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La semana política
¿Por qué no pasa nada?

La subida sostenida del precio de la electricidad no ha provocado movilizaciones relevantes. ¿Qué elementos determinan la actual incapacidad de los movimientos sociales y la izquierda para convocar protestas masivas?
Pablo Elorduy
4 sep 2021 06:05

“¿Por qué no pasa nada?”. La pregunta aletea por las mesas y las sillas y se va apagando a medida que la conversación trata de atrapar una teoría. Está tan sobada que las personas reunidas en la terraza apenas pueden reparar en otras preguntas, que quizá serían más interesantes, como dónde, cuándo y cómo se producirá un chispazo que dé pie a una nueva serie de protestas por las condiciones de vida. 

El miércoles, 1 de septiembre, la web humorística El Mundo Today resumía el estado de las cosas con un titular: “Los españoles, a un paso de comprobar si quemar contenedores puede generar electricidad”. El mismo día, Pedro Sánchez anunciaba una subida del Salario Mínimo Interprofesional que, postergada desde el comienzo de 2020, busca atajar la sensación de que el Gobierno, que admite que este año el recibo de la luz subirá un 25%, está paralizado ante la avaricia de las eléctricas. 


El coste de la vida sube, los beneficios de las eléctricas no se tocan, los salarios lo harán solo después de un año congelados. Con la Ley de Vivienda empantanada —difícilmente provocará cambios palpables en el corto plazo incluso si sale adelante en esta legislatura— y la luz por todo lo alto, Sánchez ha intervenido en el aumento del salario mínimo, que es donde —pese a las quejas de la patronal, que las emite casi por deporte— se rompen menos puentes con el poder. La pregunta que sobrevuela la conversación es si ese legislar para que nada se rompa tiene algún efecto o si no hay nadie en las calles aunque no tenga efectos.

La web humorística número uno bromea con ello. Pero, ¿por qué no pasa nada? ¿Por qué todo lo que rodea a las protestas aparece siempre en condicional? ¿Por qué parece una cuestión de otros?

Encender o incendiar

Otra broma: Ciudadanos sigue vivo. De hecho, su portavoz, Inés Arrimadas, lanzó esta semana una frase que, de algún modo, resume para lo que sirve su partido, para imaginar lo que pudo haber pasado si, en la primavera-verano de 2019, Albert Rivera hubiera asumido el papel para el que estaba programado. “Si no estuvieran en el Gobierno ya habrían incendiado las calles”, dijo Arrimadas, en referencia a Unidas Podemos. Si no estuvieran virtualmente fuera de las calles, Ciudadanos estaría en el Gobierno.

La desmovilización que comenzó coincidiendo con el nacimiento de Podemos es un objeto de discusión —o un lugar común— desde hace ya mucho tiempo

La lógica del espacio político amplio que un día representó Ciudadanos es que siempre protestan los otros, puesto que, quizá no hace falta decirlo, en ese espacio político no hay problemas en pagar un poco más por la luz o un alquiler alto, solo hay problemas si se trata de pagar más impuestos y ni eso justifica una manifestación. Pese a que se ha equilibrado el balance de protestas, las cosas de comer no generan la movilización de la derecha. Eso no ha cambiado.

Pero la pulla de Arrimadas recoge uno de los argumentos que más debilita a los movimientos sociales en su actual estado de perplejidad (o incubación). La desmovilización que comenzó coincidiendo con el nacimiento de Podemos es un objeto de discusión —o un lugar común— desde hace ya mucho tiempo. En su fase actual el debate es si Unidas Podemos desmoviliza para vivir tranquilo en el Gobierno o si es “la izquierda” —los sindicatos de concertación son las otras organizaciones de referencia de ese significante vago— la que se mantiene dócil para no descomponer por la vía rápida el precario proyecto de Gobierno de coalición. Otra vez lo manoseado del debate arruina otras preguntas más interesantes.

La táctica de arrancar pequeñas cosas al PSOE exasperaba a priori a quienes, pocos, sostienen que entrar en el Gobierno fue un error. Pero el problema más importante es cuando no se arranca nada, por pequeño que sea; cuando se toca el hueso del interés sistémico. Entonces no basta la presencia en las instituciones, entonces hace falta el contrapeso —si no el contrapoder— que ahora no se ve por ninguna parte.

Se dan, eso sí, otros fogonazos espontáneos: protestas por la intervención policial para acabar botellones. Como vienen se van y, sin embargo, indican que hay algo bajo esa superficie en la que no pasa nada a pesar de lo que está pasando.

La afirmación de Arrimadas no es interesante solo por lo que supone de escarbar en una de las llagas más importantes del espacio político del cambio —esa pérdida de capacidad de movilización como consecuencia de la entrada en las instituciones— sino que, al elegir el verbo “incendiar” introduce otro tema que trasciende la actual experiencia en el Gobierno. La vieja cuestión de si la protesta llamada pacífica —criticada también como “ciudadanista”— sirve en estos tiempos crispados para conseguir que el Gobierno tema más una respuesta social amplia que la ira de los poderes económicos. 

El mood de la época sugiere que lo que podemos esperar de una movilización contra las subidas del precio de la energía y el lucro de las eléctricas es una catarsis que comience por la violencia espontánea —“la rabia del pueblo” y la quema de contenedores— y termine con la violencia organizada en forma de cargas policiales, propuestas de sanción, juicios y/o años de cárcel para un grupo más o menos amplio de chivos expiatorios. Pero las profecías que aciertan son aquellas que se emiten después de los hechos.

