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Política
“Cuando el PNV ataca la vestimenta de las candidatas de EH Bildu es que tiene miedo de que le ganen”
Marta Pontnou (1980) lleva años asesorando a figuras clave del panorama político catalán, como el presidente de la Generalitat, Pere Aragonés. También aconseja al partido Més Per Mallorca, a rostros televisivos —Samanta Villar— o a artistas, como Sara Roy. Les dice qué ropa es la más adecuada y qué tejidos y colores son los más efectivos para transmitir sus mensajes. Confiesa que, a veces, le cuesta convencerles y que son ellos, sobre todo, los que menos arriesgan. En plena campaña electoral ha dado el salto al País Vasco y ahora también es la estilista de referencia de EH Bildu. Son días de mucho trabajo en los que ha bajado el ritmo para presentar su libro El pecats de la xona, que firma junto a Laura Fa y que está entre los diez más vendido de este Sant Jordi. Hoy tiene seis entrevistas, pero hace un hueco a El Salto para hablar de los límites y retos de integrar la vestimenta en la comunicación de los partidos políticos.
Llevo años siguiendo campañas electorales y tengo la sensación de que en esta los partidos están poniendo más fuerza en pensar la vestimenta y la estética. ¿Por qué?
Es porque emerge una conciencia nueva en la política. Se está entendiendo por fin que la comunicación va más allá del discurso. Cualquier video se puede hacer viral y lo que trasmites a través de la imagen es clave.
Pero antes vemos el cambio de vestuario de nuestros políticos que los programas electorales de su partido ¿Estamos empezando la casa por el tejado?
La imagen es lo primero que vemos. Poca gente se lee el programa electoral y esto los políticos lo saben. Antes miramos Instagram y, por eso, es normal que lo primero que se prepare sea el envoltorio. Es como cuando celebramos el cumpleaños: nos hace ilusión que el envoltorio del regalo esté cuidado.
Merkel cambió su estilo y lo limitó a un traje chaqueta de tres botones en mil colores tras las fotos de un vestido con escote
La verdad que los cambios estilísticos de los políticos nos dan juego en los corrillos de prensa. Hemos hablado mucho de la barba del lehendakari o del escote de Angela Merkel. Entender la estética como una parte de la comunicación política y como algo útil para enviar mensajes y evitar a la vez el juicio a los cuerpos, ¿cómo lo hacemos?
La clave está en la presión estética. La barba del lehendakari nos hace gracia, pero el escote de Merkel lo sexualizamos. Ahí está la diferencia. El efecto del escote de Merkel fue que ella terminó cambiando su estilo y lo limitó a llevar un traje chaqueta de tres botones en mil colores. Lo hizo para que se dejase de hablar de ella como mujer. El límite está en la cosificación del cuerpo.
¿Y cómo evitamos esa cosificación mientras damos importancia a la estética como parte del mensaje político?
Puedes comentar si un tejido es adecuado para transmitir algo o si el color que se lleva refuerza una idea, pero no puedes comentar el cuerpo a través de esa ropa. Es decir, si llevas demasiado escote o marcas culo. Ese el límite. A los políticos les vestimos para reforzar mensajes, no para comentar sus cuerpos.
A veces veo a políticos incomodos con sus vestuarios, me da la sensación de que se sienten como disfrazados. ¿Son los partidos quienes controlan la política estética de sus políticos o son apuestas personales?
Tiene que partir del político y estar en coordinación con su equipo de comunicación, y no al revés. Sin la implicación del político pude ser contraproducente. El equilibrio es fundamental.
Si lo controlan los partidos y no los políticos, ¿la estética es un arma de doble filo?
Claro. Tiene que existir un respeto por la relación que tenga cada candidato con su cuerpo y mantener un reducto con su estilo. Si no lo hacemos, creas un político encorsetado al que nadie creerá. Ni siquiera él mismo.
Lo del disfraz lo veo sobre todo en la izquierda, más aún cuando se acerca la campaña electoral. ¿Se preocupan de la estética más allá de las elecciones? ¿Cómo de progresivo deben ser los cambios para que no parezcan forzados?
Depende. Si trabajas con alguien que tiene mucha proyección pública el cambio tiene que ser muy lento y progresivo. Si al candidato no se le conoce y es una apuesta fuerte que vas a presentar en público entonces el cambio puede ser más rápido.
A algunos de nuestros políticos los veo dispuestos al cambio. Estoy pensando en Pere Aragonés, Arkaitz Rodríguez o Gabriel Rufián. Al fin y al cabo, esto de la presión estética no les afecta mucho a los hombres. Ellos solo ganan, ¿no?
Creo que no están tan abiertos como parece y tienen miedo. No les afecta tanto la presión estética como a las mujeres, porque no les mengua la autoestima, pero tienen un entorno inmediato en el que funciona la broma fácil. Tengo candidatos que han dado el paso de ponerse corbata y la broma es que son unos vendidos. Ellas apoyan más y refuerzan más porque sufren una presión estética mayor.
