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La vida y ya
Huipil
La escuché hablar en unas jornadas. Tono pausado. Contundente. Llevaba puesto un huipil. No le pregunté. No sé si lo tejió ella o fueron otras mujeres. Se llama Milvian Aspuac y forma parte del Movimiento Nacional de Tejedoras Mayas en Guatemala. Han escrito un libro que se titula Nuestros tejidos son los libros que la colonia no pudo quemar. No hay lugar para las dudas sobre lo que te vas a encontrar al leerlo. Habla de un conocimiento que se ha transmitido de unas mujeres a otras durante muchas generaciones. Habla de lo que casi nadie ve. De los cuerpos y mentes de las manos que tejen.
El tiempo que tiene para hablar no alcanza para contar todo lo que es importante escuchar. Dice que a través de sus tejidos las mujeres mayas han mantenido viva la memoria milenaria de sus pueblos. También cuenta las prácticas de empresas que patentan sus diseños y, de ese modo, intentan arrebatarles algo que para ellas es muy valioso. Sus tejidos son el lenguaje de su relación con el cosmos y muestran su profundo amor por la vida. “Nuestros tejidos son conocimientos tramados en colectivo; por lo tanto, nos pertenecen a todas y todos; cualquier apropiación individual empresarial representa una forma de despojo, expropiación o robo contra toda una comunidad y pueblo maya”.
“Cada tejido lleva parte de nuestras vidas y no solamente es el trabajo de nuestras manos”
Cuando comienza a hablar lo hace en un idioma que, en ese lugar, sólo conoce ella. Dice que es una manera de conectar con su identidad, con su pueblo, y que así consigue contar mejor lo que viene a decir.
Habla de algunas de las cosas que luego descubro que están escritas en el libro. “Un tejido involucra todo el cuerpo. Las mujeres vamos contando, necesitamos concentración mental y emocional, algunas hablamos durante el conteo, vamos armonizando los colores con nuestra mente, ojos y dedos. Cuando tejemos gastamos nuestra cabeza, nuestros ojos, nuestras manos y nuestros pies. Estar mucho tiempo sentadas nos va generando enfermedades. (...). Así, cada tejido lleva parte de nuestras vidas y no solamente es el trabajo de nuestras manos”.
Nan Gloria Estela García dice: “Nos levantamos a las 3 o 4 de la mañana a tejer. Cuando aclara el día, hacemos el oficio, lavamos, cocinamos, cuidamos a los niños y luego volvemos a tejer, cuando todos duermen aprovechamos para volver a tejer”.
Dicen las mujeres del Movimiento Nacional de Tejedoras que el rostro que Guatemala vende hacia afuera es el de una mujer maya con huipil, que ese es el mismo rostro perseguido y cansado del genocidio que se niega.