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Educación pública
El calor neoliberal abrasa a nuestro alumnado y a nuestra escuela pública
Como única actuación frente al grave problema de altas temperaturas al que nos enfrentamos, la administración, sin partida económica alguna, ha recomendado a los colegios ventilar los espacios o que los alumnos beban agua. En el menos malo de los casos, esto sería la enésima ocurrencia de una Consejería y una administración que hace tiempo se desconectaron de la realidad educativa.
En previsión de situaciones de calor extremo, la Consejería sugiere que se refuerce el mantenimiento de toldos, persianas, ventanas y que se habiliten zonas de sombra para el alumnado. Como si esto se pudiera llevar a cabo de la noche a la mañana sin dotación específica alguna, en unos centros en los que la saturación de los equipos es una realidad cotidiana y en los que los desperfectos se acumulan por falta de recursos humanos y materiales.
Pero, quizá, la recomendación más hiriente sea la referida a “evitar espacios en los que se concentra el calor” cuando existen centros en la región en los que alumnos y profesores dan clase en casetas de chapa o barracones sin solución prevista a corto plazo.
Otra de las sugerencias del ambicioso Plan, la “refrigeración por efecto vaporativo”, consiste básicamente en regar por la noche todos los espacios exteriores o expuestos al sol. Sin embargo a la administración se le olvida indicar quién será el personal encargado de realizarlo que deberá permanecer en el centro hasta que el sol se haya ido.
En el documento también se exponen los efectos de las altas temperaturas sobre las personas y las actuaciones ante un golpe de calor, dando a entender que será inevitable que se den estas situaciones y recomendando intervenciones paliativas.
“En lugar de que desde la administración se implementen las medidas urgentes se abandona en manos de los equipos directivos la inmensa tarea que supone la adecuación de los espacios de trabajo”
Según todos los datos, las olas de calor llegan antes y durarán más, por lo que es necesario que desde la administración se implementen las medidas urgentes y reales para garantizar los derechos laborales y la salud de las personas de los centros educativos. Que se diseñe un plan coherente con presupuesto propio para toda la Comunidad de Madrid. En lugar de esto se abandona en manos de los equipos directivos la inmensa tarea que supone la adecuación de los espacios de trabajo.
A una plantilla maltratada por quienes debieran defenderla y que cada vez tiene más carga de trabajo, se le encomienda ahora la responsabilidad del bienestar y confort térmico del alumnado; con el consiguiente estrés que esta nueva misión imposible puede causar. Especialmente entre las personas que tienen a su cargo al alumnado de menor edad.
Este escenario tiene dos vertientes que conviene considerar por separado. Por un lado, la situación en la que tienen que desarrollar su labor el personal de la escuela pública. Recordemos que la Comunidad de Madrid es de las pocas comunidades que no han recuperado la carga horaria que se aumentó drásticamente durante la crisis anterior, y que una vez más pagaron las clases trabajadoras. El profesorado año tras año acumula nuevas tareas, muchas de las cuales poco o nada tiene que ver con la docencia. Ahora, tendrán que soportar un entorno de trabajo en el que no se respetan sus derechos laborales ni se garantiza su seguridad con temperaturas dentro del aula que ya han llegado hasta los 35ºC.
Por otro lado, la realidad a la que se enfrenta el alumnado de los centros públicos con unas ratios que no permiten ningún tipo de individualización de la enseñanza, unos contenidos cada vez más extensos y alejados de su realidad y en general un sistema que no es capaz de conectar con sus necesidades e intereses. A todo esto habrá que añadir las condiciones de calor extremo que con toda seguridad van a sufrir desde ahora hasta el final de curso.
“Esta gestión de la Comunidad de Madrid forma parte de una estrategia bien calculada de deterioro y maltrato de los servicios públicos en general y de la educación pública en particular que viene dándose desde hace años”
Infancia
Nuestros hijos están condenados a permanecer bajo temperaturas extremas en los colegios y nadie hace nada
Nos gustaría pensar que la educación en la Comunidad de Madrid la gestionan personas que por falta de capacidad o simplemente desinterés no consiguen tomar medidas efectivas para paliar las, cada vez más, frecuentes olas de calor. La realidad es peor aún. Esta gestión forma parte de una estrategia bien calculada de deterioro y maltrato de los servicios públicos en general y de la educación pública en particular que viene dándose desde hace años.
