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Unión Europea
El ascenso de la ultraderecha y la nueva Europa
Los partidos de extrema derecha han cambiado paulatinamente de discurso. Ya no abogan abiertamente por la salida de la Unión Europea sino que han recuperado la vieja idea fascista de “reconquistar” el continente.
“Cuando estás en un barco que se hunde, tus pensamientos serán sobre barcos que se hunden.” Resulta difícil no acordarse de esta frase de George Orwell cuando uno observa el rumbo de la Unión Europea durante la legislatura del Parlamento Europeo que termina este mayo. Sin embargo, cada vez son más los comentaristas que señalan un escenario hasta hace no mucho imprevisto: el de que un grupo de marineros amotinados logre hacerse con el control de la nave, tapone algunas de sus fugas de agua y lleve el buque en una dirección insospechada. A comienzos de este mes el secretario de la Liga, Matteo Salvini, viajó a Varsovia para reunirse con el presidente del partido Ley y Justicia (PiS), Jaroslaw Kaczynski. El objetivo declarado de Salvini era conseguir sumar al PiS a un nuevo grupo parlamentario en la Eurocámara con la Agrupación Nacional (AN) de Marine Le Pen y el Partido para la Libertad (PVV) de Geert Wilders, y al que espera que también se añada al Partido de la Libertad de Austria (FPÖ). De conseguir este objetivo, el nuevo grupo parlamentario podría obtener 140 eurodiputados, convirtiéndose en la tercera fuerza en el Parlamento Europeo. Alternativa para Alemania (AfD) se ha mostrado partidaria de ir más allá y fusionar todos los grupos parlamentarios que se encuentran a la derecha del Partido Popular Europeo (EPP): el Grupo de Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), el Grupo Europa de la Libertad y la Democracia Directa (EFDD) y Europa de las Naciones y las Libertades (ENF). Según una proyección de votos de Europe Elects, la suma de estos tres grupos daría 161 eurodiputados, quedándose a sólo 17 escaños de convertirse en el mayor grupo del próximo Parlamento Europeo.
Que Salvini y Kaczynski llegarían a algún tipo de acuerdo era previsible. Dos de los grupos a la derecha del EPP arriba señalados, ECR –que cuenta con 73 diputados–, del que forma parte el PiS, y EFDD –que tiene 46–, posiblemente desaparezcan o entren en crisis la próxima legislatura, en la que ya no estarán los dos partidos que los encabezan, el Partido Conservador británico y el Partido de la Independencia de Reino Unido (UKIP) respectivamente, debido al brexit. “Polonia e Italia serán parte de la nueva primavera de Europa, del renacimiento de los valores europeos”, declaró Salvini en una rueda de prensa conjunta con el ministro del Interior polaco, Joachim Brudzinski. “La Europa que tomará forma en junio”, agregó, “nos conducirá a una muy diferente a la que hoy existe y está dirigida por burócratas.” De momento las encuestas de intención de voto acompañan a los planes de Salvini: según algunos de los sondeos más recientes, el PiS obtendría un 45% en Polonia, Agrupación Nacional un 35% en Francia, la Liga superaría el 32% de intención de voto en Italia, el FPÖ tendría un 22% en Austria, AfD conseguiría el 15% en Alemania y Vox el 13% en España.
El giro “europeísta” de la ultraderecha
El alza en las encuestas llevó hace ya algún tiempo a los partidos de derecha radical a replantear sus posiciones por consideraciones de oportunidad. Las llamadas a salir de la Unión Europea, tan frecuentes hace unos años –Frexit (Francia), Öxit (Austria), Gexit (Alemania), etcétera–, pasaron a ser un murmullo tras la crisis griega de 2015 y han desaparecido ya casi por completo de su discurso, si es que alguna vez fueron consideradas seriamente y no eran una baladronada. Sea como fuere, ante la posibilidad de forjar un proyecto europeo de derechas, presionando y condicionando a los conservadores en el Parlamento Europeo como ya hacen el FPÖ o Vox a escala estatal, el foco se va desplazando lentamente de la enmienda a la totalidad a la Unión Europea a una reforma en una dirección propia.Llegados hasta este punto conviene recordar la flexibilidad y el pragmatismo de todas estas formaciones cuando se han visto cerca del poder. El caso de la Lega de Salvini quizá sea el más claro: en el lapso de unos años ha pasado de promover la secesión de “Padania” a defender un proyecto “federalista” para Italia. Cabe al mismo tiempo preguntarse hasta qué punto el nacionalismo agresivo que es su seña de identidad no se convertiría en un obstáculo para una coordinación efectiva a escala europea. Por mencionar solamente unos cuantos puntos de fricción: el rusófobo PiS recela de las simpatías de Salvini o Le Pen hacia el Kremlin; una de las banderas del FPÖ es la concesión de la ciudadania austríaca, o incluso un referéndum de secesión, para Tirol del Sur/Bonzano, lo que podría llevar a roces con la Lega; en el caso español, Vox podría chocar con el independentismo del Vlaams Belang flamenco –que forma parte del ENF– y, de configurarse un grupo más amplio con los partidos procedentes del ECR, aún más con la Nueva Alianza Flamenca (N-VA), que presta apoyo a Carles Puigdemont en Bélgica.
