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Antimilitarismo
Abrazos negros, mujeres hermanas. El Encuentro de solidaridad de Mujeres de Negro en Mérida en 1993
Cuando desaparezca la violencia contra las mujeres, desaparecerá la guerra. Más que una declaración de principios, la frase era —y es— todo un axioma. Figuraba en los panfletos que un grupo de mujeres repartían en La Plaza de la República de Belgrado, todos los miércoles, de 15:30 a 16:30, desde que comenzaron a reunirse el 9 de octubre de 1991, vestidas de riguroso luto. El color de sus vestidos brotaba del nombre de su organización: Mujeres de Negro, Žene u crnom en serbocroata, inspirado en la organización Mujeres de Negro de Israel, donde mujeres israelíes, norteamericanas, italianas, se manifestaban en Tel Aviv desde 1988 en contra de la ocupación de los territorios palestinos.
Ahora, en el corazón de la Serbia ultranacionalista, un grupo de mujeres serbias, croatas, bosnias, creyentes y no creyentes en diversas religiones, de diferente origen étnico, entre 18 y 75 años, feministas y no feministas, se concentraban en silencio los miércoles para protestar, de forma visible y pública, contra la guerra y la explosión de militarismo que había estallado unos meses antes y que convertiría en los siguientes a la antigua Yugoslavia en el último matadero de la Europa del siglo XX.
Ahora, en el corazón de la Serbia ultranacionalista, un grupo de mujeres (...) se concentraban en silencio los miércoles para protestar, de forma visible y pública, contra la guerra y la explosión de militarismo que había estallado unos meses
Stasa Zajovic fue una de las fundadoras de Mujeres de Negro de Belgrado. Ella y las demás mujeres se reunían en aquella plaza con ternura, sororidad y solidaridad, hermanas y amigas abrazadas por encima de los discursos nacionalistas, las narraciones épicas, los rencores históricos, los intereses políticos, las divisiones étnicas. Perseguían los mismos objetivos que otra organización cercana, el Centro de Actividades Antiguerra de Belgrado[1], esto es, la denuncia de la guerra como un sistema patriarcal y la creación de redes de solidaridad pacifista.
En plena vorágine militarista, en una Serbia donde el 80% de la población civil vivía en condición de miseria y subsistencia moribunda, en tanto que el 3% de la oligarquía belicista llevaba una vida derrochadora y opulenta[2], la protesta de aquellas mujeres era ignorada, cuando no condenada, por unos medios que ya habían realizado una depuración ideológica. Los transeúntes que pasaban por la plaza expresaban en ocasiones su indiferencia, pero otras veces las interpelaban: ¡Putas! ¡Lesbianas! ¡Traidoras! ¡Iros a Zagreb con Tudjman!
La oposición democrática al régimen de Milosevic también las ninguneaba, incapaz de entender que su protesta trascendía ideologías, fronteras, aspiraciones políticas. Animaban a la deserción, a la desobediencia civil frente a la movilización militar y el reclutamiento. Denunciaban que en Serbia el Ejército Federal había llamado a la conscripción forzosa a los obreros, a los campesinos, y a quienes no tenían estudios. La carne de cañón de aquella guerra eran los pobres y marginados. Solo en mayo de 1993 se contabilizaban ya más de 300.000 personas que habían abandonado Serbia para no ir al frente. Detrás de aquella masiva deserción estaban, en gran medida, Mujeres de Negro y los movimientos de madres contra la guerra, quienes prestaban apoyo emocional, moral y político a los hombres que rechazaban la movilización forzosa o abandonaban el frente.
El 20 de octubre de 1993 fueron agredidas en aquella plaza por los Águilas Blancas, grupo paramilitar serbio y ultrafascista. En otras ocasiones era la misma policía serbia quien las acosaba, detenía ilegalmente y torturaba, como aconteció con Danica Draskovic, periodista ligada al movimiento pacifista.
La oposición democrática al régimen de Milosevic también las ninguneaba, incapaz de entender que su protesta trascendía ideologías, fronteras, aspiraciones políticas. Animaban a la deserción, a la desobediencia civil frente a la movilización militar y el reclutamiento
La noche del 1 de junio de 1993 la policía entró en su domicilio, la maniató y la arrastró 11 pisos abajo, por las escaleras, pegándole en todo momento con las culatas de fusil. Al salir del edificio sesenta policías, dispuestos en dos filas de treinta, la hicieron desfilar junto a su marido por el medio, dándoles bofetadas durante 10 minutos. Las torturas continuaron en el furgón policial, donde le decían constantemente puta y que la iban a violar[3].
