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Redes sociales
Gab, la red social a la que se ha pasado Vox
Gab, la “red social sin censura” a la que se ha pasado el partido ultraderechista Vox es una especie de safe area (espacio seguro) para la extrema derecha donde puede compartir libremente sus mensajes y organizarse lejos del escrutinio de los supervisores de contenidos de otras redes sociales y, por descontado, de otros usuarios.
El jueves 13 de febrero Vox anunció a través de sus canales de información que abría dos nuevas cuentas en redes sociales: Tik Tok y Gab. La primera, basada en la publicación de vídeos de corta duración (de hasta 60 segundos), quizá sea la más conocida en España, al menos entre los usuarios más habituales de este tipo de plataformas, particularmente los más jóvenes. La segunda, muy similar a Twitter, es con toda seguridad la más desconocida entre los lectores españoles. Algunos de los medios de comunicación que han recogido la noticia han mencionado, sin entrar en detalle, sus vínculos con la alt-right estadounidense. La apertura de una cuenta en Gab y la previsible migración de muchos de los seguidores de Vox a esta red social sigue, en efecto, la estela de la alt-right, un espejo en el que a Vox le gusta mirarse.
El partido de Santiago Abascal vio a finales de enero cómo su cuenta de Twitter era suspendida por violar las normas de la red social. En el mensaje que motivó la suspensión, Vox acusaba al PSOE nada menos que de promover la pederastia con dinero público. Como en el caso estadounidense, Vox habla de censura. Y como en el caso estadounidense también, Vox se ha acabado pasando a Gab, algo que varios usuarios de Twitter afines a la formación venían sugiriendo desde mucho tiempo atrás. En un mensaje de Twitter, Gab pidió en inglés y en español “dar una cálida bienvenida” al partido ultra, que ya tiene más de 1.200 seguidores.
Un ‘espacio seguro’ para la extrema derecha
Gab se fundó en agosto de 2016, durante las tensas elecciones presidenciales que enfrentaron a Hillary Clinton y Donald Trump. Su creador, Andrew Torba, se definió entonces en una entrevista como un “republicano cristiano conservador”, una etiqueta que, según su propia versión, generaba incomodidad en los ambientes de Silicon Valley en los que trabajaba y que terminaron por marginarlo.
A pesar del evidente sesgo político, Torba siempre ha defendido que puso en marcha Gab para ofrecer un espacio donde todo el mundo se pudiese expresar sin cortapisas ideológicas. “Mi intención no era crear una ‘red social conservadora’ en ningún caso”, declaró en una entrevista con The Washington Post en noviembre de 2016. Como puede imaginar el lector, a continuación venía de inmediato un “pero”: “Pero sentí que era el momento de que un líder conservador diera un paso al frente y proporcionase un foro donde todo el mundo pudiese participar y hablar libremente sin miedo a la censura”. El fundador de Gab considera que “todos y cada uno de los medios de comunicación y redes sociales en Silicon Valley están dirigidos, controlados y operados por líderes progresistas y trabajadores progresistas”.
Con estos mimbres, Gab atrajo poco sorprendentemente a usuarios de todo el espectro de la derecha, desde la alt-right hasta la extrema derecha. Entre sus primeros usuarios se encontraron Milo Yiannopoulos, Alex Jones y el neonazi Richard Spencer (Yiannopoulos y Jones habían visto sus cuentas en Twitter y YouTube respectivamente suspendidas poco antes), a los que siguieron otras destacadas figuras de la extrema derecha británica o australiana. Un entonces semidesconocido político brasileño llamado Jair Bolsonaro abrió su cuenta en septiembre de 2016. El logotipo de Gab, una rana, era una nada velada referencia a la rana Pepe, uno de los memes más utilizados por la alt-right durante las elecciones presidenciales de 2016, aunque la compañía lo abandonó en septiembre de 2018.
