Laboral
Reforma laboral griega: una nueva ley que abre las puertas a jornadas más largas y a un sexto día de trabajo

Con un 12% de paro, un salario medio de 1.000 euros brutos al mes y una de las tasas de inflación más altas de la Unión Europea, los griegos y las griegas asisten, desde hace años, al desmembramiento económico.
Kiriakos Mitsotakis
Kiriakos Mitsotakis, primer ministro de Grecia en el Foro de Economía Mundial de 2022

La nueva reforma laboral griega ha causado casi más conmoción en España que en el país heleno. Aprobada hace apenas un par de semanas, e impulsada por el primer ministro Kyriakos Mitsotakis y con el resto de partidos parlamentarios en contra —incluso los tres de extrema derecha—, la nueva reforma ha saltado a la prensa española bajo un titular: los griegos trabajarán 13 horas al día y seis días a la semana. Eso, sin embargo, no termina de ser del todo exacto.

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Un segundo empleo opcional y un sexto día de jornada laboral

Ciertamente, la nueva ley griega prevé que una persona pueda trabajar hasta 13 horas al día si así lo desea. En ningún caso, sin embargo, será obligatorio. La ley prevé que, a partir de ahora, quien quiera tener un segundo trabajo a tiempo parcial (5 horas al día), sumado a su jornada laboral de 40 horas a la semana, pueda tenerlo. Hasta ahora, esto no era posible en la ley griega; y parte de la ciudadanía tenía un segundo trabajo, pero no lo declaraba. Según el primer ministro griego Kyriakos Mitsotakis y Adonis Georgiadis, Ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, la medida tiene como objetivo final que se declaren las horas trabajadas y que haya más control. Insisten en que, en ningún caso, se trata de una medida obligatoria: no se suprime la jornada laboral de 40 horas, pero se abre la puerta a una jornada más larga. De opiniones acerca de esta nueva reforma, hay de todo tipo. Spyridon Kousouris, abogado, considera que “este paquete de leyes consigue proteger más a los trabajadores. No creo que sea tan mala [la reforma], porque veo que no hay disposiciones obligatorias y que todo es opcional. Abre la puerta a trabajar más, si se quiere. ¿Porqué debería ser eso malo? Si una persona quiere tener dos sueldos...”, señala. 

“Se trata de una ley cruel que va en contra de los y las trabajadoras, porque hace la vida más difícil. Aumenta las horas de trabajo por los mismos salarios”, Paniagiota Tavoulari (PAME)

No lo ve así Paniagiota Tavoulari, presidenta de la Federación Nacional de Trabajadores de la Industria Farmacéutica y miembro de la secretaría del PAME, uno de los sindicatos de referencia en Grecia: “Se trata de una ley cruel que van en contra de los y las trabajadoras, porque hace la vida más difícil. Aumenta las horas de trabajo por los mismos salarios. Con la ley en la mano, la empresa podrá decirte: 'no, no te subimos el salario porque puedes tener un segundo empleo y completar tus ingresos'. Hemos estado, desde el inicio, en contra de su aprobación, pero también es importante destacar que lo que hace esta nueva ley es continuar con lo que ya teníamos, votadas por gobiernos anteriores, tanto el de Nueva Democracia como el de Syriza. Es algo trágico para la clase trabajadora, y por supuesto que no es obligatorio en el papel, pero se convierte en obligatorio cuando la ciudadanía no puede vivir con lo que cobra en su empleo principal”, insiste. 

La sexta jornada laboral, en función de las necesidades de la producción y que la empresa podrá imponer, se tendrá que abonar con un 40% de recargo sobre la base salarial diaria del trabajador

Otra de las medidas que ha causado conmoción, casi más en España que en Grecia, es la posibilidad de una sexta jornada laboral en función de las necesidades de la producción. Esta jornada, que se tendrá que abonar con un 40% de recargo sobre la base salarial diaria del trabajador, está pensada, sobre todo, para que se aplique en el sector industrial y en el de la restauración. Si bien se prevé que sea una “medida excepcional” que busca “incrementar la transparencia tanto de las jornadas de trabajo como de las actividades empresariales”, es importante destacar que la empresa podrá imponer a los y las trabajadoras esta sexta jornada. El Gobierno griego ha justificado esta sexta jornada diciendo que falta mano de obra y que es la única manera para que las empresas puedan aumentar su competitividad. Los sindicatos, sin embargo no lo ven así. Para ellos, estas dos medidas, tanto la posible jornada de seis días como la posibilidad de tener un segundo empleo a tiempo parcial, abren las puertas a la normalización de jornadas laborales más largas que, a medio y a largo plazo, perjudicarán a la clase trabajadora. 

Resulta importante destacar que la normativa no tiene en cuenta aquellos grupos empresariales que puedan contratar a un mismo trabajador/a a través de diferentes empresas y, de esta manera, evitarse el recargo del 40% durante la sexta jornada. Esa jornada extra, además sería considerada “segundo empleo”, con lo cual, la empresa matriz encontraría un hueco legal para no tener que abonar el sueldo extra que se prevé en la ley. Otra de las preocupaciones de los sindicatos es que las empresas, que en Grecia están sometidas a pocas inspecciones laborales, acudan a la ley no para ser más transparentes o mejorar la competitividad, como insiste el gobierno heleno, sino para aumentar la presión sobre sus trabajadores y trabajadoras. 