La inmigración sería el denominador común para alinear a todos estos partidos en una constelación propia a la derecha del EPP. Reforzar la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas (Frontex) y ampliar las misiones policiales en el Norte de África, el Sahel y los Balcanes para estrangular las rutas de inmigración hacia Europa son dos medidas que encontrarían un amplio apoyo entre los partidos de ese nuevo grupo. Las políticas sociales centradas en el modelo de familia tradicional también serían otro de los pilares sobre el que construir ese consenso.
De un azul cada vez más oscuro
En contra de una corriente de opinión muy extendida, el “europeísmo” no ha de ser necesariamente liberal o de izquierdas, como el soberanismo no ha de ser exclusivamente de derechas. Lo subrayaba Yanis Varoufakis en uno de sus últimos libros con la siguiente recolección de citas:• “Por encima y más allá del concepto de nación estado, la idea de una nueva comunidad transformará el espacio vital proporcionado a todos por la historia en un nuevo reino espiritual... La nueva Europa de solidaridad y cooperación entre todos sus pueblos, una Europa sin desempleo, sin crisis monetarias... encontrará una fundación asegurada y una prosperidad rápidamente creciente una vez se hayan eliminado las barreras económicas nacionales.” (Arthur Seyss-Inquart)
• “El pueblo de Europa entiende cada vez más que las cuestiones que nos dividen, cuando se las compara con aquellas que aparecerán y que serán resueltas entre continentes, no son más que triviales peleas familiares... Estoy convencido de que en cincuenta años los europeos no pensarán en términos de países separados.” (Joseph Goebbels)
• “En mi opinión, la concepción de una nación de su propia libertad debe ser armonizada con los hechos de nuestros días y simples cuestiones de eficacia y objetivos... Nuestra única exigencia para los estados europeos es que sean sinceros y entusiastas miembros de Europa.” (Joseph Goebbels)
• “La solución a los problemas económicos [se resolvería] con una eventual una unión aduanera europea y un mercado libre europeo, un sistema de compensaciones europeo y tipos de cambio estables en Europa, con miras a una unión monetaria europea.” ('Elementos básicos para un plan para una nueva Europa', informe de Hans Frohwein para el comité europeo del Ministerio de Asuntos Exteriores nazi, junio de 1943)
• “Los resultados de un nacionalismo excesivo y el desmembramiento territorial son bien conocidos por todos. Sólo hay una esperanza para la paz, por medio de un proceso en el cual se respete por una parte el patrimonio fundamental inalienable de cada nación, pero, por el otro, se modere a éste y se lo subordine a una política continental... Una Unión Europea podría no estar sujeta a las variaciones de la política doméstica que son características de los regímenes liberales.” (Alberto De Stefani, primer ministro de Finanzas de Mussolini)
• “Una nueva Europa: ésa es la cuestión y ésa es la tarea ante nosotros. Eso no significa que los italianos y los alemanes y todas las otras naciones de la familia europea hayan de modificar sus hogares y hacerlos irreconocibles para ellos mismos de un día para otro o de un año para otro. Será una nueva Europa por la nueva inspiración y el principio que la determinará, que surgirá entre todos aquellos pueblos... El problema de la jerarquía de los estados cesará de existir. Al menos en su forma habitual, una vez hayamos cortado la cabeza del dragón, esto es, la noción de la soberanía estatal. Además, esto no tiene por qué hacerse directamente, sino que puede conseguirse de manera indirecta, por ejemplo, creando organismos interestatales europeos que vigilen ciertos intereses comunes (tipos de cambio, comunicaciones, comercio exterior, etcétera).” (Camillo Pellizzi, editor de Civilità Fascista, la revista del Instituto Fascista de Cultura)
• “Debemos crear una Europa que no desperdicie su sangre y fuerzas en conflictos intestinos, sino que forme una unidad compacta. De este modo será más rica, más fuerte y más civilizada, y recuperará su antiguo lugar en el mundo.... Las tensiones nacionales y las pequeñas envidias perderán su significado en una Europa libremente organizada sobre una base federal. El desarrollo político mundial consiste inevitablemente en la formación de esferas políticas y económicas mayores.” (Vidkun Quisling, primer ministro de la Noruega ocupada)
Varoufakis también recuerda cómo el diplomático nazi Cécile von Renthe-Fink esbozó con el ministro de Exteriores del Tercer Reich, Joachim von Ribbentrop, una confederación europea con una divisa única controlada por un banco central con sede en Berlín y una legislación común para el mercado de trabajo y acuerdos de libre comercio, una idea apoyada por el primer ministro del régimen de Vichy, Pierre Laval. Uno de los ideólogos de la “nueva derecha” de posguerra, el estadounidense Francis Parker Yockey, defendía la idea de una confederación europea para preservar “los vínculos históricos y culturales que existen entre nuestras respectivas naciones” y construir “patrias monoétnicas” para conservar “la raza, la cultura y las tradiciones de todos los pueblos europeos”. Antecedentes ideológicos, por lo tanto, no faltan. Actualmente el Movimiento Identitario también incluye en su propaganda –que ha calado en toda la nueva derecha nacional-populista europea, incluyendo Vox– la defensa de la “identidad europea” y habla de una “reconquista” de Europa frente a una supuesta “islamización” del continente y un “marxismo cultural” que buscaría la disolución de las identidades nacionales, algo que irónicamente se atribuía, hasta no hace mucho, a la Unión Europea que antes se quería destruir y ahora quieren “reconquistar”.
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