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Infancia
María Sevilla, expresidenta de Infancia Libre, ante la fiscalía: “Lo único que he hecho es proteger a mi hijo”
La expresidenta de la asociación ha declarado hoy en sede fiscal, después de que la policía acuse a su entidad de organización criminal. Sevilla asegura que lo único que han hecho es atender a más de 100 casos de niños y niñas que sufren abusos sexuales y están desprotegidos.
María Sevilla, expresidenta de Infancia Libre, ha cruzado este viernes la puerta de la Fiscalía provincial de Madrid, arropada por una decena de mujeres y entre carteles con lemas como “Madres somos, madres seremos y a nuestros hijos protegeremos”. Una vez dentro ha declarado en el marco de una investigación contra la organización que creó. La Unidad de Policía adscrita a los Juzgados de Plaza de Castilla acusa a su entidad de organización criminal.
Afirman en un informe que Infancia Libre se dedicaba a retirar la custodia de los menores a sus padres con la complicidad de distintos profesionales y sirviéndose de denuncias falsas. “La verdad es que hay muchos niños que sufren abusos sexuales en el Estado y no se les está protegiendo. Y eso es lo que hemos hecho desde la asociación atendiendo a más de 100 casos”, expresa María Sevilla a El Salto.
Su caso, que saltó a los medios en marzo de este año tras ser detenida por 16 agentes “de madrugada y a punta de pistola” en una casa de Villar de Cañas, acumula una carpeta de sentencias judiciales, informes de psicólogos, psiquiatras y médicos de la sanidad pública, a los que ha tenido acceso El Salto, en los que intervienen una decena de profesionales. Sevilla explica que su hijo empezó a manifestar abusos sexuales con apenas cinco años y asegura que toda su actuación ha ido encaminada a protegerle.
"Veía conductas extrañas en mi hijo y con cinco años le contó a mi madre que sufría abusos sexuales por parte de su padre. Desde ese momento no le volví a dejar ver a mi hijo", relata María Sevilla
“En 2009 a mi hijo le diagnostican una minusvalía psíquica del 37%. Esto me impacto y rompió mis esquemas. Veía conductas extrañas en él y ahora debía achacarlas a eso. En 2011, con cinco años, le cuenta a mi madre que está sufriendo abusos sexuales por parte de su padre. Desde ese momento no le vuelvo a dejar ver a mi hijo. En 2012, pasados seis meses desde que le dejó de ver, volvieron a valorar al niño y la minusvalía había desaparecido”, cuenta.
En 2012 María fue demanda por su expareja. Se abrió un juicio de familia. En dicho juicio, y tras el testimonio de María, la Fiscalía pidió que se investigara a su expareja “por si los hechos fueran constitutivos de un delito contra la libertad sexual del menor”. Cuando la policía habla de “denuncias falsas”, María es clara al contestar. “En mi caso yo no lo denuncié. La fiscalía pidió el inicio del proceso. Le pusieron una orden de alejamiento que duró un año”. Tras la investigación la causa quedó sobreseída de manera provisional. “No existen elementos ni indicios más allá de la declaración de la madre”, reza el auto. “El psicólogo dijo que no descartaba instrumentalización materna”, asegura María.
A partir de ahí, se abrió un camino marcado por juicios de familia —hasta 9— en los que poco a poco se iban ampliando los derechos del padre. De visitas en un punto de encuentro pasó a conseguir finalmente la custodia, después de que María decidiera incumplir la sentencia. Al mismo tiempo, la madre iba recopilando informes médicos para probar los abusos sexuales. A la luz del testimonio del niño “se considera el abuso alegado congruente”, y según análisis de credibilidad “se estima el testimonio del menor probablemente creíble”, reza un peritaje psicológico de 2013. “A nuestro criterio, las manifestaciones del niño ponen en evidencia la existencia de un abuso sexual persistente por un tiempo prolongado”, reza otro informe realizado por un psiquiatra.
“En 2015 me obligaron a llevar al niño a un punto de encuentro sin supervisión para que le viera su padre. Fuimos al punto de encuentro. Durante la primera visita ya salió tocado. Le llevé a la pediatra y después me fui al juzgado porque sospecho que en el punto de encuentro ha vuelto a abusar de él. Me lo archivaron de plano”, asegura.
En 2016 María crea la asociación Infancia Libre para luchar contra los abusos sexuales que sufre la infancia “y que no son creídos”. Según denuncia Save the Children, el 70% de estos casos son sobreseídos. Un grupo de madres con historias complejas y muy diferentes, pero que comparten un mismo fondo, comienzan a interpelar a la sociedad civil y a los partidos políticos. Infancia Libre llega a intervenir en diferentes parlamentos, como la Asamblea de Madrid.
Al mismo tiempo, Sevilla decide abandonar Madrid e instalarse en Granada. “Fui a la pediatra que nos correspondía, que nos mandó al psiquiatra. La pediatra abrió un parte de lesiones grave. En marzo de 2017 nos citaron para otro juicio. Me quitaron la custodia por no haber cumplido el régimen de visitas, a pesar de lo que había denunciado la pediatra”.
En marzo de 2019, María Sevilla era detenida entre un gran ruido mediático. “Al niño se lo llevaron y no le he vuelto a ver. Yo lo único que he hecho es creer a mi hijo y protegerle”. Tras esto, detuvieron a otras tres madres relacionadas también con la asociación. La policía las investigaba como una supuesta red criminal. María considera que esta aseveración es totalmente desproporcionada. “Como si fuéramos Al Qaeda”, se queja.
Hoy la expresidenta de Infancia Libre se enfrenta a dos procedimientos. Por un lado, su caso individual, acusada por la fiscalía de sustracción de menores, en el que piden para ella tres años y medio de prisión, así como la inhabilitación de la patria potestad por cinco años. Y, por el otro, a la investigación por organización criminal, motivo por el cuál hoy ha ido a prestar declaración.
“Estoy bien, estoy fuerte, no tengo tiempo de sufrir, solo de pelear. Yo a mi hijo le he estado preparando todo este tiempo. Es un niño que ha sido criado desde el amor y desde la protección. Es un valiente, lo contó cuando era muy chiquitín. Yo siempre soy optimista, si no es ya cuando se sepa la verdad no importa, cuando cumpla 18 años se sabrá. No tengo nada que ocultar, no tengo miedo”, concluye María.
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