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Colombia
“No se les pone en la cabeza que una mujer que ha limpiado casas vaya a ser su vicepresidenta”
Francia Elena Márquez Mina nació el 1 de diciembre de 1981 en el municipio de Suárez, al Norte del departamento del Cauca, sur de Colombia. Creció en medio de una comunidad negra, el consejo comunitario de La Toma, en la vereda Yolombó. Entre la guerra y la falta de oportunidades tradicionales de la Colombia rural, Márquez trabajó como minera artesanal y limpiando casas antes de ser mamá a los 16 años. 24 años después, es candidata a la vicepresidencia de su país por el Pacto Histórico, una coalición formada por partidos de izquierda y centro que podría convertirse en el primer gobierno progresista colombiano. Faltan pocos días para las presidenciales y Gustavo Petro y Márquez lideran las encuestas y llenan plazas enteras. Detrás, apretados, están Federico Gutiérrez, exalcalde de Medellín y candidato apoyado implícitamente por el expresidente Álvaro Uribe, y Rodolfo Hernández empresario conservador.
Capitalizar la necesidad de cambio
Este domingo 29 de mayo se celebran unas elecciones especiales en Colombia. Después de una pandemia que causó niveles de hambre y miseria extraordinarios, un paro nacional de más de dos meses que removió la conciencia de las clases medias-empobrecidas y los jóvenes de todo el país y un regreso a la violencia extrema con 1.200 líderes sociales asesinados desde la firma del acuerdo de paz y 231 masacres que acabaron con la vida de 887 personas entre 2020 y 2022, el pueblo colombiano necesita un cambio. La campaña electoral de las diferentes coaliciones políticas que ostentan el poder ha buscado capitalizar esa necesidad de cambio. Los que parecen haberlo hecho mejor son Gustavo Petro, senador, exalcalde de Bogotá y excombatiente de la guerrilla M19 desmovilizada en 1990, y Francia Márquez, lideresa social del Norte del departamento del Cauca, uno de los más azotados por la guerra.
“Pa’ vivir sabroso. Es la hora del cambio por la vida” predican los folletos, vídeos e invitaciones a actos de campaña de la primera coalición progresista colombiana con posibilidades reales de gobernar
El liderazgo se constató el 13 de marzo cuando, en las elecciones legislativas para senado y cámara de representantes, que ganó el Pacto Histórico, se celebraron también consultas interpartidistas o de coalición. Por la coalición del Pacto Histórico, que congrega partidos de izquierda y de centro, Gustavo Petro se llevó el 80% de los votos y Francia Márquez en segunda posición, un 15%. El resultado los llevo a construir su candidatura conjunta semanas después con mucha alegría por parte de colectivos feministas y negros del país. En total 5,7 millones votaron en la consulta progresista y 4,1 lo hicieron en la consulta de la coalición ultraconservadora que dejó como vencedor a Federico Gutiérrez, conocido como Fico, con el 55% de los votos. Todo indica que estas dos fuerzas serán las más votadas este domingo. Sin embargo, en las encuestas queda muy cerca del uribista el exalcalde de Bucaramanga, Rodolfo Hernández, quién ha centrado su campaña en promesas populistas contra la corrupción y la “politiquería”.
Márquez y el Norte del Cauca
El fenómeno de estas elecciones, por sus efusivas aclamaciones en unos sectores y el rechazo racista en otros, es sin duda Francia Márquez. La historia reciente de su natal Norte del Cauca habla por ella y se resume en buena medida a la memoria de comunidades afrocolombianas, campesinas e indígenas del pueblo nasa en lucha por su territorio y su buen vivir, que son lo mismo. Un vivir sabroso, como lo llama Márquez, que se ha convertido hoy en lema electoral. “Pa’ vivir sabroso. Es la hora del cambio por la vida” predican los folletos propagandísticos, vídeos corporativos e invitaciones a actos de campaña de la primera coalición progresista colombiana con posibilidades reales de gobernar. El gran obstáculo que impide hasta hoy ese vivir sabroso en Suárez, Santander de Quilichao, Caloto, Corinto y los demás municipios del norte del Cauca es la violencia perpetrada por décadas de guerra y políticas extractivistas.
