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Violencia machista
Los Puntos de Encuentro Familiar y la revictimización admitida
Los pasados 16 y 17 de marzo tuvieron lugar unas jornadas organizadas por el Colegio de Abogacía de Bizkaia bajo el título “Las violencias vicaria e institucional sobre las mujeres”. Fueron jornadas de gran interés con excelentes ponentes. Sin embargo, este artículo se centra en la única ponencia que nos dejó desconcertadas y preocupadas debido, en primer lugar, a la gravedad de lo que se dijo y, en segundo lugar, a la aparente falta de comprensión por parte del ponente de la gravedad de lo que él mismo dijo. Nos referimos a la que corrió a cargo del coordinador de los Puntos de Encuentro Familiar (PEF) de Bizkaia, Jon Goikoetxea, quien se centró en las situaciones de violencia de género que llegan a este servicio. Varias compañeras integrantes de la Red de Resistencia contra el SAP –Síndrome de Alienación Parental, de muy escaso reconocimiento– asistimos a esta ponencia con gran atención, pues estos espacios, los PEF, son fuente de preocupación para numerosas madres integrantes de la Red que son víctimas de violencia machista vicaria e institucional.
Los PEF son fuente de preocupación para las madres de la Red de Resistencia contra el SAP que son víctimas de violencia machista vicaria e institucional
La definición oficial de los Puntos de Encuentro Familiar (PEF) y que el coordinador utilizó en la ponencia es la siguiente: “Espacio neutral e idóneo en el que, con el apoyo de un equipo técnico multidisciplinar y con plenas garantías de seguridad y bienestar, se produce el encuentro entre los miembros de una familia que se encuentra en situación de crisis o que, sin encontrarse en dicha situación, requiere el servicio con carácter de seguimiento y apoyo socioeducativo, siendo en todo caso determinado su uso por derivación judicial”. Por ejemplo, cuando una pareja con hijas o hijos se separa y hay conflictos entre ellos, se puede establecer judicialmente que, tanto las visitas del progenitor no custodio como los “intercambios” de los menores, en los casos de custodia compartida, se lleven a cabo en estos lugares llamados Puntos de Encuentro Familiar (PEF).
En Bizkaia, este servicio es dependiente de la Diputación Foral de Bizkaia y la prestación del mismo ha sido adjudicada a la Asociación Bizgarri para la Intervención Social mediante concurso público. Es decir, es un servicio público desarrollado por una entidad privada.
Los Puntos de Encuentro Familiar, donde acuden exparejas con menores en custodia compartida, están gestionados por una entidad privada
Según el informe de 2021 del Observatorio de la Violencia Machista en Bizkaia, a lo largo de ese año, solo en Bilbao, se derivaron al PEF un total de 421 menores procedentes de 314 núcleos familiares. En 100 de esas familias existía una orden de protección a favor de la madre, situación que afectaba a 141 menores. Es decir, en un solo año y solo en Bilbao pasaron por un PEF al menos 100 mujeres y 141 menores que eran víctimas de violencia machista. Y decimos “al menos” porque no todas las mujeres víctimas de violencia machista cuentan con esta orden de protección, ni mucho menos.
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Cabría esperar que, con tales cifras, el servicio centrase buena parte de su atención específicamente en esta problemática. Sin embargo, el documento informativo de la Diputación Foral de Bizkaia, al menos el que se encuentra disponible para la ciudadanía, ni siquiera lo menciona. En cuanto a Bizgarri, la entidad encargada de la prestación del servicio, tampoco refleja ni en su página web ni en sus estatutos una especial preocupación por ello, es más, cuesta encontrar en la información que ofrece referencias a la violencia machista. A su vez, averiguar cuál es la formación en perspectiva de género y violencia machista de las personas profesionales de la asociación es tarea casi imposible; ni qué decir sobre la tarea de averiguar cómo aplican sus supuestos conocimientos sobre la materia en las intervenciones que realizan. Ni rastro.
En un solo año, 2021, y solo en Bilbao, pasaron por un PEF al menos 100 mujeres y 141 menores que eran víctimas de violencia machista
Este asunto, el de la falta de espacio propio y diferenciado para las intervenciones en situaciones de violencia machista, y la más que probable falta de formación en la materia de las profesionales de los PEF nos preocupa sobremanera. La idea de “neutralidad” que en la definición oficial se utiliza es un ejemplo de esta falta de formación, de esta falta de perspectiva. Trataremos de explicarlo.
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Cuando, tras la ponencia sobre los PEF, llegó el turno de preguntas, una compañera de la Red señaló que muchas madres se quejan de que los informes que realizan los Puntos de Encuentro a menudo distorsionan la realidad juzgando duramente a la madre, colocando bajo sospecha de manipulación y chantaje emocional cualquiera de sus acercamientos a la hija o hijo, y dulcificando, por el contrario, cualquier gesto del padre (especificó que esto sucedía incluso en casos en los que el hombre había ejercido violencia). La respuesta del coordinador de los PEF fue que eso es bueno, que la otra parte tampoco suele estar de acuerdo y que eso significa que los informes son neutrales.
Como explicó la experta Sonia Vaccaro en la ponencia que ofreció apenas un par de horas antes en la misma jornada, si en ambos platillos de una balanza desequilibrada colocamos el mismo peso, esta seguirá igualmente desequilibrada. Es esto exactamente lo que ocurre cuando aludimos al concepto de “neutralidad” sin una adecuada perspectiva de género, sin una adecuada formación en violencia machista. Cuando hacemos este uso de la idea de neutralidad, lo que estamos haciendo es considerar igual la posición de la víctima (mujer agredida en un sistema patriarcal que desacredita a las mujeres y otorga un exceso de credibilidad a los hombres) y la del victimario (hombre agresor en el mismo sistema). La idea acrítica de neutralidad (que solo es posible sostener si se carece de formación en perspectiva de género), cuando es manejada por profesionales de servicios públicos, deriva inevitablemente en violencia de género institucional contra las mujeres.
