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Opinión
Los discursos belicistas matan

La Comisión Europea ha tomado una posición inequívocamente favorable al aumento del gasto militar, una decisión que cuenta con el respaldo de la mayoría de los Estado miembros y que se está consolidando en la opinión pública a través de una intensa campaña tanto mediática como política.
Ante el auge de la banalización del discurso belicista y la ocultación de intereses tanto geopolíticos como económicos en “Gerrarik EZ!” vemos necesario analizar las estrategias discursivas que están siendo utilizadas durante los últimos meses.
En primer lugar, la fabricación de enemigos como justificación para el gasto militar. Este no es un fenómeno nuevo, lo vimos antes de la Primera Guerra Mundial, cuando se promovió la idea de que el rearme era esencial para la defensa de los valores nacionales. Esta narrativa impulsó la producción masiva de armamento y benefició a las industrias de guerra de diversas potencias. Debemos recordar que los lobbies armamentísticos siempre han encontrado en el temor y la inseguridad un motor de expansión económica. Lo vimos entonces y lo vemos ahora, lo que en su momento fueron, Krupp en Alemania o Vickers en Reino Unido están siendo hoy Rheinmentall o Airbus Defense.
Lanaren Ekonomia
Lanaren Ekonomia Fusilak, dronak eta interes ekonomikoak: heriotzaren negozioa.
En segundo lugar, la fabricación de la estrategia ideológico-política la cual intenta consolidar el gasto militar como una necesidad incuestionable. Esta maniobra posee tres engranajes: por un lado, la construcción del riesgo agresivo: la percepción de una amenaza inminente es el primer pilar sobre el que se edifica la justificación del rearme. Por otro lado, la construcción del discurso de la urgente necesidad: la lógica del “no hay alternativa”, los medios de comunicación juegan un papel fundamental en la difusión de este discurso, promoviendo una sensación de constante alarma, asimismo a través de esta estrategia se legitima la utilización de fondos públicos para el gasto armamentístico. Por último, la construcción de una estrategia de socialización de la oportunidad obligada: en esta se presenta la expansión de la industria armamentística como una fuente de empleo, desarrollo tecnológico y prestigio geopolítico.
En este último argumento se presenta la producción de armamento como un motor de crecimiento, generador de empleo y dinamizador de la innovación tecnológica. Este discurso resulta especialmente intenso en regiones con una fuerte base industrial, como Hego Euskal Herria y por tanto, no es casual que sea uno de los más reiterados durante los últimos meses, lo vimos con Zedarriak y lo hemos podido escuchar también en boca de nuestros representantes políticos. Pero debemos recordar que fue el pueblo vasco quien dijo “NO A LA OTAN” y que la industria militar solo acarrea, muerte, destrucción y políticas de austeridad para la clase trabajadora.
“Cada euro invertido en armamento es un euro que no se destina a fortalecer la sanidad o la educación pública, cada euro invertido en armamento es un euro invertido en el asesinato de la clase trabajadora”
¿A qué están jugando nuestros representantes políticos?, ¿a qué están jugando los medios de comunicación? Cada euro invertido en armamento es un euro que no se destina a fortalecer la sanidad o la educación pública, cada euro invertido en armamento es un euro invertido en el asesinato de la clase trabajadora. Debemos de tener claro que las guerras empiezan aquí pero que son los países del sur global quienes más sufren el auge del militarismo y que son los ricos los que envían a los hijos y las hijas de la clase trabajadora al frente.
Asimismo, se ha de recalcar que a pesar de la masculinización de los ejércitos y que los integrantes de los mismos sean mayoritariamente hombres, las mujeres, los cuerpos de las mujeres y por tanto, los derechos de las mujeres se han convertido en objetivos militares.
Por tanto, con todo ello, ni guerra que nos mate, ni paz que nos oprima. La verdadera seguridad no puede basarse en la acumulación de armas, sino en la construcción de sociedades más justas y equitativas. El gasto militar para gasto social.