Mujeres de Negro de Belgrado denunció lo que llamó “la batalla de las cifras de las violaciones”. Los diferentes bandos de la guerra hacían públicas las violaciones masivas de mujeres y niñas, instrumentalizando el dolor de las víctimas para avivar más aún los odios de los pueblos.
Conflictos bélicos
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Las violaciones y la llamada limpieza étnica —término acuñado en las guerras balcánicas, pero ya empleado en muchas ocasiones anteriores, a lo largo de la historia, desde la expulsión de los judíos de España en el siglo XV hasta las purgas de Lenin y Stalin— no eran, como denunció Mujeres de Negro, una consecuencia de la guerra, sino un objetivo. La violación usada como arma de guerra trascendía al propio bando: los soldados serbios, croatas, bosnios o cualquier otro violaban a la mujer del enemigo y después, cuando regresaban a su hogar desde el frente, violaban a sus propias mujeres.
La violación usada como arma de guerra trascendía al propio bando: los soldados serbios, croatas, bosnios o cualquier otro violaban a la mujer del enemigo y después, cuando regresaban a su hogar desde el frente, violaban a sus propias mujeres
Las violaciones masivas y la limpieza étnica hicieron poca mella en una comunidad europea que impulsaba el embargo a Serbia sin contar que quien saldría más perjudicado por el mismo sería la población civil, no la militar. No obstante, ello no pudo evitar que, más allá de los grandes acuerdos europeos y tratados de no agresión que quedaban en papel mojado, el grupo de Mujeres de Negro de Belgrado, con Stasa Zajovic a la cabeza, lograra organizar una red de solidaridad que se extendería por buena parte de los países de Europa y que, particularmente en España, contó con bastante apoyo, cristalizando dicho apoyo en el Encuentro de la Red Internacional en Solidaridad de Mujeres contra la Guerra, que se celebró en Mérida a finales de noviembre de 1993.
Este encuentro fue el resultado de una serie de contactos que habían comenzado justo un año anterior, cuando un grupo de cuatro pacifistas del MOC (Movimiento de Objeción de Conciencia), emprendió la Gira Pacifista a los Balcanes, un viaje con el que se pretendía conocer la realidad de los enfrentamientos bélicos y los grupos que se oponían al mismo.
Particularmente en España, contó con bastante apoyo, cristalizando dicho apoyo en el Encuentro de la Red Internacional en Solidaridad de Mujeres contra la Guerra, que se celebró en Mérida a finales de noviembre de 1993
Tras contactar con diversos grupos, se decidió mantener relación con Mujeres de Negro de Belgrado, por considerarlas en cuanto a su ideario pacifista, estrategia noviolenta y composición multiétnica, una organización muy cercana al MOC. Aparte de ello, conocieron a Stasa Zajovic, licenciada en Filología que hablaba perfectamente el castellano.
Stasa, por su parte, cofundadora de Mujeres de Negro en octubre de 1991, había mantenido contacto con otras mujeres españolas a quienes conoció en un encuentro de Mujeres por la Paz de noviembre de 1992. En un tiempo en el que aún no existían móviles, ni Internet, o el acceso a estos recursos era imposible, Stasa Zajovic y su grupo mantuvieron contacto fluido mediante el uso de faxes, teléfonos, cartas y mensajes enviados a través de otras personas, como las cartas que sacaba desde Sarajevo Susan Sontag y hacía llegar a sus compañeras de Belgrado. Toda una epopeya de la comunicación.
Balcanes
Ex-Yugoslavia: un campo de batalla para los movimientos
Más de dos décadas después de una cadena de conflictos que culminó con la disolución del antiguo territorio comunista, los países de la antigua Yugoslavia ven aumentar las tensiones nacionalistas y étnicas. Pero no son solo estos los problemas actuales de esta región termómetro entre el este y el oeste de Europa.
El MOC decide entonces organizar una gira de Stasa por España de 20 días y pide colaboración en diversas ciudades a los grupos feministas y pacifistas, por considerar que tales grupos deben implicarse de lleno en la organización de esta gira[4].
El 14 de abril de 1993 Stasa Zajovic llega a Cáceres, donde se organiza un encuentro con personas de diferentes colectivos pacifistas y una Charla-Coloquio, al que acude numeroso público, no sólo de Cáceres, sino también de otras ciudades y pueblos extremeños. En aquella charla Stasa da a conocer un proyecto de ayuda y autoayuda con mujeres refugiadas huidas de Bosnia y realojadas en un campo de concentración, consistente en elaborar productos de artesanía que luego son puestos a la venta a través de las redes de solidaridad de grupos pacifistas. Sin embargo, el carácter de pobreza extrema de las mujeres refugiadas les impide disponer de materiales para su manufactura.
