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Antiespecismo
“Piel es asesinato”
Activistas de Bilbao protestan “en cueros” contra el uso de pieles.
Con el termómetro de la ría marcando 11 grados, una veintena de personas se han desnudado hoy, en el suelo de la plaza del Arriaga y cubiertas de sangre simulada, para protestar por el consumo de pieles de otros animales. Alrededor de 20 activistas más, de pie tras ellas, sujetaban las letras de la frase "Piel es asesinato" (y más tarde la misma frase en euskera: "Larrua erailketa da").
La protesta, que la comparsa Piztiak viene celebrando cada año desde hace "unos tres o cuatro inviernos", ha sido realizada "para concienciar sobre el sufrimiento que padecen los animales a los que matan para comerciar con su piel" en palabras de Alba Mendoza, portavoz del colectivo. "Muchos de ellos viven toda su vida encerrados, y se les mata de formas horribles: electrocutados insertando objetos en sus genitales, asfixiados, gaseados por monóxido de carbono teniendo que padecer hasta 30 minutos de agonía (...)"
No solo el típico abrigo de visón
Las organizadoras de la performance aclaran que protestan por todo tipo de explotación de los otros animales. "Nuestra visión es antiespecista. Lo que queremos que la gente se plantee es que no solo el típico abrigo de piel sino que también al adquirir cuero, lana... Estás apoyando la industria de explotación de animales".
Una industria, por cierto, muy lucrativa. Sin tener en cuenta el cuero y otros materiales de origen animal usados para vestimenta, según la International Fur Trade Federation (IFF, un lobby internacional de explotadores de piel animal), la peletería es un negocio cuyos beneficios aumentan día a día y mueve cada año 40.000 millones de dólares.
La misma organización reconoce que el 85% del total de las ventas de piel proviene de animales criados para ello en granjas, llegando el restante 15% a través de animales que viven en libertad y que son capturados por su piel.
Vidas y muertes insoportables
Tanto si los animales proceden de granjas como si son obtenidos mediante la caza, las vidas de los individuos a los que se mata por su piel terminarán de forma violenta y dolorosa.
Según denuncian Piztiak y otras organizaciones por la liberación animal, los animales cuya piel se destina a consumo humano son ejecutados a menudo mediante electrocuciones vaginales o anales o gaseados; lo importante para la industria es que la piel pueda ser comercializable, no que la muerte del animal sea indolora. Aquellos que vivían en libertad son cazados en ocasiones mediante trampas que les rompen las extremidades, haciéndoles sufrir durante días hasta que mueren, habitualmente de sed o desangrados.
De este modo, animales que normalmente podrían vivir hasta 20 años, como las chinchillas, son ejecutados antes de llegar a los 7, o en el caso de los visones americanos, que pueden llegar a vivir de 4 a 8 años, son gaseados con unos 6 meses de edad, cuando su piel llega a un espesor comercializable.
Al margen de cómo mueren, los animales criados en granjas pasarán sus vidas encerrados en espacios siempre demasiado pequeños, hacinados y sufriendo enfermedades mentales derivadas del encierro (zoocosis), lo que les provoca realizar desde movimientos compulsivos hasta la automutilación y el canibalismo entre unos y otros o con sus propias crías, tal y como explican organizaciones como Igualdad Animal.
¿Y el cuero?
El cuero es otro producto extraído de otros animales y que se utiliza habitualmente para la vestimenta y el calzado, cuyo uso no está tan generalizadamente denostado como el de las pieles en el caso de los abrigos de lujo. Sin embargo, según la portavoz de Piztiak, para los animales implica el mismo sufrimiento y el mismo tipo de vida ligada a su explotación.
Aunque en ocasiones la sociedad ve justificable el uso del cuero, pues existe la creencia de que proviene de animales a los que matamos como alimento, esto ni siquiera siempre es así; muchas veces las vacas a las que se les arranca la piel no son las mismas de las que se extrae la carne. De hecho, el cuero puede venir de países muy alejados como India, así que su transporte incrementa, aún más, el daño ecológico que de por sí supone esta industria, altamente contaminante.
En concreto, el curtido de la piel es un proceso químico complejo que hace, entre otras cosas, que esta no se pudra ni se quede rígida. Supone un gasto ingente de agua y una serie de vertidos que pueden conllevar arsénico, cianuro y otras sustancias químicas relacionadas con trastornos nerviosos y enfermedades respiratorias. Además, la plantación de monocultivos para alimentar a esta gran cantidad de animales reproducidos de forma antinatural conlleva la deforestación.
La legislación
Volviendo a la peletería, la cría de animales para la industria peletera está prohibida ya en algunos países como Inglaterra, Alemania, Holanda, Austria y Croacia. Suiza tiene unas políticas tan restrictivas al respecto que en la práctica supone que no se dé este tipo de explotación en este país. Holanda, además de prohibir la apertura de nuevas granjas comenzó un proceso de cierre de las ya existentes.
Precisamente a partir de esas prohibiciones, en el Estado español (en Galicia sobre todo) se han solicitado en los últimos años una serie de licencias de empresas extranjeras para poder operar aquí, aprovechando la posibilidad legal y también unos costes inferiores a los del norte de Europa.
Hay alternativas
Hoy en día existe la tecnología suficiente como para crear materiales para vestirnos y protegernos del frío sin tener que recurrir a partes de cuerpos de otros animales, hay alternativas basadas en fibras vegetales (cáñamo, algodón, lino, etc.) o sintéticas (acrílicos, Gore-Tex, etc.). Además, en bastantes casos, las alternativas, además de ser más éticas por no suponer explotación animal, son mucho más ecológicas, cómodas y hasta económicas.