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Colombia
La agenda feminista en Colombia o cómo vestir “el mismo cuerpo con otra ropa”
La implementación de una agenda feminista desde la política institucional es una tarea compleja en un país con una cultura profundamente patriarcal como Colombia. Un país que sigue en guerra, que registró 557 feminicidios —según el Observatorio de Feminicidios de Colombia— y 250 infantes muertos por el modelo económico que los condena a la desnutrición, durante el año 2022. Se trata de un desafío gigante aun teniendo en cuenta que, después de 500 años de colonialismo y 20 de uribismo, ha llegado al Palacio de Nariño un gobierno de izquierdas que promete un “cambio real” a través de una “política del amor y el entendimiento” para “vivir sabroso”. Inclusive, si la vicepresidenta es mujer, negra y de origen rural empobrecido, como es el caso.
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A nivel de discurso, el Gobierno del exguerrillero del M19 Gustavo Petro y la defensora del territorio afrocolombiana Francia Márquez han buscado colocar la vida en el centro, uno de los principales postulados feministas. Sin ir más lejos, el Plan Nacional de Desarrollo 2022-2026 ha sido bautizado como “Colombia Potencia Mundial para la Vida”. Pero son muchas las que afirmarían que las palabras “desarrollo” y “potencia” no combinan con “vida”. “Es vestir el mismo cuerpo con otra ropa”, asegura Roseli Finscue, lideresa indígena e integrante de la Red de Mujeres Defensoras de Colombia, quién se reconoce como feminista. Este plan de desarrollo, según Finscue, “se construye sobre la misma ley predeterminada y predefinida presupuestal y porcentualmente por las prioridades de gobiernos anteriores, por compromisos políticos con los grupos económicos de poder”.
Por más buenas intenciones que tengan las figuras que se están instalando en cargos políticos con algunas ideas claras, la mayoría de funcionarios que siguen al mando ya estaban ahí en gobierno anterior, denuncia una lideresa indígena del Cauca
La lideresa del pueblo indígena nasa opina que por más buenas intenciones que tengan las figuras que, provenientes de movimientos sociales de base, se están instalando en cargos políticos con algunas ideas claras, la mayoría de funcionarios que siguen al mando ya estaban ahí en gobierno anterior, “y los que vienen de regiones y están formados y capacitados para asumir ese tipo de cargos tienen poca información para tomar decisiones radicales.” De todos modos, según Finscué, después de “200 años de gobiernos centralistas de las élites, hoy, con un giro tan significativo, se requiere de una transición muy bien pensada y analizada con tacto: seis meses es muy poco, el tiempo aun es incipiente para valorar un cambio”.
El nuevo Ministerio de Igualdad
En efecto, apenas se están empezando a materializar algunos de los compromisos electorales que más tienen que ver con la agenda feminista, como son la creación del anhelado Ministerio de Igualdad o el despliegue de un Sistema Nacional del Cuidado. El 4 de enero, en la localidad de Istmina, el corazón de una de las regiones históricamente más golpeadas por el extractivismo y el conflicto armado, el departamento del Chocó, Petro y Márquez firmaron la ley que crea oficialmente el Ministerio de Igualdad y Equidad y confirmaron que este será liderado por la misma vicepresidenta. Un nombramiento de suma importancia ya que garantiza que Francia Márquez participará de manera práctica de escenarios de debate político, como el gabinete ministerial, de los que quedaba ausente desde la casi que simbólica vicepresidencia. Sobre la actividad y el presupuesto de este nuevo ministerio, “existen una enorme expectativa y muchas preguntas no resueltas”, asegura Diana Granados, profesora de antropología del género en la Universidad del Cauca y activista feminista.
Está por ver cómo se construirán políticas y programas que busquen reparar y armonizar las condiciones de extrema desigualdad y exclusión a las que han sido sometidos, más allá de las mujeres y la comunidad LGTBIQ+, sectores sociales como el campesinado, los pueblos indígenas y afrodecendientes. “En Colombia se mantiene la mentalidad de los esclavistas, el territorio del Chocó está excluido porque está excluida su población”, aseguró el presidente durante la ceremonia en Istmina. Poner el cuidado de la vida en el centro es precisamente lo que llevan haciendo ancestralmente comunidades originarias y aquellas arrastradas al territorio colombiano a través de la esclavitud y por lo tanto una perspectiva feminista tendrá que poner en el centro la pervivencia y la autonomía, establecida en la Constitución Política de 1991 y forjada por tres décadas de lucha organizativa, de estos colectivos.
