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Humor
Amigo, nos hace mucha falta Estirando el Chicle
Llego deliberadamente tarde a la polémica iniciada por la oleada de ranciedad que acompañó a una sucesión de declaraciones, posiblemente guionizadas por el equipo de Bertin Osborne, sobre la comedia femenina, proferidas por los máximos responsables de una ahora notoriamente infame cadena de salas de espectáculos madrileñas. Al parecer, al “público” no nos gusta la comedia hecha por mujeres, y entonces no tengo muy claro por qué me llevo partiendo el ojal los últimos meses con el podcast “Estirando el Chicle”.
La verdad, es que siempre me ha gustado la comedia, aunque en mi imaginario, como en el de la enorme mayoría de personas en este país, hasta hace poco había un montón de señores, con más o menos talento, y luego dos genias, Eva H y Ana Morgade. En pleno confinamiento me apunté a hacer un curso de standup por Zoom, la harina se había terminado en todos los supermercados y el señor no me ha llamado por el camino de la vigorexia. Una vez pudimos salir de casa, poco a poco empecé a actuar e hice un segundo curso, esta vez en persona. Esto me llevó a indagar un poco para aprender de gente profesional, y fue el algoritmo de TikTok quien me presentó primero a Victoria Martín y sus vídeos de María Antonieta, y después su podcast con Carolina Iglesias, Estirando el Chicle.
La verdad, pocas veces he estado tan agradecido a la despiadada acumulación y tratamiento de mis datos por parte de corporaciones sin alma para venderme algo. Mi primer recuerdo con el podcast es en un tren de Cercanías, con los cascos, riéndome como un maníaco, mientras la gente a mi alrededor me miraba convencida de que era un enajenado, no les faltaba razón.
No quiero que este artículo sea una autofelación en la que me felicito a mí mismo por consumir comedia hecha por mujeres, sino que me gustaría que fuera un texto para sacar de su error a mis compañerOs de género
No quiero que este artículo sea una autofelación en la que me felicito a mí mismo por consumir comedia hecha por mujeres, sino que me gustaría que fuera un texto para sacar de su error a mis compañerOs de género que no han escuchado el podcast porque creen que es algo para mujeres que no les interpela. Así que amigas, si seguís leyendo esto, una vez más, un señor os va a contar un montón de obviedades que ya sabéis, os lo podéis ahorrar.
Empiezo por lo obvio: amigOs, Carolina Iglesias y Victoria Martín son dos cómicas inmensas.Un mal chiste suyo que se les ha ocurrido mientras cagan, da mil vueltas a muchos pulidos en decenas de open mics repletos de señores muy furiosos porque una mujer con la que estuvieron liados tres días, los “abandonó” hace 16 años por un señor que igual tampoco sabía muy bien donde estaba el clítoris, pero que estaba dispuesto a aprenderlo —spoiler: nunca cuentan que ese fue el verdadero motivo, suelen decir que eran unas hijas de puta y estaban locas—.
Carolina Iglesias y Victoria Martín no solo hacen una comedia fantástica, su contenido también nos abre la puerta a un mundo que por norma general a los señores nos es desconocido, principalmente porque nos pesan los huevazos
Pero no es solo que hagan una comedia fantástica, su contenido, nos abre la puerta a un mundo, el del otro 50% de la población, que por norma general a los señores nos es desconocido, principalmente porque nos pesan los huevazos. Escuchar su programa, me ha ayudado a conocer a un montón de mujeres que no conocía casi o que directamente me estaba perdiendo: actrices, escritoras, poetisas, comunicadoras, influencers y un largo etcétera. Mujeres que me han contado cosas nuevas o de maneras que nunca había escuchado. Todo esto me ha interesado muchísimo, porque estoy muy cansado de encontrarme el enésimo remake de las mismas historias, muchas tremendos machidramas. Además, a través de esas mujeres que he conocido gracias al podcast he seguido encontrando a más personas interesantes y así mi vida se ha enriquecido enormemente.
Esto es bastante importante, porque como oldmillenial que soy, y que siempre ha sido un señor viejoven hasta que casi ya es solo viejo, su podcast me acerca a cosas que me perdí, básicamente porque cuando durante mi adolescencia y buena parte de mi vida adulta, he sido un imbécil que se creía demasiado bueno para consumir según que programas, series o música. Su programa me permite recuperar una parte de lo que podría haber sido mi historia si los prejuicios basados fundamentalmente en mi masculinidad no me hubieran hecho privarme de cosas que habría disfrutado.
Humor
Riot Comedy: un espacio de comedia seguro
Todo empezó en mayo de 2018 con un mensaje en Instagram en el que anunciaba un micro abierto de comedia hecha por mujeres. Llevan 13 funciones y en todas se han agotado las entradas.
Ellas no solo me han hablado de asuntos que he descubierto que para mí son muy importantes, sino que los han puesto en práctica. Me ha mostrado un proyecto construido sobre las bases del apoyo mutuo en circunstancias muy complicadas. Me han hecho partícipe a mi y a un montón de gente, de una relación de amistad con unas características muy emocionantes, como ese momento de enorme ternura, cuando en mitad de la entrevista que les hicieron en Late Motiv, se cogieron de la mano, interpreto yo, como muestra del cariño que se tienen dos personas que han logrado juntas algo en un principio era casi imposible de imaginar. Me han enseñado un modelo de relaciones que me gustaría ser capaz de reproducir en mi vida, que se puede ser brillante mostrando la propia vulnerabilidad y que los errores que cometemos, o las cosas que nos avergüenzan de nuestro pasado, al final, forman también parte de quienes somos.
Estas dos cómicas me han enseñado una forma de conversar con sus invitadas y entre ellas, basada en que lo importante es el intercambio, y por encima de todo, la comodidad de la persona que va a su programa. Son capaces de pasar minutos de charla sin necesidad de matar el diálogo por meter el chiste al precio que sea, en un plano secundario queda demostrar lo graciosísimas que son. Eso es una gran lección no solo para la comedia, sino para la mayoría de los ámbitos de la vida, porque el hecho de que todo el mundo disfrute y se divierta, siempre deja mejor sabor de boca.
Estirando el Chicle cumple el papel de ponernos a los señores, principalmente a los cishetero, frente a nuestro propio reflejo
Voy cerrando con un papel muy importante que cumple Estirando el Chicle y es el de ponernos a los señores, principalmente a los cishetero, frente a nuestro propio reflejo. Victoria y Carolina, con todas sus invitadas, nos muestran la violencia de forma directa o indirecta que hemos ejercido y ejercemos en nuestro día a día, entre chascarrillo y chascarrillo, de manera en ocasiones dulce y en otras ácida o incluso amarga, nos ponen frente a nuestros privilegios y señalan nuestra responsabilidad de una manera en la que podamos digerirla. Seguramente no sea su objetivo principal, probablemente sea la última de sus preocupaciones que aprendamos nada, ellas no hacen su podcast ni sus espectáculos para eso, ni tienen por qué hacerlo, pero ahí tenemos una oportunidad que aprovechar.
Y digo yo, amigo José Alfredo, ¿No te entra curiosidad de qué más cosas nos habremos estado perdiendo? Porque yo cada vez más.