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Sindicato de inquilinos
Las huelgas de alquiler en Toronto como base de construcción de poder popular
“Esto va a durar lo que sea necesario hasta que la empresa ceda a nuestras demandas” decía Beverly Henry al canal de televisión estatal CBC. El 1 de junio de 2023, Beverly y más de 500 inquilinos en un bloque del suburbio de York South-Weston, en Toronto, Canadá, comenzaron una huelga total de alquileres en protesta por los excesos en los incrementos de renta por parte de la empresa propietaria del edificio, Dream Unlimited. Un mes más tarde, el 1 de julio, 100 vecinos más de un bloque aledaño, en 22 John St, se sumaron a la huelga contra la misma empresa. Para el 1 de octubre, dos edificios más (unos 200 inquilinos) en la avenida Lawrence West habían comenzado su propia huelga de alquileres contra otra empresa, Barney River. A un año de aquel hito, los vecinos continúan en huelga, con victorias en su haber y sin ningún desahucio de huelguistas. La unión, y los números de gente participando, hacen la fuerza.
¿Cómo se llega a esta situación? Contexto
¿Estamos ante un barrio de la ciudad con tradición histórica de luchas inquilinas? La realidad es que no. La gran mayoría de quienes están participando de la huelga de alquileres no tienen experiencia previa en movimientos sociales o en actividades políticas. El barrio de York South-Weston es un suburbio de Toronto, donde en general no suelen darse los movimientos políticos más relevantes de la vida de la ciudad. Los suburbios fueron diseñados para despolitizar y desconectar a la población. Pero la organización inquilina está rompiendo con ese patrón de organización en base al mercado, y lo está cambiando por la organización en base a la clase inquilina.
Los suburbios fueron diseñados para despolitizar y desconectar a la población. Pero la organización inquilina está rompiendo con ese patrón.
Hace 5 años nació el Sindicato de Inquilinos de York South Weston (YSW Tenant Union) con objetivos mucho más modestos que los de hacer huelgas de alquileres. Queríamos juntar las voces de inquilinos e inquilinas en el barrio, hacer fuerza política frente a un proceso de desplazamiento de la clase trabajadora y de apropiación de todos los espacios de vida por parte de grandes corporaciones.
Pero rápidamente notamos que eso no sería fácil, y que la lucha contra estas corporaciones era mucho más profunda de lo imaginado. Estas corporaciones son parte de lo que llamamos el Landlord Industrial Complex (Complejo Industrial de Caseros). Controlan los desarrollos inmobiliarios, las políticas de vivienda de los gobiernos (o la ausencia de éstas), son los principales donantes de campañas y tienen una política declarada anti-sindical contra cualquier organización colectiva de inquilinas.
Ante este monstruo de mil cabezas, profundizamos la organización de base. Lo hacemos desde una base territorial que son los bloques. La gran mayoría de les inquilines en el barrio viven dentro de grandes edificios, de 15 a 30 pisos, con una empresa como casera de todo el bloque. El sindicato se organiza a partir de asociaciones o comités en cada bloque, que se encargan de mantener la organización en el lugar, y coordinar luchas conjuntas con otros bloques. En la actualidad tenemos unos 15 bloques organizados, y alrededor de 2,000 inquilinos participando en el barrio. La organización en comités locales es clave porque como sindicato, no tenemos a nadie de pago, dedicado a tiempo completo a la vida del sindicato, con lo cual la base depende mucho del contacto dentro de cada bloque.
Derecho a la vivienda
Movimientos Hacia la organización inquilina
Durante estos años, las luchas han crecido en tamaño y relevancia política. Si al comienzo las principales demandas eran por falta de mantenimiento en los departamentos, ahora suponen mucho más.
La organización hacia las huelgas
Llegar a una huelga inquilina no es fácil ni puede darse de un día para otro. En el caso de nuestro sindicato, veníamos unos años estudiando y pensando cuáles eran las mejores estrategias para confrontar con las empresas, en especial cuando éstas desoían o no cumplían con las negociaciones a las que habíamos llegado.
