Análisis
Sentencia del caso Alves: una oda al consentimiento que da claves sobre el contexto posterior al sí es sí

El sistema judicial, muy a pesar para las mujeres, ha sido el único sitio que ha otorgado carta de veracidad en la determinación del delito de violación. Por eso, un elemento crucial de la sentencia es el reconocimiento de la verdad.
Dani Alves
El futbolista Dani Alves, condenado por agresión sexual.

Doctora en Estudios interdisciplinares de Género y exasesora del Ministerio de Igualdad (2019-2023)

25 feb 2024 06:00

Desde hace siglos, el sistema judicial, muy a pesar para las mujeres, ha sido el único sitio que ha otorgado carta de veracidad en la determinación del delito de violación. La cultura de la violación ha avalado un doloroso sistema de creencias, estereotipos y mitos que deciden quién puede ser víctima, quién es un agresor o cuáles serán las narrativas creíbles para delimitar lo que es una agresión sexual o no. Ninguna de nosotras se ha librado de este disciplinamiento. 

Aún, en nuestro país, el poderoso reino jurídico sigue condicionando los marcos sobre los que se debe determinar lo que es o no es una violación, a pesar de que el resto de profesionales de otras disciplinas —como la historia, la sociología, la psicología, la medicina, el trabajo social, la educación social, la psiquiatría, las ciencias políticas o la filosofía— no necesitamos al reino jurídico para concluir cuando una mujer ha sido o no violada. Es más, muchas de las ramas asociadas a la intervención social son la únicas que han luchado desde el siglo pasado por garantizar el derecho a la reparación de las mujeres, mientras los juzgados las revictimizaban o no las creían. De ahí la expresión que algunas utilizamos cuando señalamos que las expertas de los recursos especializados salvan vidas. 

Todas las activistas feministas o profesionales, también las compañeras juristas feministas,  sabemos que el sistema judicial es una máquina trituradora para las supervivientes de violencias sexuales. Aquí y en cualquier lugar de este plantea. Llevamos décadas estudiándolo y denunciándolo. De hecho, siempre recuerdo que tras finalizar en 2017 la investigación de Amnistía Internacional Ya es hora de que me creas: un sistema que cuestiona y desprotege a las víctimas, todas las supervivientes entrevistadas, incluso, las pocas que habían conseguido un sentencia condenatoria, nos señalaron que “si lo hubieran sabido, no habrían denunciado”. Si además eres pobre, negra, racializada, migrada en situación administrativa irregular, con problemas de salud mental o prostituta, llamar a la puerta del sistema judicial es adentrarse en la casa del terror.

Por eso mismo, antes de que un jurado lo dictaminara, todas nosotras, y no por ciencia infusa, sino precisamente porque conocemos como opera el orden patriarcal, sabíamos que el millonario jugador de fútbol Dani Alves, había violado a una mujer en los baños de la discoteca Sutton.

La sentencia del caso Alves es importante porque la superviviente ha dicho estar satisfecha con el reconocimiento de la verdad, y también porque aporta claves para entender el contexto por el que atraviesa nuestro país

Hace tres días que el sistema judicial ha vuelto a sentar cátedra mientras las redes sociales, los medios y esa legión de falsos licenciados en derecho manipulan un relato cargado de mentiras o medias verdades sobre la sentencia y acerca de la ley del sí es sí. Pero, dejando al margen mi reconocida aversión por el patriarcado judicial y ese espeluznante “presunto” en boca de algunos y algunas, esta sentencia es importante por dos cosas. La primera, porque la superviviente ha referido, en boca de su representante legal, estar satisfecha con el reconocimiento de la verdad, es decir con que se la haya creído. Y la segunda, porque aporta claves esenciales a la hora de entender el contexto histórico y cultural por el que atraviesa nuestro país, tras la necesaria aprobación de la primera Ley Orgánica de Garantía Integral de la Libertad Sexual. 

La sentencia, a pesar de que para algunas sea decepcionante en términos punitivos, es un buen termómetro sobre lo que está sucediendo en nuestro sistema judicial y en nuestra sociedad. Y, aunque soy consciente de que queda casi todo por hacer —para empezar, el gobierno debe implementar de manera inmediata y urgente la ley del sí es sí en su totalidad—,  creo que vivimos en un momento histórico en el que las supervivientes inspiran un cambio tan radial, que su voz debe permanecer en el centro de esta lucha social como las grandes protagonistas de una transformación social y cultural capaz de asaltar las mazmorras de este siniestro patriarcado.

