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Agricultura
Breve historia de un crimen imperfecto
El día 6 de Marzo de 2021 se celebró, en la ciudad de Cáceres, la presentación ante la sociedad civil y los medios de comunicación del documental“Pacto Verde, Minas Negras”, producido con fondos del Grupo de la Izquierda en el Parlamento Europeo (GUE). Dicha producción refleja el impacto social y las numerosas movilizaciones que han surgido, por toda la geografía extremeña, como rechazo frontal a las solicitudes empresariales y concesiones administrativas de licencias para la instalación de minas a cielo abierto. En las siguientes líneas se recoge la intervención en dicho acto de Mario Morales Villarroel, agricultor, miembro de la Plataforma contra la minería a cielo abierto Salvemos las Villuercas, una de las nueve Plataformas reivindicativas constituidas, solo en Extremadura.
Los últimos tiempos han sido testigos del intencionado genocidio conceptual del indigenismo y del campesinado. Evidente en el mundo, y particularmente eficaz en Europa.
Aquí el patrón hegemónico condenó a la realidad indígena y campesina a ser expulsada a una marginalidad peyorativa, por la misma sociedad de la que formaba parte. Su delito consistió en ser acusada como el mal que dificulta la voracidad ilimitada de los tiburones de la economía monetaria, disfrazada de progreso.
Ese mismo patrón ideológico forzó a cada persona a avergonzarse de lo campesino y al mismo tiempo a catapultarse en un complejo de superioridad. Así la sociedad moderna se posicionó en contra de su propia base civilizatoria campesina.
El concepto “Campesino” se nos usurpa con toda intención substituido por el concepto “Productor”. Esta “traducción” es una “traición”, porque despoja a la persona de su realidad vital completa
El objetivo alcanzado: Justificar la eliminación de nuestras entendederas del lugar social del indigenismo, el campesinado y sus significados.
El concepto “Campesino” se nos usurpa con toda intención substituido por el concepto “Productor”. Esta “traducción” es una “traición”, porque despoja a la persona de su realidad vital completa para, primero, reducirla a un simple elemento de la cadena económica de la venta y, segundo, transformarla en algo insignificante, despreciable y anecdótico, dentro de la misma cadena comercial.
Soy un campesino. Sé que simplifico.
No leo a Gramsci, ni a Chantal Mouffe, ni a Laclau. No estudio a Boaventura, a veces ni siquiera a Galeano.
Ni se me ocurre leer a Milton Friedman.
Soy una de tantas personas del campo.
Nosotras leemos la lluvia.
Leemos el tempero para sembrar los campos.
Leemos la intención de la cabra cuando se nos va acercando porque quiere ser ordeñada.
Despoblación
De emigrantes a ciudadanos en el exterior: las desventuras del vaciamiento rural en Extremadura
El "I Congreso Mundial Ciudadanía Extremeña en el Exterior" patrocinado por la Junta ha reabierto de nuevo el debate sobre las cuestiones del despoblamiento y la emigración en Extremadura.
Y lloramos. LLoramos cuando la Consejería nos mata todas y cada una de las cabras por no sé qué campaña oficial para salvar cabras. Consejería que a duras penas oculta el objetivo real de eliminar cabreras, consumándose una vueltita más de genocidio del campesinado extremeño.
Se revela su enorme ingratitud hacia las pequeñas cosas importantes, parapetada tras un sueldo público de nivel 24, de 5 días por semana, de 2 pagas extraordinarias, 12 moscosos y 30 días de vacaciones fuera de festivos. Nuestro IRPF irá a contribuir a la sustanciosa jubilación de los genocidas de un campesinado que no tiene sueldo, ni vacaciones, ni fines de semana.
¿No escucharon que en el pecho de los desafinados también late un corazón?
Juzgan, condenan y ejecutan nuestro estilo de vida con un golpe de enter de su Hewlet Packard. “Eliminar vida”. Click. Hora del café.
Nuestro IRPF irá a contribuir a la sustanciosa jubilación de los genocidas de un campesinado que no tiene sueldo, ni vacaciones, ni fines de semana
Cuido Abejas, destilo esencias y cosecho frutas,… para ellos, y para ustedes.
Estamos metidos en esa vida, la de ese margen donde nos desterraron. Y no nos da para más.
Lean y estudien por nosotros.
Resistimos entre escarchas y calores, cosechas e impagos, …
Somos como esas tribus invisibles, pero que dan de comer a la sociedad.
No se nos verá, pero no somos idiotas. Nos damos cuenta de lo que pasa.
Tenemos honda experiencia con los timadores y con los tipos de traje y corbata.
Nos dijeron que éramos el sector primario, que éramos los que obteníamos los alimentos de los campos. Hoy ya no. Hoy somos vendedores. Somos los que venden, habitualmente a precios de ruina, aquellos productos agrarios.
Medio rural
Paisaje bucólico con problemas reales de fondo
El sector secundario ya no es el que transformaba las materias primas, sino el que vende elaborados.
El terciario tampoco es el que provee de servicios a la comunidad, sino el que los cambia por dinero, el sector de los que venden su tiempo o sus habilidades.
