Medio rural
Paisaje bucólico con problemas reales de fondo

El desprecio del mundo rural convive con una visión esencialista y romantizadora que ve en el campo el lugar de la autenticidad y tradición, el sitio donde se conservan los valores importantes y las formas de vida que merecen la pena.

Paisaje de la provincia de Soria
Paisaje de la provincia de Soria. David F. Sabadell
17 feb 2018 07:00

La llegada al poder de Donald Trump en enero de 2017 supuso la aparición de numerosos análisis que intentaban explicar las causas de su victoria electoral. Los medios de comunicación se llenaron de tertulianos y columnistas que estudiaban las encuestas para tratar de explicar qué había sucedido. Independientemente de su tendencia política, todos llegaron a la misma conclusión: el voto del interior rural de Estados Unidos era lo que había aupado a Trump hasta la presidencia.

Así, las elecciones se presentaron como el resultado de la confrontación entre una América progresista, culta y tolerante, que se identificaba con las grandes ciudades, y una América reaccionaria, inculta y racista, que se identificaba con las zonas rurales del interior del país.

Este análisis fue replicado enseguida en los medios españoles, que lo reprodujeron de forma unánime. Tras el desconcierto inicial, aparecía por fin alguien a quien culpar: el paleto racista y conservador, el hillbillie desdentado y semianalfabeto, el redneck que todavía guardaba en el armario el traje del Ku Klux Klan. La prensa se llenó de análisis que presentaban al mundo rural estadounidense como el depositario de los peores valores de la sociedad americana, como un lugar atrasado y reaccionario que se sentía amenazado por los valores progresistas, el mestizaje y la multiculturalidad de las grandes ciudades.

Estos análisis eran demasiado simplistas y enormemente tendenciosos, pero eso no importó demasiado. Encontraron eco porque confirmaban la visión mayoritaria sobre la población rural, porque refirmaban los estereotipos negativos acerca del campo que ya había previamente en la sociedad.

Si se estudian los datos de forma desagregada, se observa que el origen étnico, el nivel educativo, la renta o el sexo eran factores mucho más determinantes para explicar el voto que la procedencia rural o urbana, pero esas variables no solían aparecer en los titulares.

La prensa en España prefería reproducir el estereotipo del enfrentamiento entre el mundo urbano y el rural — “La victoria de Donald Trump en las elecciones del campo contra la ciudad” (El País, 10 de noviembre de 2016)—, o incluso relacionar directamente la figura de Trump con el campo andaluz —“El campo andaluz da las gracias a Trump y a los granjeros de Iowa” (El Confidencial, 19 de noviembre de 2016).

Los estereotipos sobre la población rural estadounidense se encontraban así con nuestros propios prejuicios sobre el campo del Estado español. La basura blanca americana, los millones de Cletus desdentados y analfabetos que deambulaban por los aparcamientos de caravanas, se encontraban con los jornaleros andaluces que se gastaban la paga del PER en el bar, con los agricultores que vivían de los subsidios europeos, con los paletos de la meseta que votaban en masa a la derecha.

Marc Badal, autor de Vidas a la intemperie (Pepitas de Calabaza - Cambalache, 2017), uno de los pocos ensayos que han tratado los prejuicios sobre el mundo rural, analiza cómo estos estereotipos se van actualizando con el tiempo: “En buena medida, dichos tópicos siguen plenamente vigentes: si los campesinos eran sucios, ahora los agricultores y ganaderos no ecológicos son 'contaminadores'. Si los campesinos eran perezosos intelectuales, ahora los agricultores carecen de espíritu emprendedor y por eso sus explotaciones tienen que cerrar la persiana. Además, se cree que los agricultores son, por definición, cobradores de subvenciones, que la gente de pueblo votan siempre al PP y que no enteran de qué pasa en el mundo ni les importa”.

La idealización romántica

El desprecio del mundo rural convive con una visión esencialista y romantizadora que ve en el campo el lugar de la autenticidad y tradición, el sitio donde se conservan los valores importantes y las formas de vida que merecen la pena. Esta idealización del campo atraviesa todas las ideologías, desde el fascismo de extrema derecha que asocia el campo con la pureza de la patria hasta la izquierda radical que ve en la huida al campo una forma de vida anticapitalista y rebelde frente a las exigencias del sistema.