Acuerdos de Paz de La Habana
Colombia: los caminos de la vida, los sonidos de la guerra
Dos periodistas de El Salto han formado parte de la misión internacionalista de verificación de derechos humanos que durante nueve días ha recorrido tres focos del conflicto que vive hoy Colombia. Mil días después del plebiscito sobre los acuerdos de paz, la voz de los grupos armados legales e ilegales sigue entonando el presente político del país. Los movimientos sociales exigen justicia y reparación y alertan del incremento de la violencia contra el campesinado y el hostigamiento de los movimientos sociales.
Las montañas del norte del Cauca colindan con las del Tolima. Y es allá, en un pueblito llamado Marquetalia, donde en 1964 se fundaron las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). De este modo, el sexto frente de las FARC se ha encarnizado con las fuerzas armadas y grupos paramilitares en muchos rincones de la región natal de Francia Márquez por más de 50 años. Empujados por la desigualdad y la miseria, miles de jóvenes caucanos han sido reclutados por la guerrilla u obligados a ingresar a filas del ejército o el paramilitarismo. Demasiadas mujeres han sufrido la violencia sexual que traviesa los territorios en guerra. Secuestros, desapariciones forzadas, atentados con bombas, son el pan de cada día de las familias nortecaucanas.
“Las mujeres hemos parido hijos e hijas para la guerra. Esta apuesta trata de liberar nuestros vientres de nuevo y apostarle a la vida”, aseguraba Francia Márquez en un acto electoral
Márquez ha denunciado repetidamente el “abandono estatal” de la región y efectivamente el Estado nunca ha llegado en forma de políticas sociales, pero si lo ha hecho en forma de hombres armados y helicópteros arrojando bombas o glifosato. Los obstáculos, al fin y al cabo, que no dejan vivir sabroso a Márquez y los suyos son, según ella “el colonialismo, el racismo y el patriarcado”. “Hace 200 años nuestros vientres se liberaron, el Estado los esclavizó nuevamente y las mujeres hemos parido hijos e hijas para la guerra. Esta apuesta trata de liberar nuestros vientres de nuevo y apostarle a la vida”, aseguraba Francia Márquez en un acto electoral en Santander de Quilichao el pasado 14 de mayo.
Las otras que han llegado son multinacionales como AngoGold Ashanti a explotar el territorio rico en oro causando el desplazamiento forzado de comunidades enteras y la aniquilación de culturas ancestrales. La agroindustria nacional ha deforestado y monopolizado el valle geográfico del río Cauca para instalar monocultivos de caña de azúcar para producir combustibles que no tienen nada de bio. Y, a partir de los años 90, para poder satisfacer el aumento de demanda externa de cocaína, los cárteles colombianos instalaron extensas plantaciones de coca en todo el país consolidándose el Norte del Cauca como uno de sus grandes centros de acopio hasta hoy. Cultivos controlados por grupos armados que no hacen sino aumentar la violencia que rodea las comunidades autóctonas. Márquez se convirtió muy temprano en una lideresa social que, organizada en comunidad, frenó varias de estas amenazas.
“En el Cauca hay una tradición larguísima de resistencias especialmente hacia la inversión de capital transnacional y creo que Francia consigue recoger las frustraciones de lo que ha significado no ser escuchados por los gobiernos de los últimos 20 años” asegura Sofía Garzón. Joven afrocolombiana, Garzón es activista y militante del Proceso de Comunidades Negras (PCN), organización de base de la candidata. Consciente de la experiencia de gobiernos progresistas en países vecinos como Ecuador, Bolivia o Brasil, confiesa que “me preocupa que la lucha social sea cooptada por un partido político o el asunto de reprimarizar la economía para justificar la inversión social. Siento que el movimiento social, que ahora está muy fuerte, debe rodear y estamos rodeando, pero no podemos perder la capacidad crítica, no podemos pretender que ella esté salvando a nadie, ella lo ha dicho, esto no es individual, esto es colectivo”.
