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Uranio
El final de la aventura de Berkeley Minera en Salamanca
El CSN ha decidido informar desfavorablemente la solicitud presentada sobre la autorización de construcción de la instalación radiactiva de primera categoría del ciclo del combustible nuclear “planta de fabricación de concentrados de uranio en el municipio de Retortillo” (Salamanca).
La decisión última la tiene el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, pero la normativa obliga a seguir el dictamen del CSN en el caso de que sea negativo, como así ha sido.
El Gobierno actual ya le había puesto las cosas difíciles a la empresa minera tras la aprobación de la Ley de Cambio Climático y Transición Energética, que prohíbe la “Investigación y aprovechamiento de yacimientos de minerales radiactivos”, con lo que el conjunto de lo que Berkeley ha llamado Mina Salamanca se había desmoronado ante la imposibilidad de abrir nuevas minas de uranio en España.
Han sido años de lucha de una población local que se oponía a la reapertura de la minería de uranio en la provincia. En el año 2000 se cerró la de Saelices El Chico, por el severo impacto medioambiental que conlleva y los riesgos para la salud de las personas que habitan en el entorno minero.
La Plataforma Stop Uranio, constituida en el año 2013, lleva todo este tiempo sensibilizando a la población de los riesgos a los que nos exponíamos si se confirmaba ese proyecto radiactivo, habiendo realizado toda serie de concentraciones, manifestaciones, charlas, reclamaciones judiciales, etc. para intentar parar la apertura de las instalaciones radiactivas en Retortillo.
Al final nuestra perseverancia ha dado sus frutos. No siempre se consigue, lo que provoca el desánimo de los pocos activistas que puedan lanzarse a una lucha desigual como la nuestra, en la que una multinacional, con el apoyo de los medios de comunicación y el beneplácito de las distintas administraciones, tenía todo a favor para haber conseguido sus objetivos.
Al final nuestra perseverancia ha dado sus frutos. No siempre se consigue, lo que provoca el desánimo de los pocos activistas que puedan lanzarse a una lucha desigual como la nuestra, en la que una multinacional, con el apoyo de los medios de comunicación y el beneplácito de las distintas administraciones, tenía todo a favor para haber conseguido sus objetivos.
Se podrá decir que la decisión del Consejo de Seguridad Nuclear se basa en criterios técnicos, al margen de las luchas vecinales, pero resulta evidente que los miembros del CSN han tenido más fácil su voto en contra sabiendo que gran parte de la población local había rechazado reiteradamente este proyecto. Si los habitantes de la zona no se hubiesen opuesto y hubiesen demandado mayoritariamente la apertura de esas instalaciones, es obvio que les hubiese costado mucho a los consejeros del CSN tomar una decisión en su contra.
Otro factor decisivo en el resultado final de esta aventura radiactiva ha sido la composición actual del Pleno del Consejo de Seguridad Nuclear, donde predomina el sector progresista. Si hubiese dependido de los votos de personas vinculadas al Partido Popular, le habrían dado carta blanca a la multinacional australiana, como pasó en el año 2015 con la autorización previa de esa planta de tratamiento otorgada por el Ministerio de José Manuel Soria, el de los “Papeles de Panamá”. Para entender parte de la vinculación del PP con Berkeley es indispensable leerse el excelente artículo de Irene Martínez y Martín Cúneo publicado en este diario.
Ahora ya tenemos más claro nuestro futuro en la comarca del Campo Charro. Así muchas personas que habían postergado decisiones sobre su vida o sus negocios, a consecuencia de estar pendientes de si finalmente tendríamos que soportar unas instalaciones radiactivas cerca de nuestras casas, tras la decisión del Consejo de Seguridad Nuclear ya pueden decidir sobre su futuro sin tener esa espada de Damocles sobre sus cabezas.
Nuestra lucha ha sido por nuestro futuro y el de nuestros descendientes. En las instalaciones previstas en Retortillo se iba a tratar mineral de uranio con el resultado de producir unos residuos radiactivos que se depositarían allí de por vida, con el consiguiente peligro para las generaciones futuras. Este es uno de los mayores peligros de la energía nuclear, la herencia radiactiva que ocasiona.
Los miembros de la Plataforma Stop Uranio podemos estar orgullosos de haber hecho posible que las personas que nos van a suceder en el disfrute de la dehesa salmantina no tengan el riesgo de contar con residuos radiactivos en su territorio.