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Elecciones 12J (País Vasco y Galicia)
Elecciones atípicas con resultados previsibles en País Vasco y Galicia
Los límites de acceso al derecho al voto trastornan unas elecciones a las que los gobiernos de Iñigo Urkullu y Alberto Núñez Feijóo llegan con muchas opciones de reelección. El Bloque Nacionalista Galego puede situarse como segunda fuerza en el parlamento. En el País Vasco, EH Bildu se mantendría como segundo partido.
Corea del Sur celebró el 15 de abril sus elecciones generales con un récord histórico de participación desde 1992 (65,1%). La ciudadanía votó no solo a los partidos, sino a la gestión de la pandemia. Para los comicios, las autoridades habilitaron un horario especial tras el cierre de las urnas, a las 18h, en el que pudieron votar las más de 13.000 personas que se encontraban en cuarentena. Otras 2.800 diagnosticadas por covid-19 tenían la opción de enviar por correo postal su papeleta o usar cabinas especiales ese mismo día. Estas elecciones democráticas, ocurridas hace casi tres meses, no han servido de ejemplo ni al País Vasco, ni a Galiza, ni a la Junta Electoral Central, que ayer desestimó el recurso de Elkarrekin Podemos. La Junta Electoral de Euskadi hizo lo mismo con la de EH Bildu. Ambos partidos consideran ilícito que el Gobierno vasco impida votar, o amenace con sanciones, a alrededor de 200 personas que actualmente son positivas por PCR en coronavirus, tanto asintomáticas como con síntomas de la enfermedad.
Tras la decisión del viernes del ejecutivo de Iñigo Urkullu (PNV), el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo (PP), cambió de nuevo su consideración y también prohibió votar, tanto a los positivos por PCR como a los sospechosos. Suman alrededor de 300 personas. En Galiza, la comarca de A Mariña se encuentra en situación de excepción, con notables diferencias entre unos municipios y otros. Burela, la localidad más afectada se encuentra en situación de cierre completo. En Euskadi, el mayor foco se encuentra en el municipio guipuzcoano de Ordizia, con 69 positivos.
En la comparecencia del mediodía de ayer, sábado 11 de julio, la consejera de Seguridad del Gobierno vasco, Estefanía Beltrán de Heredia, sostuvo que “las personas tienen restringida la movilidad, pero no el derecho al voto”, y que está “bajo su responsabilidad cumplir con esa obligatoriedad y que, en caso de incumplirla, estarían cometiendo un presunto delito contra la salud pública”. La movilidad dejó de estar restringida con el fin del estado de alarma.
Sobre las posibles sanciones, De Heredia concluyó que se enmarcan en la Ley de Salud Pública, pero no las detalló. También indicó que el Gobierno vasco “no pasará listas ni nombres” a los colegios electorales donde haya votantes positivos por PCR, debido a la protección de datos, pero que a los afectados les notificarán la obligatoriedad de quedarse en casa “para que sean conscientes de la gravedad de la situación”.
En cuanto al grupo de contactos estrechos de los positivos, otras 500 personas, la consejera vasca de Seguridad las invitó a acudir a votar en horas de poca afluencia, junto con personas de riesgo, como mujeres embarazadas. Por falta de previsión o por desliz, la responsable política consideró buena idea juntar a personas que tienen posibilidades de estar contagiadas con personas de riesgo “para agilizar” el proceso electoral.
La consejera de seguridad acaba de recomendar que las personas confinadas por ser contacto estrecho de quienes han dado PCR positiva acudan a votar A LA VEZ que quienes conforman los grupos de riesgo o las mujeres embarazadas.
— Nagua Alba (@NaguaAlba) July 11, 2020
¿Pero qué tiene esta gente en la cabeza? pic.twitter.com/9G5OHn0V9f
El viernes, la consejera vasca de Sanidad, Nekane Murga, había comparado la prohibición de que los positivos por covid se desplacen a los colegios con un ictus, una fractura de cadera y la tuberculosis. Es decir, con situaciones sobrevenidas, en vez de una pandemia mundial que arrancó en diciembre y para la que no se han habilitado cauces alternativos que satisfagan el derecho fundamental al voto.