Como explicó Sonia Vaccaro, si en los platillos de una balanza desequilibrada colocamos el mismo peso, esta seguirá desequilibrada. Es esto lo que ocurre cuando aludimos al concepto de “neutralidad” sin una adecuada perspectiva de género
Bien, pues en los PEF esta idea acrítica de neutralidad no solo opera, sino que se destaca como algo positivo, tal y como hemos visto en la respuesta del coordinador a la compañera que intervino. Esto, como mínimo, muestra una muy cuestionable formación en perspectiva de género. Cabe señalar que el GREVIO (Grupo de expertas en la lucha contra la Violencia contra las Mujeres y la Violencia Doméstica), en su informe de 2020, “reitera su preocupación por la calidad de dichos informes” (informe de carácter estatal, no se centra solo en Bizkaia). Es decir, la inquietud de numerosas madres que nuestra compañera trasladó y que el coordinador decidió menospreciar está plasmada nada más y nada menos que por un organismo experto en la materia.
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Con todo, y siendo todo lo anterior muy preocupante, hubo algo que nos conmocionó todavía más. El propio coordinador reconoció que los Puntos de Encuentro Familiar revictimizan a las víctimas de violencia de género. Lo dijo literalmente. Incluso mostró una lista de las formas en que el agresor continúa ejerciendo violencia sobre la mujer mediante estos puntos de encuentro. En sus diapositivas, bajo un sello en el que ponía “revictimizadas” rezaba lo siguiente: “Utilización del PEF para controlar a la víctima; Retrasos habituales en la finalización del intercambio que genera ansiedad en la víctima. Cancelación de visitas fuera de plazo; No acude a recoger a el/la niño/a al colegio. Avisa no dando tiempo para planificar a la víctima; Suspende visitas horas o minutos antes del inicio”.
Como vemos, los PEF no son espacios seguros para las mujeres víctimas de violencia de género, al contrario, estos espacios están siendo utilizados por hombres violentos para continuar agrediendo a sus exparejas y madres de sus hijas/os tras la separación. ¿Qué se está haciendo para erradicar esta situación de revictimización?
El propio coordinador del servicio reconoció que los Puntos de Encuentro Familiar revictimizan a las víctimas de violencia de género.
Cada año, solo en Bilbao, entre 100 y 150 mujeres y entre 130 y 214 menores se ven obligadas a utilizar un recurso público por orden judicial en el que son revictimizadas. El propio coordinador lo ha reconocido. Es intolerable que los PEF sigan funcionando tras unas declaraciones semejantes. Y, además, no es algo que se desconozca, el informe del GREVIO antes mencionado manifiesta su preocupación por “la capacidad general de estos puntos de encuentro para garantizar la seguridad física y psicológica de los niños (y sus madres)”.
Este no es un problema solo autonómico, se extiende a todo el Estado. En el II Encuentro Estatal sobre Violencia Vicaria y Violencia de Género Institucional, celebrado también el pasado marzo en Granada, Nuria Varela Menéndez, Directora de Igualdad del Principado de Asturias, dijo: “Los puntos de encuentro para violencia de género tienen que desaparecer. Son una cosa insólita: están privatizados, los llevan empresas y, para el colmo de los colmos, esas empresas, ese personal que no está cualificado, que no está especializado, y que no forma parte de la administración, emite informes”.
Recogiendo y resumiendo lo dicho, en la actualidad, y centrándonos en nuestro ámbito territorial (Bizkaia), sabemos varias cosas: los Puntos de Encuentro Familiar son un servicio de carácter público desarrollado por una entidad de gestión privada (cómo nos gusta por aquí eso de “externalizar”); ni esta entidad ni la Diputación Foral de Bizkaia dejan ver como prioritario generar espacios de intervención específicos sobre este tipo de violencia a pesar de las cifras mostradas; no tenemos constancia de que exista una adecuada formación en perspectiva de género y en violencia machista de quienes trabajan en él (a pesar de que por sus manos pasan cientos de situaciones de este tipo).
Y hay algo más que es, con diferencia, lo más doloroso: ver cómo desde las instituciones públicas o entidades “colaboradoras” se habla de violencia machista como un problema más en la lista, como algo sobre lo que podemos pasar sin detenernos; que no se entienda, o no se quiera entender, porque el problema no es la falta de información, la envergadura del problema. Que el coordinador de los Puntos de Encuentro Familiar de Bizkaia reconozca que en esos espacios se revictimiza a mujeres, niñas y niños, y que no pase nada, que no se revise de inmediato el servicio y se depuren responsabilidades es un absoluto desprecio a las millones de víctimas y a la ingente cantidad de estudios sobre el demoledor e incomparable impacto social e individual que esta violencia provoca. Como feministas, este habitual desprecio es desolador, agotador. Como mujeres, es devastador y condenatorio. Porque este desprecio nos mata. Literalmente.
Como feministas, este habitual desprecio es desolador, agotador. Como mujeres, es devastador y condenatorio. Porque este desprecio nos mata. Literalmente.
Desde la Red de Resistencia contra el SAP, seguiremos denunciando las múltiples situaciones de violencia a las que las mujeres madres se ven sometidas en los PEF y en el resto de espacios e instituciones públicas. Y decimos sin reservas que los Puntos de Encuentro Familiar deben eliminarse, al menos, en los casos de violencia de género, ya que, tal y como son gestionados, colaboran directa o indirectamente con quienes ejercen violencia machista contra sus hijas e hijos y sus madres.