No es una afirmación naif, es a lo que las feministas aspiramos. Con cuidado además de que no sean los grandes medios los que de nuevo, bajo una falsa lógica feminista, como ya denunció en su día Nerea Barjola en Microfísica sexista del poder (Virus Editorial, 2018), se apropien del relato de las víctimas con entrevistas a agresores sexuales al mismo nivel que las agredidas. El relato solo nos pertenece a nosotras. Analizar esta sentencia desde una mirada no jurídica, es un trabajo fácil. No hay que tenerle miedo a las leyes, ni a las sentencias. Como decíamos desde el Ministerio de Igualdad en plena crisis por la ley del sí es sí, “esta ley es de todas”. Es sencilla de entender y sobre todo es urgente de aplicar. En las sentencias sobre violencias sexuales pasa algo similar, comunican mucho sobre los contextos sociales, políticos y culturales en los que nos vemos inmersos en cada cultura o país. 

En el caso de esta sentencia hay un elemento crucial y central para las supervivientes: el reconocimiento de la verdad. Frente al histórico y  agotador —¡creedme!—, la superviviente ha dejado claro lo importante que es para ella que se la haya creído. Ha quedado sobradamente demostrado que el millonario jugador violó. No solo no mostró el mínimo arrepentimiento posterior, si no que salió disparado de la discoteca con su amigo, mientras veía a la mujer llorar. Voló a México al día siguiente sin culpabilidad alguna tras cumplir con su mandato de masculinidad. Además, muy tranquilo y seguro de una impunidad que se pensó sería intocable. La jugada, en esta ocasión, le salió mal.  

Las profesionales que acompañamos en los procesos de reparación sabemos que las mujeres que han enfrentado alguna forma de violencia sexual lo primero que van a necesitar es que se las crea, que se reconozca la verdad. Por eso yo siempre digo que creer a una víctima de violencia sexual es un acto político de una enorme trascendencia. En violencias sexuales, la verdad y la credibilidad son las dos caras de la misma moneda. Desacreditar a la víctima, negar la existencia del delito, fracturar su credibilidad será la estrategia que tanto los agresores como el orden patriarcal van a desplegar de manera despiadada. En este y en todos los casos. Los judicializados y los no judicializados. 

Esta sentencia es una master class sobre cómo opera un agresor sexual y un entorno cómplice de ello, solicitando una nueva pericial o filtrando información, en definitiva alimentando la cultura de la violación
alimentando todos esos tentáculos de la cultura de la violaciónDe hecho, de la defensa de una agresor sexual no puedes esperar nada bonito a cambio. No sé si se ha comentado en las redes o en los medios, pero leyendo la sentencia me reafirmo sobre los peligrosos tentáculos que despliega siempre el entorno del agresor, con el objetivo acertado de destrozar a la víctima. Humillarla para agotarla. Esta sentencia es una master class sobre cómo opera un agresor sexual y un entorno cómplice de ello. Por ejemplo, solicitando una nueva pericial, filtrado información de la mujer para denigrarla, filtrando información de la propia causa, etcétera. Al fin y al cabo, alimentando todos esos tentáculos de la cultura de la violación cuya impronta se basa en normalizar y amortiguar la violencia sexual. Algo imposible de conseguir si no se manipula el dominio de los significados. En este caso, el de la víctima y el del agresor. 

Al leer la sentencia se descubre como el entorno del agresor lo intentó, pero el tribunal lo desmontó. Maravilloso y reparador para todas este párrafo: “En el ámbito de que haya podido ocurrir con posterioridad una agresión sexual, debe señalarse que ni que la denunciante haya bailado de manera insinuante, ni que haya acercado sus nalgas al acusado, o que incluso hay podido abrazarse al acusado, puede hacernos suponer que prestaba su consentimiento a todo lo que posteriormente pudiera ocurrir”. 