Apenas se están empezando a materializar algunos de los compromisos electorales que más tienen que ver con la agenda feminista, como son la creación del anhelado Ministerio de Igualdad o el despliegue de un Sistema Nacional del Cuidado
“Construir un estado feminista, cuando el Estado es de naturaleza patriarcal, implicará no solo el accionar de un gobierno sino una larga transformación de mucha voluntad política y mucha participación de la sociedad civil”, asegura la antropóloga feminista, “y no será posible con estos cuatro años, porque implica remover los cimientos de una institución que lleva siglos en el mundo. Creo que todavía no estamos en ese punto”, continua Granados. Esa participación social en la construcción del nuevo ministerio es la que está echando de menos la lideresa indígena Roseli Finscué: “Uno de los primeros pasos debe ser trabajar con la gente que se supone que se debe atender, la más excluida históricamente”.
“En los últimos meses hemos visto una vicepresidencia invisibilizada, no sabemos si es porque está configurando el ministerio, pero desde las regiones tenemos la inquietud de entender qué ha sucedido con las asesorías”, asegura Finscué, quien participó en agosto de 2022 del proceso de empalme entre el gobierno de Iván Duque y el actual. Y más allá del cómo se haga, una de las grandes incógnitas de la nueva cartera es el con qué. “Ojalá esto sea la base de un cambio que transite hasta la ley de hacienda, la ley de distribución presupuestal, para que a este ministerio se le asigne el presupuesto necesario para poder generar políticas de estado que construyan procesos de autonomía y autodeterminación”, afirma Finscué.
Los “abusadores” del entorno de Márquez
Si bien en términos generales entre la mitad de Colombia que votó por el Pacto Histórico reina aún la esperanza de cambio, existen factores que han hecho que sectores feministas sigan siendo fuertemente críticos con el nuevo gobierno e incluso consideren que usaron la bandera feminista solo como mecanismo para atraer votantes. Como categoriza la lideresa indígena, “el cambio, la gobernanza, no se dan solamente por tener un cargo, la gobernanza se da por la forma, por los aliados y por el sentido y la visión con que gobiernas”. En esa dirección, se ha hecho pública en diversos espacios organizativos una denuncia elaborada por mujeres pertenecientes a movimientos sociales, algunas de ellas con cargos actualmente en el gobierno, que asegura que en el entorno político de Francia Márquez se encuentran hombres contra los que pesan denuncias de abusos sexuales reiterados.
El escrito nombra a tres hombres que habrían sido “encubiertos e integrados al equipo” de Márquez a pesar de su historial de “maltrato, abuso y violencia contra mujeres, incluidas sus exparejas”. Son Gabino Hernández Palomino, histórico líder y abogado de Proceso de Comunidades Negras (PCN), Helmer Quiñonez, líder afro impulsor del capítulo étnico de los acuerdos de paz de 2016 —quién según la denuncia él mismo ha afirmado que será el viceministro de Igualdad— y Camilo Chica, quien trabaja como enlace entre la vicepresidencia y las regiones. Según la denuncia, enviada a medios de comunicación, a la primera dama Verónica Alcócer y senadoras como María José Pizarro, esta información sería de conocimiento de la vicepresidenta aunque no haya hecho nada al respeto.
