Soberanía alimentaria
La nueva normalidad, ni casa ni pan

El derecho a la alimentación, como el de la vivienda, pasó a mejor vida y se trata de un derecho absolutamente privatizado en manos del capital
Pobreza sin Hogar Madrid
Personas sin hogar en una calle aledaña a la Gran Vía madrileña. No CC. David F. Sabadell

Director de Justicia Alimentaria

28 sep 2024 07:00

Cualquier bicho viviente, desde las termitas a los castores, pasando por las golondrinas y los seres humanos, necesitan al menos dos cosas para sobrevivir: comida y vivienda. El resto ayuda pero esos dos elementos son básicos. No es que sean un derecho humano, que lo son, es que la vida no se entiende sin ellos. Casa y comida, de eso se trata. Incluso los neandertales lo sabían.

Si los componentes básicos de la vida son la alimentación y la vivienda, los componentes básicos de una vida digna son una alimentación y una vivienda dignas. Si esto es así, ¿qué ha pasado para que lleguemos a aceptar que comida y vivienda dignas sean hoy en día un lujo? ¿Que aceptemos resignados quien controla y administra nuestras vidas hayan decidido que esos dos derechos humanos básicos sean opcionales y estén al alcance de una pequeña parte privilegiada de la población?

Podríamos volver a listar aquí, por enésima vez, las subidas interminables de los precios de los alimentos básicos recogidas por las estadísticas oficiales, volver a repetir aquello de que el aceite de oliva ha subido tanto, el pan tanto, las legumbres tanto por tanto, los lácteos, la fruta y verdura, las carnes, el pescado (ay el pescado….) pero da igual. Qué más da si volvemos a escribir que desde el 2021 los alimentos se han encarecido en un casi 30%, pero si vemos la última década la subida ha sido de un 43%, y en algunos alimentos como el aceite de oliva pues desde el 2005 un 196% o como un 97,1% la fruta? Qué más da. Será por datos... Podemos ponerlos al lado del encarecimiento de la vivienda y al lado de lo que está pasando con los salarios y se verá, para quien quiera verlo, la magnitud del daño social que se está provocando.

Quien está leyendo esto, si no es de ese grupo social privilegiado, sabe exactamente que cada vez es más y más difícil hacer la compra con el dinero que te queda después de pagar lo que no puedes dejar de pagar.

Podríamos volver a poner los datos de la CNM1 que evaluó el consumo y los precios de los alimentos básicos en 2023 y constató que comimos un 8,8% menos porque los precios subieron un 8,7% más, y que el gasto en alimentación se mantuvo estable porque, sencillamente, las familias ya no pueden destinar más dinero a comida. Hemos tocado techo, en parte porque ese techo es más caro que nunca también.

De vez en cuando parece que alguien hace algo, pero son medidas fake, lo saben ellos y lo sabemos nosotros

Que el Estado español sea el estado de la UE que más marca blanca consume igual es por algo, que los productos ultraprocesados tengan su consumo disparado igual tiene algo que ver, que comer algo remotamente parecido a la dieta mediterránea, basada en alimentos frescos, saludables y de proximidad sea una quimera algo tendrá que ver. De vez en cuando parece que alguien hace algo, pero son medidas fake, lo saben ellos y lo sabemos nosotros.

¿Se acuerdan que hace nada teníamos una crisis en los precios de los alimentos por la guerra de Ucrania? ¿O por la sequía o por las malas cosechas de no sé qué no sé dónde o por un problema coyuntural con el transporte internacional? Nos instalan el marco de que no podemos comer dignamente por causas que están fuera de nuestro alcance y que, por tanto, nada podemos hacer. Pero no, ni las causas son la furia de los dioses olímpicos ni las medidas para corregirlas dependen de nadie excepto de quien puede cambiar las políticas públicas

¿Se acuerdan que en su día se encendieron las alarmas por el efecto de esta subida en la salud de los ciudadanos y ciudadanas, a corto y medio plazo, especialmente en la población infantil, ya castigada por problemas como la obesidad, siendo el Estado español la segunda tasa más alta de Europa?

¿Se acuerdan que frente a este verdadero alud del todo indisimulable, el Gobierno decidió tan solo bajar un poquito el IVA a algunos los alimentos? ¿Y qué pasó? Pues existen indicios de que el margen se quedó en los supermercados, es decir, que fue una subvención directa a los grandes operadores de la distribución alimentaria. Y no lo decimos sólo nosotros, lo dice el Observatorio de márgenes empresariales del Ministerio de Hacienda.

Será por la rebaja del IVA o no, pero ser el propietario de una gran cadena de supermercados hoy en día parece un negocio redondo

Desde 2023 hasta el primer trimestre de este 2024, los supermercados elevaron su capacidad de convertir sus ingresos en ganancias. Es decir, han incrementado sus márgenes de beneficio. El diferencial entre las compras de las empresas de distribución y sus ventas ha ascendido desde los 3.700 millones hasta los 4.000 millones, comparando los datos de antes de la medida con los de después. El crecimiento del margen de los supermercados desde la rebaja del IVA ha sido del 8%. Será por la rebaja del IVA o no, pero ser el propietario de una gran cadena de supermercados hoy en día parece un negocio redondo.

