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Armas nucleares
Las armas nucleares no tan secretas de Israel I

Artículo publicado originalmente en Beyond Nuclear International.
Introducción
Israel es uno de los nueve países que poseen armas nucleares, con un arsenal estimado de 90 armas nucleares, que puede lanzar mediante misiles y aviones, y posiblemente mediante misiles marítimos. A pesar del reconocimiento generalizado de su existencia por parte de expertos y ex funcionarios gubernamentales, Israel y muchos gobiernos occidentales mantienen una política de ambigüedad sobre las armas nucleares israelíes. Esta pretensión no puede continuar. El desarme nuclear es un componente esencial de un acuerdo de paz duradero entre Israel y Palestina, y en la región en general.
Ello se debe al riesgo de uso de armas nucleares y a las catastróficas consecuencias de dicho uso, así como a los riesgos de proliferación que plantea el hecho de que Israel siga poseyendo un arsenal nuclear.
A pesar de los esfuerzos realizados, los Estados aún no han logrado negociar una zona libre de armas de destrucción masiva en Oriente Medio. El Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares, adoptado en 2017, ofrece una vía clara hacia el desarme nuclear, e Israel y todos los Estados deberían adherirse de inmediato.
El desarme nuclear es un componente esencial de un acuerdo de paz duradero entre Israel y Palestina, y en la región en general.
Contexto histórico
El programa de armas nucleares de Israel se remonta a la década de 1950, cuando comenzó a construir el Centro de Investigación Nuclear del Néguev, cerca de Dimona, en 1958, tras la compra del equipo necesario para desarrollar armas nucleares, incluido un reactor de investigación a Francia y agua pesada a Noruega.
Aunque no está claro, es posible que ensamblara sus primeras armas nucleares en la década de 1960. Desde entonces, Israel se ha adherido a una política de ambigüedad deliberada, negándose a confirmar o negar su posesión de armas nucleares.
El actual primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y otros funcionarios utilizan variaciones de la frase «No seremos los primeros en introducir armas nucleares en Oriente Medio» en respuesta a preguntas sobre el arsenal nuclear de Israel.
Estados Unidos y otros gobiernos occidentales han adoptado la política de ambigüedad de Israel, a pesar del reconocimiento generalizado por parte de expertos nucleares e incluso de antiguos funcionarios del gobierno de la existencia de un arsenal nuclear israelí. Estados Unidos ha adoptado la política de no presionar a Israel para que se adhiera al Tratado de No Proliferación nuclear (TNP) y todos los presidentes estadounidenses desde el presidente Bill Clinton han firmado incluso, según se informa, una carta en la que se indica que los esfuerzos de control de armamento no se dirigirían contra Israel.
Estados Unidos ha adoptado la política de no presionar a Israel para que se adhiera al Tratado de No Proliferación nuclear (TNP) y todos los presidentes estadounidenses desde el presidente Bill Clinton han firmado incluso, según se informa, una carta en la que se indica que los esfuerzos de control de armamento no se dirigirían contra Israel.
Asimismo, antiguos funcionarios alemanes han reconocido que eran conscientes de que los submarinos que vendieron a Israel estarían equipados con misiles nucleares. Este apoyo tácito a un caso claro de proliferación nuclear socava los esfuerzos más amplios de no proliferación y desarme en Oriente Medio.
El actual arsenal nuclear israelí
Dado el secretismo que rodea al arsenal nuclear israelí, es mucho lo que se desconoce, pero los expertos han proporcionado algunas estimaciones sobre su armamento.
La Federación de Científicos Americanos estima que Israel posee 90 cabezas nucleares, que probablemente están almacenadas bajo tierra, potencialmente en Tel Nof, situada en el centro entre Tel Aviv y Jerusalén, y en las bases aéreas de Hatzerim.
Estas ojivas pueden lanzarse desde aviones y misiles balísticos, probablemente almacenados a sólo 27 kilómetros de Jerusalén pero, según se informa, con alcances para apuntar a ciudades tan lejanas como Moscú, o posiblemente desde submarinos.
Sigue en la segunda parte.
Traducción de Raúl Sánchez Saura.