de los casos, disputar el verdadero poder.

Y esto fue Podemos, que había aprendido de las experiencias latinoamericanas esa lección y portaba la quijotesca consigna de transformar la indignación en acción política positiva, es decir, construir un Estado a imagen y semejanza de la multitud. Pero, ¿puede la multitud devenir Estado? Todavía no era necesario responder a esta pregunta. Todavía bastaba con proclamar, como hizo Pablo Iglesias en el congreso fundacional de Podemos (celebrado en el madrileño Palacio de Vistalegre en octubre de 2014): “El cielo no se toma por consenso: se toma por asalto”. Iglesias saldría de Vistalegre I como el legítimo conductor de multitudes, pero también —y por utilizar una expresión de Unamuno— como “conductor de niños”.

Hybris. Disolución de la multitud: ¿devenir pueblo o devenir clase?

En 2016, apenas dos años después de la proclamación del “asalto a los cielos”, las fuerzas políticas tradicionales ya habían asimilado el golpe del 15-M y comenzaron a trabajar en la restauración bipartidista. La fuerza de la multitud se estaba evaporando y con ella la efervescencia de Podemos parecía diluirse. El rol de los medios de comunicación fue clave para horadar la regeneración política en España, reproduciendo el sermón por antonomasia del neoliberalismo: todos los políticos son iguales, sólo quieren un sillón, un cargo, asegurarse su propio futuro. Pero aún peor: los políticos de izquierda son aún más miserables, porque saben que el poder es eterno —como los designios de los dioses— y aun así se sirven de la desesperación de las pobres gentes para engañarlas y llegar a ese poder que tanto critican. Es la paradoja definitiva con la que el neoliberalismo ha pretendido desmontar al progresismo: si el político de izquierda es pobre, entonces sólo es crítico con los poderes porque “envidia” malsanamente lo que otros legítimamente han obtenido con el sudor de su frente; si el político de izquierda tiene una condición económica solvente, es un incoherente que “no se aplica el cuento” y predica para los otros lo que no practica en su propia vida. He ahí la pinza, pues si defiende a los sectores populares, se acusa a la izquierda de “pobrismo”; si no los defiende, los mismos detractores la acusan de haberse “olvidado del pueblo”. La multitud, afecta a la indignación hasta el pleonasmo, cayó en la trampa y pereció. Podemos sintió con estupor el rigor de la encrucijada: ¿ir hacia el pueblo o ir hacia la clase? Este fue el trasfondo de Vistalegre II.

Pablo Iglesias e Íñigo Errejón midieron sus fuerzas en la Segunda Asamblea Ciudadana Estatal de Podemos y el primero salió ampliamente respaldado por los inscritos del Partido

Concédasenos una pequeña digresión y hablemos del amigo que deviene antagonista: Íñigo Errejón. En los orígenes de Podemos, una gran variedad de escuelas de izquierda confluyó sin que, en ese momento, esto fuera visto como un problema a resolver. El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) había abandonado hacía ya un tiempo todas las referencias teóricas y culturales obreras y parecía haber abrazado con ahínco la “tercera vía” propuesta por Giddens; a su izquierda quedó un abismo que ese conglomerado ideológico llamado Podemos vendría a ocupar. Errejón era un aprendiz avanzado de las experiencias de la izquierda latinoamericana en las dos primeras décadas de nuestro siglo XXI — no es por azar que su tesis doctoral lleve por título La lucha por la hegemonía durante el primer gobierno del MAS en Bolivia (2006-2009): un análisis discursivo— y fue, en definitiva, el más firme defensor de la estrategia populista à la Laclau. Podemos fue, en sus primeros años, la estrategia populista dirigida a una multitud y, a pesar de lo que pudiera parecer, ese Podemos fue más errejonista que pablista. Hasta que llegó Vistalegre II y el antiguo camarada, el amigo en sentido schmittiano, se transformó en el enemigo interno. Pablo Iglesias e Íñigo Errejón midieron sus fuerzas en la Segunda Asamblea Ciudadana Estatal de Podemos — entre diciembre de 2016 y febrero de 2017— y el primero salió ampliamente respaldado por los inscritos del Partido.

