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València
Refugios de la Guerra Civil afloran en Paiporta tras la dana
Rosa se aferró a la vida con mucha más fuerza cuando el nivel del agua del dormitorio, a dos palmos del techo, dejó de subir. Con el agua a la barbilla y subida de puntillas en el somier de la cama de su casa de Paiporta, sostuvo a su marido de 84 años durante seis angustiosas horas. Cuando los rescataron, Rosa apenas reparó en el enorme agujero de dos metros abierto en el salón. Un socavón que revelaba uno de los numerosos refugios de la Guerra Civil construidos en el subsuelo de las viviendas. Su hija Raquel está convencida: los túneles, construidos 90 años atrás, frenaron la inundación y salvaron la vida de sus padres durante las inundaciones de la DANA del pasado 29 de octubre.
La enorme grieta se tragó la televisión y diversos enseres familiares. Al adentrarse en la cavidad aparece un arco de ladrillo y una gruta de, al menos, 5 metros de profundidad. Las montañas de tierra y restos de escombros impiden ver más allá. “Mi madre me contaba que durante la guerra se escondían en los túneles, pero jamás me imaginé que habría uno debajo de mi casa”, cuenta Rosa.
En la calle Lluís Vives, mientras quitaba el barro del corral de un vecino junto a otros voluntarios, David Guerrero descubrió otro refugio. A diferencia del refugio de la casa de Rosa, ubicado en la calle Sant Roc, esta galería permite caminar unos metros más, de pie, por su sinuoso recorrido. De nuevo, un arco de ladrillo da la bienvenida al escondite, revestido por piedras colocadas a mano. “Mi abuelo me contó que la mayoría se taparon tras la guerra. Ahora, con la DANA, hemos redescubierto unos cuantos. Es increíble que hayan resistido a la inundación”, cuenta este trabajador de Correos de Paiporta.
Las inundaciones en l'Horta Sud han revelado diversas galerías. La mayoría fueron construidos por familias que habitaban las casas, según el libro Memoria Recobrada. Nosaltres, les paiportines i paiportins
Las inundaciones en l'Horta Sud, que causaron 223 muertes (45 en Paiporta), según los datos oficiales, han revelado diversas galerías. La mayoría fueron construidos por familias que habitaban las casas, según el Museo de la Rajoleria de Paiporta. Existen una veintena, según el libro Memoria Recobrada. Nosaltres, les paiportines i paiportins. El profesor de Historia Contemporánea de la Universitat de València, Jorge Ramos Tolosa, subraya la relevancia de los hallazgos. “Sería interesante conocer cómo eran los refugios privados. La mayoría que se han recuperado són públicos. Eran los más grandes y se ubicaban debajo de escuelas, industrias, plazas o ayuntamientos, como el que hay cerca del Ayuntamiento de Valencia”, explica.
“A los italianos les encantaba bombardear Valencia”, apunta el historiador, parafraseando al escritor Ernest Hemingway. Los aviones fascistas de Mussolini, aliado de Franco, descansaban en Mallorca y protagonizaron los principales bombardeos. Su privilegiada ubicación les permitía sobrevolar el Mediterráneo sin apenas ser detectados, descargar su munición y regresar sin demasiados contratiempos a la isla balear.
Paiporta, como Catarroja o Alfafar, que también cuentan con refugios, no eran objetivos militares prioritarios. Tolosa señala que, a menudo, “los ataques perseguían aterrar a la población”. Cumplieron su misión con creces, como atestiguan los 1.683 asesinados en los bombardeos franquistas, italianos y de la legión Cóndor de Hitler en la comunidad valenciana, según recoge el libro El País Valencià sota les bombes, 1936-1939, de Rafael Aracil y Joan Villarroya.
Lo que para algunos es una curiosidad para otros, como Rosa y su familia, supone otro drama más: “La casa está inservible. Los tabiques, destrozados. No ha quedado nada. No podemos tener ese peligro ahí”, se queja Rosa
El redescubrimiento de los refugios ha asombrado a muchos, como refleja el vídeo viral que David subió en su cuenta de Tiktok @ferragud_11. Sin embargo, lo que para algunos es una curiosidad para otros, como Rosa y su familia, supone otro drama más en esta catástrofe humana y económica en un pueblo donde solo unos pocos comercios han logrado reabrir. “La casa está inservible. Los tabiques, destrozados. No ha quedado nada. No podemos tener ese peligro ahí”, se queja Rosa, que se ha instalado en casa de su hija, en Llombai.
El Ayuntamiento valora que no existe riesgo en las viviendas que albergan los túneles. Su hija desconfía de la opinión de los arquitectos municipales y exige una solución por parte de las administraciones. “Nos dicen que tapemos los agujeros con hormigón, pero de quién es la responsabilidad de reparar esto? ¿Qué se supone que tengo que hacer? Tengo que levantar todo el suelo, hacer catas para evaluar el terreno y la estructura”, se lamenta Raquel, que ya ha contactado con un geólogo para recabar más información y encontrar una salida para salvar la casa de sus padres.