La sentencia aporta también datos significativos sobre como aún, nuestro sistema judicial necesita de una mirada social y clínica sobre las consecuencias de la violencia sexual en los cuerpos y las vidas de las mujeres. Me resulta agotador tener que explicar  a la judicatura, cada vez que tengo la oportunidad de hacerlo —que son pocas veces— que las mujeres que enfrentan procesos complicados de violencia sexual muchas se ven abocadas al silencio incómodo por no ser entendidas. Las consecuencias no impactan solo en su salud mental o física, como muy acertadamente señala esta sentencia, también son consecuencias que afectan a los derechos sexuales y reproductivos, en su forma de relacionarte con el mundo y de volver a confiar en él. 

Desgraciadamente la mirada de la garantía del derecho a la reparación se circunscribe a lo económico, muchas veces insuficiente para las víctimas y, en otras ocasiones, innecesario

Por eso mismo, aunque esta sentencia hace algo maravillo que incluimos por primera vez en este país en el Título VII de la ley el sí es sí sobre el derecho a la reparación integral, desgraciadamente la mirada de la garantía del derecho a la reparación se circunscribe a lo económico, muchas veces insuficiente para las víctimas y, en otras ocasiones, innecesario. Hay múltiples maneras de garantizar la reparación integral y nuestra judicatura tiene que atreverse a hacerlo como ya llevan décadas haciéndolo desde el Sistema Interamericano de Derechos Humanos. 

Y aquí aprovecho para hablar también de la pena. Mucho me temo que esto no va gustar a algunas. Porque si de verdad aspiramos a una transformación radical feminista de nuestra sociedad, debemos tener claro que igual que todas las supervivientes gritan por el reconocimiento de la verdad, no todas quiere enfrentarse a un proceso judicial, ni desean penas altas. Lo que yo necesito o deseo no es lo que todas necesitan. Somos titulares de derechos que no podemos ser tuteladas por las voces de otras. Algunas, como me dijo hace unas semanas una empleada de una importante empresa acosada sexualmente por un superior, —Bárbara, yo no quiero que vaya a la cárcel, quiero que le inhabiliten y le aparten de todo—. Otra madre lloraba desesperada porque el agresor sexual no había sido condenado ni a un mísero año de cárcel. Porque en violencia sexual no importa lo que queramos el resto, ni siquiera lo que yo quiera, que llevo 20 años acompañando a las víctimas y supervivientes, lo único que importa es lo que necesitan y desean las víctimas. 

Dicho esto. A mi también me parece baja la pena. Por lo que intuyo, a la superviviente también, a pesar de haberse quedado satisfecha con el reconocimiento de la verdad. Entre otros motivos, por esa razón se recurrirá la sentencia. 

Antes de finalizar, me gustaría entrar brevemente en una gran aportación que hace la sentencia sobre los márgenes del consentimiento sexual. Un debate al que hemos llegado desgraciadamente muy tarde en este país, pero en el que nos preceden en su reflexión grandes feministas latinoamericanas y anglosajonas, juristas también latinoamericanas y anglosajonas, desde hace décadas. Tampoco quiero olvidar a los propios tribunales penales internacionales que abrieron en los años 90 un inmenso camino en la determinación y politización del consentimiento sexual, lejos de manidas interpretaciones liberales del siglo XIX, hasta el punto de que por ejemplo, el Tribunal Penal de ex Yugoslavia consiguiera determinar que la violación era un crimen contra la humanidad, en donde el consentimiento y la capacidad de las mujeres para otorgar ese consentimiento determinaría la existencia o no de una violación.

La sentencia es, desde mi punto de vista, una oda al consentimiento sexual, a la autonomía sexual, al derecho intocable de todas las mujeres a la libertad sexual 

La sentencia es, desde mi punto de vista, una oda al consentimiento sexual, a la autonomía sexual, al derecho intocable de todas las mujeres a la libertad sexual.  Y aunque nunca este tribunal se atrevería a afírmalo, estoy convencida de que el contexto social y cultural ha sido clave en el atrevimiento de describir al detalle lo que es el consentimiento.  