La “red social sin censura” era, en realidad, una especie de safe area (espacio seguro) para la extrema derecha donde podía compartir libremente sus mensajes y organizarse lejos del escrutinio de los supervisores de contenidos de otras redes sociales y, por descontado, de otros usuarios.
Gab volvió a los titulares dos años después, cuando se descubrió que Robert Gregory Bowers, el autor del tiroteo contra una sinagoga en Pittburgh (Pennsylvania) que causó 11 muertos el 27 de octubre de 2018, poseía una cuenta verificada en esta red social. Bowers había escrito en su biografía “los judíos son los hijos de Satán” y “1488”, un código que remite a las catorce palabras de un eslogan acuñado por el supremacista estadounidense David Lane y a la correspondencia alfabética de las primeras letras del saludo nazi ‘Heil Hitler’ (88). En uno de sus últimos mensajes antes de la masacre, Bowers escribió que la ONG judía HIAS “quiere traer a invasores que asesinan a nuestro pueblo” y añadió que, ante esto, “no puedo quedarme sentado y ver cómo se mata a mi gente, que le den a vuestras formalidades, allí voy”.
Fake news
Facebook dice no a las mentiras de Abascal y Vox
La red social, con la colaboración de Maldita.es como verificador independiente, ha censurado el vídeo que han difundio Vox y otros perfiles afines al partido de ultraderecha en los que se daba a entender que la bancada socialista aplaudia a EH Bildu. Se trata de la primera censura a un líder político que hace Facebook España por fake news.
Más recientemente, tanto Mozilla Firefox como Google Chrome retiraron en abril Dissenter, una extensión para navegadores que permite a los usuarios de Gab comentar noticias y contenidos en plataformas —incluso si estas no disponen de una sección de comentarios o está desactivada— y que algunos sospechan que ha sido utilizada para coordinar campañas.
Sin muchos reparos, el pasado 4 de julio Gab tomó prestado el código de Mastodon —un servicio de microblogging elaborado con código libre, también parecido a Twitter y favorecido por usuarios de izquierda— para modernizar su servicio, lo que motivó una contundente respuesta de Mastodon, que en un comunicado recordó que su proyecto “se opone por completo al de Gab y su filosofía”, denunció que este “intenta monetizar y distribuir contenido racista mientras se esconde tras la bandera de la libre expresión” y lo acusó de “intentar secuestrar nuestra infraestructura”. Desde entonces, Mastodon ha adoptado medidas para aislar a los usuarios de Gab del resto de comunidades de su red social. En las páginas de Gab los mensajes siguen llamándose toots, como en Mastodon.
A pesar de los hechos en Pittsburgh, que han forzado a Torba a suspender las cuentas de varios neonazis y otros usuarios que llamaban al asesinato de activistas, Gab, lejos de retroceder, ha crecido y se ha internacionalizado.
Según un artículo de la revista Vice de agosto de 2019, el tráfico de la página web entre enero y julio de 2019 creció casi un 200%, mientras los usuarios únicos lo hicieron un 180%. Según Amarnath Amarasingam, un especialista canadiense en terrorismo de la Universidad Queen consultado por Vice, el hecho de que Gab no se encuentre en las profundidades de la dark web ni sea una plataforma popular como Twitter facilita su crecimiento y permite a la extrema derecha disfrutar de un importante canal de difusión. “Estas personas acostumbraban a tener que escoger entre lugares como Twitter o Facebook o básicamente existir en las entrañas de internet, donde es menos posible que logren reclutar a nuevas personas o dirigirse a la opinión pública”, explicó al añadir que “esto no es mainstream, pero no está del todo fuera del alcance, y por esta razón son peligrosos”. De creer las cifras proporcionadas por Torba el año pasado, Gab ya cuenta con más de un millón de usuarios. Desde el pasado jueves, Vox es uno más de ellos.
Tik Tok: una estrategia de futuro
Aunque Tik Tok parece a todas luces más inofensiva —hasta la fecha su procedencia china es lo único que ha llamado la atención de los medios de comunicación—, la irrupción de Vox en esta red social merece igualmente más atención.