Desafío doble
En Santander de Quilichao, a grito de “¡El pueblo no se rinde carajo!”, recibieron 300 mujeres a su conterránea en un evento privado previo al acto de campaña. “Francia tu no gobernarás sola, nosotras gobernaremos contigo”, le decía en un tono entre solidario y desafiante la lideresa Mayra Mejía, del Colectivo Agrofeminista de Guachené, municipio principalmente negro. Mejía le mostró su apoyo como “madre soltera, como una de las mujeres que hemos decidido empoderar nuestras vidas, transformarnos desde la educación, pero también desde la acción, en las calles y hasta que la dignidad se haga costumbre”. Márquez, con tono serio y voz semibaja, les aseguró a todas que “esta vez no será el miedo el que se imponga.”
Sin embargo, incluso si su candidatura gana, muchos y muchas en las organizaciones sociales de base no lo ven muy sencillo. “Francia tendrá un desafío cuando el pueblo decida manifestarse como lo ha hecho en los últimos años y le toque enfrentarse a Petro para que no mande el ESMAD —Escuadrón Móvil Antidisturbios—, por ejemplo, eso es algo que le quita el sueño a ella”, asegura Sofía Garzón, recordando los últimos episodios de represión vividos en el Chile de Boric contra el pueblo mapuche.
En los últimos días se le ha negado la entrada al país por motivos de “seguridad nacional” a siete observadores internacionales que venían a supervisar los comicios
Tampoco será sencillo hacer grandes cambios con unos partidos tradicionales (Conservador, Liberal, Centro Democrático, Cambio Radical etc.) que siguen teniendo una presencia importante en el congreso y que podrán frenar medidas transformadoras como el proyecto de vivienda digna e ingreso vital para mujeres cabeza de hogar, el modelo de repartición del cuidado o el sistema de pensión para los que nunca pudieron cotizar que prometen Petro y Márquez. Entre esas promesas atractivas para las comunidades rurales también están prohibir el fracking y el glifosato, renegociar los Tratados de Libres Comercio y pasar de cuatro a 14 billones de pesos anuales de gasto en educación.
Atravesada por racismo y patriarcado
“A mí me tildan de guerrillera por haber crecido en las montañas del Cauca y eso es bien miserable porque ustedes saben lo que hemos tenido que vivir en el conflicto armado”, seguía denunciando ante las mujeres la lideresa afrocolombiana. La campaña de mentiras y fake news contra ella desatada por medios de comunicación y líderes mediáticos está siendo frenética. El racismo y los mundos abismalmente desiguales en los que viven gente urbana acomodada y las mayorías del campo se han hecho explícitos de un modo alarmante al tacharla de ignorante por usar expresiones populares propias. Y la desarmonía ha llegado dentro mismo del Pacto Histórico.
“De la esclavitud al poder”, tuiteaba Gustavo Petro después de anunciar que Francia Márquez sería su forma vicepresidencial. Debajo, una fotografía de cuatro mujeres blancas acomodadas del Valle del Cauca con dos sirvientas negras detrás. “No me gustó para nada: a ver amigo, que no estás salvando a nadie”, se lamenta Sofía Garzón. El racismo estructural y el patriarcado aun están muy instalados en la sociedad colombiana. “Si es probable que haya un poco más de participación de mujeres que se identifiquen con Francia, mujeres que compartan su condición de clase, de etnia, de género, pero a la vez creo que hay una parte importante de la sociedad que es profundamente racista, clasista y patriarcal y ahí también hay mujeres”, asegura María Catalina Gómez, socióloga feminista caleña. “No todas las mujeres afro, madres, cabeza de hogar van a votar por Francia porque esa identificación no se da automáticamente, debe haber una conciencia de muchas condiciones”, aclara.