Los “empleos a demanda”, también conocidos como “contratos de hora cero”, entran en conflicto con la normativa europea

Empleados “a demanda”, criminalización y flexibilidad

Otra medida que resulta polémica y que, además, entra en conflicto con la normativa europea, es la disposición que regula los “empleos a demanda”, también conocidos como “contratos de hora cero”. Cuando se firma un contrato de estas características, el trabajador/a no tiene un mínimo de horas de trabajo; sino que la empresa le llama cuando le necesita. Es el caso, por ejemplo, de muchas empresas que gestionan catering. Es importante destacar que estas prácticas laborales son bien conocidas en Grecia, pero hasta el momento, no estaban reguladas. Con esta reforma se abre la puerta a la proliferación de este tipo de contratos, algo que entra en conflicto con la normativa europea.

Ioannis Katsaroumpas es profesor de derecho laboral a la Facultad de Derecho de Sussex y explica que este es uno de los puntos más problemáticos y polémicos de la reforma: “En el preámbulo de la directiva europea donde se habla de este tipo de contratos se dice de manera específica que los Estados no pueden usar la normativa europea para normalizar estas prácticas (…) La normativa europea respecto a este tipo de contratación existe para acotarla, no para normalizarla”. Katsaroumpas señala que esta normativa se hizo pensando en Reino Unido [cuando aún pertenecía a la Unión Europea], donde este tipo de contratos eran muy usuales. “Esto era un problema en Reino Unido, así que la Unión Europea dictaminó una normativa con el objetivo de proteger a los trabajadores. En aquel momento, esa normativa se negoció con Reino Unido, pero claro, después des produjo el Brexit”.

La normativa a la que hace referencia Katsaroumpas establecía un marco legal para este tipo de contratos, pero con la intención de acotar el poder empresarial y proteger al trabajador. Ahora, Mitsotakis y Georgiadis usan esta ley para normalizar unas prácticas que, según los sindicatos, deberían estar prohibidas. Para, “supuestamente” proteger al trabajador/a, la norma dictamina que la empresa tenga que avisar al trabajador/a con mínimo, 24 horas de antelación. Para Katsaroumpas, lo polémico de la nueva ley griega no está tanto en las horas trabajadas como el conflicto con la predictibilidad del trabajo. “Cuando se reflexiona sobre los temas laborales, no sólo debemos pensar en el tiempo de trabajo; es decir, en su duración. También tenemos que tener en cuenta su previsibilidad. No se trata de solo fijarnos en las horas trabajadas, sino en si esas horas son predecibles. Esto es importante en términos de familia y otras responsabilidades. Por eso creo que es muy importante aumentar la previsibilidad. En la directiva europea se considera un reconocimiento de una forma de empleo impredecible que debería aumentar la previsibilidad, pero el Gobierno [griego] parece haberse olvidado de esta parte y dice que cumple con la directiva, aunque, en realidad, va en su contra”. Katsaroumpas destaca, por último, que esta previsibilidad no solo hace referencia a las horas de trabajo, sino también al salario percibido: “En el contrato tradicional, el empleador promete trabajo y un salario. Si no hay promesa de cantidad de trabajo, no hay seguridad en los ingresos. Si no sabes cuántas horas vas a trabajar al mes, no puedes planificar tu vida, tampoco”. 

Por otra parte, la ley también prevé el aumento de la criminalización de la protesta y se incluyen multas económicas y penas de cárcel de hasta seis meses para los piquetes. También se flexibilizan los despidos —el trabajador/a puede ser despedido durante el primer año de contrato sin previo aviso ni indemnización—.

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Tras el paso de la Troika por el país, los convenios colectivos han quedado reducidos a la nada y la clase trabajadora hace años que observa como se cercan sus derechos. Las medidas que ha tomado durante los últimos años el gobierno de Mitsotakis, que justo ahora estrena un segundo mandato, no han ido orientados a “modernizar la economía” como se insiste, sino a  reducir los las condiciones y la prosperidad de la ciudadanía. Con un 12% de paro, un salario medio de 1.000 euros brutos al mes y una de las tasas de inflación más altas de la Unión Europea —con respecto al salario medio percibido—, los griegos y las griegas asisten, desde hace años, al desmembramiento económico del país por parte de las clases dirigentes y una Europa que les apretó más de la cuenta con el programa de ajustes impuesto cuando estalló la crisis económica. De aquellos barros, estos lodos; porque lo que sucede en Grecia suele tener más que ver con Europa que con la propia Grecia. 

Para mostrar el rechazo a la nueva normativa, el pasado 21 de septiembre había convocada una huelga general, que, a pesar de lo que aseguran los sindicatos convocantes, fue poco seguida. En Atenas, por ejemplo, a la manifestación acudieron entre 4.000 y 6.000 personas. “Si consideramos los obstáculos que tuvimos que enfrentar, podemos considerar esta huelga un triunfo, porque algunos sectores estratégicos, como el transporte de masas, la alimentación o el médico y farmacéutico pararon. Hacemos un buen balance de la convocatoria porque sí hubo una buena tasa de participación”, insiste Paniagota Tavoulari, del PAME. Para ellos, y para los demás sindicatos que se oponen a la normativa, el objetivo a partir de ahora es que la ley “no se aplique y quede solo sobre el papel (…) Para ello, tendremos que continuar organizando la lucha de los y las trabajadoras en sus puestos de trabajo”, concluye.

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