Todo llevó a que la única alternativa posible para forzar a la empresa era hacer una huelga total de la renta. A un año de aquel hito, los vecinos continúan en huelga, con victorias y sin ningún desahucio.
En el caso del bloque de 33 King St, un edificio de más de 400 departamentos, una mayoría de inquilinas llegó a ese punto de saturación durante el invierno de 2023, cuando la empresa dueña del edificio, Dream Unlimited, se negó a cumplir la negociación acordada seis meses antes, y devolver dinero por subidas excesivas de las rentas. Aunque el acuerdo fue validado por las cortes de inquilinos y propietarios de la provincia, la empresa no está forzada a cumplirlo. Luego de años de movilización a la empresa, a la casa del CEO, a otros emprendimientos que tiene Dream en la ciudad, todo llevó a que la única alternativa posible para forzar a la empresa a cumplir el acuerdo y sentarse a negociar respecto de otras demandas del sindicato, era hacer una huelga total de la renta por parte de una mayoría de inquilines en el edificio.
Así fue que entre marzo y junio de 2023, un grupo grande de inquilines organizades en el edificio se dio a la tarea de convencer a mínimo 200 departamentos de sumarse a la huelga. Ese número indicaba la mitad más uno del edificio, y un apoyo rotundo a la huelga. Llegar a ese número requirió puerta a puerta semanales, armar grupos de WhatsApp, ir a las paradas de autobuses en la mañana temprano, hacer eventos sociales, todo para lograr tener conversaciones cara a cara con cada persona que querían sumar a la huelga.
Luego de 3 meses de preparación, a fines de mayo, se llegó al número deseado y se declaró, a partir del 1 de junio de 2023, la huelga en el edificio. Esa huelga fue creciendo y expandiéndose a los demás edificios que hacen parte del sindicato.
¿Cómo se hace y se sostiene una huelga de inquilines?
Muchas veces nos preguntan sobre la legalidad de las huelgas y sobre los miedos a desahucios por parte de las autoridades. La realidad es que las huelgas son una ruptura del contrato entre inquiline y casero. Pero ese contrato ya estaba roto en mil pedazos por los abusos de las empresas, con lo cual les inquilines están respondiendo a eso. Más allá de que cientos de personas están participando de las huelgas, ningún huelguista ha sido desalojade de su casa. Esto es, esencialmente, por el número de personas involucradas.
Para hacer un desahucio, tendrían que echar a la calle a cientos de personas al mismo tiempo. Y estas personas están organizadas, preparadas para ese caso y dispuestas a luchar. Ningún juez ha, por el momento, dado esa orden. La segunda parte es que hay una estrategia legal que complementa la acción colectiva. Esa estrategia es, en esencia, demostrar las rupturas constantes y violaciones a los derechos de inquilines por parte de las empresas propietarias. Esto dificulta el accionar legal que querrían las empresas.
Entonces decimos que la huelga se sostiene por la masividad, y también por el activismo. No podemos ser complacientes y esperar a que una corte resuelva el problema. La presión sobre los caseros es continua, y se busca que toda semana tengamos alguna acción que les incomode la vida.
Está claro que el movimiento de inquilines puede convertirse en uno de los movimientos populares más importantes de esta época.
¿Hacia dónde va el movimiento?
Al día de hoy, las huelgas continúan porque las empresas no han aceptado negociar por fuera del proceso legal. Así es que hace un año que hay más de 500 inquilines sin pagar sus alquileres, luchando contra grandes empresas, mientras se decide la fecha para tener su día en la corte y exponer el accionar de estas corporaciones desesperadas por el lucro a base de la vida de les inquilines. Al sindicato llegan cientos de pedidos para organizar bloques en otras partes de la ciudad y de la provincia.
Está claro que el movimiento de inquilines puede convertirse en uno de los movimientos populares más importantes de esta época. El reto ahora es darle una base de sustentación que permita responder a esos llamados, consolidar la organización y ampliar así más conflictos de la ciudad, de la provincia y del país. Sabemos que no será fácil, pero vamos por el buen camino.
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