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Pocas veces se ha visto en Chile una campaña de desinformación tan brutal como la que se está viviendo ahora con motivo del plebiscito que se realizará este 4 de septiembre, en el que el país decidirá si aprueba o rechaza la propuesta de una nueva Constitución.
A esta campaña están contribuyendo los grandes medios de comunicación, pertenecientes a grupos económicos cuya ideología y conservadurismo son bien conocidos, partidos políticos de derechas y las redes sociales, en las que abundan todo tipo de tergiversaciones y mentiras.
Entre los bulos que están circulando hay algunos tan ridículos como absurdos: que el estado prohibirá tener casas en propiedad, que las mujeres podrán abortar hasta los 9 meses de embarazo, que se acabará la unidad territorial del país y la igualdad de todas las personas ante la ley, que no existirá libertad de culto o que con el nuevo sistema de pensiones públicas el gobierno expropiará los ahorros privados de las jubilaciones.
Varias encuestas señalan que la mayoría de la población chilena estaría por el rechazo a la nueva Constitución con hasta diez puntos de ventaja por sobre la opción del apruebo
También se ha dicho que el Servicio Electoral (Servel) había inscrito a personas migrantes recién llegadas al país para que voten en el referéndum, o que entre sus registros aparecen con derecho a voto personas fallecidas, insinuando un posible fraude electoral.
A pesar de que todas estas fake news han sido desmentidas y aclaradas una a una tanto por integrantes de la Convención Constitucional encargadas de redactar la propuesta de la nueva Constitución, como por el propio Servel, los defensores del Rechazo las repiten como mantras sabiendo que la mejor estrategia en este momento es apelar al factor emocional sembrando el miedo y la incertidumbre.
Esta campaña del terror podría explicar el resultado de diversas encuestas que indican que la mayoría de la población estaría por el rechazo a la nueva Constitución con hasta diez puntos de ventaja por sobre la opción del apruebo, pese a que en el plebiscito de 2020 la propuesta de redactar una nueva Carta Magna ganó con casi el 80 por ciento de los votos.
Igualdad de derechos y reconocimiento a pueblos originarios
La relevancia de este plebiscito no radica solo en la posibilidad de dejar atrás la Constitución redactada por la dictadura de Pinochet, ni en el hecho de que surge de un proceso histórico y único a nivel mundial al ser una Constitución redactada por una convención con paridad de género y con participación de representantes de pueblos originarios.
Lo que se vota este 4 de septiembre va más allá de estos dos hitos. Votamos para que Chile se reconozca como un Estado social y democrático que garantice derechos sociales fundamentales, terminando así con el concepto de Estado subsidiario que existe en la actualidad y que deja en manos de empresas privadas la gestión de servicios públicos como la educación, la salud, las pensiones, la construcción de carreteras e infraestructuras, etc.
Votamos para que Chile sea un Estado plurinacional que reconozca la existencia de diversas naciones y pueblos, que tendrán derecho a la autonomía y autogobierno, a su identidad y cosmovisión, al reconocimiento de sus tierras e idiomas —que tendrán carácter oficial en sus territorios — y a mantener sus propios sistemas de justicia.
Votamos para que Chile se reconozca como un Estado social y democrático que garantice derechos sociales fundamentales, un Estado plurinacional que reconozca la existencia de diversas naciones y pueblos
Votamos también para que Chile tenga la obligación de garantizar una composición paritaria en todos sus órganos públicos y semipúblicos, y de adoptar medidas legales para la representación de las diversidades y disidencias de género.
Votamos, además, para que se respete y proteja la naturaleza y a los animales como “seres sintientes”, y para que el acceso al agua sea un derecho humano y no un bien privado como lo es hoy.
La nueva constitución incluye aspectos que mejorarían indudablemente la calidad de vida de millones de personas. Sin embargo, tiene detractores dentro de un sector del pueblo Mapuche que la considera insuficiente para sus reivindicaciones, y de una parte de la izquierda que la tacha de ser producto de una confabulación entre el actual gobierno de Boric y el poder económico para mantener el sistema neoliberal.
Chile
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Todos los textos son perfectibles, sobre todo una Constitución, y todo cambio y transformación social necesita un punto de partida. Así es como yo veo esta propuesta, como el inicio de un proceso de transformación mayor que ponga fin en Chile a desigualdades sociales históricas que han hecho que una mayoría subsista en situación de permanente precariedad laboral, en infraviviendas, endeudada, o muchas veces sin recursos económicos para pagar servicios básicos como la luz o el agua, frente a una minoría privilegiada que vive con estándares de países altamente desarrollados.
Los defensores del Rechazo buscan precisamente mantener esos privilegios mediante una campaña del terror basada en mentiras, un “estilo trumpista” donde no importan las ideas sino el efecto comunicacional que se consigue manipulando la información.
Pero hay esperanza. Las mismas encuestas que dicen que existe una tendencia favorable al Rechazo indican, al mismo tiempo, que el porcentaje de indecisos oscila entre un 10 y un 15 por ciento. Si este 4 de septiembre ese porcentaje se inclina por el Apruebo Chile podría comenzar una nueva etapa en su historia que marcará el futuro de las siguientes generaciones.
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Una gran oportunidad para superar una Construcción impuesta por una dictadura, y abrir espacios a una democracia plural, respetuosa con los diferentes pueblos chilenos y dónde se reconozcan los derechos sociales.
Esperemos que la manipulación de los medios de comunicación, en manos de las grandes oligarquías, no acabe con este ilusionante y necesario proyecto.