Pero decir sólo esto es hacer historia al modo de Suetonio: lo que estaba en juego era el cálculo, toscamente cuantitativo de Iglesias, de que, absorbiendo al aparato de Izquierda Unida, Podemos conquistaría automáticamente sus votos. Errejón captó perfectamente lo que estaba en juego: tocaba elegir qué sujeto —discursivo— debía apuntalarse para sustituir a la multitud: ¿la clase o el pueblo? Iglesias venció y Podemos olvido a “los de arriba” y “los de abajo” y se dirigió enfáticamente a la “clase trabajadora”. Errejón no tardaría en abandonar Podemos e ir en busca del inencontrable pueblo español a través de un nuevo proyecto político. Iglesias venció en aquella hora a su antagonista, pero a veces vencer es empezar a morir… esta fue la hybris que condenó a Iglesias al callejón sin salida de “Democracia o fascismo”.

Caída. ¿Democracia o fascismo? “Libertad” y “curación”

Las elecciones generales de noviembre de 2019 se saldarían con una victoria del PSOE, liderado por el renacido Pedro Sánchez, que aun siendo contundente no le permitía gobernar en solitario. Los números se aliaron para sostener una de las tantas paradojas de la breve historia de Podemos: en su peor resultado electoral —la gráfica de la caída de los votos desde su irrupción nacional en 2015 hasta la última elección de 2019 es elocuente—, obtenía para su líder, Pablo Iglesias, una Vicepresidencia segunda en el Gobierno de España. Pero Podemos estaba ya herido de muerte y el liderazgo de Iglesias aún más.

A pesar de esta situación, Podemos, en general, e Iglesias, en particular, se aplicaron aquella máxima bielsista: “nosotros defendemos atacando”. Podemos se convirtió, aun siendo minoría en el gobierno, en el gran garante de los derechos de los trabajadores, del colectivo LGTBI, de los inmigrantes, de los jóvenes con trabajos precarios y sin acceso a la vivienda, de una idea de España plural y respetuosa de los distintos sentimientos nacionales que en ella existen… y aún así, con ello no bastó. Alcanzó, maltrecho, el gobierno; el Estado, —ese “monstruo informe que lo traga todo”, que decía Chernyshevski—se le enfrentó abiertamente; rozó con la punta de los dedos el poder, mientras intentaba comprender su kafkiano funcionamiento: este fue el sino de Podemos, esta fue la penúltima batalla del político Iglesias.

La izquierda fanática del consenso y del carril bici ha perdido al alter ego que les permitía ser visualizada como una izquierda aceptable por el poder real

La batalla final precisó de un descenso de los cielos a la arena madrileña y se materializó en una confrontación a dos bandas: la más evidente, el enfrentamiento al fascismo encarnado por Vox, insuficiente pero necesario para garantizar el gobierno del Partido Popular de Ayuso en la Comunidad de Madrid; la menos evidente y fundamental, la batalla contra el populismo para celíacos —efectivo y realista— de Íñigo Errejón. Ambas batallas las perdió. A la consigna de Iglesias “Democracia o fascismo”, Ayuso respondió con “Libertad o comunismo”. Venció la “libertad” a hombros del “fascismo”. En la otra arena, la que enfrentaba a los antagonistas otrora amigos —Iglesias y Errejón—, el “asalto a los cielos” fue vencido por el “curar Madrid” esgrimido por la cálida Mónica García.

Mañana ya no estará Pablo Iglesias en el telediario, los sarcásticos de naftalina que ubicuamente repiten sus diatribas en cada una de las radios y pasquines españoles, tendrán que buscarse un nuevo chivo expiatorio. Pero también la izquierda fanática del consenso y del carril bici habrá perdido al alter ego que les permitía ser visualizada como una izquierda aceptable por el poder real y ya no podrá seguir habitando tranquilamente en la sombra de la otredad radical —o moderada— de lo que Pablo Iglesias encarnaba. Con Pablo Iglesias se van las esperanzas enteras de una generación, la del 15M, que asume —también hoy— en la derrota del representante, la derrota del representado. Un Podemos muere con Iglesias. Ojalá que otro Podemos esté naciendo: el que entienda que el “asalto a los cielos” empieza por el subsuelo.

