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Vox
Vox o la estética de la muerte
El spot publicitario de Santiago Abascal para las elecciones andaluzas es un ejercicio estético bien calculado, de enaltecimiento del fascismo hispano en el sur de la península, cuya puesta en escena reafirma valores vigentes en la clase terrateniente y latifundista de Andalucía y de Extremadura.
El spot publicitario que Santiago Abascal ha protagonizado para pedir el voto a Vox en las elecciones andaluzas ha suscitado numerosos comentarios, la mayoría de ellos en clave jocosa, tanto por su supuesta falta de estilo como por su estampa peliculera. Sin embargo, haríamos bien en no tomarnos muy a broma, lo que es en realidad, un ejercicio estético bien calculado, de enaltecimiento del fascismo hispano en el sur de la península.
La puesta en escena elegida por Vox, evoca y reafirma valores vigentes en la clase terrateniente y latifundista de Andalucía y de Extremadura. Se trata de valores aristocráticos y preindustriales que logran una de sus máximas expresiones plásticas en la figura del jinete propietario, el cual se yergue altivo por encima de los de a pie, recordando su estatus, su fuerza y su poder.
Todo este mundo fue magistralmente explicado por el antropólogo Isidoro Moreno en el documental Rocío (1980) de Fernando Ruíz Vergara. Rocío se adentró en el desarrollo de la feria almonteña, analizando tanto los aspectos devocionales y festivos como los que tenían que ver con la estructura de clase en la comarca onubense. Este trabajo rodado en 1977 y premiado en el I Festival de Cine de Sevilla de 1980, fue posteriormente censurado por sentencia de la Sala Segunda del Tribunal Supremo del 3 de abril de 1984. Obsérvese la fecha. La sentencia es firme y, a día de hoy, Rocío no puede exhibirse completamente en ninguna sala pública. La persecución judicial acabó con la trayectoria de Fernando Ruíz Vergara como cineasta , el cual optó por el auto-exilio en Portugal, en donde falleció en 2011.
La cuestión de fondo es que Rocío se atrevió a destapar lo que estaba oculto: la pedagogía del terror que los propietarios desplegaron tras el 18 de julio de 1936 en la zona almonteña, asesinando a noventa y nueve hombres y una mujer. Al mencionar a víctimas y victimarios, Fernando Ruiz Vergara incumplió, como señala el historiador Francisco Espinosa, un acuerdo básico de la transición, aquel por el que la derecha impuso que el pasado no existía, que había sido borrado1.
El documental Rocío de Fernando Ruíz Vergara de 1984 se atrevió a destapar lo que estaba oculto: la pedagogía del terror que los propietarios desplegaron tras el 18 de julio de 1936 en la zona almonteña, asesinando a noventa y nueve hombres y una mujer
Esa estética de montería chulesca e intimidatoria que encontramos en Almonte y que se gasta Abascal, es la misma que utilizaron personajes como José García Carranza “El Algabeño”, torero, rejoneador y terrateniente cordobés, de marcada ideología fascista. “El Algabeño” formaba parte, junto con otros personajes del mundo taurino2, de columnas financiadas por el capital latifundista andaluz para “sanear” los campos de jornaleros que exigían una reforma agraria que acabase con aquellas estructuras feudales. Estas unidades de voluntarios, realizaron en provincias como Sevilla, Córdoba o Huelva, labores pormenorizadas de represión en coordinación con la autoridad militar golpista. El mismísimo general Queipo de Llano apuntaba que “aportaban con sus caballos y sus servidores, un entusiasmo extraordinario, buen armamento y buena puntería”3.
Como Josep Fontana recordaba, la narración histórica de los dos bandos enfrentados haciendo desmanes, oculta bajo el epígrafe de guerra civil, los cuatro primeros meses tras el golpe de julio, que son, en las provincias en las que triunfa el alzamiento militar, momentos de “limpieza” política planificada mediante el asesinato y el crimen. La labor de investigación de historiadores como Francisco Espinosa, Julián Casanova o Conchita Mir4 ,entre otros, pone en evidencia que no se trataba de una violencia descontrolada sino que obedecía a una lógica de escarnio, pueblo a pueblo, contra los sectores que más se habían significado en la defensa de la labor reformista y modernizadora de la República. Por esta razón, a parte de los jornaleros, el mundo de la enseñanza fue también un objetivo prioritario de la represión, pagando los maestros y las maestras, un alto precio en vidas.
En su libro La Columna de la Muerte, Francisco Espinosa demuestra que este modelo represivo cruzó el Atlántico, sentando un precedente de gran eficacia en la lucha de las oligarquías latinoamericanas contra cualquier experimento de reforma política, económica y social.
Esa estética es la misma que utilizaron personajes como José García Carranza “El Algabeño”, torero y terrateniente cordobés de marcada ideología fascista que formaba parte de columnas financiadas por el capital latifundista andaluz para “sanear” los campos de jornaleros que exigían una reforma agraria
Esta tipología de represiones brutales, generan, como saben bien quienes las perpetran, la necesidad de borrar de la memoria el horror, así como un miedo inmenso a poner de nuevo en pie, cualquier tipo de proyecto de transformación social.
La presencia de Augusto Pinochet ataviado con su capa vampírica en el sepelio de Franco, fue algo más que la presencia de un incómodo invitado. Sabía a quién rendía honores. En los pormenores de las exequias, también tuvo ocasión de saludar a un futuro y sonriente Juan Carlos I, que sin duda, comprobó durante su largo reinado de alcohol, amantes y negocios, la utilidad del miedo para que la gente olvide. El cuento de hadas que sobre la transición escribieron periodistas como Victoria Prego, hizo el resto. Afortunadamente, la memoria colectiva es terca y el olvido nunca se completa.
En lo personal, y habiendo nacido en este lugar que llaman España, creo que el único personaje empoderado subido en un caballo que me transmitió cierta confianza fue Pippi Lastrum con su Pequeño Tío. El resto, bueno… mejor era y es, tenerlos a distancia.
1. Algunas claves ocultas de Rocío; los sucesos del 32 en Almonte y la cuestión agraria (Francisco Espinosa)
2. La fiesta taurina estuvo siempre vinculada a la gran propiedad y al latifundio, de ahí el antirrepublicanismo extremo del mundo taurino
3. Un año con Queipo de Llano: memorias de un nacionalista. (Antonio Bahamonde)
4. Alguna bibliografía relacionada con el tema:
Morir, matar, sobrevivir (Julián Casanova, Francisco Espinosa, Conchita Mir y Francisco Moreno Gómez)
La Columna de la Muerte (Francisco Espinosa)
Contra el Olvido. Historia y memoria de la guerra civil (Francisco Espinosa)
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Te olvidas del horror, torturas y masacres que protagonizaron anarquistas, comunistas y demás especímenes contra familias enteras, comerciantes (por el hecho de serlo), curas, monjes, novicios, y un largo etc, entre los que se encuentra un familiar.
No creo que se olvide, porque está hablando de un hecho en concreto, no del que a ti te interese. Además, seguro que nada comparado a las muertes, masacres, horrores y represiones de los fascitas españoles, víctimas todas con familia. Por cierto, los curas eran los chivatos de los asesinos, los que señalaban con el dedo a la siguiente víctima.