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La vida y ya
Os invitamos a venir
He soñado que un montón de gente, en realidad toda la que sabía algo de navegación, se subía a todo tipo de botes que se mueven remando y se lanzaba al mar, contra unas olas enormes, para llegar donde había una embarcación a la deriva desbordada de gente. Me he despertado antes de que llegasen. En realidad no sé si conseguían llegar. Pero recuerdo del sueño que remaban con el tesón de quien sabe que no queda otra que hacer exactamente eso, lanzarse contra las olas para ayudar a otros seres humanos.
Me había acostado leyendo noticias sobre el último naufragio que ha salido en los medios en aguas griegas (aunque ver las noticias por la noche es algo que un amigo me desaconseja siempre porque dice que no va bien para el insomnio) y, entonces, me acordé del testimonio que escuché una vez de un bombero que había participado con una organización para rescatar a personas que estaban a la deriva en medio del agua. Decía que en el mar se convertía en juez, en juez sobre la vida. Que tenía que elegir entre quién vive y quién no. “Si nado hacia la derecha de la patera, los de la izquierda mueren. Si nado hacia delante, no llego a auxiliar a los de atrás. En el mar me convierto en juez sobre la vida”.
Una vez escuché a un bombero que había participado en rescates a personas que estaban a la deriva en medio del agua: decía que el mar se convierte en juez sobre la vida
Contaba también lo que ya sabemos, que es una obligación prestar ayuda en el mar y desembarcar a las personas rescatadas en un puerto seguro. Contaba que, después de ayudar a las personas vivas, recogían los cuerpos de las personas muertas. Hay muertas flotando por todo el Mediterráneo. También hay muertas en el fondo.
Decía que antes de lanzarse al mar por primera vez él no se consideraba un activista, pero que frente a todo eso no le quedaba otro camino que la desobediencia.
No sé si, en el mejor de los casos, nos vamos a conformar con decidir a quién salvar, si nadar hacia la derecha o hacia la izquierda. Hacia delante o hacia atrás. Si la única opción es confiar en que el mar acoja y entierre los cuerpos de las personas que otras personas que viven del lado de acá de las fronteras deciden dejar hundirse.
La vida y ya
La vida y ya Lugares seguros
“Es un problema complejo”, dicen siempre los que toman las decisiones, “las migraciones son un problema complejo de resolver”. Pero ninguna decisión debería ser más difícil de tomar que la de dejar morir ahogadas a personas que están en un barco a la deriva. Y hay personas que eligen decidir que mueran. Que eligen su muerte.
La justicia se construye remando con tesón frente a las olas para ayudar a otros seres humanos
Hay lugares en los que nunca llueve justicia. En los que ni siquiera salpica un poco la duda. La justicia no cae del cielo, ni de las multinacionales, ni de los gobiernos. La justicia se construye, más bien, de abajo hacia los lados. Remando con tesón frente a las olas para ayudar a otros seres humanos.
Unos eligen tomar la decisión que debería ser la más compleja, la de la muerte. Yo elijo unirme a un grupo de gente que no quería que la esperanza se diluyera como los cuerpos en el agua y, un día, fue a la frontera sur y colgó un cartel que decía: “Os invitamos a venir”