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Cine
Y Dios se hizo hípster y habitó la pantalla
'La cabaña' ejemplifica un cine religioso que muta y asume rasgos del audiovisual 'indie'. En esta ocasión, también se incluyen guiños propios del Hollywood que matiza su etnocentrismo y androcentrismo
Ned Flanders, el timorato y rigorista vecino de 'Los Simpson', lo tenía claro: Hollywood es una Sodoma y Gomorra moderna que corrompe las mentes de la audiencia. Pero la industria audiovisual es, sobre todo, un mercado que busca público dispuesto a pagar por sus productos. Ante un mercado interior de más de 300 millones de estadounidenses, aproximadamente el 90% de los cuales se definen como creyentes, jugar la carta de la fe religiosa tiene bastante sentido.
La apuesta por la religión, eso sí, tiene límites. La desigual fortuna comercial de dos 'blockbusters' fantásticos con tintes evangelistas, Soy leyenda y El libro de Eli, sugería el camino a seguir de ese Hollywood que diseña sus superproducciones con cautela. La ambigüedad es un ingrediente relevante dentro del recetario del Hollywood actual, que compone películas que guiñan un ojo al 'democrat' y otro al 'libertarian' (véase Capitán América: El Soldado de Invierno), que quieren complacer simultáneamente a los feminismos 'pop' y al espectador masculino que consume imágenes de mujeres bellas pegándose (Atomic blonde). Los discretos resultados comerciales de El libro de Eli, un western postapocalíptico que sí proyectaba muy explícitamente su cristianismo, no contribuyeron a cuestionar esa dinámica.
Moraleja: si se busca un taquillazo global, la propuesta debe ser confusa ideológicamente o el espectáculo debe ser lo principal
El éxito de Soy leyenda, en cambió, ilustró las virtudes comerciales de lo ambivalente. No tenía una apariencia fuertemente propagandística, aunque concluyese con guiños a una cierta religiosidad afín al imaginario del Tea Party: redención a través de una fe defendida con dureza, escenificación de un nuevo inicio aislacionista en lugares apartados... Moraleja: si se busca un taquillazo global, la propuesta debe ser confusa ideológicamente o el espectáculo debe ser lo principal. Expediente Warren, con sus sustos cristianísimos pero confeccionados desde el amor al cine de género, es un ejemplo de ello.
La Santísima Trinidad en un entorno neorural
Aun así, grandes estudios como Sony cuidan la posibilidad de producir o distribuir 'christian movies' menos costosas, que pueden ir más allá de la distribución alternativa sin competir por el número uno en taquilla. La cabaña es un ejemplo de ello: esta adaptación de un 'best seller' ha cosechado un notable éxito (más de 50 millones de dólares de recaudación) en Estados Unidos. Trata la historia de Mackenzie, un hombre en pleno proceso de duelo por el asesinato de una de sus hijas. Un día, el protagonista recibe una carta. Dios le invita a reunirse con él en la cabaña donde identificó el cadáver de la niña.Su director, Stuart Hazeldine, había firmado Exam, un thiller que parecía justificar el mal necesario y las 'soluciones difíciles'. En esta ocasión, pone imágenes a un drama sobre la superación del dolor... entendido como un proceso paralelo al de la recuperación de la fe. Aquí no usa la carta de la incertidumbre: rápidamente, estamos en esa cabaña y ante una Santísima Trinidad feminizada (solo Jesucristo tiene forma de hombre) y racialmente diversa.
El cuestionamiento del androcentrismo y del etnocentrismo es interesante, aunque el filme no deje de ser una fantasía de excepcionalidad individual (¡Dios te invita a pasar el fin de semana!) sobre las tribulaciones del padre de familia caucásico y de clase media. Hazeldine y compañía pretenden alejarse así de los flirteos con el racismo y el machismo de la derecha religiosa.
Se ofrece una espiritualidad con dosis de 'hipsterismo' y autoayuda neoliberal: la Santísima Trinidad acoge a sus hijos descarriados con unas convivencias que incluyen terapia psicológica conductista, sesiones de 'coaching', trabajo manual y autocultivo de alimentos.
