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Genocidio
Acampada en la Universidad Complutense: las esporas del 15M que han germinado por Palestina
“Suerte con los exámenes, en Gaza llevan ocho meses sin hacer”. Bajo esta pancarta se apretujan un centenar de tiendas entre la Casa del Estudiante y la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid. Frente a ellas y al otro lado de la carretera, otro centenar en lo que se conoce como “el extrarradio”. En total ya hay más de 500 tiendas en esta acampada interuniversitaria de Madrid por Palestina que, como el resto de acampadas de la Red Universitaria por Palestina que integra a más de 40 centros, exige la ruptura de relaciones con Israel, entre otros puntos. Bajo los palos de estas tiendas se coaligan las fuerzas de estudiantes de siete universidades madrileñas: la Universidad Complutense, la Universidad Autónoma, la Universidad Carlos III, la Universidad Rey Juan Carlos, la Universidad Politécnica, la UNED y la Universidad de Alcalá.
En unas gradas a la sombra, un grupo de estudiantes atiende a un taller sobre la lucha de las mujeres palestinas impartido por Jaldía Abubakra, referente en la lucha palestina en España. Frente a ellos, el puesto de información que custodia material de higiene y una tabla donde se exhibe la programación para cada día. Es jueves, 23 de mayo, llevan ya 16 días de acampada y esta noche hay conciertos. Se rumorea que viene Amparo Sánchez, de Amparanoia. Junto al puesto de información hay un punto arcoiris y un punto de cuidados. En un rato llegará la comida, la mayoría de las veces traída por la comunidad palestina, que está colaborando activamente en el sostenimiento de la acampada.
Piden al menos que la Conferencia de Rectores de Universidades Madrileñas suspenda relaciones con Israel. Nada indica que esto vaya a pasar y prometen resistir hasta que esto suceda
El miércoles Pedro Sánchez anunció el reconocimiento del Estado palestino pero las y los estudiantes piden más y no hay ni señales de un posible desmontaje. Piden al menos que la Conferencia de Rectores de Universidades Madrileñas (CRUMA) haga lo propio y suspenda relaciones con Israel. Nada indica que esto vaya a pasar y prometen resistir hasta que esto suceda.
Cinco son los puntos que señalan las exigencias de la Red Universitaria por Palestina: Una condena clara y explícita contra la destrucción deliberada de las universidades palestinas en la franja de Gaza, una exigencia de alto el fuego inmediato y permanente en Gaza, ladotación de recursos económicos para la recepción de estudiantes y personal académico en Palestina y la reconstrucción de las universidades de Gaza así como evitar cualquier fórmula de colaboración con las universidades israelíes que se relacionen con el genocidio en Palestina y la ruptura de relaciones diplomáticas con Israel por parte del Gobierno.
Una acampada asamblearia
La acampada se organiza por comisiones y por grupos de afinidad. Son conscientes de que esto es una acción de desobediencia civil y ante un posible desalojo se han creado microcomunidades que han tejido lazos de confianza y cuidados. También sirven para la propia reproducción del campamento y que pueda seguir funcionando. Las comisiones se dividen por temáticas, como limpieza, cocina, cuidados o seguridad, y cada día a las 17 horas bajan sus propuestas hasta una asamblea general que es de libre acceso. Han pasado 13 años del 15M, los habitantes de esta acampada no fueron espectadores directos de aquellas acampadas que surgieron desde la indignación en las principales plazas de España. Pero una suerte de esporas que han viajado en el tiempo han hecho que aquellas prácticas asamblearias hayan germinado hoy por Palestina.
“Las universidades son eslabones necesarios de la maquinaria de guerra israelí porque todo los acuerdos universitarios están desarrollando tecnología que se usa para el apartheid”
Mientras Israel masacra Gaza desde el 7 de octubre con más de 35.500 asesinatos y en la actualidad mantiene sus ataques en Rafah, donde se hacinan 1,5 millones de refugiados gazatíes en lo que les decían el último lugar seguro de la franja, Oriol Erausquin, uno de los integrantes de esta acampada, que está realizando un doctorado de Sociología en la Complutense y en el CSIC, reflexiona sobre cuál es la relación entre las universidades y este genocidio. “Las universidades son eslabones necesarios de la maquinaria de guerra israelí porque primero de todo los acuerdos universitarios están básicamente desarrollando tecnología que se usa para el apartheid, para el colonialismo y también para la propia guerra. Por otro lado están aportando mano de obra necesaria para la industria israelí y también están legitimando lo que está ocurriendo ahora mismo”.
Palestina
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Max está haciendo un doctorado en Ciencias de la Información con el Instituto de Investigaciones Feministas. Como Oriol lleva ya 16 días durmiendo en esta acampada, con alguna visita intermitente a sus hogares. Explica que en este momento las negociaciones con la conferencia de rectores para que acepten sus cinco puntos están rotas. “Llevamos una semana tratando simplemente de que se sienten a negociar con nosotras y ninguno de los rectores de ninguna de las universidades de Madrid quiere venir a sentarse a negociar”, explica.
Ruptura de relaciones con Israel
En esta mañana festejan el acuerdo alcanzado por la Universidad de Barcelona el día anterior, el más ambicioso hasta la fecha, que incluye la suspensión de todos los convenios que tenga con “empresas vinculadas supuestamente con el conflicto”, en función de la lista hecha pública por el Comité de Investigación y Transparencia de Universidades con Palestina. Aunque admiten que hace falta un “estudio profundo” para contrastar la complicidad de estas entidades la UB, asume la suspensión cautelar de todos estos acuerdos. Un punto que amplía a los cinco señalados.
