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Política
La moción de censura contra UPN en Iruñea consolida la nueva política de alianzas
El acuerdo entre EH Bildu, PSN, Geroa Bai y Zurekin Iruña para presentar una moción de censura en el ayuntamiento de la capital navarra desató ayer un terremoto político. El epicentro, la comunidad foral, aunque con un alcance más allá de dichos lares. Por un lado, de la mano de Joseba Asiron, la coalición abertzale volverá a gobernar la ciudad como ya lo hizo entre 2015 y 2019. Por otro, este pacto supone un giro en la estrategia política de los socialistas. Si bien el PSN aclaró que no entrará en el gobierno municipal, esta es la primera vez que apoya de forma explícita a EH Bildu en la conformación de un ayuntamiento.
A Cristina Ibarrola, actual alcaldesa por UPN, no le quedará otro remedio que abandonar la makila tras solo cuatro meses en el cargo, dejando atrás la parálisis permanente heredada de la anterior legislatura bajo el mando del también regionalista Enrique Maya. La derecha navarra logró en 2019 obtener la alcaldía en minoría gracias a un PSN que, con Maite Esporrín a la cabeza, hizo de desbancar a EH Bildu su eje principal de campaña.
Elecciones
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Por su parte, el colapso del gobierno de Asiron, anterior al de Maya, fue también provocado por deméritos propios, tras su arriesgada apuesta de expulsar, en vísperas de los Sanfermines de 2018, a la plataforma municipalista Aranzadi y a la coalición Izquierda-Ezkerra de su gobierno para reforzar a Geroa Bai y, de esa forma, pisar el freno en los ejes del cambio de modelo que se intentó durante la primera mitad de aquella legislatura. EH Bildu se enrocó así, igual que el gobierno foral ‘cuatripartito’ en el que participaba, en lo que los movimientos sociales de la ciudad tildaron de ‘gobernismo’, neutralizando toda posibilidad de reválida sin incluir a los socialistas en ambos niveles.
Varios años y fracasos después, el paso dado ayer tiene implicaciones importantes para el rumbo de la política de alianzas en Euskal Herria y pone fin, al menos en Nafarroa, a la connivencia de las fuerzas del régimen para apartar a las izquierdas de los gobiernos. Así había ocurrido desde que el ‘agostazo’ tras las elecciones forales de 2007 truncara la posibilidad de alcanzar el gobierno entre el PSN y Nafarroa Bai (coalición de Aralar, Eusko Alkartasuna, Batzarre y PNV), para la que daban los números y los abertzales mostraron sobrada inteligencia táctica, ya que a pesar de ser segunda fuerza ofrecieron la Lendakaritza a los socialistas que eran la tercera. Con Batasuna ilegalizada, un estrambótico veto de Pepe Blanco, en vuelo chárter a Iruñea, provocó la dimisión de su candidato y una nueva crisis orgánica de los socialistas navarros, impidiendo durante dos legislaturas la conformación de un gobierno en claves pluralistas de avance social.
Abstenciones cruzadas
El movimiento actual supone un cambio de estrategia por ambas partes que se ha hecho esperar. Hasta ahora tanto EH Bildu como PSN habían tomado posiciones abstencionistas tras los resultados de las últimas elecciones municipales y forales. Mientras el partido abertzale favoreció con su abstención que la presidencia del Gobierno de Navarra cayera en manos de Maria Chivite, los socialistas, con la misma decisión, propiciaron que UPN volviera a lograr la alcaldía de Iruñea en mayo. A pesar de contar con casi los mismos votos que EH Bildu, logró ser primera fuerza y alcanzar la mayoría simple en el consistorio gracias al apoyo del PP, algo de lo que tanto presumió Alberto Núñez Feijóo en campaña.
Ahora el PSN dará su apoyo a la coalición abertzale de forma nítida, aunque con ciertas reticencias. Quizá la más importante ha sido dejar claro que no entrarán al equipo de gobierno de la capital navarra ni asumirán concejalías. No obstante, Asiron dejó abierta esa puerta durante la comparecencia posterior a la presentación de la moción de censura: «Si no se integran ahora en el ejecutivo estaríamos abiertos a que lo hiciesen más adelante».
