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Tatiana Bustamante se sienta a contar su historia en una terraza enfrente del Mercado Central de Sabadell. En ese edificio, en el Supermercado Consum, esta joven de 19 años trabajaba hasta hace menos de una semana. El día 22 de febrero, a Tatiana le pidieron que saliera de su puesto de cajera y fuera a la oficina. La habían despedido. El motivo según la empresa: no superó el periodo de prueba. El motivo según la afectada: es gitana.
Tatiana nació en 2005 en Menorca pero vive en Sabadell desde 2014. Estudia para formarse como esteticién, ya tiene tres títulos: manicura, pedicura y depilación. También un curso de monitora de tiempo libre. Pero para seguir adelante con su proyecto profesional necesita dinero. Así llegó en julio de 2023 al supermercado Consum, para un contrato de verano. Cuando se acabó, le renovaron con un contrato fijo, con 4 meses de prueba. Fue ahí cuando empezó, según relata Tatiana, el acoso constante y la discriminación racista. “Mis compañeras me enseñaban todo del revés, le decían a nuestra superior que yo había quemado dos bandejas de pan, y me decían cosas como ‘gitana de mierda’ o ‘seguro que tu familia trafica con droga’”, cuenta la menorquina.
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En octubre decidió ir al médico y le dieron la baja laboral por ansiedad y le recetaron antidepresivos. No salió de su barrio ni prácticamente de su casa durante los cuatro meses de baja. Baja que no cobró, según asegura, y muestra los papeles con los números de su cuenta bancaria de los últimos meses para demostrarlo. Según el documento de la Mutua que muestra Tatiana, la prestación le fue denegada por no haber cotizado el mínimo de 6 meses en los últimos cinco años que exige la Seguridad Social. Sin embargo, cuando se trata de una enfermedad laboral (como sería el caso si se trata de acoso en el puesto de trabajo), no es necesario haber cotizado antes. Según Tatiana, el supermercado nunca envió a la mutua la explicación de su baja por ansiedad.
El 17 de febrero, con miedo, se reincorporó a su puesto de trabajo y conoció a su nuevo jefe. Le contó el motivo de su baja y la mandaron a la sección de frutería. “Ellos sabían lo que había pasado, pero pasaron los días y solo me ignoraban, me dejaban aislada. Cuando me fueron a echar, mi superior me dijo: ‘Me gustas como trabajadora, pero lo siento mucho, te tengo que despedir. Estamos siguiendo órdenes de arriba’. ¿Quiénes son los de arriba?”, se pregunta Tatiana.
Supermercados Consum aseguran que Tatiana no superó el periodo de prueba, aunque no concretan qué tareas u objetivos no consiguió alcanzar la joven
Según una fuente de supermercados Consum, Tatiana no superó el periodo de prueba, aunque no concretan qué tareas u objetivos no consiguió alcanzar la joven. No hay constancia de que se haya abierto ninguna investigación interna en ese supermercado en los últimos meses. Insisten en que no se trata de un caso de discriminación por ser gitana: “En Consum tenemos 21.200 trabajadores de todo tipo de orígenes”, asegura esta misma fuente.
Tatiana, por su parte, lleva consigo una carpeta con toda la documentación que tiene sobre lo que le ha pasado, está buscando un abogado para presentar la denuncia en un juzgado, y está todavía sorprendida de que los medios la llamen. 70 personas se congregaron en la puerta del supermercado el sábado 23 de febrero para manifestarse y apoyarla. Hasta una chica le paró por la calle el otro día. Le agobia un poco, reconoce, pero no piensa frenar: “Ahora me estoy sintiendo apoyada, orgullosa, segura de mí misma como nunca antes. Voy con todo, a que no me lo hagan más, que bastante ya me han hecho”.
Antes de esto, Tatiana ya había sufrido racismo por ser gitana. Tanto en el colegio como el instituto, cuenta, sufrió bullying: le pegaban, se reían de ella, la dejaban sola o le insultaban: “Puta gitana de mierda”. Nunca lo contó más allá de su casa porque le parecía lo normal, recuerda. Lo solucionó yendo a psicólogos. “Si yo no hubiera recibido tanto racismo, hubiera sido lo que hubiera querido. Me hubiera gustado ser enfermera o psicóloga, pero en el instituto siempre me he sentido inferior”, cuenta.
A su lado en esta pelea está Manuel Heredia, presidente de la Asociación Gitana de Sabadell: “Esto ha sido la gota que ha colmado el vaso”, declara. El apoyo que dan desde la asociación para este tipo de casos consiste en mediar con el ayuntamiento, convocar la manifestación del pasado sábado 24 y, en general, acompañarla. “Que sepa que no está sola”, resume Manuel. En Sabadell, según cifras de un censo que llevó a cabo el Ayuntamiento y ratificado por esta asociación, viven alrededor de 10.000 gitanos. El 5% del total de 210.000 sabadellenses. Uno de los más altos de Cataluña.
“Es necesario que la asociación tenga un tira y afloja constante con la administración pública sobre cómo y de qué manera se hacen las cosas, porque no queremos que los payos nos digan lo que tenemos que hacer, los gitanos lo sabemos. Que no estamos locos, que sabemos lo que queremos, como decía Ketama”, cuenta este histórico activista, que en 2021 recibió la Creu de Sant Jordi de la Generalitat de Catalunya por su lucha por los derechos del pueblo gitano. En cuanto a la respuesta de la administración pública, el Ayuntamiento de Sabadell responde a este periódico que la comisión de convivencia del mismo se encuentra analizando el caso, “para actuar si se ha producido alguna actuación de carácter discriminatorio”.
