We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Desempleo juvenil
La generación de la crisis permanente
Crecieron cuando empezó lo que en España se llamó durante un tiempo “recesión económica” y algunos no habían cumplido ni diez años cuando estalló la burbuja inmobiliaria y la crisis se empezó a cobrar presas destruyendo miles de empleos. Son la generación Z, a quienes el futuro ya les nació secuestrado.
Muchos superan por poco la veintena o ni siquiera han llegado a ella. La mayoría han entrado en la universidad recientemente, sufriendo en carne propia las consecuencias de lo que en 2012 se llamó “tasazo”. Fue la firma de un real decreto que consiguió hacer de la universidad pública un proyecto de élites. Con esta legislación el precio de las matrículas se incrementó hasta en un 40 % de media. Pero esto solo es un step de lo que les aguarda fuera de las aulas. A la llamada Generación Z no se lo han puesto fácil. En España la tasa de desempleo entre los menores de 25 años alcanzaba un 33,14 % en la última Encuesta de Población Activa (EPA) de julio. La juventud más castigada es la que vive en Melilla (71,15 % de desempleo juvenil), Ceuta, Canarias o Extremadura.
Es miércoles y acaba de empezar septiembre. La asamblea de Fridays for future (también llamada Juventud por el clima) se reúne en el Centro Social La Ingobernable en Madrid para dar la bienvenida a los estudiantes universitarios que comienzan año escolar organizados en esta asamblea. Es el pistoletazo de salida de un curso académico que estará marcado por las movilizaciones del denominado 15M climático. “Nos parecía bonito que se llamase 15M. Yo cuando ocurrió este movimiento estaba en bachiller, era menor de edad, y no podía participar en condiciones. Hay gente que ni siquiera había llegado a la adolescencia cuando se ocuparon las plazas. Pero coger ese nombre es muy simbólico, quiere decir que estamos sentando un precedente de lucha y de indignación frente a una inacción de los partidos políticos”, cuenta Javier Pamplona, de 24 años.
Su generación tiene asumido que el camino hacia el mundo laboral no será nada sencillo. “A veces nos empieza a preocupar un poco menos el tema de encontrar trabajo, porque ya tenemos asumido que no vamos a tener un futuro igual que el que ha tenido la mayor parte de la población actual”, dice Marta Macías, con la frescura que le da haber cumplido los 20 años. Cuando se le pregunta por sus experiencias laborales, no duda en afirmar que eran “muy precarias y en ocasiones me querían pagar en negro. No he conseguido encontrar ninguna oportunidad laboral con unas condiciones dignas”. Su sector, el periodístico, sufre una de las peores crisis que se recuerdan. “Es muy típico ver a gente ejerciendo el periodismo en condiciones de falso autónomo. Siempre se habla de los riders, pero no de otros sectores, como el de los medios de comunicación”, recuerda Marta.
Pudiendo aspirar a ganar como máximo 1.000 euros al mes lo que haces es desmotivar a toda una generación
En el caso de Javier Pamplona, él cree que “la crisis ecológica, el sistema de producción que tenemos, el sistema de consumo y el económico, determinan nuestra vida. El ámbito laboral está ligado a eso. Somos una generación que se supone que ha hecho lo que tenía que hacer para poder tener una vida digna y nos encontramos con que no podemos pagarnos ni siquiera un alquiler para independizarnos”.
La dificultad de la independencia económica supone que se dependa de padres o familiares para poder garantizarse el sustento a largo plazo. “Yo soy ingeniero en energías renovables, con máster e idiomas. Con toda esa formación laboral actualmente solo puedes aspirar a ganar poco más de 1.000 euros al mes, a veces incluso trabajando 12 horas. Con esas perspectivas laborales lo que haces es desmotivar a toda una generación”. Le pregunto si su generación está, entonces, desmotivada. “Mi generación está resignada, que es mucho peor. Resignada a un estilo de vida que va a llevar. Aun así, es una generación que por un lado está resignada y por el otro no deja de luchar”, contesta.