Los socialistas aseguran que no entrarán en el gobierno ni asumirán concejalías junto a EH Bildu
Dado que las elecciones autonómicas vascas se convocarán, previsiblemente, dentro de pocos meses Eneko Andueza, secretario general del PSE, no desaprovechó la oportunidad para desmarcarse en su particular precampaña. Señaló que el acuerdo para la moción es «una cuestión local y relativa exclusivamente al Ayuntamiento de Pamplona» y aseguró llevará «hasta el final» su decisión de no hacer lehendakari al candidato de EH Bildu. Arnaldo Otegi replicó poco después en una entrevista en EITB: «la ciudadanía se merece que se defiendan tesis políticas consistentes y no se entiende por qué un acuerdo que se puede dar en Madrid o en Navarra no se pueda dar en la Diputación de Gipuzkoa o en el ayuntamiento de Vitoria». Concluyó, también en clave preelectoral, que «el pacto entre PNV y PSE cada vez es más complicado de entender».
Por su lado, Elma Saiz, candidata del PSN a la alcaldía de Iruñea en las elecciones de mayo, ya había defendido a capa y espada la negativa de llegar a acuerdos de gobierno con los soberanistas. Una tesis que cumplió a rajatabla, de tal manera que prefirió un gobierno de derechas con UPN en minoría a conformar una mayoría de izquierdas con EH Bildu. Los socialistas han traspasado esta línea roja apenas tres semanas después de su marcha a Madrid por haber sido designada como ministra de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. Aunque aún no se hayan realizado anuncios al respecto, todo apunta a que otros municipios gobernados por UPN en minoría como Barañain, Eguesibar y Lizarra seguirán el mismo camino de la capital navarra.
Una derecha incapaz de gobernar
La moción acabará con la corta carrera de Ibarrola como alcaldesa de Iruñea. Llegó al ayuntamiento el 17 de junio y se puso al frente de un gobierno en minoría donde, además de sus nueve concejales, solo ha contado con el respaldo de los dos ediles del Partido Popular. El ejecutivo se ha visto sin posibilidades de cerrar acuerdos, como ya le pasó en la anterior legislatura a su predecesor Maya, quien se vio aislado y sin apoyos. Incapaz de sacar adelante los presupuestos ni lograr los votos necesarios para aprobar sus proyectos, la oposición le ha acusado de “paralizar la ciudad”.
De todas formas, Ibarrola no se esperaba que su mandato acabase tan pronto, y menos por una moción de censura con protagonistas hasta ahora dificilmente relacionados. PSN y EH Bildu, en un texto especialmente duro con la gestión de la alcaldesa, justifican su acuerdo por la «situación política de bloqueo en la ciudad y de menosprecio al conjunto de fuerzas políticas por parte de UPN en el Ayuntamiento de Iruñea, por lo tanto, muy alejados de la necesidad de acuerdos para hacer avanzar la ciudad». El texto que precede a la moción de censura alude asimismo al único presupuesto aprobado por UPN en los últimos años, con Maya al frente del gobierno, fruto del apoyo del PSN en 2021. «Fue incumplido sistemáticamente», sostienen.
Los partidos justifican la moción por la “situación política de bloqueo en la ciudad y de menosprecio al conjunto de fuerzas políticas por parte de UPN”
El cambio de aires en las filas socialistas ha enfurecido a las derechas, tanto a la española como a la navarra. Sobre todo a UPN y a su alcaldesa saliente, que acudió ayer a rueda de prensa notablemente alicaída y respaldada por su equipo de gobierno. No perdió la ocasión y cargó con dureza contra el PSOE, anunciando además una ruptura total de las relaciones entre los regionalistas y los socialistas navarros. “Pamplona es el pago del impuesto revolucionario del Partido Socialista a Euskal Herria Bildu. Nos van a echar con un sucio pacto”, expresó. Y no solo eso, también espetó que “ratifican con EH Bildu una moción de censura para darles a los herederos de ETA la alcaldía de Pamplona”.