Al otro lado de Tatiana está José Rodríguez, el secretario de la asociación, otra de las caras visibles de la lucha contra el antigitanismo en Sabadell. “No vamos a consentir que ningún racista les diga a nuestros niños que no se pueden formar, o que no pueden trabajar. No vamos a tolerar lo que le han hecho a ella”, promete. En la asociación detectan dos principales problemas de la población gitana de Sabadell: la educación y la vivienda. “Muchos gitanos se buscan la vida en el mercadillo porque no tienen otra opción, entonces no reúnen la documentación necesaria y no cumplen los requisitos para acceder a la vivienda social. El protocolo no contempla la cultura gitana ni las necesidades de cada persona individual”, explica José.
En palabras de José, el absentismo escolar es el pez que se muerde la cola. Según las cifras que recoge la Fundación Secretariado Gitano, el 63,3% de los jóvenes gitanos entre los 16 y los 24 abandonan los estudios, frente al 13% en el conjunto del alumnado en esa misma horquilla. Así lo explica José: “Ellos dicen que no nos integramos. Si un niño gitano va al colegio y no tiene las herramientas para afrontarlo, y le dejan de lado, y no le hacen caso… entonces el niño se siente peor y menos quiere ir. ¿A quién le echamos la culpa de que nuestros niños no tengan esa formación?”, cuenta José.
Esta asociación es una de las pioneras en la lucha por el pueblo gitano en Cataluña, junto al Centro Cultural Gitano de La Mina (Sant Adrià del Besòs). Su presidente, Rafael ‘Falete’ Perona, explica otros dos motivos por los que esta lucha parece a veces invisible: la falta de representación en puestos de poder políticos, económicos o en medios de comunicación (en la anterior legislatura había tres diputados gitanos en el Congreso, en esta hay 0) y el desconocimiento de las causas de la discriminación por parte de los propios gitanos. “Muchos gitanos saben que nos molestan, que nos discriminan, pero no saben por qué. No conocen nuestra historia más allá de sus abuelos, no conocen el contexto social de su barrio o de su familia. Con las mujeres se ha conseguido que sepan que hay un movimiento a favor de ellas mismas, en el caso de los gitanos, no”, explica Falete.
Esa conciencia y esa red de lucha le ha cambiado la vida y el autoestima a Tatiana: “Por primera vez en 19 años que tengo me siento orgullosa de ser gitana. Siempre que he ido a una entrevista, he ido con el pelo alisado, echándome 30 botes de keratina. ¿Por qué tengo que esconder lo que soy? Ser gitana no es malo”.
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Desde luego, si es cierto lo que cuenta esta jóven, maldita la gente que discrimina por motivos racistas o de otra índole y no por la calidad humana.
Por otro lado, siempre me ha llamado la atención que en casos como éste, o parecidos, las asociaciones gitanas o antiracistas, salen en tromba desde el primer minuto, a sustentar la versión de la o las personas protagonistas, sin contemplar que pudiera haber otros motivos como la calidad profesional o la confianza que ofrece esa persona. Todo ésto en contraposición a los casos en los que personas gitanas cometen delitos contra personas payas, como por ejemplo, el jóven de Gipuzkoa que en 2021 fué apaleado y acuchillado en Pasai Antxo, por un grupo de gitanos y gitanas, por no querer darles el teléfono y el patinete. De no haber sido por el vecindario, hubiera muerto. Hoy en día los testigos y la víctima están amenazados de muerte. En casos como éste, nunca he leído que las asociaciones citaba al principio, se solidarizasen con las víctimas, hablarán de racismo o exigieran un juicio justo. Como digo, no entiendo (o sí) la falta de equivalencia a la hora de juzgar con argumentos, claro, estos asuntos.
Falacia tras falacia en tu comentario, primero dudando de la palabra de la parte más débil y a continuación intentando justificar tu propio racismo. Que lástima pensar de esa manera.
Curiosamente el falaz eres tú. ¿A qué se debe que creas que por ser la parte débil o victimaria tiene razón? Aquí la gente es libre de creer o no a la chica, y personalmente yo no me lo creo. No sé los motivos del despido ni los puedo saber , ni nadie aquí pero eso de los insultos, suena muy forzado.
Estimado/a chaacarraschas:
En ningún momento vengo a decir que la versión de la muchacha no sea cierta, no lo sé. Y, como digo, maldita sea la gente que desprecia por motivos de raza, orientación sexual, etc. Lo que sí creo es que hay que estar zumbado para insultar a una persona de etnia gitana. Yo, que he vivido y vivo junto a esa gente, he ido a colegios públicos junto con esa gente, sé lo que pasa después de tener un desencuentro con ellos, y sé lo que pasa también si los insultas....
Además, creo que hay que aceptar que no todo el mundo valemos, servimos, para hacer cualquier cosa. Los y las gitanas tampoco. Para terminar, no tengo duda que el supuesto antigitanismo de la sociedad española, del cuál El Salto es un habitual denunciante, está muy exagerado. De hecho, ocurre como con el supuesto antisionismo, si no estás de acuerdo en todos los discursos sobre la realidad de nuestra relación, la de payos y gitanos, digamos, la que la sociedad gitana quiere hacernos creer, eres ya antigitano. Saludos
Ánimo Tatiana, no estás sola. Jóvenes voces gitanas que todoxs deberíamos leer: https://www.gitanos.org/actualidad/archivo/114935.html