El 14 de abril de 1993 Stasa Zajovic llega a Cáceres, donde se organiza un encuentro con personas de diferentes colectivos pacifistas y una Charla-Coloquio, al que acude numeroso público, no sólo de Cáceres, sino también de otras ciudades y pueblos extremeños
De aquella reunión de Cáceres sale la idea y el acuerdo de enviar corcho como material de trabajo al campo de refugiadas, un material desconocido en Serbia, pero sobre todo sale también el compromiso de alguien que, junto a otras mujeres, se implicaría mucho en tejer la red de solidaridad con Mujeres de Negro: Celestina Pérez González, Celes, quien asistió a la charla desde Mérida movida porque le llamaba “gratamente la atención que una mujer montenegrina, del supuesto bando malo, nos viniese a hablar de las actividades que en contra de la guerra estaba realizando su grupo desde el comienzo de este conflicto”[5].
A partir de ese momento la implicación de Celes es total. Las llamadas de teléfono y los faxes cruzan tanto la región extremeña como la Europa cada vez más sumida en la guerra. En poco tiempo, después de varias reuniones en Badajoz, se constituye el Colectivo de Solidaridad con los Pueblos de la Antigua Yugoslavia, cuya presentación pública se hará el 17 de junio a través de una rueda de prensa, celebrando un acto el 29 de junio en el bar Alcandoria de Mérida, donde se proyectaría la charla que Stasa diera en Cáceres. Originalmente integraron este colectivo la Secretaría de la Mujer de Comisiones Obreras, la asociación Mujeres Agustina de Aragón, el MOC de Extremadura y diversos ciudadanos y ciudadanas). Este colectivo, con el tiempo, será el germen de la Red de Solidaridad con Mujeres de Negro del Estado Español.
La Red echa a andar y el 2 de agosto Celes viaja junto a otras mujeres de Sevilla, Zaragoza, Bilbao y Barcelona a Novi Sad, en el norte de Serbia, a orillas del Danubio, al II Encuentro Internacional de la Red de Solidaridad de Mujeres contra la Guerra, que se celebraría entre el 3 y el 8 de agosto de 1993 en diversas ciudades, como Subotica o Trensjevac (punto clave de la resistencia femenina antimilitarista en Vojvodina), con tremendas dificultades para entrar, debido al embargo y las condiciones de guerra.
En aquel encuentro, que finalizó con una protesta pública y visible en la plaza pública de Novi Sad, se juntaron más de 150 países de todo el mundo: italianas, vascas, francesas, alemanas, austriacas, norteamericanas, inglesas, israelíes, macedonias, croatas, bosnias, montenegrinas, eslovenas…, toda una babel de lenguas en boca de mujeres vestidas de negro que acallaron con su silencio y sus pancartas el ruido de las bombas sobre Europa en aquella tarde de principios de agosto.
Como se narra en el libro que después editaría Žene u crnom, Mujeres por la paz (1994), Celes Pérez llevaba desde Extremadura a aquella reunión una propuesta importante: la celebración del próximo Encuentro internacional de la Red en Mérida, hacia noviembre de ese mismo año, 1993, coincidiendo con el encuentro estatal de la Coordinadora Feminista de España. Dicha propuesta iba avalada por la palabra de la Dirección General de la Mujer, organismo del Gobierno de la Junta de Extremadura, que se había comprometido a correr con los gastos de desplazamiento de las mujeres que vinieran de la ex-Yugoslavia y la organización de las jornadas.
Mujeres de Negro de Belgrado aceptó la propuesta con una condición: que no se hipotecara políticamente el encuentro y que fueran ellas y el resto de la Red quienes, al margen de la Directora General, propusieran el contenido político del acto (palabras textuales de Celes Pérez), de tal modo que lo pudieran organizar de la forma antijerárquica en que se habían realizado las anteriores jornadas, con talleres de discusión en los que todas las mujeres participasen.