Es cierto que en el campo se siguen conservando prácticas que se han perdido en las ciudades y que el propio abandono por parte del Estado hace que la posibilidad de formas de vida alternativas sea más sencilla. Pero también es cierto que la idealización es desprecio, ya que el objeto de idealización nunca es un igual. Los habitantes del medio rural no tienen derecho a vivir simplemente sus vidas: están obligados a responder a las expectativas de los habitantes de la ciudad.

Como señala Badal, “este tipo de generalizaciones sobre la gente de los pueblos solo puede entenderse por la hegemonía cultural de la ciudad. Asumimos que la ciudad es el lugar de la diversidad, del conflicto, del pluralismo, un lugar abierto. Como la historia y los libros suelen escribirse desde la ciudad, y puesto que la ciudad posee la capacidad para definir y nombrar todo cuanto existe, nos parece natural que se puedan emitir estas generalizaciones sobre la gente del medio rural. Incluso la propia expresión 'medio rural' es un tópico, pues, sin salir del Estado español, existen infinidad de medios rurales”.

La visión romantizadora considera el campo un lugar al servicio de la ciudad, el espacio en el que los urbanitas pueden descansar, desconectar y encontrarse a sí mismos. Para que esto sea posible, los habitantes del medio rural están obligados a responder a las exigencias de “autenticidad” que les plantean los urbanitas, que se sienten decepcionados e incluso abiertamente molestos cuando descubren que los habitantes del pueblo tienen móviles con internet, botas de Goretex y por lo general prefieren comprar el pan en la panadería a levantarse a las cinco para amasarlo ellos.

Cuando no responden a estas expectativas, los habitantes del medio rural se convierten en paletos, confirmándose así que el desprecio y la romantización son las dos caras de una misma visión de superioridad.

Una aproximación a las causas

En su empeño por resaltar las diferencias de voto entre el campo y la ciudad, los análisis sobre la victoria electoral de Trump apenas tuvieron en cuenta otras variables ni repararon en las causas que pudiesen explicarlas.

Las encuestas mostraban que la renta y el nivel educativo eran factores mucho más determinantes que la procedencia rural o urbana a la hora de decidir el voto, pero nadie pareció reparar en que esto podía explicar por sí mismo el apoyo a Trump en el mundo rural, mucho más empobrecido que el urbano. Los analistas prefirieron situar las causas de la adhesión en factores identitarios, y señalaron que Trump había sabido conectar con el electorado masculino y blanco de las áreas rurales. Aunque esto es cierto, también lo es que hay otros muchos factores de peso y que al obviarlos se estaba reproduciendo una versión estereotipada del campo.

Como en Estados Unidos, los análisis sobre el mundo rural español suelen presentar diagnósticos muy negativos, pero pocas veces reparan en las causas de estas dinámicas. Por lo general, los programas de televisión, ensayos y documentales centrados en el mundo rural explotan una visión nostálgica del campo, centrada en las prácticas y formas de vida que han desaparecido.

Sin embargo, estas pérdidas rara vez se conectan con sus causas, por lo que la desaparición aparece como un resultado natural del progreso de la sociedad y no como el producto de una serie de decisiones políticas y económicas concretas.

Así, dinámicas como la despoblación del mundo rural no aparecen conectadas con la dificultad para acceder a servicios básicos, la falta de infraestructuras o el abandono por parte del Estado; y fenómenos como la elevada tasa de paro no se conectan con el latifundismo o con un sistema de subvenciones que favorece a los grandes empresarios y terratenientes.

Se habla con nostalgia de la desaparición progresiva del pastoreo, pero no de las enormes trabas administrativas que tienen que superar las pequeñas explotaciones de ganadería extensiva para poder funcionar.

Se repiten hasta el aburrimiento las virtudes del aceite de oliva pero apenas se habla de un sistema de subvenciones que permite que el grueso de los fondos de la PAC se reparta entre los grandes terratenientes.