Según la socióloga, por más que las encuestas aseguren una victoria aplastante, aún no está todo claro. “Habrá que ver como vota la ruralidad y los sectores populares porque, aunque pareciera que sean sectores cercanos al Pacto Histórico, las maquinarias políticas funcionan muy bien aún” advierte. Con “las maquinarias” se refiere al fraude y la compra y manipulación del voto por parte de los partidos y las élites tradicionales del país representados en el gobierno actual de Iván Duque. Sin ir más lejos, en los últimos días se le ha negado la entrada al país por motivos de “seguridad nacional” a siete observadores internacionales que venían a supervisar los comicios.
De la Marcha de los Turbantes al Premio Goldman
La trayectoria de la candidata a la vicepresidencia favorita es radicalmente diferente a la de cualquier otro candidato. En 2011, después de haber ganado varias peleas contra empresas mineras que querían instalarse en su territorio mientras alzaba a dos hijos como trabajadora del hogar, Márquez Mina decidió irse a Cali a estudiar derecho. Pero la minería ilegal continuaba contaminando y desplazando a su comunidad. A pesar de las amenazas de muerte que recibió en muchas ocasiones, en 2014 emprendió camino a Bogotá. Hasta 70 mujeres se le fueron uniendo en distintos municipios del Cauca afectados por los impactos de la minería y juntas, con sus turbantes coloridos, caminaron 600 kilómetros hasta la capital logrando ciertos compromisos del gobierno contra la actividad ilegal de extracción de oro. Llegó entonces el gobierno de Juan Manuel Santos y con él las negociaciones de paz de La Habana. Francia Márquez fue una de las voces fuertes en la mesa que incorporó un capítulo étnico a los acuerdos de paz firmados con las FARC.
Ecofeminismo
La guerra sigue para las defensoras de la naturaleza en Colombia
Colombia está en los noticiarios internacionales por las elecciones. Cambios en la presidencia, instituciones, buenas palabras. En Europa, la gente de la calle casi no conoce los nombres del saliente Santos, o del nuevo presidente uribista, Iván Duque, y su opositor en la segunda vuelta, Petro. Y eso que estos días, al calor electoral, algo sale en la prensa.
En 2018, después de mucho recorrido, militancia y sufrimiento, llegó el reconocimiento. El Premio Medioambiental Goldman. Lo recibió tres años después que Berta Cáceres, lideresa hondureña del pueblo lenka asesinada el 3 de marzo de 2016 por defender el río. Y un año después de la entrega del nobel verde, la lideresa de Suárez sufrió un atentado grave junto a otros líderes de la Asociación de Consejos Comunitarios del Norte del Cauca (ACONC). Lanzaron una granada de fragmentación y dispararon contra el vehículo en el que se trasladaban. Los dos hombres de la Unidad Nacional de Protección que la escoltaban fueron heridos, pero ella salió ilesa. Y así, sobreviviente y renaciente, como sus ancestros africanos esclavizados por la colonia española hace cuatrocientos años, siguió su carrera hasta esta candidatura.
Márquez ha tenido que suspender varios actos de campaña por motivos de seguridad. Y en uno de los últimos, en el Dia de la Afrocolombianidad, mientras hablaba, un láser verde apuntó su cara, motivo por el que acabó su discurso escudada detrás de dos escoltas con protecciones.
Con su victoria, serían ya tres las mujeres negras ostentando este poder en América, con Epsy Cambell en Costa Rica y Kamala Harris en Estados Unidos. Pero Márquez sería la única de origen agrícola y empobrecido. “En la medida en que el movimiento social y el Pacto Histórico no se olviden de ser raíz, vamos a tener un buen horizonte”, sentencia Sofía Garzón. “Y la voluntad que tenemos de tejer desde lo popular y de creernos más localmente puede ser una de las raíces de este gobierno”.