Ya son varias las universidades que se han pronunciado sobre las demandas de las acampadas: El 20 y 21 de mayo, la Universidad de Granada, la Universidad de Jaén y la Pablo Olavide de Sevilla decidieron romper su colaboraciones con universidades israelíes. El 21 de mayo la Universidad de Burgos suscribió los cinco puntos de la Red Universitaria por Palestina.
“Llevamos una semana tratan simplemente de que se sienten a negociar con nosotras y ninguno de los rectores de ninguna de las universidades de Madrid quiere venir a sentarse a negociar”
Erausquin habla de una “victoria histórica” en Barcelona. “También han exigido al gobierno de España y a la Unión Europea que haga acciones inmediatas por la paz. Han dicho que mientras no se haga este ejercicio no van a participar en eventos promovidos por estas instituciones donde participen instituciones israelís. Básicamente, han conseguido los máximos”, explica. Añade que a medida que otras universidades van aceptando acuerdos más ambiciosos, “todas estas que no se quieren sentar a negociar están quedando de manera palpable como cómplices de lo que está ocurriendo”.
También durante el día anterior Pedro Sánchez anunciaba que en el próximo Consejo Ministerial, el del 28 de mayo, España reconocerá al Estado palestino. Los estudiantes han recibido la noticia como “insuficiente”, tal y como explica Max. “Nos gustaría que haga todo lo que está en su poder que es por ejemplo el cese de la venta de armas o que exija la ruptura de relaciones con Israel”. “Necesitamos acciones contundentes que dificulten que la maquinaria de guerra israelí siga masacrando”, añade Erausquin.
El campamento que resiste a los exámenes
En medio del campamento, una pequeña carpa con el rótulo “profesores” custodia materiales para hacer una pancarta. Están preparando un gran listado de todos los académicos que han sido asesinados durante este genocidio. Unos 300 profesores y profesoras participan en el campamento, siempre en segundo plano y siempre como apoyo, insisten, ya que no duermen allí. Aunque en estos últimos días su participación se ha vuelto más activa.
Llega finales de mayo y las agendas de estos estudiantes se llenan de exámenes. Para que puedan rendir y descansar por las noches el profesorado se ha organizado haciendo turnos nocturnos de seguridad. Así lo explica Eva Aladro, profesora de Teoría de la Información, mientras se retira el brazalete rojo y blanco que indica que estaba de turno. Según sus palabras, en estos tiempos han creado una “universidad en la calle”.
Esta profesora explica que, de manera puntual, han sufrido agresiones nocturnas por parte de grupos de extrema derecha, pero que han recibido más ataques mediáticos
“A algunos profesores se nos ocurrió impartir clases aquí. Después hemos hecho tutorías o consultas. Por megafonía anuncian, por ejemplo, que ha llegado el profesor de derecho y solventa dudas”. Por las noches “hacemos turnos de tres horas y hay piquetes de tres profesores. Paseamos, vigilamos que no haya agresiones, que no haya altercados y que todo esté ok”. Cuenta Aladro que la noche del pasado lunes estuvo allí de turno y sintió el frío y la incomodidad de dormir allí “que tiene muchísimo mérito”. Esta profesora explica que, de manera puntual, han sufrido agresiones nocturnas por parte de grupos de extrema derecha, pero que han recibido más ataques mediáticos por medios que han llegado a increpar a los estudiantes intentando vincularles con Hamás.
“Como experiencia a todos nos está sirviendo un montón. Es realmente ver a toda la comunidad universitaria despertar y eso es maravilloso”
Lladro explica que el sistema asambleario está cristalizando en una comunidad muy bien organizada con la que todas y todos están aprendiendo. “Como experiencia a todos nos está sirviendo un montón. Es realmente ver a toda la comunidad universitaria despertar y eso es maravilloso”. Un entusiasmo que es contagioso. El pasado viernes se hacía público que más de 120 grupos de investigación de las universidades de Madrid y de muchos puntos de España han firmado un documento respaldando las cinco peticiones de la Red Universitaria por Palestina. El documento será presentado ante el Ministerio de Universidades “como medida para luchar contra la perpetuación del genocidio palestino mediante su apoyo científico y empresarial”.
Un nuevo magma político
El taller sobre la lucha de las mujeres palestinas ya toca a su fin y se acerca la hora de la comida. Oriol y Max analizan para El Salto la contribución de esta experiencia que, vaticinan, irá más allá. Erausquin habla de un “magma político” donde la gente pasa y se politiza ante “esta falta de terceros espacios que estamos teniendo ahora mismo y después del covid”. Max corrobora que hay mucha gente que se está acercando a la acampada y que es la primera vez que se politiza “materialmente”, fuera de las redes sociales o de haber acudido puntualmente a una manifestación.
“Es curioso como se puede haber transmitido por esporas, no por testimonio directo, lo que fue el 15M. En la memoria nuestra está como un momento de despertar social, un momento en el que pusimos todo en cuestión y la generación actual, que ha vivido el covid y está viviendo todas las apocalipsis posibles climáticas y económicas, está ahora en la misma onda”, valora Eva Aladro.
La acampada tiene una Comisión para el día después, que como ya hiciera la Comisión de política a largo plazo en el 15M, piensa en el futuro de lo que allí se está tejiendo. Tienen la sensación de que no son flor de un día. Más bien de que todo está por hacer y que en la autoorganización reside el poder popular. De momento mantienen el pulso con los rectores y no van a ceder. Un pulso ejemplar, una gota en un mar de fuerzas para acabar con el genocidio.