Como señala Badal, las causas del menor deterioro del medio rural en países de nuestro entorno, como Francia, se explican por “la existencia de políticas agrarias más favorables para la pequeña producción, con otros criterios para el reparto de las ayudas de la PAC; por una legislación higiénico-sanitaria adaptada a la pequeña producción y a las queserías 'en la granja'; por un mercado local que aprecia y consume los productos hechos en la comarca; por la mayor valoración social de los agricultores y ganaderos y por la existencia de organizaciones sectoriales con bastante capacidad de negociación frente al Estado”.

Los diagnósticos pesimistas sobre el mundo rural no solo aparecen desconectados de sus causas inmediatas, sino también de las dinámicas históricas en que se enmarcan. En Vidas a la intemperie, Badal habla del término “etnocidio” para hacer referencia a la desaparición de un modo de vida múltiple y diverso, el de los campesinos, que ha poblado el mundo desde el neolítico hasta los siglos XIX y XX: “No ha habido un plan preconcebido para acabar con el mundo rural pero es absurdo pensar en un progreso natural e inevitable, absolutamente desvinculado de decisiones concretas. Son muchas las decisiones políticas y económicas que han atentado directamente contra la supervivencia de los estratos populares del medio rural, la más conocida podría ser el cercamiento de comunales ya desde el siglo XVI, sobre todo en el XVIII y XIX. Pero en el caso español también está el cierre de escuelas, las políticas forestales, la construcción de pantanos y el impulso de medidas que favorecen las grandes explotaciones en épocas más recientes”.

Para Badal, el mundo campesino ha desaparecido, aunque todavía se conservan elementos de ese mundo en los cuerpos, las miradas, los gestos y las mentes de la gente mayor que nació en él.

Además, actualmente están desapareciendo también los agricultores y ganaderos que se habían adaptado a las exigencias del sistema de producción industrial: “Podría decirse que la agricultura industrial ha sido una fase de transición entre el mundo campesino y una fase que ahora empieza a gestarse y en la que ya no podremos hablar de agricultura, sino algo que podríamos denominar producción industrial de materias primas comestibles”.

Tras la desaparición de las actividades agrarias, lo que queda es un sistema de producción hipertecnificado y en manos de grandes corporaciones,que producen materias primas destinadas a la industria de la alimentación.

La resistencia

La tendencia a la desaparición de las actividades agrarias y las dificultades con que se encuentran muchos habitantes del mundo rural ha hecho del campo un lugar de resistencia: “Los agricultores, y no digamos las agricultoras, son supervivientes. Dedicarse a la agricultura o a la ganadería en el contexto actual es ir contracorriente. Es algo antagónico. Vivir en un pueblo pequeño también. Esto no significa que sea una opción necesariamente transformadora, simplemente es un hecho. Las dificultades cotidianas a las que nos enfrentamos, especialmente en zonas remotas, de montaña, poco pobladas, exigen cierta voluntad o empeño”.

Actualmente, el tejido comunitario de los pueblos está tan roto como el de los barrios de las grandes ciudades, pero esto no tiene por qué ser necesariamente así. Los tejidos pueden rehacerse, las redes pueden tejerse de nuevo.

Tanto en uno como en otro sitio, la construcción de formas de vida que merezcan la pena dependerá de sus habitantes, pero también de las alianzas que seamos capaces de establecer. El campo no merece nuestro desprecio ni necesita nuestra idealización romántica.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra en tu cuenta.

Relacionadas

Activismo
Movementos sociais A Comunidade de Montes de Tameiga vence ao Celta de Vigo e frea a construción dun centro comercial e un estadio
Os comuneiros e comuneiras desta parroquia de Mos (Pontevedra) conseguen torcerlle o brazo á empresa de Marián Mouriño que accede a renunciar ao 99% do terreo que tentaba ocupar cunha cidade deportiva que o pobo rexeitou con grandes mobilizacións.
Galicia
Galicia Mujeres rurales gallegas que sueñan con dejar de ser heroínas
La falta de servicios básicos en el rural es la primera piedra en el camino de quien quiere vivir y trabajar fuera de la ciudad.
#8643
17/2/2018 23:07

