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La vida y ya
Te ha tenido que pasar

Recuerdo perfectamente la conversación, aunque sucedió hace años. Estaba tomando un té con una amiga en una terraza en la calle, con ese sol que calienta lo justo para agradecer que esté. Ella me contaba eso que había vivido mil veces estando en espacios en los que había solo mujeres. La confianza, el sentirte segura, la escucha, el saber que nadie te va a incomodar tocando o diciendo algo hacia tu cuerpo. “Te ha tenido que pasar”, me decía, “tú también has tenido que sentir eso que ocurre cuando nos juntamos las mujeres”. Y yo le contesté con un “sí” de esos que denotan que, en realidad, no estás segura de haber sentido nada de eso.
Un tiempo después le mandé un mensaje en el que le decía que ya entendía a qué se refería. Que ya lo entendía de verdad. Lo descubrí una noche bailando entre amigas. A partir de ahí he disfrutado de cada uno de esos momentos a los que se refería, de esos momentos que “te han tenido que pasar” si eres mujer. De juntaros para hablar de las violencias que sufrís por eso, por ser mujeres, y saber que todas las demás entienden a qué te refieres. De encontrar refugio en las palabras de las otras. De sentirte segura en una fiesta donde solo hay mujeres que cantan hasta desgañitarse y bailan sabiendo que nadie incomodará sus cuerpos ni sus cerebros.
Aunque, a menudo, “te ha tenido que pasar” habla de otras cosas. Te ha tenido que pasar que un hombre hable por ti. Te ha tenido que pasar sentir miedo cuando de noche te cruzas con un grupo de chicos y tú vas sola. Te ha tenido que pasar tener amigos que se callan cuando hay una agresión.
Al final de la manifestación del 8M en Madrid, Vivir Quintana cantó Canción sin miedo. “Si tocan a una, respondemos todas”, dice en una de sus estrofas. Una frase que, sin duda, fue la coreada con más fuerza por todas las personas que la escuchaban bajo la lluvia. Esa fuerza, a menudo cargada de rabia, que hace que muchos de los cambios ya no tengan marcha atrás.
Hacia ahí caminamos. A menudo con prisa. A veces tropezándonos. Pero sin pausa. Hasta llegar a un momento en el que todas podamos decir cuando hablamos con otras mujeres: “Te ha tenido que pasar el sentir que si nos tocan a una, respondemos todas”.