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Los economistas de la corriente dominante se han convertido en un serio problema para la sociedad. Algunas de sus propuestas, ideas, recetas o recomendaciones de política económica muestran un grado de psicopatía difícil de encontrar en otras profesiones. Ello viene a colación de ciertos tweets que el otrora economista del Fondo Monetario Internacional, Olivier Blanchard, el mismo que en mayo de 2008 nos aseguraba que la macroeconomía global se encontraba en el mejor de los mundos posibles. Ahora vuelve a la carga y nos ofrece su receta para luchar contra la inflación actual, aumentar el desempleo. No me sorprende. En un artículo previo, La ortodoxia, responsable de la inflación, generará un desempleo masivo, ya avisamos de lo que iban a hacer, agravarían la inflación que ellos han generado con un aumento deliberado del desempleo masivo. Será la obra póstuma de unos sádicos.
Permítanme refrescarles que decían esos tweets, publicados por el mismo Blanchard el 22 de julio. El hilo, abro comillas, decía lo siguiente: “Una reflexión sobre la lucha contra la inflación:
1. Cuando la inflación proviene de un sobrecalentamiento, convencer a los trabajadores de que la economía tiene que ralentizarse, y que el desempleo tiene que aumentar para controlar la inflación, es difícil, pero al menos se puede explicar la lógica.
2. Cuando la inflación proviene de un aumento de los precios de las materias primas y la energía, convencer a los trabajadores de que el desempleo tiene que aumentar para controlar la inflación, es aún más difícil. “¿Por qué debería perder mi trabajo porque Putin invadió Ucrania?”
3. Esto hace que el trabajo y la estrategia de comunicación de los bancos centrales sea muy difícil.”
La ortodoxia, además de inflación, generará desempleo
No digan ustedes que no les avisé. Los neoclásicos, además de la inflación, pretenden generar desempleo. El lote completo. No se puede ser más inútil. No previeron la Gran Recesión, obra y gracia de la mayor deuda privada de la historia, alrededor de distintas burbujas. Y ahora, esto, inflación y desempleo, resultado de sus recomendaciones. Pero ahí siguen todos ellos, ocupando puestos de responsabilidad en diferentes organismos multilaterales, asesorando a diferentes gobiernos, ocupando platós de televisión, asistiendo a distintas tertulias radiofónicas, permitiendo que la financiarización campe a sus anchas y arruine a millones de familias.
La receta es mucho más sencilla: vuelvan a regular los mercados derivados de materias primas; terminen con el sistema marginalista de fijación de precios de la electricidad; vayan a saco a por los beneficios puros derivados del aumento de poder de mercado en los distintos sectores económicos; troceen empresas y bancos que hayan acumulado un poder de mercado excesivo; protejan los derechos humanos que describe la carta fundacional de la ONU de las sucias manos de la financiarización… Y un consejo final, por favor, déjennos en paz.
La pregunta que me hago una y otra vez es ¿por qué todas estas soluciones sencillas y aplicables fueron, son, y serán ignoradas?, ¿por qué siempre todo pasa por aplicar un daño innecesario a la ciudadanía? Si fuera por incompetencia, que lo es, ya se habría producido un cambio de políticas. Pero la razón es otra: por instinto de clase y de protección de la élite dominante. Y para ello necesitan la cooperación de una tecnocracia económica bien remunerada, pero absolutamente inoperante, la cual hace que el sistema parezca hasta bueno y saludable.
Análisis
La recesión, autoinfligida, que se avecina
La economía, en su estado actual, es una pseudo-ciencia
Estamos inmersos en una profunda crisis de visión del pensamiento económico moderno. Ya en 1995, Robert Heilbroner y su pupilo William Milberg publicaron un libro con un título muy sugerente, que nos avisaba de lo que venía, “The Crisis of Vision in Modern Economic Thought”. La crisis en cuestión era consecuencia de la ausencia de una visión, de un conjunto de aquellos conceptos políticos y sociales compartidos, de los que depende, en última instancia, la economía. A la decadencia de la perspectiva económica le han seguido diversas tendencias cuyo denominador común era una impecable elegancia a la hora de exponer los términos, acompañada de una absoluta inoperancia en su aplicación práctica. Y de aquellos barros, estos lodos.
Todos los economistas pertenecientes a la corriente dominante muestran un comportamiento gregario, difícil de erradicar. Sin embargo, hay excepciones, y por lo tanto cierta esperanza. Una de ellas es el que fuera premio Nobel de economía, Paul Romer, y que en su momento dio un paso adelante, abandonando el lugar tenebroso de la ortodoxia. La economía, en el momento actual, representada por la corriente dominante no deja de ser una pseudo-ciencia. En The Trouble with Macroeconomics, Romer entona un mea culpa, y nos obsequia con un resumen que no tiene desperdicio. “Durante más de tres décadas, la macroeconomía ha ido hacia atrás. El tratamiento de la identificación ahora no es más creíble que a principios de la década de 1970, pero escapa al desafío porque es mucho más opaco. Los teóricos de la macroeconomía descartan los meros hechos fingiendo una ignorancia obtusa sobre afirmaciones tan simples como “una política monetaria estricta puede causar una recesión”. Sus modelos atribuyen las fluctuaciones de las variables agregadas a fuerzas causales imaginarias en las que no influye la acción de ninguna persona. El paralelismo con la teoría de las cuerdas de la física apunta a un modo de fracaso general de la ciencia que se desencadena cuando el respeto a los líderes de gran prestigio se convierte en una deferencia a la autoridad que desplaza los hechos objetivos de su posición como determinante último de la verdad científica (pensamiento gregario)”. Y ahí seguimos.