Totalmente de acuerdo. Al hilo de sto, recuerdo cuando un rapero, supuestamente de izquierdas, llamado Nega se puso a contar en su twitter que en el bar de un pueblo un camarero le había "tratado mal" y acabó escribiendo "No pienso volver a ese pueblo". Es un ejemplo muy triste del desprecio y la xenofobia que sufrimos por parte de urbanitas ignorantes y egoistas. A nadie se le ocurriría decir "no vuelvo a Madrid" porque en un bar de Madrid le hayan tratado mal, o decir que todos los madrileños son unos paletos que maltratan animales, en base a las numerosas corridas de toros que se celebran cada año en la capital española. Sin embargo, cuando se trata de un pueblo sí, ahí a la gente le parece normal generalizar y criticar a todo un pueblo por un hecho puntual. Eso demuestra un desprecio absoluto y una falta total de empatía, porque esa gente ni se molesta en pensar más allá. Un ejemplo muy evidente de esto son los ecologistas, unos miserables disfrazados de buenas personas, que hacen un daño terrible al mundo rural, porque solo se preocupan por el paisaje, y no tienen ni una pizca de empatía por las personas que viven en los pueblos. No les preocupa la pobreza, la falta de empleo o la falta de servicios públicos, pero hacen manifestaciones por los lobos. Mejor se preocupaban de la contaminación de las grandes ciudades, pero claro, de eso no hablan porque son demasiado prepotentes para hacer autocrítica. Al final, esos sinverguenzas ecologistas pretenden que sean los habitantes de los pueblos los que se sacrifiquen para cuidar los bosques, los ríos y los animales salvajes, mientras que ellos viven en las grandes ciudades y no mueven un dedo por el medio ambiente. Pero los palos siempre para la población rural, claro, porque la opinión pública se escribe siempre desde las ciudades, y no van a hacer autocrítica los señoritos. Es mucho más fácil criticar al débil, sin pararte a pensar en él.

9
0
#8675
18/2/2018 20:15

Estoy de acuerdo

2
0
#8730
19/2/2018 20:10

Bueno, ya que hablamos de no generalizar, podríamos aplicalro también a "esos sinverguenzas ecologistas", que digo yo que alguno o alguna puede que haga algo por el medio ambiente en su ciudad y se preocupe por temas sociales del mundo rural, ¡y hasta las habrá que vivan en el campo! Digo yo...

4
0
#8950
22/2/2018 19:53

Estoy en casi todo de acuerdo contigo. Pero hombre, hablas del desprecio a todo un pueblo por una mala experiencia en un bar y a continuación tu caes en el mismo error. Tu opinión que parecía muy interesante la acabas echando por tierra generalizando con insulto a los ecologistas. Pues bién yo vivo en un pueblo de 12 habitantes y soy ecologista, y además muy sensibilizado con el problema de la despoblación. También hay ecologistas en el mundo rural, luego has vuelto a generalizar con lo de que solo son de ciudad. Un respeto.

0
0
#8636
17/2/2018 19:37

Y qué tristeza.

0
1
#8635
17/2/2018 19:35

Me ha puesto los pelos de punta. Que esperanzador. Que Claro.

1
0
Cecilio Rodriguez
17/2/2018 19:22

Hola!
He leído el libro de Marc y me ha gustado mucho. El problema que yo veo es que ahora esta el discurso de la repoblación que es un discurso muy peligroso. En las zonas rurales es el discurso de moda de los políticos. Lo que esta pasando, a mi modo de ver, es que cuando ya han conseguido despoblar grandes zonas ahora parece que se preocupan por ellas y lo único que hacen es mercantilizarlas para saciar las necesidades de escape de la ciudad de los urbanitas. Creo que se va a producir una especie de gentrificacion de las zonas rurales en un futuro ya que la ola turística que ya satura la costa la van a traer al interior. Y esto es un discurso tanto de la derecha como de la izquierda supuestamente anticapitalista. Los pueblos están vacíos y lo único nuevo que aparece son casas rurales que encarecen los alquileres. El problema es grande y tiene difícil solución, Pero la solución, si es que la hay, no la traerán los políticos que crearon el problema.