En este nuevo cine religioso, los guiños a la nostalgia de lo rural y al buenrollismo también miran hacia atrás en el tiempo
Como otras christian movies a la búsqueda de una audiencia no militante, caso de Desaparecido sin rastro, el filme ha recibido unas cuantas críticas (e incluso acusaciones de herejía) por parte de su público natural. No todo el mundo está preparado para contemplar a una diosa afroamericana del libre albedrío o a un Jesucristo que no quiere “esclavos sino amigos” y que juega a caminar sobre las aguas con su invitado. Se representa una religión desconflictivizada y afable, que puede recordar al espiritualismo 'new age' y a ese hedonismo de las pequeñas cosas en tiempos neoliberales que cantaban Facto Delafé y Las Flores Azules. Se esconde, eso sí, un trasfondo inquietantemente filototalitario y de identificación parcial entre la ética y la fe: “Mientras haya una sola voluntad libre de no seguir a Dios, el diablo puede encontrar un camino”, se dice en una escena de la película.
Los autores cambian el desenlace de la obra respecto a su original literario, tornándolo ambiguo para ofrecer un espacio de comodidad a la audiencia escéptica. En el apartado visual, La cabaña hace uso de algunos rasgos del 'indie' más comercial y más en contacto con el cine publicitario: imágenes de detalles de la naturaleza capturados con colores cálidos y desenfoques estetizantes, músicas de melodías pianísticas moderadamente introspectivas.... Son una serie de elementos que en los últimos años penetran en todo tipo de propuestas, desde los relatos de la 'guerra contra el terrorismo' (El último superviviente) hasta una historia de secuestro, violación y cautividad (Room). Y que también aparecen en películas que, sin asumir la etiqueta de 'christian movies', sí pueden entenderse como afines a los discursos de la derecha religiosa: Otra Tierra, 'Orígenes'...
Los apóstoles como tribu 'neohippie'
En este nuevo cine religioso, los guiños a la nostalgia de lo rural y al buenrollismo también miran hacia atrás en el tiempo. Y se incorporan al desarrollo narrativo de Resucitado, una intriga sobre la resurrección de Jesucristo. El protagonista es un tribuno romano cuyas convicciones se resquebrajan cuando comienza a investigar la desaparición del cuerpo del mesías. De nuevo, aparece un protagonista en proceso de conversión. Esta elección de protagonista puede entenderse en clave proselitista (como en 'Casablanca' y tantos otros éxitos del 'agit-pop', se sumerge progresivamente al espectador en una historia de transformación paulatina) y también comercial (no se excluye inicialmente a la audiencia más escéptica).En Resucitado, Jesús y sus apóstoles son representados como una tribu 'neohippie', entrañable, que defiende una religión del amor sin aristas de violencia, una rebeldía pacífica llena de carcajadas compartidas, tolerante y que difícilmente puede generar hostilidades. A diferencia de El libro de Eli, que retrataba el apocalípsis como una oportunidad de hacer un 'reboot' social desde el evangelismo, no se emiten mensajes sociópatas.
Las connotaciones del relato, en todo caso, remiten a la autocomplacencia de buscar modelos de conducta perfectos en los orígenes de la patria o de la fe propias. De nuevo, todo se lleva a la pantalla con estética reminiscente del cine 'indie'. El resultado es un entretenimiento más solvente que la plastificada 'La cabaña', donde la incapacidad hollywoodiense para generar imágenes verazmente dramáticas enfatiza el aire de 'spot' publicitario del conjunto: se vende un cristianismo de autoayuda que hace soportable el dolor de la pérdida.
A pesar de los esfuerzos del audiovisual por complacer al conservadurismo religioso, este sigue viéndolo como un adversario. Esa percepción de una amenaza ha generado escenas curiosas. Dos fantasías contemporáneas de géneros cinematográficos diferentes, Vanished: left behind - the next generation y Exorcismo en el Vaticano, coinciden en sus desenlaces sobre anticristos tratados mediáticamente como salvadores. Como si de una pesadilla de Ned Flanders se tratase, el cine de apocalípsis y terror imagina las pantallas de los mass media como espacios de diseminación del satanismo.
Por su parte, 'Take shelter', era una poderosa mezcla de drama y película de terror que parecía advertir sobre la paranoia apocalíptica post-11S. Mediante su desenlace, en cambio, acababa abriendo la puerta a la afirmación del adventismo: el fin del mundo quizá sí esté cerca, quizá los que parezcan fanáticos sean profetas. Voluntariamente o no, el filme de Jeff Nichols es un ejemplo de cine de género fácilmente reapropiable desde la derecha religiosa. 'La llegada', reivindicada desde sectores antiabortistas, ha sido otro ejemplo de ello.