“La solución no puede ser, bajo ningún concepto, una merma en los derechos fundamentales de la ciudadanía, sino una ampliación en las medidas y las garantías sanitarias para que las personas puedan ejercer con libertad y autonomía su derecho al voto”, resaltó ayer la formación morada.
El viento de cara
El covid-19 se ha convertido así en el protagonista absoluto de dos elecciones que se convocaron el 18 de mayo y que se van a llevar a cabo cuando la huella del coronavirus sigue marcando la actividad social, económica y política de los dos territorios. Si la emergencia sanitaria ha puesto en cuestión la legalidad de unos comicios en los que se prohíbe de facto el derecho al voto de varios centenares de personas, la crisis económica derivada del covid-19 es el telón de fondo de dos elecciones que, antes de la pandemia estaban bajo control por parte de los dos presidentes en el cargo.
Iñigo Urkullu y Alberto Núñez Feijóo parten, eso sí, con clara ventaja para repetir en sus cargos. La gestión de la crisis sanitaria en Galicia y Euskadi les ha hecho salir reforzados de cara a unos comicios en los que no se ha reproducido el clima de impugnación que se ha dado contra el Gobierno central. En estos cuatro meses desde marzo, en País Vasco y Galicia se ha consolidado el “gobernismo” frente a la búsqueda de otras opciones. En el caso del PNV, el Gobierno de Urkullu ha sorteado su peor momento de popularidad, tras el desastre del vertedero de Zaldibar.
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En cualquier caso, el viento ahora sopla de cara para cualquier Gobierno en ejercicio: lo que viene es más paro, más pobreza y la necesidad de sistemas sanitarios y educativos públicos fuertes, algo que está en contra del credo del PP de Núñez Feijóo y alejado también de los principales intereses de los sectores económicos que apuestan por el PNV.
Asimismo, la situación anómala de la pandemia ha provocado que dos parlamentos territoriales se encuentren disueltos desde el pasado 11 de febrero con sendos gobiernos trabajando a pleno rendimiento, sin control parlamentario pero sin poder legislar. A pesar de la necesidad de formar un nuevo gobierno y activar el trabajo parlamentario, partidos como BNG, el PSOE gallego, Elkarrekin Podemos y EH Bildu alertaron de la viabilidad de estas elecciones.
Las previsiones
En Euskadi, las encuestas publicadas han dado como favorito al PNV, a EH Bildu como segunda fuerza, al PSE como tercera, seguidos de Elkarrekin Podemos y, finalmente, PP-Ciudadanos. Equo-Berdeak intenta conseguir un escaño, al igual que Vox, que lo conseguiría con 6.200 votos en Araba. Pero lo que no son capaces de predecir los sondeos es el índice de abstención. En 2016, la participación en la CAV fue del 60%, en las elecciones a la Xunta, del 53%. El verano y el miedo al contagio son factores que pueden determinar una caída significativa en ambas comunidades.
Habitualmente se liga la abstención a la pérdida del voto de izquierdas, aunque en estas elecciones puede ser más elevada en las personas mayores por el riesgo al contagio de una enfermedad que proporcionalmente les afecta mucho más que a los jóvenes, algo que pone en riesgo la mayoría absoluta de Núñez Feijóo, tenazmente apoyada en los votos de personas mayores.
La alta abstención también va unida a las bases que son capaces de afianzar un partido en torno a su proyecto. La izquierda abertzale cuenta con bases amplias, e históricamente también las ha tenido el PNV, sobre todo cuando edificaban un proyecto de país, que se diluye cada vez más en su actual proyecto de gestión.
Pese a la previsible victoria de dos partidos conservadores, las elecciones de este domingo aportan como novedad la pujanza del BNG, hecho que se suma a los buenos resultados que se espera que obtenga EH Bildu, un partido que durante el estado de alarma ha marcado línea en Madrid con el acuerdo sobre la reforma laboral que tan malas horas ha hecho pasar al Gobierno de coalición.