Mujeres de Negro de Belgrado aceptó la propuesta con una condición: que no se hipotecara políticamente el encuentro y que fueran ellas y el resto de la Red quienes, al margen de la Directora General, propusieran el contenido político del acto
Tras la vuelta de Novi Sad el grupo de Mérida comienza a preparar el Encuentro. Conscientes de que la subvención de la Dirección General de la Mujer será insuficiente, se preparan diversas actividades con el fin de recaudar fondos, ahora constituido el colectivo como Plataforma de Solidaridad con la Antigua Yugoslavia (integrada por la Asociación de Mujeres Progresistas 8 de Marzo, el Colectivo Lácara, la Asociación Pedagógica Paideia, el colectivo Mujeres de Negro de Extremadura y la Asociación de Mujeres Profesionales Malvaluna). Sin embargo, el 19 de octubre, a tan solo un mes de celebración del Encuentro (palabras de Celes Pérez), la Directora General de la Mujer, incumpliendo la promesa que inicialmente había hecho, anuncia a la Plataforma que la única forma en la que se puede subvencionar los gastos del Encuentro es que se realice bajo el rótulo de “Organiza la Directora General de la Mujer”, anunciándose así en carteles y prensa y con la apertura y clausura de las jornadas a mano de dicha Directora General y resto de autoridades políticas autonómicas.
La Plataforma, reunida en asamblea al día siguiente, estima de forma unánime como inaceptable la imposición de la Directora General de la Mujer de la Junta de Extremadura, por entender que supone una intromisión política, una manipulación en beneficio de sus propios intereses y una traición y engaño a Mujeres de Negro.
Ese mismo 20 de octubre la Plataforma decide continuar con los preparativos, a sabiendas de que será difícil conseguir los fondos necesarios para pagar los viajes y alojamiento de las mujeres que vendrían de Belgrado, teniendo en cuenta lo poco que quedaba para el Encuentro y que se necesitaban al menos dos semanas para gestionar los trámites burocráticos en Belgrado que les permitiera salir del país.
No obstante, el 21 de octubre la Plataforma anunció a la Directora General de la Mujer de la Junta de Extremadura que renunciaba al dinero con el que pretendía comprarla, y se redoblaron los esfuerzos para conseguir dinero, sobre todo con festivales en los que tanto artistas como organizadores participaron de forma altruista como mediante la venta de bonos de apoyo mutuo.
Antimilitarismo
Una mirada feminista a la lucha por la paz
Las luchas contra las guerras, tradicionalmente, solo se han pensado y analizado desde el punto de vista masculino. La Paz, en cambio, se ha asociado y exigido a las mujeres, de hecho, es frecuente la simbolización de la misma por medio de la imagen de una mujer, asociado a la idea de la abundancia y la fertilidad.
Tras la celebración de cinco festivales en distintas localidades extremeñas, se logró recaudar más del dinero que faltaba, y por fin el 25 de noviembre llegaron a Mérida Duska, Gordana, Jadranka, Jasmina, Sonja, Stasa, Rada y Violeta, ocho mujeres en representación de Mujeres de Negro de Belgrado, para participar en el III Encuentro de la Red Internacional en Solidaridad de Mujeres contra la Guerra, el primero que se celebraba en el Estado español, sin ningún tipo de ayuda económica institucional y, como dijo Celes Pérez, “desafiando así las ataduras y amenazas ideológicas con las que, en los últimos tiempos, se está hipotecando a una buena parte de los movimientos ciudadanos”.
Tras la celebración de cinco festivales en distintas localidades extremeñas, se logró recaudar más del dinero que faltaba, y por fin el 25 de noviembre llegaron a Mérida Duska, Gordana, Jadranka, Jasmina, Sonja, Stasa, Rada y Violeta
El Encuentro, celebrado los días 27 y 28 de noviembre en Mérida, fue todo un éxito. En él participaron, aparte de Mujeres de Negro de Belgrado, 150 mujeres venidas de todo el Estado español. Hubo muchos hombres colaborando en labores de apoyo logístico, tales como en las inscripciones al congreso y los desplazamientos. Los talleres fueron exclusivamente de mujeres. Una transcripción de los mismos se puede encontrar en el citado libro Mujeres por la paz, editado en 1994 por Mujeres de Negro de Belgrado con la ayuda solidaria de la Plataforma de Solidaridad con los Pueblos de la Antigua Yugoslavia de Extremadura.
Los testimonios de aquel encuentro reflejan los lazos de sororidad y solidaridad que se entretejieron entre las mujeres de la Red. Las despedidas, selladas en interminables abrazos, se convirtieron en emociones difíciles de olvidar. Como dijo Gordana, una de las participantes serbias, esa solidaridad entre mujeres es el futuro del mundo.
Las acciones no acabaron allí. Continuaron extendiendo la Red y los encuentros, con un papel esencial también desempeñado por hombres que apoyaron y participaron en todo momento en esa Red de mujeres, como la aportación de Javier de Torres y Manuel Rodríguez, ambos vecinos de Mérida.
