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Colonialismo
Un asesinato, uranio y el destino de un país
Artículo publicado originalmente en Outrider.org.
Trabajos forzados y explotación
En 1885, y sin el apoyo del gobierno, el rey Leopoldo de Bélgica creó su colonia personal en lo que ahora es la RDC. Su ejército privado aterrorizó a la población indigena y convirtió en esencia todo el área en un campo de trabajos forzados para la extracción de recursos. Las violaciones de derechos humanos fueron tan extremas que la intensa presión diplomática sobre el gobierno belga condujo a que este tomara control oficial de la colonia en 1908, pasando esta a ser conocida como el Congo belga. La situación mejoró ligeramente, pero no mucho.
El artículo 3 de la Carta Colonial declaraba que “Nadie puede ser obligado a trabajar en favor y para el beneficio de empresas y personas particulares”. Pero nunca se respetó, y el gobierno belga continuó imponiendo trabajos forzados sobre la población con unos métodos menos obvios.
Cuando Alemania ocupó Bélgica en junio de 1940, los EEUU convencieron a la empresa propietaria de Shinkolobwe de destinar toda su producción allí por cuestiones de seguridad. 1200 toneladas de mineral se desplazaron desde el Congo hasta Staten Island, en Nueva York, donde se quedaron.
Cuando se dio inicio al Proyecto Manhattan en 1942, el gobierno estadounidense compró las 1200 toneladas, junto con otras 950 que seguían en el Congo. Con el objetivo de enviarlas a los EEUU, los trabajadores de la empresa belga tuvieron que trabajar sin descanso, clasificando y empaquetando a mano el uranio durante dos semanas. Es posible que los mineros se expusieran a radiación equivalente a un año entero en ese medio mes, sin conocer el riesgo que estaban corriendo.
En los 50, los EEUU quiso monopolizar el control sobre el sector del uranio congoleño para evitar la posible influencia soviética en el corazón de África. De esta manera, continuó la exportación de uranio a costa de la salud y la explotación de los trabajadores congoleños. Los mineros se vieron obligados a trabajar en secreto para producir el uranio a precios extraordinariamente bajos, todo por el bien de la seguridad nacional estadounidense.
Secesiones, asesinatos y dictadores
Cuando Congo consiguió la independencia en 1960, Patrice Lumumba se convirtió en el primer primer ministro elegido democráticamente en la historia del país. Desde el principio dejó claro que no concederían a los EEUU la misma libertad que había conocido con Bélgica, lo cual preocupó al gobierno estadounidense.
Mientras que el 1% nacional e internacional se ha beneficiado de la industria minera de la RDC, la gente que vive alrededor de las zonas solo han conocido enfermedades, una pobreza inescapable y conflictos sin fin.
11 días tras la independencia de la RDC, la provincia de Katanga, donde se encontraba la mina Shinkolobwe, se secesionó del país. Resulta bastante probable que las compañías mineras privadas que trabajaban para los gobiernos occidentales buscaban mantener la constante producción y envío de uranio. Tras la secesión, Lumumba solicitó la ayuda de la Unión Soviética y de otros países, lo cual aumentó la preocupación de los EEUU.
Tras menos de seis meses en el gobierno, Patrice Lumumba fue asesinado en una misión autorizada por el presidente Eisenhower. Con el apoyo de la CIA, Joseph Mobutu se convirtió en el nuevo líder del país. En poco tiempo, la RDC se convirtió en una dictadura bajo el ala estadounidense. Desde entonces, el país ha conocido una sucesión de líderes autoritarios.
Corrupción, violencia y desigualdad económica
Mobutu se encargó de controlar la labor minera de la región de Katanga. La corrupción se extendió por todo el gobierno, los beneficios fueron mayormente hacia Mobutu y su círculo. Este robo sin paliativos condujo a la quiebra del sector minero en Congo. En 2000, se privatizó la empresa estatal del país, produciendo un vacío de poder y seguridad al desaparecer el papel del estado. La minería quedó completamente desregularizada; florecieron la minería a pequeña escala y la artesanía ilegal ante la grave crisis económica de la RDC. Las desigualdades económicas de la sociedad congoleña se han disparado, perpetuando el ciclo de pobreza.
Mientras que el 1% nacional e internacional se ha beneficiado de la industria minera de la RDC, la gente que vive alrededor de las zonas solo han conocido enfermedades, una pobreza inescapable y conflictos sin fin.
Seguridad a cualquier precio
La historia del rol congoleño en el programa de armas nucleares americano está plagada de tensiones. La vemos entre la seguridad nacional y las violaciones de derechos humanos, en como los EEUU se abastecía de uranio por medio de acuerdos con una potencia colonial que recurría a los trabajos forzados para proveerlos. Durante la Segunda Guerra Mundial, la carrera armamentística con los nazis condujo a los EEUU a echar la vista gorda al respecto. Y, durante la Guerra Fría, los esfuerzos por prevenir que la Unión Soviética se hiciera con el control de los recursos congoleños, condujeron a EEUU a sacrificar la democracia de un país.
No hay manera de saber si la RDC hubiera progresado en otra dirección si EEUU no hubiera intervenido y asesinado a su primer líder democratico. Lo que sí sabemos es que la RDC estaba destinada al fracaso cuando empezó a transicionar de un líder autoritario a otro mientras el complejo armamentístico estadounidense estaba floreciendo a su costa.
Traducción de Raúl Sánchez Saura.