15
0
Hanslick
17/2/2018 17:00

Buen diagnóstico. Hubiera estado bien ejemplos de esas prácticas por (re) crear tejido y relaciones sociales diversas, más allá de la familia extensa. Ejemplos de modelos de producción que evitan esa hegemonía cultural (y económica) de la centralidad, y a la vez no necesita idealismos románticos. Segunda parte de este artículo, por favor.
Gracias

4
0
Cine
Kamal Aljafari “Palestina está en la raíz de la situación actual del mundo”
Kamal Aljafari lleva toda su carrera trabajando con materiales de archivo, indagando en las imágenes e interviniendo en ellas para preservar memorias en desaparición y para oponerse al proyecto colonial sionista y su falseamiento del pasado.
Paterna
Paterna Vandalizan el muro de Paterna donde el franquismo fusiló a 2.238 personas
El paredón amaneció este viernes con grandes letras pintadas con spray negro donde se podía leer “Sagredo eres maricón y tarado”, en referencia al alcalde del municipio.
Opinión
Derecho a la vivienda Flex Living: el caballo de Troya de la precarización del alquiler
No es una respuesta moderna a las nuevas formas de habitar la ciudad. El ‘flex living’ no es más que la última jugada del sector inmobiliario y los grandes fondos de inversión para maximizar beneficios a costa del derecho a la vivienda.
Opinión
Opinión ¡Que vivan los aranceles!
Que Trump propugne aranceles no debe hacernos caer en la trampa de defender los intereses de los grandes oligopolios.

Últimas

Madrid
La burbuja del alquiler Sumar, Podemos y sindicatos de inquilinos presionan para convertir en indefinidos los contratos de alquiler
Sumar lanza una propuesta legislativa para transformar en indefinidos los contratos de alquiler, una de las principales demandas de la manifestación por la vivienda del 5 de abril. Una moción de Podemos, rechazada en el Congreso, pedía lo mismo.
Comunidad de Madrid
Movilización por la educación 23F: el día que una veintena de colectivos llenarán de verde Madrid para defender la educación pública
La comunidad educativa de todos los niveles en la enseñanza se prepara para una movilización que arrancará a las 12:00 horas desde Atocha hasta Sol, en la región que menos invierte en educación por estudiante.
Política
El Salto Radio Podcast | ¿Cancelar la cancelación?
Hablamos con Antonio Gómez Villar, a partir de su libro “Cancelar no es transformar” sobre malos entendidos y límites de esta acción política
Opinión
Opinión ¡Que vivan los aranceles!
Que Trump propugne aranceles no debe hacernos caer en la trampa de defender los intereses de los grandes oligopolios.
Galicia
Memoria histórica Cultura, exilio y lucha de las bibliotecarias gallegas durante la Segunda República
Durante los primeros años treinta, las bibliotecas se convirtieron en espacios de trabajo ideales para un modelo de mujer que aspiraba ser independiente y que había manifestado un claro compromiso político. La Guerra acabó con todas sus aspiraciones.
Comunidad de Madrid
Sanidad Pública Sindicatos piden el cese de la dirección del Hospital 12 de Octubre tras las obras de remodelación
Los problemas con las nuevas instalaciones han cristalizado en una unión sindical que ha reclamado formalmente el fin de la cúpula de dirección tras ser “ignorados” de manera “sistemática”.
Opinión
Opinión La unidad del anarcosindicalismo es la acción conjunta
Al hilo de supuestos movimientos desde la CGT hacia la unificación con CNT es necesario diferenciar entre lo que es una relación en clara mejora y lo que sería un proyecto real en marcha.

Recomendadas

Líbano
Ocupación israelí Israel incumple el acuerdo de paz y mantiene tropas en el sur de Líbano para “vigilar” a Hezbollah
El Ejército sostiene la ocupación de cinco colinas a lo largo de la frontera tras evacuar sus soldados de decenas de municipios. Miles de civiles regresan a sus casas para descubrir que lo han perdido todo.
Feminismos
Ana Bueriberi “El activismo tiene que ser colectivo: para contribuir al cambio es imprescindible despersonalizar la causa”
La periodista madrileña Ana Bueriberi reconoce que no sintió la discriminación hasta que llegó a la Universidad. Hoy, desde el proyecto Afrocolectiva reivindica una comunicación antirracista, afrofeminista y panafricanista.
Inteligencia artificial
Militarismo La máquina de los asesinatos en masa: Silicon Valley abraza la guerra
Las fantasías distópicas sobre los futuros usos de las máquinas en la guerra están más extendidas que el relato de lo que ya está pasando en los campos de batalla.