La pregunta vuelve a revolotear la mesa. Alguien elucubra con que hay un vacío en los modos de organizar la protesta. Que durante un tiempo funcionó la autoconvocatoria a partir de las redes sociales y que eso terminó con otro tiempo anterior de bloqueo y perplejidad. Porque, recuerda ese alguien, no es la primera vez que se produce ese vacío de organizaciones y movimientos con legitimidad y capacidad de contrapoder. Pero ya se acabó esa capacidad, dice.

Existen las burbujas, dice, y las burbujas por definición no se juntan, las personas bajo cada una de ellas no se ponen de acuerdo. Así que no pasa nada porque nadie sabe cómo hacer que pase, dice. Porque en las redes actualmente uno solo puede zarandear el brazo de otra persona y preguntarle ¿qué más hace falta para que pase algo?

Como dándole la razón, al día siguiente de la conversación, un hombre de 54 años apedreó el escaparate de una oficina de Naturgy. Al ser detenido explicó que no había podido contenerse.

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RamonA
5/9/2021 19:53

Hay una obsesión, creo que malsana, en achacar a Podemos la desmovilización del 15M. Creo que se confunden de enemigo. Podemos siempre se ha considerado una formación política representada en los movimientos sociales y representante de estos mismos movimientos en las instituciones (Gobierno). Y si no fuera por las reticencias del PXXE muchas cosas que reivindican los movimientos sociales se hubieran conseguido ya. Ahí está UP, en la pelea, a pesar de los ataques del periodismo sicario, que esa es otra, que ningún otro partido padece. ¿Dar caña a Podemos por parte de grupos que surgieron en el 15M podría estar desmovilizando a TODOS del 15M? Es posible que dentro de poco, ante el ascenso del fascismo sostenido por las élites económicas y difundido masivamente por sus sicarios de la información, tengamos la ocasión de unirnos y recuperar la “ilusión” para volver a poner patas arriba el sistema. Creemos alianzas contra lo que nos oprime: ese es el objetivo. La chispa puede saltar en cualquier momento, pero hay que reunir leña para incendiar.

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DIXI
5/9/2021 3:25

El verdadero problema es cuando toda esa supuesta izquierda lo que en última instancia hace es desmovilizar. La corrupción histórica del PSOE: DESMOVILIZA. PODEMOS terminó DESMOVILIZANDO el 15 M. Los sindicalistas de FRAC: DESMOVILIZAN.
En resumen, a los proletarios es la ilusión lo que les moviliza, pero si esa ilusión se ve traicionada por esos "falsos profetas", los proletarios pierden totalmente la fe. Todo lo contrario que la gente que siempre vota a la derecha, que parece que la corrupción de sus políticos es un valor añadido.
RESUMIDO EN UNA FRASE: " Si traicionas a alguien de gran corazón, perderá totalmente la ilusión"
Pero si llegamos a la conclusión de que NO necesitamos esos falsos profetas para ilusionarnos de nuevo, podemos conseguir cualquier cosa.
EL CAMBIO EMPIEZA EN TI.

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Nerea-chan
Nerea-chan
4/9/2021 22:48

Ha coincidido que después de leerte me he topado con la entrevista de Gabriel Rufián a La Pringada y admito que tiene razón: hay que matar. Hay que desatarnos, ser conscientes de nuestra capacidad destructora. Abrirnos a matar y morir para romper totalmente con el sistema que nos tortura. Eso nos encenderá. Menos gimotear y más matar.

PD: Y sí me da miedo decir esto por aquello de los ‘delitos de odio’, más razón para hacerlo. Viva la libertad de expresión me cago en dios!!

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Pedroperez
4/9/2021 10:29

Después de las grandes esperanzas que suscitaron el 15M de 2011 y las movilizaciones de los años posteriores, así como el surgimiento de Podemos, hemos pasado al otro extremo.
La izquierda en España está completamente desanimada y desencantada después del fiasco que ha resultado Unidas Podemos, y después de ver que en España da igual la enormidad del delito, y del robo perpetrado por PSOE, PP, Empresas de IBEX, Monarquía, etc..., porque todos esos delitos quedan impunes, tapados por medios de comunicación y sobreseídos por jueces prevaricadores puestos a dedo y tolerados por una izquierda incapaz de enfrentarse y por unos sindicatos, (que deberían de ser artífices de la movilización, pero están corrompidos de arriba a abajo).
Sinceramente. A mí ya no me mueve nada a salir a la calle, porque creo que España no tiene solución, ni veo que sirva para nada más que para darse un paseo con una pancarta y desfogarse un poco.
Como dijo aquél, la única salida que tenemos en España es por tierra, mar y aire.
Ah. Y el fascismo a la vuelta de la esquina, traído de la manita de este gobierno inútil.

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Asanuma
4/9/2021 19:15

La última frase no es del todo cierta. El neoliberalismo de la Unión Europea, los poderes económicos y sus medios de comunicación son los responsables, y lo que no pienso hacer es sumarme al acoso judicial y mediático contra UP, con todos sus errores, porque eso sí que da alas al fascismo. La "internacional del odio" emplea mucho tiempo y dinero en hacerse con todo el poder, y más si dentro de nuestras Instituciones (judicatura, fiscalía, abogacía del Estado, ejército, policía etc.)siguen como funcionarios los herederos franquistas. ¿Sugieres alguna alternativa?

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