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Huelga feminista
Emakumeok* Planto: Si paramos todas, paramos todo
Si históricamente la huelga contemplaba un sujeto masculino y asalariado, que luchaba contra el capital bloqueando sus circuitos de producción y reproducción, la huelga feminista abre otros escenarios ampliándose hacia sujetos tradicionalmente invisibilizados
Este 8 de marzo las mujeres nos plantamos y paramos, pero esta no es una huelga al uso. Se trata de un paro internacional, un grito de "¡ya basta!" fuerte y claro, que se planta frente a la profundización de múltiples violencias que se entrelazan y nos golpean cada vez más fuerte, afectando directamente nuestras vidas y nuestros cuerpos, y que quiere poner fin a la explotación, saqueo, colonización, vulneración, expropiación, cosificación, violación y asesinatos.
Es tiempo de cambios. No queremos seguir así. Recuperamos la huelga como herramienta de lucha, pero le damos otro sentido. Es un arma colectiva que va más allá de reformar este sistema. No se contenta con mejorar condiciones, ni con parchear este modelo. Paramos porque no nos detendremos hasta transformarlo de raíz.
Si históricamente la huelga contemplaba un sujeto masculino y asalariado, que luchaba contra el capital bloqueando sus circuitos de producción y reproducción, la huelga feminista abre otros escenarios ampliándose hacia sujetos tradicionalmente invisibilizados. Y está ya en curso, en cada asamblea, en cada espacio de encuentro, de organización colectiva, de alianzas cómplices.
Esta huelga no quiere más de lo mismo, porque otro mundo es posible... y urgente. Es una huelga que pone en el centro el conflicto capital-vida, cuestionando el actual modelo de producción, autosuficiencia y consumo basado en la posesión y acumulación, y revisando la actual organización social desigual de los trabajos de cuidados. La convocatoria se dirige a parar también el mundo reproductivo, porque hay trabajos que solo se ven cuando no se hacen, y un objetivo prioritario de esta huelga es visibilizarlos y evidenciar cómo la alianza entre heteropatriarcado, capitalismo, extractivismo y xenofobia se sustenta sobre todos los trabajos necesarios para sostener la vida y reproducirla. Se nutre y se beneficia de ellos. Nos negamos no sólo a sufrir sus consecuencias sino a ser cómplices de su sostenimiento.
Paramos porque este sistema nos quiere sumisas, calladas, pasivas, resignadas, obedientes, desencantadas, divididas, enfrentadas, desinformadas, con miedo, violentadas, muertas... Paramos porque somos fuertes, poderosas, rebeldes, insumisas, contestatarias, informadas, enredadas, creativas, inconformistas, curiosas, vivas… Ya lo estamos comprobando.
En Euskal Herria llevamos varios meses conspirando este proceso. Desde el eje de cuidados, uno de los principales retos está siendo revisar los conceptos de trabajo y de cuidado. Porque cuando nosotras hablamos de trabajos no hablamos solo de empleos. No todo el trabajo se encuentra en el marco del mercado laboral remunerado. Las actividades socialmente útiles que se realizan fuera de la relación mercantil, como el trabajo doméstico, de cuidados u otros trabajos motivados por la solidaridad, deben ser tenidos en cuenta a la hora de repartir responsabilidades y tiempos. Así, cuando hablamos de reorganización social de los trabajos y tiempos de cuidados, nos referimos a una alternativa necesaria y urgente para una redistribución de los recursos y la riqueza, basada en la justicia entre todas las personas.
Lo que no se nombra no se ve. Cuando definimos algo, sin darnos cuenta, estamos cargándole de sentidos y contenidos. Nombrar es visibilizar e invisibilizar a la vez. Es un hecho político, que implica decidir qué se tendrá en cuenta y qué no. Contemplar ciertos elementos implica omitir otros, nombrar tiene detrás una relación de poder disputada, que se naturaliza sin abrir posibilidad de modificación. Por eso convocamos esta huelga, para visibilizar, denunciar y confrontar. Pero, también, para transformar. Como dice Silvia Federici1: “Parar significa no solo interrumpir ciertas actividades laborales, sino que significa también comprometernos en actividades que tengan algo transformador, que en cierta manera nos llevan más allá de las ocupaciones rutinarias y de la vida cotidiana y que contienen en sí mismas otras posibilidades”.
Paramos porque queremos denunciar este sistema, plantarle cara y gritarle que conocemos de hace largo tiempo sus herramientas. Desde las más sutiles, como el amor romántico, la familia nuclear, la ética reaccionaria del cuidado...., a las más burdas y contundentes, como la violencia en todas sus formas. Pero, esto mismo nos da la potencia de nuestro propio poder y nos muestra que es momento de hacerle conocer las nuestras....y esta huelga es una de ellas.
Valgan estos motivos para contagiarnos. Porque juntas y diversas nos hacemos más fuertes y visibles, movilicémonos unidas este 8 de marzo, cada una desde su lugar. Cada mujer, seguro, puede encontrar las razones que la muevan y le hagan sentir que esta huelga también es suya. Y lo es.
Porque si paramos TODAS, paramos TODO.