Análisis
Turismo de genocidio: La industria turística israelí y la normalización de la violencia en Palestina

El caso de Palestina ofrece un ejemplo único y urgente de las formas en que el turismo puede emplearse como herramienta para normalizar las realidades de la ocupación y la violencia.
Destrucción Al-Omari Mosque
Escombros de la Gran Mezquita Omari de Gaza, destruida por Israel.

Doctor en Historia por la Universidad de Salamanca, profesor del Departamento de Turismo y Arqueología de la Universidad Nacional An-Najah de Nablus, Palestina.


21 dic 2024 06:00

El concepto de “turismo de genocidio” es un fenómeno inquietante y controvertido que ha surgido en el contexto del conflicto palestino-israelí. Hace referencia al uso del turismo no sólo como herramienta de compromiso económico y cultural, sino como mecanismo para normalizar e incluso promover la violencia, la ocupación y, en algunos casos, el genocidio. En el caso de Palestina, y en particular de la Franja de Gaza, la industria turística israelí se ha visto implicada en la explotación de la destrucción causada por las operaciones militares israelíes, transformando el sufrimiento de los civiles palestinos en una forma de entretenimiento para los turistas.

Desde la escalada de violencia en Gaza, especialmente durante los conflictos de 2021 y 2024, la devastación de hogares, infraestructuras y patrimonio cultural palestinos ha sido profunda. Junto a la destrucción física, ha surgido una nueva e inquietante tendencia: Viajes organizados por Israel para presenciar las secuelas de los bombardeos, una práctica que se ha denominado “turismo de genocidio”. Estos viajes ofrecen a los ciudadanos israelíes y a los turistas internacionales la oportunidad de observar las consecuencias de las acciones militares, a menudo enmarcadas en una narrativa más amplia de seguridad y defensa nacional. Sin embargo, esta normalización de la violencia contra los palestinos a través del turismo plantea importantes problemas éticos, ya que comodifica el sufrimiento humano y borra los relatos de las víctimas.

Mi análisis pretende explorar la relación entre el turismo y la ocupación israelí de Palestina, examinando cómo la industria turística sirve tanto de herramienta de propaganda como de medio para legitimar la violencia. Centrándonos en el fenómeno del turismo genocida, investigaremos cómo las iniciativas turísticas israelíes en los territorios ocupados contribuyen a borrar la historia y la identidad palestinas, y cómo facilitan la normalización de las políticas violentas del Estado israelí. A través de un examen crítico de la intersección entre turismo, colonialismo y violencia, este documento pretende contribuir al discurso actual sobre las implicaciones éticas del turismo en zonas de conflicto y su papel en la perpetuación de la ocupación.

Al analizar las diversas formas en que opera el turismo de genocidio, este documento abordará las implicaciones más amplias del turismo como herramienta política, arrojando luz sobre cómo puede utilizarse para reforzar las dinámicas de poder, marginar a las comunidades oprimidas y perpetuar las injusticias históricas. El caso de Palestina ofrece un ejemplo único y urgente de las formas en que el turismo puede emplearse como herramienta para normalizar las realidades de la ocupación y la violencia.

La yuxtaposición de genocidio y turismo puede parecer incongruente, pero la visita a lugares asociados con atrocidades masivas ha ganado un importante impulso

Antecedentes

El término genocidio es una invención relativamente reciente. Etimológicamente, extiende el uso del sufijo -cide, que significa “matar”, como se ve en términos como suicidio (el asesinato de uno mismo) o fratricidio (el asesinato del hermano). El prefijo geno- procede del latín gens, que significa “raza de personas”. El término fue acuñado por Raphael Lemkin, judío polaco, en la década de 1930 para describir la masacre de asirios cristianos en Iraq (Beech, J, 2009, 207).

La yuxtaposición de genocidio y turismo puede parecer incongruente, pero la visita a lugares asociados con atrocidades masivas —a menudo denominada “turismo oscuro”— ha ganado un importante impulso. A principios de la década de 1990, por ejemplo, medio millón de personas visitaban anualmente el campo de concentración de Auschwitz, cifra que desde entonces ha superado el millón. Del mismo modo, Ruanda, a pesar de su trágica historia, ha experimentado un aumento del turismo internacional, en particular hacia monumentos conmemorativos del genocidio de 1994, como el Monumento Conmemorativo del Genocidio de Kigali y el Monumento Conmemorativo de la Iglesia de Ntarama (Beech, J, 2009, 207).

Aunque el Holocausto suele considerarse el ejemplo arquetípico de genocidio, es esencial reconocer el espectro más amplio de este tipo de atrocidades. La propia definición de genocidio es controvertida, lo que subraya la necesidad de criterios claros a la hora de identificar estos actos.

El reciente conflicto israelo-palestino en Gaza, que se extenderá desde finales de 2023 hasta principios de 2025, ha suscitado preocupación por la posibilidad de que surjan nuevos lugares para el turismo de genocidio. Esta compleja situación pone de relieve los dilemas éticos que plantea la visita a lugares ligados a un profundo sufrimiento. Es crucial acercarse a estos lugares con sensibilidad y respeto, reconociendo tanto el contexto histórico como el impacto actual en las comunidades afectadas.

