Elecciones 10N
Una segunda oportunidad para la derecha

En las elecciones generales celebradas en lo que va de siglo, siempre que la abstención bajó del 30%  la victoria fue para los socialistas; cuando superó ese porcentaje, el partido más votado fue el PP.

Mariano Rajoy Moción de censura Congreso 2
Icónica foto de la despedida de Rajoy como presidente del Gobierno tras la moción de censura de mayo de 2018. Dani Gago
10 nov 2019 05:33

Dos bloques definidos, numéricamente similares, acuden a las elecciones generales del 10N —las cuartas en cuatro años— con ánimos e intenciones contrapuestos. La izquierda aspira, en el mejor de los escenarios posibles, a repetir más o menos los últimos resultados, los del pasado 28 de abril: no hay, en principio, ningún escenario mínimamente posible en el que mejore. La derecha, sin embargo, derrotada y desactivada entonces, goza de una segunda oportunidad en la que va a por todas: por qué no, incluso, soñar con la mayoría suficiente para formar Gobierno.

Son, según las últimas elecciones, entre 11,2 y 11,3 millones de votantes en cada bloque; más del 85% de los que acudieron a votar entonces. Y, junto a ellos, otros casi 2,4 millones eligen opciones nacionalistas, sobre todo en Cataluña y el País Vasco, pero también en otras comunidades como Canarias o Cantabria.

Todo hace indicar que no habrá muchas alteraciones, que los bloques presentan ya pocas fisuras como para intercambiar votantes entre sí —alguna quizás entre PSOE y Ciudadanos; pocas ya entre PSOE y PP— y que los movimientos, de haberlos, serán internos, es decir, entre PSOE y Unidas Podemos —aunque a medida que se acercan las elecciones, los seguidores de uno y otro partido afianzan sus posiciones— y, sobre todo, en la derecha, donde se disputa la verdadera pugna entre PP, Ciudadanos y Vox.

Dicen que las encuestas, más que acertar, dibujan tendencias. Kiko Llaneras, ingeniero y doctor en Automática e Informática Industrial, experto en el análisis de datos y encuestas, resume para El Salto cómo han llegado los principales partidos a los días inmediatamente anteriores a la cita electoral. PSOE y Unidas Podemos se muestran ligeramente a la baja; Más País, el nuevo protagonista en el ámbito de la izquierda, también puede haber visto enfriadas sus posibilidades desde que Íñigo Errejón anunciara su salto a la política nacional, aunque dado que no se presenta en todas las circunscripciones su comportamiento es más difícil de prever por los sondeos. Ciudadanos, definitivamente, sigue a la baja; pero el PP continúa al alza. Y, si algún momento ha dejado de crecer, es porque a su lado hay otra fuerza que no para de aumentar, Vox. Si en las últimas elecciones generales consiguió un 10,26% de los votos y en los meses siguientes llegó a bajar al nueve, el partido ultraderechista ha encarado la última semana con entre el 13 y el 14% de apoyos. Y eso, antes del debate de líderes del pasado lunes. Es difícil saber ahora, la legislación no permite publicar encuestas, si la posibilidad de que gozó Santiago Abascal para exponer su discurso ante millones de espectadores ha reforzado sus posiciones.

Dos son, según Llaneras, las razones de su subida. Por un lado, la propia convocatoria electoral, en la medida que permitió movilizar a una derecha “que estaba desactivada” ante la nueva oportunidad regalada; por otro, los acontecimientos en torno a Cataluña, el procés, la sentencia y las protestas callejeras.

Quizá sea normal que el 97% de los votantes de Vox crea que es el partido que mejor puede enfrentar el problema catalán; pero es que también lo creen, aproximadamente, un 30% de votantes del PP, un 15 de los de Ciudadanos y hasta un 8 de los del PSOE. Definitivamente, la mano dura contra los catalanes parece dar votos.

Es lo que explicaría, de hecho, según el profesor de Ciencias Políticas Pablo Simón, que, constatada la práctica imposibilidad de cosechar nuevos votos a su izquierda, Pedro Sánchez haya endurecido en los últimos días sus postulados contra el independentismo catalán, como demostró en el debate. Al fin y al cabo, los sondeos cifran en torno al millón y medio los indecisos de derechas que dudan si votar a PP, Vox o Ciudadanos. Quizás algunos de ellos, según este razonamiento, especialmente de entre los desencantados con un desnortado Albert Rivera, giren hacia el socialismo.