Vender, vender y vender. Nadie vive de otra cosa que no sea vender. No se puede.
El matiz es importante, el dinero se erigió en motor vital.
Y si dócilmente seguimos aceptando esta manipulación, nuestras vidas, nuestra salud, nuestros campos, nuestros afectos y duelos, se reducen a hechos mercantiles.
Aquí es donde reside el problema…y su solución.
Al campesinado, al indigenismo europeo, español y extremeño, se le obligó a renunciar a su misión decente de vivir, para transformarlo en mendigo inviable del sector primario. Hoy el propósito del ex-campesino se reduce a alcanzar el dudoso privilegio de recibir las ayudas de la Política Agraria Común. Para esto el lobby de la corbata nos obliga a bailar, ahora la jota, ahora el cancán, mientras corean al danzante, aplaudiendo a carcajadas.
Al campesinado, al indigenismo europeo, español y extremeño, se le obligó a renunciar a su misión decente de vivir, para transformarlo en mendigo inviable del sector primario
En estos momentos toca aprenderse los pasos para bailar, airosos, la fase “eco-esquemas”, y nos pondremos la faldita verde y circular. Mientras tanto, la superficie destinada a cultivos de regadío en cuencas con déficit de agua se amplía, son arrasados nuestros suelos de alto valor y se intensifican los cultivos industriales. Y nosotras a perfeccionar el cancán.
Ganaron los ideólogos del “vamos a hincharnos”.
La actividad humana se volvió moneda, se monetarizó.
Tuvieron que super-diseñar la trampa para que la construyeran las propias víctimas, y para que éstas se emplearan con ahínco en caer en ella como paso indispensable para el triunfo de los nuevos tiempos.
Ganaron los dueños del dinero.
Hasta tal punto triunfaron que los parasitados trabajan, trabajamos, para ellos, encantados, sin ser conscientes de que sin eslabones no hay cadena. Se tronchan.
Nos llaman: los consumidores, por no llamarnos: los pardillos.
Pues bien. Pensé que se había consumado el crimen perfecto del campesinado.
Pensé que se había eliminado todo lo que no tenía que ver con la rentabilidad dineraria.
Desaparecidas quedaba su sabiduría milenaria. En el mundo campesino nadie discutía qué cacho de tierra era para centeno o era mejor para cebada, se veía, sin que aparecieran técnicos de la universidad.
También di por desaparecido su carácter colectivo. Cada casa aportaba personas para mantener los servicios comunes, como las hacenderas que garantizaban el riego de cada parcela. Ahora se encarga de todo la directiva de la cooperativa o su gerencia.
Cuando se despeñaba una vaca en la sierra había cola en la casa de la dueña para comprarle algo de su carne con la que aliviar la pérdida de la familia. Ahora se contratan seguros personalizados
Fueron anulados sus valores humanos. Cuando se despeñaba una vaca en la sierra había cola en la casa de la dueña para comprarle algo de su carne con la que aliviar la pérdida de la familia. Ahora se contratan seguros personalizados, con franquicia, que determinan que la vaca, en realidad, se suicidó y ese supuesto no consta en el contrato.
Extintos quedaron sus quereres y sus sentires. Año tras año se celebraban los homenajes festivos al fin de las cosechas. Ahora se cambian las fechas para que les vengan mejor a los turistas.
Hoy, el sistema (eliminada otra vez más la mujer) llama agricultor profesional, agricultor a título principal ATP, Agricultor genuino y otros sarcasmos, a las herederas del campesinado.
Ahora el agricultor no necesita sabiduría, ni debe juntarse, ni requiere valores, ni quereres ni sentires. No son sus misiones. Ya no es un campesino, es un ATP, quede claro.
Economía social y solidaria
Las que soñamos con vivir en el campo
Pero algo pasó.
Y resultó que la identidad campesina extremeña estaba ahí con su raíz, profunda, invisible, tozuda y resiliente.
El modelo imperante nos amputó la parte aérea. Sospechó que de tanto cortar a ras de suelo, una tras otra, mil veces, la raíz se secaría.
Pues no.
Algo pasó. Y a cada agricultora le brotó su raíz campesina y a cada persona urbana le brotó el campesino que llevaba dentro.
Un día de octubre de 2018 se destapó el interés de la minería a cielo abierto por succionar nuestros territorios villuerquinos, y supimos, también, la intención de la administración pública de facilitar el progreso destructivo. Se anticipó la agresión sobre la Colonia agraria de Cañamero y la sierra berzocaniega y logrosaniega de Cabezas de águila. Tierras de olivares, de cerezos, castaños y bosques de robles, de colmenas, ovejas y vacas. Paisajes de agua limpia y cigüeñas negras. Parajes ejemplares en los que la comunidad internacional posó su mirada para garantizar su preservación.
Un día de octubre de 2018 se destapó el interés de la minería a cielo abierto por succionar nuestros territorios villuerquinos, y supimos, también, la intención de la administración pública de facilitar el progreso destructivo
Lo vimos. Estaban preparando el click de “Eliminar comarca”…con todas nosotras dentro.