No debemos olvidar que el consentimiento sexual lo hemos definido las mujeres, las supervivientes y las feministas. En mi caso, voy a politizarlo hasta la extenuación. Sobre todo para para no confundir con negligencias que hacen que las supervivientes lleguen a los despachos de las abogadas o a los recursos especializados con un lío tremendo porque no saben si consintieron o no. La ley del sí es sí lo transcribió de esta forma, siguiendo además el legado teórico de muchas feministas, el de el derecho internacional de los derechos humanos y estableciendo que sólo hay consentimiento “cuando se ha expresado libremente mediante actos, en en atención a las circunstancias del caso, expresen de manera clara la voluntad de la persona”. Así de contundente también lo señalada esta sentencia: 

El consentimiento en las relaciones sexuales debe prestarse siempre antes e incluso durante la práctica del sexo, de tal manera que una persona puede acceder a mantener relaciones hasta cierto punto y no mostrar el consentimiento a seguir, o a no llevar a cabo determinadas conductas sexuales o hacerlo de acuerdo a unas condiciones y no otras. Es más, el consentimiento debe ser prestado para cada una de las variedades de relaciones sexuales dentro de un encuentro sexual, puesto que alguien puede estar dispuesto a realizar tocamientos sin que ello suponga que accede a la penetración, o sexo oral pero no vaginal, o sexo vaginal pero no anal, o sexo únicamente con preservativo y no sin este. Ni siquiera el hecho de que se hubieran realizado tocamientos, implicaría haber prestado el consentimiento para todo lo demás. 

Me gustaría recordar que esto va de darle poder a las voces de las supervivientes, de las víctimas, de todas, no solo de las valientes jugadoras de fútbol sino también de las jornaleras de Huelva

Por ultimo finalizo, obviando en este párrafo final la sentencia, pero ensamblando el cierre con mis primeras líneas, me gustaría recordar que esto va de darle poder a las voces de las supervivientes, de las víctimas, de todas. No solo de las valientes jugadoras de fútbol, de las actrices agredidas sexualmente, de las anónimas alumnas que denuncian a sus vomitivos profesores universitarios, entre muchas cientos de miles. También va de las voces de las jornaleras de Huelva y Almería agredidas por sus patronos y compañeros, abandonadas por un feminismo blanco en el que yo misma me reconozco, avergonzada de ello. También de las mujeres que trabajan en el hogar y en los cuidados, castigadas al silencio ante el miedo a una expulsión y a no poder hablar de los viejos o de los hijos de esos viejos que las manosean o las agreden sexualmente cuando les tienen que cuidar. Y también, de muchas señoras de clase media y alta que descubren que el día en que se casaron, con su matrimonio sentenciaron su muerte. 

Las feministas tenemos una inmensa responsabilidad con ello. Por eso, de esto también va esta sentencia, de transformar todas las vidas, para no acostumbrarnos a vivir bajo el yugo de la cultura de la violación. Como dice la filósofa Linda Martín Alcoff, por favor, no caigamos en a trampa del individualismo dominante y heroico propio de las culturas occidentales. No es una lucha de una, el eco tiene que ser unitario. Porque aunque el individualismo occidental nos quiera hacer creer que Rosa Parks lo hizo sola, hubiera sido imposible si todo el movimiento antirracista no hubiera estado de su lado.

Desde aquí, aunque no creo que me lea, todo mi cariño y apoyo a esta mujer y a sus amigas.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Análisis
Análisis Elon Musk y el gobierno del 0,0001%
La trayectoria empresarial y personal de Elon Musk –además de, por supuesto, su fortuna– lo inclinaban a ocupar el papel que ha acabado ejerciendo en la administración de Donald Trump.
Análisis
Análisis Algunas preguntas incómodas sobre el rearme europeo
Si la UE ha de librar un conflicto con Rusia o China, no sería convencional y en teatro europeo, sino con más seguridad en África, donde se desplazarán con toda probabilidad gradualmente buena parte de las contradicciones del sistema.
Paco Caro
26/2/2024 21:55

Gracias.

0
0
Asanuma
26/2/2024 21:37

Excelente, gracias.