De nuevo, el partido español se limita a copiar y adaptar lo que ha funcionado en otros países. El fin es el mismo: ampliar una telaraña —compuesta por digitales, cuentas en redes sociales, servicios de mensajería y plataformas de vídeo— para difundir sus mensajes, conectar con fenómenos adyacentes —como la llamada manosfera y los foros digitales— y atraer nuevos militantes.
La alt-right estadounidense ha puesto la mirada en Tik Tok básicamente por tres motivos. El primero, obviamente, encontrar nuevas redes en las que recalar de ver suspendidas sus cuentas. Los otros dos obedecen a razones más profundas: Tik Tok permite envolver sus mensajes en un formato entretenido que es fácil de difundir. Pero además se trata de una plataforma especialmente popular entre adolescentes: se calcula que el 60% de los usuarios tienen 16 y 24 años, un “granero de votos”, como lo describe la revista Screen Shot, que “está desarrollando todavía su identidad política y reacciona en particular a mensajes visuales y con carga emocional”.
Nos encontramos, por lo tanto, ante una estrategia de futuro. La llegada de Vox a Tik Tok también debe leerse como una invitación a sus seguidores para que abran cuentas en esta plataforma y desarrollen contenidos más atractivos a este segmento de votantes.
Hace décadas la ultraderecha intentaba difundir sus mensajes con publicaciones impresas en ciclostil y charlas. Después de descubrir las subculturas juveniles, sumó los conciertos musicales y material gráfico de rápida difusión. La diferencia es que entonces uno había de desplazarse a un lugar para conseguir la propaganda en un soporte físico, o asistir a un acto, y enfrentarse al potencial repudio social que podía ocasional. Con las redes sociales estos políticos pueden llegar a donde hasta la fecha no podían, y pueden hacerlo de manera más fácil y barata, y asumiendo menos riesgos.
Steve Bannon fue uno de quienes supo ver en 2016 el potencial electoral de las comunidades de gamers y usuarios de foros digitales y redes sociales, un terreno que, como alerta Angela Nagle en Muerte a los normies (Orciny Press, 2018), la izquierda había considerado durante demasiado tiempo erróneamente como patrimonio inalienable suyo. Combinado con otros factores, el resultado de aquella estrategia fue la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos.
Machismo
Y el meme salió rana
En su propagación, la nueva extrema derecha estadounidense forjada en internet ha empleado lenguajes, herramientas y conceptos que parecían coto privado de la izquierda. Un breve ensayo de Angela Nagle ofrece pistas para desentrañar este cambio de paradigma.
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Mastodon está escrito en código abierto que cualquiera puede usar y modificar. Gab es una modificación del código de Mastodon. Mastodon pertenece a una federación de diferentes redes sociales entre las que está Gab y muchas otras. La estructura de la federación permite la comunicación y el bloqueo de la misma entre las diferentes redes a elección de administradores y usuarios, y muchas de ellas están bloqueando Gab. Cualquiera puede crear una rama de esa federación y poner sus normas, y eso hizo el administrador de Gab para poder acoger a esa tribu que seguramente sería expulsada de la gran mayoría de esa federación de redes sociales, ya que son auto-exigidas en el cumplimiento del máximo respeto por los DD.HH
Penosa y sectaria la información. Tal vez a jóvenes imberbes comulguen con el hecho de que solo son ciertas las tesis de unos y falsas las de otros. La libertad de pensamiento y de expresion es que usted pueda decir las tonterías que dice y que a la vez yo pueda disentir de ellas. Un saludo.
Como comentario simplemente. La imagen de cabecera llama a confusion, si no se ha leido la noticia antecedente sobre la censura en facebook da a entender que la editorial ha corregido esta otra publicación. Quizás podrían poner otra aunque ciertamente el "pie de pagina" de la imagen aclara que esta tiene que ver con el tema facebook-vox no todas las personas tienen porque entenderlo asi.
Un saludo. Buen trabajo