Análisis
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Yo mas bien hablaría de religión. Una de tantas.
De siempre las religiones han ayudado a mantener un marco mental, de creencias y opiniones, que permitiera un determinado tipo de estructura social. Con sus papas, sus faraones, sus reyes por mandato divino, pecados y agentes moralizantes, etc.
Durante el XIX y XX se dio un gran avance de la ciencia con sus evidentes éxitos en sus contrapartes tecnológicas en medicina, química, electrónica, mecánica, etc. Un tipo de saber humano que, en su reducido ámbito de conocimiento, era capaz de efectuar predicciones creíbles. Impresionante!
Desde entonces las religiones tuvieron que cooptar la marca “ciencia”. La economía es uno de los casos mas flagrantes. Un caso acuciante es el uso torticero de la selección natural de Darwin para dar apariencia de inevitabilidad divina a la competición a muerte del de abajo. Obviando los casos de cooperación y las visiones sistémicas (ecosistemicas) que también pueden desarrollarse a partir del paradigma Darwiniano.
El neoliberalismo necesita de una clase baja explotable, sin tiempo ni formación fuera de la propaganda oficial, que crea en la competición entre pobres. No es grave si, de vez en cuando, hay algún caso de pobre que consigue trepar a la cima pisando cabezas. El paradigma del boxeador humilde campeón del mundo es muy grafico. Cuántos perdieron por KO en su camino! Y aun así tendemos a verlo como un héroe individual mas que como un síntoma de tragedia social. Así se mantiene la zanahoria para promover y azuzar la competencia. Si te esfuerzas lo suficiente, si luchas, si lo mereces, lo conseguirás. El sueno húmedo del explotador: disponer de una masa desesperada, solicita, encantada de comerse los unos a los otros.
En las cúspides, sin embargo, esta claro que la lucha equitativa que se plantea esta trucada. Los grandes grupos viven del poder de lobby que tienen sobre los poderes públicos. El estatus social determina en gran medida las posibilidades educativas.
La economía ortodoxa seria, pues, el credo religioso requerido para mantener todo esto. Me parece la explicación mas simple.
Lo que se escapa de mi análisis son los mecanismos como ocurre todo esto. Qué lleva a los economistas ortodoxos a trabajar tan deliberadamente como sacerdotes del sistema neoliberal?
A nivel individual, desde abajo, se entiende que impere el impulso de agradar a los referentes de mas rango, halagandolos y identificándose ideológicamente con ellos. Como secta bien jerarquizada. Solo así se escala. Esto explicaría la falta de pensamiento critico fuera de su marco. La ceguera ante la realidad. La anti-ciencia (aun asumiendo vocabulario científico).
Queda por explicar como se construye el cuerpo epistemológico. La creencia. Hay intención deliberada arriba de darle la forma que tiene?
En sintonía con la idea del artículo. Solo decir que el Premio Nobel de Economía, no es tal, sino un premio que conceden los neoliberales del Banco de Suecia, sin nada que ver con los deseos de Alfred Nobel.
La mayoría significativa de los economistas no son más que vendedores de crecepelo, sin argumentos positivos ni claros de ningún tipo.
Antiguos dilemas, conclusiones no nuevas...el capital nos devora...otro modelo, necesario y posible...
Hay una especie de Ley de Oro de la política que dice que los crímenes que comete un Régimen Político Autoritario, Dictatorial, Absolutista, Neoliberal, Cortijero, Filototalitario, Bananero, o Etc. siempre se van a intentar ocultar mediante la comisión de crímenes mayores -(más gordos)- por parte de dicho Régimen. Cualquiera de esta clase de Regímenes -(impunes, antidemocráticos, opacos, sin libertad de prensa ni otras muchas, etc.)- tienen la opción de perpetrar crímenes mayores y peores -(con total impunidad)- para así tratar de ocultar sus crímenes anteriores.
Aquí, EN ESPAÑISTÁN, la Vigente Oligarquía Bananera Cuartelera-Cortijera se fabricó para sus bastardos privilegios UNA BURBUJA FINANCIERA a través del ladrillo principalmente. Esa burbuja ahora se pretende tapar con otra burbuja mucho más gorda todavía, con LA BURBUJA DE DEUDA PÚBLICA.
Esta BUBUJA DE DEUDA PÚBLICA ya también incluye el inefable rescate económico -(a fondos públicos perdidos)- de las diversas "supuestas" megamafias de esta Oligarquía Bananera Cuartelera-Cortijera de ESPAÑISTÁN.
Le están dando a la máquina de hacer dinero para metérselo en los bolsillos a estas bastardas oligarquías; es de esperar que esta megagigantesca burbuja de Deuda Pública también hará estragos -(no sabemos aún cuando será)- entre la clase trabajadora, precarios, desempleados, etc.