Un escrito de colectivos feministas nombra a tres hombres que habrían sido “encubiertos e integrados al equipo” de Francia Márquez a pesar de su historial de “maltrato, abuso y violencia contra mujeres, incluidas sus exparejas”
“Como norma se establece el pacto casa adentro, no se denuncia y no se confronta a los violadores, porque no se puede alterar el orden patriarcal, hay que acuerpar al victimario y expulsar a la víctima, si se denuncia se atenta contra la vida organizativa”, relata, referente a esta cuestión, un artículo de las activistas feministas antirracistas Betty Ruth Lozano y María Campo publicado en Desinformémonos. “La eliminación de las violencias contra las mujeres sigue siendo un tema de actos conmemorativos de ciertas fechas o discursos dirigidos a conseguir votos y recursos. Pero en la realidad concreta las violencias siguen impunes, los victimarios continúan participando activamente al interior de sus organizaciones y las mujeres condenadas al exilio, revictimizadas hasta por otras mujeres, que temen ver afectados sus lugares de liderazgo si se pronuncian en contra de los líderes agresores”, continua el artículo de las activistas y académicas de Cali.
Es necesario comprender que la defensora del territorio original del departamento del Cauca Francia Márquez no militó ni se formó originalmente en organizaciones feministas de base. “No todas las mujeres se reconocen feministas y eso no invalida su acción. Son parte de la construcción y han sostenido este país. En mi comunidad, la mayoría de las mujeres no se reconocen como feministas, yo apenas estoy empezando a entenderlo”, explicaba Márquez en una entrevista en el medio feminista Volcanicas durante la campaña electoral. Y si bien, su trayectoria personal contra el extractivismo y por la defensa de la vida es reconocida y valorada por muchas feministas colombianas por su fuerte componente antipatriarcal, ahora se le exige que sea coherente con la proclama que hizo el día 19 de junio después de ganar las elecciones junto a Petro. “¡Vamos a erradicar el patriarcado! ¡Vamos a erradicar el racismo!”, gritó triunfante la ganadora del premio Goldman.
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Algunos colectivos y activistas feministas, sobre todo las más cercanas territorialmente a la ahora vicepresidenta, más bien callaron durante la campaña electoral, pero otra parte de ese feminismo la apoyó e hizo campaña por ella, a pesar de detectar la presencia de presuntos abusadores en su entorno, como una apuesta antipatriarcal de fondo. Se apostaba por tener una figura de poder femenina y negra, algo que parecía imposible tan solo un año atrás. Pero ahora que está en el poder, quizás ya no quieran callar más. “Falta contundencia en la manifestación pública del gobierno frente a los casos y las denuncias por violencias de género que han existido sobre personas que están vinculadas al gobierno”, asegura Diana Granados. Aun así, “sabemos que no es lo mismo ser defensora de derechos humanos, lideresa social, que tener que asumir una serie de protocolos como servidora pública, tener que medir palabras y decisiones”, expresa Roseli Finscué.
“Falta contundencia en la manifestación pública del gobierno frente a los casos y las denuncias por violencias de género que han existido sobre personas que están vinculadas al gobierno”, asegura Diana Granados
La denuncia, anónima “por temor a represalias” según enuncia, termina con esta frase: “Creemos en Francia Márquez, pero se equivoca rodeándose de hombres abusadores (…) dañando los avances y posibilidades de un cambio real”. Un cambio real que ya ha encontrado muchos más obstáculos de tinte machista como los cuestionamientos reiterados a Diana Carolina Corcho, ministra de Salud, e Irene Vélez, ministra de Minas y Energía o la existencia de una presunta red de explotación sexual al interior del Congreso de la República hecha pública por el senador Gustavo Bolívar y confirmada por diversas mujeres, entre ellas Ana Bejarano Ricaurte, abogada de la Universidad de Los Andes y escritora, quien habla con agudez y en primera persona de esta red en la columna “Los nombres que faltan”.
“Hay avances, como la creación de un protocolo al interior del Congreso, dadas las denuncias públicas del senador Gustavo Bolívar, pero creo que sin duda falta más visibilidad y claridad”, asegura Granados. “No se pueden consentir las violencias de género y eso está en el plan de gobierno, en el discurso y en los planteamientos de ambos”, Petro y Márquez, asegura la activista feminista. “Para gobernar hay que tener visión de origen y a la vez lidiar con la deuda y los compromisos que han dejado los que salieron que siguen legitimados por un poder económico y por una visión cultural homogenizante racista y machista”, concluye la lideresa indígena Roseli Finscue.