Veo matices interesantes. Arkaitz Rodriguez se ha puesto americana, Pere Aragonés ha cambiado su gama cromática y Gabrial Rufian se atreve con el cuello alto. Son unos perfiles más dulces, elegantes y amables, pero sigo viendo mucha masculinidad. Son muy hombres, ¿no?
¡Ya me gustaría que algún hombre llevase falda! Pero no arriesgan, ese límite no lo quieren pasar. Ellos tiran por lo fácil siempre.
¿Existen patrones estéticos de género? En el cambio estético en Yolanda Díaz veo dulzura, cuidado, incluso ñoñería. En el corte de coleta de Pablo Iglesias, sin embargo, lo asocio a virilidad. ¿Están usando los partidos la estética únicamente como refuerzo de los roles de género?
No. Buscan con qué se sienten más cómodos sus candidatos. En el caso de Yolanda no creo que la apuesta haya sido tanto feminizarla, sino usar la estética para construir la figura de una jefa de estado. Yolanda usa un look de princesa. Por ejemplo, un traje rojo con un tacón beige alto para un acto muy masculinizado de fábrica herramienta. Las prendas no tienen género, se usa la estética como herramienta que marca poder.
Pero, la realidad nos muestra que ellas llevan vestido y ellos traje. Algún hombre con uñas pintadas hemos visto, pero jamás ninguno que ostente un cargo presidenciable.
Es así. Y por eso tenemos que lanzar el mensaje de que necesitamos que los hombres se pongan falda o tacones para romper estereotipos.
En el caso de las mujeres no veo que todos los cuerpos salten al ágora pública. El margen con ellas es limitado. Mejor que no haya gordas, ni bajitas, ni bigotonas ¿Qué sucede con las mujeres políticas y la estética?
Hay mucho líder hombre con barriga y puro mandando que no se siente amenazado, ni tampoco hay nadie llamándole gordo por Twitter. Con las mujeres basta con que salgan tres veces despuntando que les van a decir “cállate gorda” o “qué mal peinada vas”. No hay fortaleza mental que aguante eso. Y por eso abandonan o no llegan. Solo los cuerpos normativos de mujeres aguantan en política.
En las mujeres de izquierdas hay mucha americana, colores claros, zapatos plano y vestidos. ¿Estamos fabricando mujeres?
No, el color claro no es feminidad. El color claro transmite pureza, verdad y positivismo, por ejemplo.
Pues entonces los valores de nuestros políticos hombres no son muy buenos... En ellos hay demasiado color oscuro.
Ellos no pueden escoger color por protocolo, pero es verdad que si se atreviesen a romper esta norma veríamos otras cosas, pero ningún hombre se atreve a ponerse un traje rosa.
Me ha venido a la cabeza la vicepresidenta de Colombia, Francia Márquez y su vestuario para visibilizar la diversidad racial del país. ¿Puede valernos la estética para visibilizar realidades a las que estamos vetando el acceso a la política institucional?
Sí. Pero lo mejor es que estén ellas. No vamos a apoyar más la diversidad por llevar un vestido de telas africanas, mejor pongamos a una diputada afrodescendiente.
Ha vestido usted al President de la Generalitat, ¿le ha dejado hacer?
Bastante, dentro de los límites personales y de su forma de ser. A mí me gustaría que arriesgara un poco más. No he conseguido que se ponga una sudadera para un concierto. Es clásico y prefiere una camisa.
Con EH Bildu, ¿qué tal están yendo las cosas?
Han tomado conciencia de que son un partido moderno y progre y entienden que la vestimenta es muy importante. Están haciendo una transformación grande. Apuestan más por un look ejecutivo, más profesionalizado. Arkaitz Rodriguez, por ejemplo, combina ahora americana con jersey de punto o camisa. Siguen la estela del norte de Europa.
Parece que al PNV no le ha gustado mucho. Andoni Ortuzar en sus mítines ha aprovechado para hablar de la vestimenta y el peinado de las candidatas de EH Bildu.
Cuando tienes la oportunidad de dar un mitin delante de todo tu electorado y la única manera que encuentras es atacar a tu adversario comentando su vestimenta o peinados, es que tienes pocos argumentos para luchar contra quien compites. El PNV debe tener mucho miedo a que EH Bildu le gane las elecciones municipales.
Ahora que los partidos apuestan por mirar al vestuario como una parte más de la comunicación política, ¿hay algún límite o todo vale para transmitir el mensaje?
Todo vale siempre que sea con la ropa y no con el cuerpo. Un hombre con un traje rojo en el Congreso de los Diputados te lo acepto, hacerle perder 20 kilos a una mujer para que entre en él, no.
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Ha faltado quizá comentar la línea entre una estética creíble y blanquear el mensaje político.
Los que no tienen miedo son los de arriba porque manejan a todo el arco parlamentario,son sus jefes y a cada "ciudadano" nos brindan la "ilusión" de poder elegir con el voto cada 4 años en eso que llaman democracia. Un juego en el que te presentan un supuesto amplio abanico de todo espectro ideológico para que cada uno encuentre su nicho y valla a votar. Por muchas opciones que haya, el titiritero es el que manda y el resto obedecen como buenos actores y actrices que son.