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Ana Pontón, candidata del Bloque Nacionalista Galego a la Xunta, ha conseguido revitalizar a un partido que, en solo cuatro años, ha vuelto al Congreso de los Diputados y podría dar la campanada esta noche como el segundo partido más votado por delante del PSdG. La poco probable pérdida de la mayoría por parte de Núñez Feijóo pondrían al BNG en posición de gobernar cuatro años después de haberse quedado por los pelos en el Parlamento gallego. En cualquier caso, un buen resultado del BNG consolidaría el vértice de la izquierda “galeuscat”, lo que fortalecería a Esquerra Republicana de Catalunya y a EH Bildu en sus relaciones y su confrontación con el nacionalismo español.
La presencia de Yolanda Díaz y Pablo Iglesias en las campañas gallegas y vascas ha querido reforzar dos zonas en los que Unidas Podemos ha mostrado dos caras muy diferentes. La implosión de En Marea y el municipalismo, que en 2019 dio como resultado la pérdida del caudal político generado en el periodo “del cambio”, ha dejado un poso que en estas elecciones se traducirá, si se cumplen las encuestas, en que los nueve diputados de Común da Esquerda, encabezado por Antón Gómez-Reino, y los cinco de En Marea se reduzcan a cuatro para Galicia en Común y la posible pérdida de representación de Marea Galeguista. En la Comunidad Autónoma Vasca, Elkarrrekin Podemos repetiría los resultados de 2016, lo que confirma la imagen de estabilidad, salvo en algún episodio, algo que es excepción en el magma territorial de confluencias y desavenencias que define a la izquierda en torno al Podemos de 2015.
Maddalen Iriarte, candidata de EH Bildu, mantendrá los buenos resultados de 2016. Lo más significativo para la izquierda, no obstante, es la disposición absoluta de Elkarrekin Podemos a apostar por la vía del tripartito con el PSE. Una posibilidad que no cuenta con crédito suficiente en estas elecciones pero que puede debilitar al Gobierno de Urkullu que salga de las mismas. La candidata del PSE-EE, Idoia Mendia, ya ha anunciado que “el tripartito de izquierdas que propone Podemos todo el rato queda bastante lejos“, lo que, disfrazado de negativa puede sugerir una de las líneas argumentales de la próxima legislatura, en la que nada será fácil para nadie al frente de un Gobierno.
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Partido Popular
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No podemos esperar nada del PNV ni del PP de Feijoo, mas que expansión de su programa neoliberal, que con la pandemia incluida, traerá más desigualdad y acumulación de poder y riqueza en manos de las elites locales.
Que verguenza, para embotellar a la gente en las multinacionales de los centros comerciales, los contagiados no son un problema, pero para votar, si que es un peligro público. Siempre priorizando lo comercial y el lucro a lo publico y democrático.
Esperaba una alianza entre Bildu, Unidad Podemos y el PSOE, pero ya sabemos cuánto caso hacen estos últimos a la patronal
La juventud tiene la llave para dar un vuelco a su explotación laboral y futuro de ladrillo.
La utilización que ha hecho el monstruo bicéfalo PNV-PSE de la imagen de los jovenes en sus carteles de propaganda se contradice con unas políticas neoliberales que estimulan el trabajo precario (practicas y temporalidad eternas).
La juventud tiene que despertar de la siesta dominical en las redes sociales y votar por el cambio y el futuro.
Todavía quedan algunas horas...Gaur eguna da!!
El PNV practica a la fuerza la socialdemocracia de las migajas a los externos a su mafia desde Osakidetza hasta De Miguel pasando por el agujero negro del AhTav.
Es hora de extirpar este cancer porque cuatro años más de Neoliberalismo Autoritario nos coloca ante una involución en Euskadi y en España, donde el PNV influye más a Sánchez que su socio de gobierno.
Frenemos la deriva fascistoide light!!
Denok bozkatzera!! Garaia da!!
Hoy es un gran día para para que la teoría del 'Cisne Negro'...
Un caudillito gris con txapela a "medio lao" y us palmeros/as que se atreven a suprimir el derecho a voto cuando su obligación es garantizarlo y que acostumbran a dar lecciones 'democráticas' a la soberana República de Venezuela.
Eman botua, Bozkatu !
Urkullu kampora !!!
En Euskadi nos tenemos que agarrar a la esperanza de que el duo clientelar PNV-PSE no alcance la mayoría absoluta. Y para eso hay que mover el culo y votar hoy mismo. Dejar que decidan los demás y pasarse cuatro años quejándose...Aurrera!!