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Un terremoto político ha sacudido Austria. Las elecciones al Consejo Nacional han dado la victoria al conservador Sebastian Kurz (ÖVP), el anterior canciller. Sus hasta ahora socios, los ultraderechistas del FPÖ, perdieron el domingo casi 10 puntos y no repetirán coalición con Kurz. Sí podrá pactar, sin embargo, con los Socialdemócratas (SPÖ), Verdes (Grüne) o liberales (NEOS). Los resultados ya se han cobrado la primera dimisión. El líder de los socialdemócratas, Thomas Drozda, dimitía a primera hora de este lunes tras obtener los peores resultados de la historia de su partido. Parece improbable que un decrépito SPÖ sea la solución que Kurz busca para legitimarse en el poder, tras un gobierno con los ultras que solo duró 17 meses.
El triunfo de Los Verdes casi se ha sentido más que la victoria, en cierto modo previsible, de Sebastian Kurz. El motivo es que en 2017 fueron expulsados del parlamento austriaco debido a los bajos sufragios. Ahora, si nada lo impide, Kurz está dispuesto a pactar con los ecologistas, quienes ya han asegurado que no se lo pondrán fácil y que serían la opción “más cara” para el actual canciller, ya que para ellos “los derechos de las personas y nuestro plan verde están por encima de cualquier acuerdo de gobierno”. La tendencia europea al voto verde está haciendo que partidos de la derecha tradicional, como el ÖVP de Kurz, se quieran arrimar a los partidos verdes para legitimar sus políticas conservadoras y de continuismo, que miden el bienestar a través de los tradicionales índices macroeconómicos.
La principal discrepancia entre Los Verdes y Sebastian Kurz es su forma de entender la migración, pero también divergen en cuestiones climáticas
Sebastian Kurz arrasó en ocho de los nueve estados federados, salvo en la capital del país, Viena, único estado en el que el SPÖ venció. Sin embargo hay un hecho notorio, el acusado crecimiento de la abstención. En esta ocasión solo votaron el 60,61 % de los electores, frente al 80 % que lo hicieron en 2017. Kurz ha sido canciller hasta ahora teniendo como presidente del país (un cargo casi testimonial) al verde Alexander von der Bellen.
Pero su principal punto de posible discrepancia con Los Verdes es la inmigración, aunque también divergen en cuestiones climáticas. Mientras que Kurz quiere reducirla drásticamente —y trabajaba en esa línea con sus socios ultraderechistas—, Los Verdes quieren que los migrantes que lleguen a Austria por motivos laborales lo hagan cualificados, en base al mercado laboral austriaco y que haya una cuota anual. Es decir, aunque coinciden en limitar la migración, no están de acuerdo en cómo hacerlo. Las políticas de Kurz siempre han ido orientadas al blindaje nacional de Austria y destilan tintes claramente xenófobos.
En su página web, el canciller austriaco se vanagloria de haber reducido un 85 % la cantidad de refugiados que solicitan asilo en su país, mientras que los Verdes quieren que se les proporcione educación en lugar de deportarlos. "Hay que proporcionar apoyo a las rutas migratorias de gente en busca de refugio, para que puedan construir una nueva vida", dicen en su programa electoral. También proponen que se les dé una contestación sobre su asilo en menos de seis meses.
La migración ha sido una de las principales discrepancias del líder del ÖVP con Angela Merkel, a la que incluso envió remesas de refugiados que llegaron inicialmente a Austria, negándoles así la acogida. De hecho durante su mandato se reunió con el ministro de interior alemán, Horst Seehofer, para trazar un plan conjunto que acorazase ambos países ante el desafío migratorio.
POLÍTICA DE GREEN NEW DEAL
En la cuestión climática, Kurz se ha subido a la ola verde y ha proclamado querer una neutralidad en las emisiones de CO2 para 2045, aunque los verdes de Werner Kogler dan de plazo hasta 2040 en Austria y 2050 en toda Europa. Para 2030, los ecologistas exigen que se reduzcan los gases de efecto invernadero hasta niveles de 1990, cosa de la que Kurz ni siquiera ha hablado en profundidad.
El programa verde austriaco no es, ni mucho menos, un programa de ruptura económica con el neoliberalismo actual, sino hacia el Green New Deal (adaptación verde a los parámetros actuales). Los Verdes piden "movilizar el capital privado hacia formas de energía sostenibles e impuestos verdes", también orientar la producción empresarial hacia lo verde y un turismo sostenible.
Este acuerdo verde está cada vez más asentado en el giro político de los partidos de la derecha tradicional europea para continuar en el poder y es una de las mayores diferencias con la derecha tradicional española, negacionista del cambio climático. Sus homólogos, Los Verdes de Alemania, gobiernan desde hace años en la región de Baden-Württemberg con los democristianos de Angela Merkel, sin que haya habido especiales discrepancias en la política económica entre ambos partidos. Este ecologismo de élites no supone una ruptura con las políticas de empleo anteriores, sino que pretende redirigirlas hacia un capitalismo verde.
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El ecologismo de los partidos ricos del norte de Europa no es mejor que la doctrina liberal de la derecha. De hecho son el soporte de sus políticas, el brazo que pinta de colorines el estado de cosas anterior y actual. Es más, cualquier partido en las instituciones de los países europeos colabora con su tibieza a mantener el statu quo. No hay forma de cambiar las cosas desde dentro del Sistema, cada vez lo tengo más claro.