La movilización del electorado cobra así, como lo hiciera en las elecciones de abril, un papel decisivo. Pero, como decíamos al principio, los dos bloques no parten desde las mismas posiciones. Si en verano, cuando aún pervivía la posibilidad de que PSOE y Unidas Podemos alcanzaran un acuerdo, la disposición de los votantes de izquierdas y de derechas a ir a votar era similar, a partir de septiembre, una vez rotas las negociaciones, la tendencia comenzó a ser favorable para las derechas. A la izquierda, según el análisis de Kiko Llaneras, le empezó a pesar, por un lado, la responsabilidad de ‘sus’ partidos en la convocatoria electoral; y, por otro, el agravamiento de la situación en Cataluña: “Cuando ese tema se sitúa en el primer plano de la actualidad, la izquierda sufre y la derecha repunta”.

No es que esos votantes desmovilizados vayan a votar a la derecha. Según los expertos consultados, entre ambos bloques hay pocas fugas; si acaso, “cierta porosidad” entre PSOE y Ciudadanos y alguna, siempre, entre PSOE y PP. Pero puede ocurrir que se queden en casa el 10N. Es un comportamiento difícil de medir, pero del que dan pistas, por ejemplo, las reticencias de este sector para contestar a las encuestas: cuando no tengo claras mis respuestas o no me ilusionan, mejor lo dejo.

Llegados a esta situación, es precisamente el previsible ascenso de Vox el que puede, paradójicamente, igualar los ánimos. En una situación de “riesgo de desmovilización notable” de la izquierda, que no solo tiene como máxima aspiración en el horizonte repetir resultados, sino que además ve cada vez más difícil la formación de un Gobierno progresista por el creciente distanciamiento de Pedro Sánchez de las posiciones de Pablo Iglesias, parar a la ultraderecha puede convertirse en el “acicate movilizador”, en palabras de Pablo Simón, que conduzca a los votantes de izquierdas a las urnas.

Porque, aunque pocas encuestas han dado mayoría suficiente para gobernar a la suma de PP, Ciudadanos y VOX, la posibilidad de que la logren existen. Llaneras, desde su posición analítica, reformula la pregunta: ¿qué posibilidades hay de que las encuestas se hayan equivocado tanto como para no recoger una improbable mayoría absoluta de la derecha? Y se atreve a ponerle número a esa posibilidad: una de cada diez, quizás algo menos. Porque hay que tener en cuenta, además, que un gobierno de derechas solo sería posible entre esas tres fuerzas; es decir, Vox es necesario para sumar pero, a la vez, su presencia probablemente impediría que el PP —previsiblemente el encargado de formar gobierno en ese escenario— y Ciudadanos pudieran contar con cualquier otra fuerza política, reacia a compartir pactos con la ultraderecha.

El efecto Errejón

El efecto que Más País, el partido de Errejón, puede tener en la izquierda es también una incógnita. Si cuando anunció su salto a la política nacional, las encuestas le otorgaban en torno al 5% de los votos, ahora recibe un porcentaje de entre el 3,5 y el 4. Pero, según Llaneras, no son datos completamente fiables: las primeras encuestas recogían su apoyo en todo el territorio nacional, cuando, en realidad, solo se va a presentar en menos de una veintena de provincias.

Tampoco es fácil prever cuántos de sus votos perjudicarán la representación parlamentaria de la izquierda; es decir, no serán suficientes para darle diputados a Más País y, además, restarán apoyos a Unidas Podemos y quizás escaños. Si eso ocurre, siempre cabrá la duda de saber cuántos de esos votos que ha arrastrado Errejón se hubieran quedado en la abstención de no existir su partido. En resumen, afirma Llaneras, la presencia de Más País “probablemente reste algún escaño a la izquierda pero le dé más votos”.

Son 37 los millones de ciudadanos y ciudadanas con derecho a voto, casi 230.000 de ellos por primera vez, por haber cumplido los 18 años desde el pasado 28 de abril. Del total, 2,1 millones residen en el extranjero, condenados por tanto a una legislación, la del voto rogado, cuyas dificultades se traducen en que en las últimas elecciones generales no llegó a votar ni el 6% de ellos. La participación será, por tanto, crucial en el resultado final. En las elecciones generales celebradas en lo que va de siglo, siempre que la abstención bajó del 30% —en 2004, 2008 y este año, en abril— la victoria fue para los socialistas; cuando superó ese porcentaje —en 2000, 2011, 2015 y 2016—, el partido más votado fue el PP.

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10/11/2019 9:47

Quiero desde aquí dar las gracias a Pedro Sanchez y a Iván Redondo por su trabajo en favor de la derecha y los neofascistas en España-

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