Cuatrocientas raíces campesinas gritaron de golpe, para decir:
Que la madre ni se regala, ni se presta, ni se vende,
Que los dineros no lo compran todo,
Que prometer trabajo es el discurso de la trampa,
Que ya estamos hartas de que nos desarrollen,
Que su modelo de riqueza es en realidad un decreto de pobreza, de destrucción y de depredación,
Que la memoria histórica no se puede seguir pisoteando, ahora en la modalidad del desprecio al esfuerzo de nuestras bisabuelas y bisabuelos por dejarnos un territorio habitable, fértil, equilibrado y perdurable. Alguna de ellas todavía aguardan sepultadas en las cunetas de la vergüenza, mientras sufren el doble asesinato: el de su vida y el de su tierra.
Minería
Minería a cielo abierto en Extremadura Poderosos intereses tras el litio de Cañaveral, en Cáceres
Entre los gestores de lo público o los responsables temporales de la toma de decisiones se detecta una actitud inquietante.
No les gusta nuestra tierra. Más bien la odian. La ven como un obstáculo para su ideología del desarrollismo, el trabajismo, el monetarismo,…
Dicen que luchan contra el despoblamiento, pero no es verdad.
Las paisanas, los paisanos, les molestamos, con nuestras actividades estables y duraderas. Estarían mejor sin nadie que se pudiera quejar.
Les fastidia que entre todo el territorio agrario afectado, tan solo la cooperativa del campo Santo Domingo de Guzmán de Cañamero, reparta entre sus 400 socias 1 millón de euros por el trabajo de las aceitunas, cada año. En una actividad que lleva viva más de 100. Y la quieren sustituir por una empresa venida de otra galaxia que proporcionaría trabajo, a cambio de destrucción, para nada menos que 6 u 8 operarios durante la friolera de 8 o 10 años.
Les fastidia que entre todo el territorio agrario afectado, tan solo la cooperativa del campo Santo Domingo de Guzmán de Cañamero, reparta entre sus 400 socias 1 millón de euros por el trabajo de las aceitunas, cada año
¡Si es que creen que no sabemos contar!
¿400 cooperativistas y 100 años se parecen en algo a 8 operarios y 10 años?
Les molestamos y además nos insultan.
Les molestan los paisajes hermosos, los regatos parloteadores, la riqueza tangible, pero inmedible. Les molesta el prestigio natural de Extremadura, prestigio internacional que tenía y que gracias a gestores y responsables políticos va perdiendo.
No les gusta la tierra extremeña. La quieren cambiar a toda costa. La desprecian. No están a gusto con su cuerpo.
No entienden los cultivos tradicionales, hay que aplicarles tóxicas técnicas de fertirrigación.
No les gusta la Siberia, hay que hacer “Elisiums”.
No les gustan las crestas de nuestras sierras, hay que transformarlas en parques eólicos, y las llanuras, sustituirlas por huertos solares. ¿Huertos? Qué eufemismo ignorante y malévolo para llamar a las mega-centrales eléctricas de superficie.
Agricultura
La larga agonía del modelo agropecuario intensivo e industrial
No les gusta nuestra geografía, conviene hacer 300 cráteres, con sus balsas y escombreras respectivas, como las de la Mina de Aguablanca de Monesterio, distribuidas por espacios… que no son suyos, que son patrimonio de generaciones futuras, y sobre los cuales se auto-otorgaron derechos de colonización.
Son expertos en practicar Cirugía estética sobre lo que les desagrada: una nariz, una calvicie, o unas caderas que no son suyas, y sobre las que carecen de derecho natural.
Nadie sano ni con sentido común, ni siquiera los defensores de nuestro poder adquisitivo y de nuestro bienestar, pueden disfrutar de la imagen aérea del paisaje marciano de la mina de Río Tinto y su entorno.
No les gusta nuestra geografía, conviene hacer 300 cráteres, con sus balsas y escombreras respectivas, como las de la Mina de Aguablanca de Monesterio, distribuidas por espacios… que no son suyos
Quieren destrucción, nosotros equilibrio.
Nos quieren chantajear con el uso, liberador dicen, de los teléfonos o los coches eléctricos, del litio, el oro, las tierras raras, ahora el hidrógeno…quieren convencernos que son pasos imprescindibles para nuestras vidas, cuando en realidad ocultan las estrategias para alimentar la máquina depredadora compulsiva de la economía exponencial de la hecatombe.
Nosotras amamos la economía del bien común.
Elegimos el olor de la tierra recién labrada, o la música de la aceituna al caer en el cesto.
Somos las campesinas y los campesinos. Hemos brotado. Nunca nos fuimos.
Y aquí tenemos, ya, de frente, al verdugo feo encuerado, con su hacha enorme.
El primer tajo quizás lo descargue, pero el segundo, no… aplastado por el peso de todos los cuerpos de la esencia campesina despertada.
Me pido ser la primera.
Vamos.
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Qué bellas y sabias palabras, uncidas de realidad y autenticidad. Gracias a Mario por expresarlo de forma que llega, convence y al tiempo que alivia la herida te lleva a defender la vuelta del campesinado a Extremadura.