En cuanto a un posible “tapón generacional” a la hora de encontrar un empleo, Marta cree que “el problema no es una persona que no se jubila y que no me está dejando trabajar, sino cómo el propio sistema organiza a sus trabajadores”. Otra cuestión es la de los empleos verdes. Ella cree que “es un tema de discurso que queremos desarrollar mucho. Aunque yo evitaría términos del Green New Deal, lo llamaría crear empleos para que la gente se sienta en paz donde habita. Empleos que se engloben en un sistema mucho más respetuoso con el medio ambiente”.
La inestabilidad es una norma en nuestra vida. Esto es un drama por un lado, pero por otro nos anima a luchar
Las prioridades también han cambiado. “En mi generación ya no estamos deseosos de sacarnos el carnet de conducir en cuanto cumplimos los 18 años. Ya no es una prioridad, porque no somos una generación que aspire a tener una casa, un coche y una familia perfecta. Está claro que eso no lo vamos a tener”, afirma Javier.
El hecho de haber crecido a la vez que se producía la crisis económica de 2008, hace que estos jóvenes cataloguen su mayor prioridad como “vivir el día a día. La inestabilidad es una norma en nuestra vida. Eso es un drama por un lado, pero por otro lado nos da mucha más fuerza para luchar por lo que queremos conseguir”. Javier también augura un futuro de lucha social y política. “Nuestra generación pondrá en el tablero político a las generaciones precedentes, que nos han impedido tener una vida digna”.
Juventud
2K, la generación que se hace mayor con la crisis
Marta cree que la cuestión climática es “una cuestión de clase. Una persona que tenga recursos va a poder aguantar mejor las consecuencias. Un simple ejemplo sería la gente que puede tener acceso a sistemas de climatización y la que no. Aunque en este sentido, los países del sur ya sufren las consecuencias climáticas que aquí todavía auguramos. Esto es una lucha transversal”.
Lo que se necesitaría para conseguir este sistema más respetuoso medioambientalmente sería “una inversión pública muy fuerte, que no se está dando. Desde las instituciones todo se enfoca en un ámbito de Green New Deal o capitalismo verde. Esto lo que busca es perpetuar el crecimiento infinito en un planeta finito. No tiene sentido”, explica Marta.
“Estamos en contra del sistema económico, en tanto que no es posible físicamente, no porque nos empeñemos”, dice Javier. “Como cualquier movimiento estamos sujetos al peligro del llamado greenwashing, es decir, multinacionales que intentan hacerse un lavado de cara poniéndose los logos verdes y vendiendo productos bio que para ser producidos contaminan igual o más”. Sobre estos alimentos ecológicos opina que “siempre nos cuentan que son más caros, pero es que algunos de ellos no son más verdes ni más saludables. Eso se llama estafa y hay que ponerlo en el centro del debate. Nos hacen creer que el consumidor es el culpable”.
Javier, como ingeniero en energías renovables, pone este ejemplo: “Las renovables son ecológicas hasta cierto punto, cuando haces una energía renovable de proximidad y dimensionada. Pero cuando fabricas los molinos eólicos en China y los traes en trasatlánticos aquí, eso deja de ser ecológico. Incluso puede contaminar más que una central térmica, y eso la gente lo tiene que saber. No es volver a lo fósil, es usar renovables cuidando lo local y adaptadas económicamente a lo que necesitamos”.
Por eso, ambos creen que la solución no es poner impuestos indirectos a los bienes de consumo o a cosas como los viajes en avión. “Al final acabaría volando la gente que tiene dinero para pagar por contaminar y no es justo. Para disuadir, un gobierno responsable tendría que hacer una buena red de transporte ferroviario e invertir ahí mucho más dinero de lo que se está invirtiendo ahora en AVE o trenes de Alta Velocidad y eliminar los puentes aéreos”. Y no dudan del papel de la economía. “Debe servir para garantizar el bienestar de la población. Deberíamos incluso trabajar menos horas para poder dedicarnos a otras facetas de nuestra vida”.
El movimiento Juventud por el Clima afronta su próxima gran cita. Será la huelga general por el clima del 27 de septiembre. Para ello, han convocado mundialmente una semana de acciones, que empezará el próximo día 20. “Esta huelga será diferente. No solo estamos convocados los jóvenes, sino toda la sociedad civil. El 27 de septiembre queremos estar acompañados por abuelos, padres, por toda la gente que esté preocupada por este tema. Nos atañe a toda la sociedad”.