0
0
Gasto militar
Rearme Pedro Sánchez anuncia un aumento del gasto militar de más de 10.000 millones de euros
El presidente del Gobierno ha anunciado la intención de cumplir este año con el objetivo de invertir el 2% del PIB en Defensa, para lo que se van a gastar 10.471 millones de euros.
Sáhara Occidental
Sáhara Occidental Crece la indignación por el apoyo de Sánchez a los planes expansionistas de Marruecos en el Sáhara
Los socios del Gobierno y el Frente Polisario acusan al Ejecutivo de Sánchez de dar la espalda al derecho internacional y usar el Sáhara como “moneda de cambio” para mejorar las relaciones con Rabat.
Reino Unido
Reino Unido La decisión del Supremo de Reino Unido da alas a la transfobia en un contexto antiderechos trans
Los términos “mujer” y “sexo” en la Ley de Igualdad se refieren únicamente a la mujer biológica y al sexo biológico, pese a que esta especificación no aparezca de forma literal en el texto.
Religión
Iglesia Católica El viaje de Jorge Bergoglio, el papa que intentó reformar la Iglesia y no lo consiguió
De ser acusado de cómplice con la dictadura argentina, Jorge Bergoglio, ya ungido como papa Francisco, se convirtió en una de las principales voces de denuncia de la ultraderecha, del neoliberalismo y las violaciones de los derechos humanos.
Culturas
Cultura Tiphaine Rivière y la necesidad de entender a Bourdieu
La francesa Tiphaine Rivière se enfrenta en ‘La distinción’ (Garbuix, 2025) a la obra de Bourdieu para entender el diálogo entre los diferentes estratos sociales.

Últimas

Eventos
Taller de podcast El Salto invita a estudiantes a explorar las posibilidades del formato audiovisual
Proponemos un taller de guion y producción de programas para estudiantes de comunicación y periodismo los días 24 de abril y 8 de mayo.
Ocupación israelí
Ocupación Israelí Tel Aviv encubre en un informe “lleno de mentiras” el asesinato de 15 trabajadores humanitarios
Una investigación interna admite la masacre realizada el pasado 23 de marzo, pero oculta información, es contradictoria y llena de falsedades, según denuncia la Media Luna Roja y la organización israelí Breaking The Silence.
Opinión
Opinión Defender la Tierra significa desmilitarizar
Buscamos vida en otros planetas mientras despreciamos la vida en la Tierra, ignorando la dignidad de las personas, maltratando su biosfera, y tratando sus recursos como si fueran ilimitados.
Galicia
Medio ambiente Una cementera con emisiones de mercurio proyecta una planta de residuos a metros de un pueblo gallego
Sarria convive desde hace décadas con la contaminación provocada por la cementera de O Oural. Ahora, Votorantim Cimientos proyecta la instalación de una nueva planta para la producción de combustible a partir de la coincineración de residuos.
Más noticias
Humor
Humor Reacciones a la muerte del papa
La viñeta de Mauro Entrialgo sobre las reacciones a la muerte del Papa Francisco
China
Pulsos bajo el cielo Taiwán, la isla hermosa en la encrucijada
En este episodio recorremos la isla de Taiwan para explicar su relación geopolítica con China continental desde la perspectiva de los movimientos indígenas y su música
Poesía
Poesía Poética de un temblor disidente
Frente al mandato de la sobreproducción, Txetxu González propone una poética de la lentitud en ‘Si te preguntas por qué un poco (Orígenes de la hiperestesia)’, una obra híbrida que se mueve entre la poesía, el ensayo y el archivo afectivo.

Recomendadas

Galicia
Galicia Así opera en la sombra la banca en el proyecto de la celulosa de Altri en Galicia
La sociedad público-privada Impulsa Galicia, que cimentó los primeros planes de la multinacional papelera y , está participada fundamentalmente por la Xunta y por el banco que surgió de la desastrosa fusión de la cajas de ahorro gallegas.
Líbano
Líbano Cinco décadas sin paz ni justicia en Líbano
El país mediterráneo conmemora el 50 aniversario desde el inicio de la guerra civil, un conflicto cuyos crímenes no se han juzgado y cuyos desaparecidos no se han encontrado
València
València “‘El vol de Guillem’ ha supuesto la liberación de todos estos años de lucha”
Ricard Tàpera, autor del cuento, y Betlem Agulló, hermana de Guillem Agulló, que ha puesto voz a la historia, nos explican cómo ha sido el proceso de creación de esta obra coral, ilustrada por Helga Ambak.