Javier de Torres (entre otras cosas pedagogo, mimo, delegado de Mérida en el X Congreso de CNT celebrado en Córdoba en 2010), realizó un viaje primero en solitario hasta Belgrado, donde contactó con Mujeres de Negro, y después, en julio de 1995, en compañía de Manuel Rodríguez, profesor de instituto, ambos excelentes amigos. Durante este último viaje, en el que le robaron el coche a Manuel en Belgrado, se cometió el genocidio de Srebrenica, la matanza de 8.000 personas de origen bosnio musulmán en esa región a manos de los serbios bosnios bajo el mando de Ratjo Mladic, con la connivencia y el laissez faire de los cascos azules de Naciones Unidas.
Manuel y Javier enviaron sus crónicas desde Belgrado sobre esta matanza, que solo fueron publicadas por el periódico CNT, mientras el resto de la prensa explicaba el conflicto como si de una película de guerra se tratara. Javier recuerda que entre los materiales que les pidieron Mujeres de Negro para llevar estaban todos los condones que pudieran conseguir. Cabe decir que entre el ideario patriotero y machista del belicismo militarista siempre ha anidado la idea de que las mujeres deben parir hombres para la guerra.
“Camino por la calle abrazada a la muerte todos los días. Pero experimento una alegría cada vez que recibo vuestro paquete, vuestra palabra escrita. Sois fabulosas. Vuestra foto puesta en la pared junto al telefax es un gran consuelo para mí. Tengo prisa, voy al teatro”
Entre los objetivos de Mujeres de Negro siempre estuvo la conveniencia de dar publicidad visible a sus acciones y explicar sus objetivos. Para ello se editó primero un pequeño libro, en formato de cuaderno, titulado “Desertores a la guerra en la ex-Yugoslavia”, con numerosos testimonios y declaraciones de objetores y desertores, traducido por Stasa Zajovic y maquetado por Javier de Torres y Manuel Rodríguez, financiado gracias a la ayuda solidaria de Suport Mutu, de Castelló. Posteriormente, Žene u crnom editaría el libro Mujeres por la paz, el cual ha servido de base para realizar este artículo.
Jadranka Milicevic fue una de las Mujeres de Negro que participó en el Encuentro de Mérida. A finales de enero de 1994, tras su vuelta a Belgrado, recibió junto a su amiga Lepa Mladjenovic una carta de Jasna Diklic, actriz de teatro que vivía en Sarajevo, durante el asedio. La carta le llegó desde Estados Unidos a través de Susan Sontag, que había abandonado poco antes la ciudad que Juan Goytisolo denominó el sitio de los sitios. En aquella carta Jasna les decía a sus amigas de Belgrado:
“Anoche fueron asesinados seis niños mientras esquiaban. Ninguno de ellos era mayor de doce años. He visto la sangre en la nieve. Sus cráneos estaban desparramados. Mi marido y yo no pudimos contener el llanto. ¿Es posible que yo viva esta tragedia? Camino por la calle abrazada a la muerte todos los días. Pero experimento una alegría cada vez que recibo vuestro paquete, vuestra palabra escrita. Sois fabulosas. Vuestra foto puesta en la pared junto al telefax es un gran consuelo para mí. Tengo prisa, voy al teatro”.
REFERENCIAS
[1]El Centro de Actividades Antiguerra de Belgrado estaba compuesto por el Parlamento de Mujeres, el Lobby de Mujeres, el Parlamento de Helsinki, el Foro Étnico y el Movimiento Europeo” StasaZajovic, La guerra de Yugoslavia empezó antes, El País, 24-05-1993, Pág. 14.
[2]Žene u crnom, Comunicado con motivo de dos años de nuestra protesta, 7-10-1993. Octavilla.
[3]Žene u crnom. Comunicado con motivo de la detención de Danica Draskovic, Belgrado, 12-06-1993.
[4] Dossier elaborado por el Colectivo de Solidaridad con los Pueblos de la Antigua Yugoslavia, Extremadura, 1993.
[5] Los hilos de Mujeres en España, en Zajovic, Stasa, Mujeres por la paz, Žene u crnom, Beograd, 1994., Pág. 186.
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Gracias Txema, los pelos de punta se me han puesto de recordar el genocidio en la ex-Yugoslavia, sin que la Unión Europea hiciera nada o incluso armara y colaborara. Rabia infinita contra los traidores del PSOE, jamás olvidaremos, jamás perdonaremos.