Según calcula el Banco de España, la rebaja del IVA de los alimentos que se puso en marcha a inicios de 2023 ya ha costado aproximadamente 4.500 millones de € de dinero público. Y todo ello para que los precios de los alimentos básicos sigan subiendo mes a mes. Además, con el cierre del mes de septiembre, la rebaja del IVA en los alimentos volverá a la incómoda normalidad que 

sin la reducción del IVA en el precio de los alimentos a partir de 2025. El Banco Central Europeo también ha reconocido que la razón que explica la inflación son los exorbitantes beneficios y margen de las grandes empresas alimentarias y de distribución. 

Inseguridad alimentaria
No vas a comer sano en tu puñetera vida
No se trata solamente de que la alimentación está totalmente en manos del sector privado, sino de que este opera en forma de oligopolio en todas y cada una de las fases de la cadena alimentaria.

¿Qué más queremos? ¿Quién más lo tiene que decir?

Desde hace unos meses nos van contando, otra vez, que la tormenta ha pasado, que en julio los alimentos sólo subieron un 3,1%que los precios se han moderado, que todo vuelve a la normalidad. ¿Normalidad? ¿Qué normalidad?

Los precios de los alimentos no han bajado desde el año de la polca y si nadie hace nada, nunca lo van a hacer. Es el mercado, amigos

Esta es una coletilla que nos sueltan de vez en cuando: Las subidas se han moderado. Pues vale. Lo que nos están diciendo es que no están siempre en una escalada desbocada hacia el cielo, no que hayan bajado. Los precios de los alimentos no han bajado desde el año de la polca y si nadie hace nada, nunca lo van a hacer. Es el mercado, amigos.

Los precios altos de hoy son los nuevos precios bajos de mañana y suma y sigue. La alimentación no para de subir y comer sano es hoy en día una utopía para la mayor parte de la población. Esa es la normalidad. El derecho a la alimentación, como el de la vivienda, pasó a mejor vida y se trata de un derecho absolutamente privatizado en manos del capital. Y nuestra clase política va repitiendo que nada se puede hacer más allá de las medidas fake. Dos de las cosas más importantes de nuestra vida como es comer y dormir bajo techo nos está costando la vida misma.

El no hacer nada es provocar un daño y un sufrimiento social incalculable. El no hacer nada es hacer política contra el pueblo. En el año 2021 un total de 13,1 millones de personas (un 27,8% de la población española) están en riesgo de pobreza y exclusión social. Casi una de cada tres personas de este país. En el año 2019 eran 12,4 millones, un 20,7 % de la población. Y esta tasa es una media, se encuentran importantes diferencias en función del sexo, edad, nacionalidad, nivel educativo o tipo de hogar. El 45 por ciento de la población tiene serias dificultades para llegar a fin de mes. La desigualdad social aumenta año a año. En 2021, la renta del 20 por ciento más rico de la población es 6,2 veces más elevada que el 20% más pobre. Pedir comida y techo no parece que sea pedir mucho pero resulta que lo es.

A nuestro entender hay dos conclusiones claras: alimentarnos es cada vez más caro y para muchas familias alimentarse de una manera sana es directamente imposible y dos, las medidas del gobierno han fracasado estrepitosamente.

Ya basta de transferir nuestro esfuerzo social a rentistas y supermercados y oligarcas

Si los gobiernos, parlamentos, administraciones varias no son capaces de asegurar la alimentación y el techo a la ciudadanía, ¿entonces para qué están ahí? Hay cientos de medidas posibles para poder atajar esta situación y cambiar las dinámicas y todas ellas son perfectamente aplicables. Ya basta de transferir nuestro esfuerzo social a rentistas y supermercados y oligarcas. Las condiciones miserables de vida a la que nos están abocando deben tener un límite.

Necesitamos medidas contundentes y, como en el caso de la vivienda, la solución no va a llegar con medidas fake como un índice que precios recomendables o una bajadita de IVA que se quedan los distribuidores. Cosas como:

1. Definir la cesta básica de alimentos y limitar su precio.

2. Crear un bono social para la alimentación fresca para familias con menos renta

3. Establecer un sistema eficaz de control de los precios de la cadena alimentaria y sancionar contundentemente los casos de abusos en los precios de alimentos básicos.

4. Crear infraestructuras de distribución alimentaria con apoyo público, como recuperar los mercados municipales en manos de grandes cadenas de supermercados

En este punto sería bueno recordar el episodio previo a la revolución francesa, cuando la princesa María Antonieta al ser advertida del hambre que estaba sufriendo el pueblo por la falta de pan, dijo, ¡Que coman pasteles!

Opinión
Soberanía Alimentaria Por una ley de protección pública para los sistemas alimentarios locales
Necesitamos un sistema alimentario más democrático dónde la ciudadanía tengamos derecho a definir nuestro modelo y no que lo decida un oligopolio de cinco grandes cadenas de distribución.
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