Genocidio
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Destrucción del patrimonio cultural en la Franja de Gaza

La Franja de Gaza, designación geopolítica moderna surgida tras la Nakba de 1948, se refiere en general a una estrecha franja costera en el extremo sur de Palestina, con una superficie de no más de 365 kilómetros cuadrados, hogar de unos 2,3 millones de palestinos, la mayoría de los cuales viven en difíciles condiciones económicas, 17 años de asfixiante bloqueo y 56 años de ocupación continua desde 1967. La población de la Franja de Gaza (70%) está compuesta en su mayoría por refugiados palestinos que fueron expulsados de sus tierras durante la limpieza étnica israelí de 1948. Gaza es rica en yacimientos arqueológicos y centros históricos. Los estudios arqueológicos realizados en la Franja de Gaza durante el siglo pasado indican que hay unos 130 yacimientos arqueológicos, además de las ciudades y pueblos antiguos de la Franja, que incluyen las ciudades de Gaza, Jan Yunis, Deir al-Balah, Rafah, Beit Hanún, y docenas de pueblos y campamentos (base de datos del Ministerio de Turismo y Antigüedades).

La destrucción del patrimonio cultural de Gaza ha sido una consecuencia importante y trágica del actual conflicto palestino-israelí, especialmente exacerbado por las operaciones militares israelíes de los últimos años. Gaza, con su rico paisaje histórico y cultural, se ha enfrentado a una devastación generalizada que ha provocado la pérdida de numerosos yacimientos arqueológicos, históricos y culturales.

La reciente ofensiva militar israelí en la Franja de Gaza ha causado daños importantes al patrimonio cultural, incluidos museos, yacimientos arqueológicos y edificios históricos (1). Numerosos informes y organizaciones han documentado estas pérdidas. Sin embargo, las cifras exactas que han proporcionado (17 museos, 230 yacimientos arqueológicos y 5.000 empresas turísticas) parecen estar infladas o basarse en estimaciones preliminares. Aunque la destrucción es extensa, todavía se está evaluando el número exacto de yacimientos afectados.

Gaza, con su rico paisaje histórico y cultural, se ha enfrentado a una devastación generalizada que ha provocado la pérdida de numerosos yacimientos arqueológicos, históricos y culturales

Es importante basarse en fuentes verificadas e informes oficiales para obtener información precisa. Organizaciones como la UNESCO y la Autoridad Palestina están trabajando para documentar los daños y evaluar el impacto a largo plazo sobre el patrimonio cultural de Gaza.

Es crucial reconocer el impacto devastador de esta destrucción en la identidad cultural y la memoria histórica del pueblo palestino. La pérdida de estos sitios representa una pérdida cultural significativa y obstaculiza los esfuerzos para preservar y promover el patrimonio palestino.

Tras la destrucción, se ha denunciado el fenómeno del “turismo del genocidio”, en el que algunos grupos israelíes organizan excursiones para presenciar la devastación. Esta práctica ha suscitado importantes críticas, ya que no sólo mercantiliza la destrucción, sino que también normaliza la violencia y la ocupación en la región.

Turismo de genocidio en Palestina

El turismo de genocidio se ha utilizado en Palestina para normalizar la ocupación, blanquear la imagen de Israel y desviar la atención de las violaciones de derechos humanos que comete contra el pueblo palestino. Asimismo, el turismo se ha utilizado para explotar los recursos naturales y culturales de Palestina, sin beneficio alguno para el pueblo palestino, y para justificar el desplazamiento forzoso de palestinos de sus hogares y tierras.

Por último, es importante señalar que el turismo puede ser una fuerza positiva, pero cuando se utiliza para encubrir la injusticia y la violencia, se convierte en una herramienta peligrosa. Los turistas deben ser conscientes de los impactos negativos del turismo en Palestina y tomar decisiones informadas sobre dónde viajan y cómo gastan su dinero. Además, es importante que la comunidad internacional presione a Israel para que ponga fin a la ocupación y respete los derechos humanos del pueblo palestino. Sólo entonces podrá Palestina desarrollar su potencial turístico y convertirse en un destino turístico sostenible y ético.

Ocupación israelí
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Conclusiones

La destrucción del patrimonio cultural en Gaza es una trágica consecuencia de un conflicto más amplio, que ha provocado la pérdida de hitos históricos, culturales y religiosos de incalculable valor. Más allá de los daños físicos inmediatos, esta pérdida contribuye a borrar la identidad y la historia palestinas. La conservación del patrimonio cultural en medio de tanta violencia sigue siendo un reto crucial para el futuro de Gaza y de la comunidad palestina en general.

El término “turismo de genocidio” se refiere a la práctica de utilizar el turismo como medio para normalizar la ocupación, la violencia o incluso promover acciones genocidas. En el contexto palestino, este concepto pone de relieve cómo se ha empleado el turismo para ocultar o legitimar la ocupación israelí y sus actos de violencia contra los palestinos. Al presentar lugares de devastación o conflicto como atracciones, esta forma de turismo puede servir para blanquear o insensibilizar a la comunidad internacional ante la opresión y el sufrimiento continuos del pueblo palestino.

Resulta profundamente paradójico que quienes conmemoran el Holocausto estén ahora implicados en acciones que se perciben como semejantes a atrocidades similares en la Palestina del siglo XXI. Este paralelismo suscita importantes preocupaciones éticas e históricas, y pone de relieve la urgente necesidad de un compromiso coherente con los derechos humanos y la prevención de tales tragedias.

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