Ese es el marco que ha comprado y difundido la derecha. Tanto desde Madrid como desde Navarra UPN y el PP criticaron que esta moción sea fruto de los favores que Sánchez debe a EH Bildu por el apoyo de estos a la investidura. “El pacto encapuchado”, lo llamó Feijóo. Lo cierto es que la coalición abertzale no ha impuesto ninguna línea roja a los socialistas a cambio de sus seis votos en el Congreso, pero tampoco han hecho públicos los acuerdos a los que hayan podido llegar. En todo caso, tanto Asiron como Otegi desvincularon la moción de la investidura. “Este acuerdo nace de un diagnóstico de los años de parálisis, bloqueo y pérdida de oportunidades que ha vivido la ciudad”, aclaró el futuro alcalde.
Un acuerdo a cuatro con cinco claves
La moción presentada ayer en el ayuntamiento de Pamplona también contará con el apoyo de los dos ediles de Geroa Bai y el concejal de Contigo-Zurekin (coalición formada en toda la comunidad foral por Podemos, Batzarre, IU, Equo e independientes). Estos se suman a los cinco socialistas y a los nueve de EH Bildu. Por lo tanto, se trata de un pacto a cuatro en el que la coalición abertzale ha querido aunar “al bloque progresista”. Aunque más que eso, ya que cuenta con la marca navarra del PNV (Geroa Bai), se trata del grupo de partidos que han apoyado la investidura de Sánchez. En todo caso, debatirán esta cuestión en el ayuntamiento en diez días y el jueves 28 de diciembre se llevará a cabo el cambio de poderes.
El acuerdo entre EH Bildu y PSE cuenta con cinco puntos para lograr, según ambas formaciones, “una ciudad en convivencia”. En el marco institucional se recoge que “Pamplona es una ciudad diversa y desde ahí respetamos las diferentes reivindicaciones legítimas, siempre y cuando se den dentro de los marcos legales y democráticos”. Se comprometieron así desde el ámbito institucional con el pleno respeto y cumplimiento de lo dispuesto en la Ley Foral de Símbolos de Navarra 4/2020 de 27 de febrero.
En cuanto a memoria, justicia y reparación, los grupos han dado un paso de gigante al comprometerse a “trabajar para generar un clima político de entendimiento que mire al futuro, sin olvidar el pasado, desde la convicción política y ética de que es necesario el reconocimiento y reparación de las víctimas generadas por la violencia de ETA, evitando en todo momento que se puedan generar situaciones de humillación, así como manteniendo en buen estado los elementos de recuerdo y homenaje a las víctimas del terrorismo”.
Más que un acuerdo entre un bloque “progresista” se trata de un pacto entre los grupos que han apoyado la investidura de Sánchez
El euskera es el tercer punto del acuerdo, reconociéndolo como «una de las dos lenguas» de Iruñea. “Nos comprometemos a su fomento y difusión dado el indudable valor como patrimonio cultural y que, por lo tanto, precisa de una especial atención para su mantenimiento y utilización”. Además, se apuesta por “lograr un consenso que garantice al euskera un tratamiento acorde con la demanda y la realidad sociolingüística de la ciudad”.
El texto también recoge lo que a la postre será el «Primer Plan de Convivencia de Pamplona-Iruña», basado a su vez en el Plan Estratégico de Convivencia de Navarra 2021-2024. «Se nombrará, de manera consensuada, una persona responsable de elaborar, evaluar e informar sobre la convivencia en Pamplona realizando un informe anual al respecto. Esta persona responsable dependerá directamente de Alcaldía», explican.
Y por último no podían faltar las icónicas fiestas de San Fermín. El acuerdo las define como “una de las expresiones más importantes y características de nuestra cultura y nuestra forma de ser como ciudad” y, por ello, el nuevo gobierno se “compromete a trabajar por unos Sanfermines libres de tensiones políticas, de espacios de exclusión, unas fiestas de todos y para todas; en definitiva, avanzar, también en Sanfermines, en espacios de convivencia donde prime la concordia y el disfrute de todos y todas».