Jacobin 
Artículo publicado originalmente en Jacobin América Latina. Por su interés para el público español El Salto ha republicado con permiso la pieza original.

Sobre este blog
Un espacio de encuentro y debate para personas que participan o están en los alrededores de ese difuso cuerpo conocido como Movimientos Sociales.
Ver todas las entradas
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Andalucía
Resumen 2024 Estas son las cuatro crisis sin resolver en Andalucía que nos deja el 2024
La destrucción de los servicios públicos, la implementación de proyectos industriales que afectan al territorio y el empobrecimiento de la sociedad han protagonizado este año en la comunidad autónoma andaluza
Partidos políticos
Balance de lo bueno y malo La izquierda rota en 2023 cierra un 2024 para olvidar
Sumar y Podemos no hablan de unidad en sus propósitos para el año nuevo. Izquierda Unida cree que es posible llegar a un acuerdo “mañana mismo”. 2024 ha visto cómo se perdían casi dos millones de votos con respecto al año anterior.
Madrid
Taxi Con Ayuso, los taxistas nos hemos quedado huerfanos en Madrid
Dos años después de unas elecciones autonómicas que supusieron la desaparición de un espacio muy importante para la gente trabajadora en la Comunidad de Madrid, muchos colectivos como los taxistas seguimos desamparados.
#89293
7/5/2021 20:38

Otro artículo más promocionando a los pijoprogres de Más Anestesia, porque menos mal que Errejón lo había entendido todo tan bien... joer lo que hay que leer.
Solo un pequeño apunte, dice que "Errejón no tardó mucho en irse"... perdona, pero tardó MUCHÍSIMO, se quedó una eternidad haciendo todo el daño que pudo al amparo de toda la prensa de la derechona, que no cesaba en sus loas. Para al final dar la puñalada en el último momento a punto de ser las elecciones. No se puede ser más traidor y gusano

4
10
#89359
8/5/2021 14:28

O sea se, entre posh-modernos os pisáis la manguera. Y Roma SÍ paga a traidores.

6
1
#89291
7/5/2021 20:31

Qué pastón se está gastando el PP en trolls, no falta artículode esta publicación que no hayan inundado de memeces. Cómo puede ser que sigan teniendo tanto miedo, después de haber ganado?

2
11
#89139
7/5/2021 9:47

Hay una errata. No es hybris es hubris.

9
7
#89229
7/5/2021 12:03

No es una errata. El término 'hybris' es correcto.

5
8
#89273
7/5/2021 16:20

en que diccionario de newspeak?

3
6
#89360
8/5/2021 14:29

hubris sustantivo
arrogancia
orgullo
menos frecuente: soberbia, presunción

5
0
#89117
7/5/2021 7:26

con un poco de suerte quizás pare la desmovilzación que empezó con la aparición de podemos