Que no es un problema económico sino parte de una estrategia política, se plasma en el triste dato de que a final de año la Comunidad de Madrid deberá devolver cientos de millones de euros de los fondos europeos Next Generation destinados a inversión en eficiencia energética de los edificios públicos pudiéndolos haber usado para adecuar los colegios públicos madrileños.
Bien distinta es la situación en la que se encuentra la educación privada. Madrid se ha convertido en una especie de “El Dorado” para este modelo de negocio, en el que escuelas y familias son el objetivo. La Comunidad de Madrid dedica más de 1000 millones de euros a conciertos educativos, esto es, financiar con dinero público centros privados. En dichos centros la precarización del trabajo y la concepción de la educación como herramienta para conseguir rendimientos económicos son la tónica general.
“La Comunidad de Madrid dedica más de 1000 millones de euros a conciertos educativos, mientras que la inversión media por estudiante en la escuela pública se sitúa 1000€ por debajo de la media nacional, según los últimos datos del Ministerio de Educación”
Mientras tanto, la inversión media por estudiante en la escuela pública se sitúa 1000€ por debajo de la media nacional, según los últimos datos del Ministerio de Educación. Dato más insultante si tenemos en cuenta que la Comunidad de Madrid es la región con el PIB per cápita más alto de toda España.
La errática y cada vez más escasa financiación de la escuela pública es ya una dinámica naturalizada en la región. El bilingüismo es la estrategia estrella de los centros educativos de la Comunidad. Un sistema fallido que segrega aún más al alumnado y aumenta las diferencias entre las personas que integran la comunidad educativa. Estos programas también fomenta la brecha entre trabajadores, que ven como aquellos que están habilitados para impartir clase dentro de este sistema reciben más sueldo y grupos menos complejos.
Otro elemento segregador es la libertad de elección de centro. Solo las familias más informadas y con un nivel cultural más alto son realmente “libres” de elegir y los centros entran en una dinámica competitiva en la cual lo que interesa es tener cada vez más cantidad de alumnos olvidando la calidad de la enseñanza ofrecida.
No sorprende, por lo tanto, que Madrid sea la región con mayor segregación escolar por nivel socioeconómico de España y de Europa según Unicef. Lo menos alentador es que esta tendencia seguirá intensificándose ya que las políticas que se implementan van precisamente dirigidas a eso, a hacer cada vez más difícil que el alumnado de las clases más desfavorecidas pueda desarrollar un espíritu crítico, explotar su creatividad o acceder a enseñanzas que le permitan expandirse y ser conscientes de las desigualdades e injusticias que existen.
Aburren los cuentos de hadas de la cultura del esfuerzo y la meritocracia y de Madrid como tierra de las oportunidades. Oportunidades sí, pero solo para algunos. Sobre todo para aquellos que quieran montar un colegio privado.
“Cuando los derechos no son para todos, se convierten en privilegios y es eso exactamente lo que está pasando con la educación en la Comunidad de Madrid”
Cuando los derechos no son para todos, se convierten en privilegios y es eso exactamente lo que está pasando con la educación en la Comunidad de Madrid, que ha pasado de ser un factor de cohesión social a ser una herramienta para ahondar en las diferencias.
Históricamente, la educación y la formación han tenido una función social muy clara, la de transformar a las personas y por ende la sociedad del futuro. Es por ello que los ataques más virulentos de los poderes interesados en que la sociedad no se transforme, se dirigen precisamente hacia la educación y especialmente hacia la educación pública. Ya que esta es la que siempre ha estado abierta a toda la sociedad y en especial a los colectivos con menos oportunidades.
Mientras tanto, como siempre, quienes sostienen y resisten ante estos ataques son las personas que trabajan en la escuela pública y que con resignación y ante panoramas cada vez menos halagüeños, se esfuerzan por dar un servicio de calidad, manteniendo las aulas impolutas, arreglando cada desperfecto y ofreciendo a cada uno de los alumnos la mejor versión de ellos mismos.
Decía Antonia Maymon que cada generación que se renueva aporta las ventajas o inconvenientes de la educación que ha recibido, pues bien, nuestras alumnas y alumnos lo que van a aportar es más desigualdad e injusticia a una sociedad neoliberal que lamentablemente ya está saturada de ambas.