20
1
Sobre este blog
Un espacio de encuentro y debate para personas que participan o están en los alrededores de ese difuso cuerpo conocido como Movimientos Sociales.
Ver todas las entradas
Justicia
Por agresión sexual Jenni Hermoso declara en el juicio a Rubiales: “No pude reaccionar en ningún momento”
La Fiscalía ha preguntado si Rubiales le cogió la cabeza con fuerza, a lo que Hermoso ha respondido que sí: “No busqué el acto ni mucho menos me lo esperé, a mi persona se le faltó el respeto”.
Comunidad de Madrid
Educación Ayuso recula y mantendrá la adscripción a institutos del alumnado que proviene de colegios con Secundaria
El alumnado que proviene de los nuevos colegios CIPSO, que en el curso que viene acogerán 1º y 2º de la ESO, podrá cursar Secundaria en otros centros adscritos y serán admitidos de manera preferente, como hasta ahora.
Barcelona
Barcelona La Justicia aplaza por segunda vez el desahucio de Josep de la Casa Orsola
La presión social convierte en “indesalojable” este bloque en lucha del Eixample, convertido en símbolo de lucha contra la especulación inmobiliaria y los abusos de los grandes propietarios.
Sevilla
Derechos Humanos Denuncias por injurias y movilizaciones contra el archivo del caso de la muerte de Mamouth Bakhoum en Sevilla
Un mes después de la muerte del mantero en Sevilla que huía de una persecución policial la comunidad senegalesa de Sevilla y los colectivos sociales denuncian el archivo del caso y la persecución a las personas que señalan el racismo institucional.
Desahucios
Desahucio en Tetúan Una rentista deja en la calle a Alam y sus tres niños
El desalojo en el distrito de Tetuán se ha ejecutado con violencia a las 10.30 de la mañana, pese a la fuerte presión vecinal. La propietaria, que no se ha personado en la vivienda, se negó a establecer un acuerdo contractual con la familia.

Últimas

Activismo
Activismo El activismo animalista ante el acoso de los taurinos: “Hacer sangrar al toro es parte de la tradición”
Voluntarios de todo el país que recogen firmas para derogar la ley que protege la tauromaquia como patrimonio cultural sufren agresiones verbales y físicas por todo el Estado español.
Green European Journal
Green European Journal Sin novedad en el frente, pero ¿qué frente?: la falsa unidad de la extrema derecha
A diferencia de la izquierda, cuya fragmentación es bien conocida, los partidos y líderes europeos de extrema derecha logran transmitir una imagen de unidad.
Argentina
Argentina Una enorme manifestación antifascista llena de diversidad Buenos Aires contra el discurso de odio de Milei
Los movimientos sociales argentinos dan un golpe en la mesa llenando las calles de varias ciudades tras las declaraciones del presidente en el foro de Davos, donde vinculó explícitamente al movimiento LGBTIQ+ con el abuso infantil.
Opinión
Opinión ¿Quién le riega las plantas a Tilda Swinton?
Cierto cine de prestigio invisibiliza el factor trabajo hasta límites grotescos, con tareas completamente borradas del presente privilegiado de sus personajes.
Psicoactivos
Salud mental PsychedeliCare, una campaña ciudadana para regular las terapias psicodélicas en Europa
Pretenden recoger un millón de firmas para llevar el debate sobre los tratamientos de salud mental con estas sustancias a las instituciones europeas.
Más noticias
Psicoactivos
Salud mental Drogas psicodélicas, una revolución científica del laboratorio al diván
Sustancias psicodélicas extraídas de los hongos o la ayahuasca, o drogas recreativas como la MDMA o el LSD están siendo investigadas para tratar la salud mental o las adicciones.
Alemania
Alemania La izquierda alemana, esperanza al borde del precipicio
Die Linke deberá conseguir que quienes lideran su candidatura sean un poco menos desconocidos para el gran público cuando llegue el día de las elecciones. Las encuestas no le acercan al 5%, pero la formación sigue confiando en ganar tres distritos.

Recomendadas

Turismo
Turismo Free tours: la atracción turística de la precariedad
La popularidad del 'free tour' para visitar las ciudades ha aumentado de manera vertiginosa, especialmente con la proliferación de plataformas intermediarias que se encargan de su comercialización.
Asturias
Asturias Cuando Cascos se comió a FAC
Aunque Francisco Álvarez Cascos figura en los “Papeles de Bárcenas” puede que su avaricia con sus excompañeros de Foro Asturias Ciudadano termine costándole más cara: la Fiscalía pide para él tres años y medio de cárcel.
Siria
Kurdistán Entre las bombas turcas y las negociaciones con el Gobierno: Rojava ante la construcción de la nueva Siria
La Administración Autónoma del Norte y Este de Siria presiona al nuevo Gobierno para crear un Estado que respete los derechos de las mujeres, descentralizado, tolerante y multiétnico.