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Armas nucleares
España, en contra de la prohibición de las armas nucleares y entregada a la OTAN
En 2007 se constituyó la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN), una coalición de organizaciones que promovieron en las Naciones Unidas la adhesión y a un futuro tratado que prohibiera las Armas Nucleares.
Hubieron de pasar diez años para que el 7 de julio de 2017 la Asamblea General de la ONU adoptara un acuerdo mundial para prohibir las armas nucleares, conocido oficialmente como el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares (TPAN, O TPAW por sus siglas en inglés). Finalmente, el 22 de enero de 2021 el Tratado entró en vigor al conseguir la ratificación necesaria de 50 países. A día de hoy, se han sumado nueve más. Según este texto, y apoyado en la ley humanitaria, “en ningún caso los países pueden desarrollar, ensayar, producir, fabricar, transferir, poseer, almacenar, utilizar o amenazar con utilizar armas nucleares, o permitir el estacionamiento de dichas armas en su territorio”. El manifiesto de la Campaña asegura que “El TPAN contribuye a proteger los derechos humanos de las víctimas y el medioambiente”. Cabe añadir que el TPAN es el primer acuerdo multilateral que prohíbe íntegramente las armas nucleares, declarándolas, así, armas ilegales.
Como decíamos al principio España no ha firmado este Tratado, a pesar de carecer de armas nucleares. De esta incomprensible decisión nos tendrán que contestar los partidos políticos que no han querido plantearlo, pero podemos intuir (somos muy listas) que la decisión de los países componentes de la OTAN para no adherirse a él es clave en nuestra negativa. Esta es otra razón, otra más, y por sí sola ya definitiva, para rechazar la celebración en Madrid de la próxima Cumbre de la OTAN los días 29 y 30 de junio próximos.
La decisión de los países componentes de la OTAN para no adherirse a él es clave en la negativa española
Nos tememos que, dada la actual relación de fuerzas en el Congreso, es imposible que prospere la tan necesaria inclusión de España en el Tratado, pero debemos intentar convencer de la importancia de que España asista como observadora a la primera Conferencia de Estados parte del TPAN que tendrá lugar en Viena del 22 al 24 de marzo de 2022. En este sentido, países como Noruega y Alemania, que tampoco lo han firmado, sí han confirmado su presencia como observadores. A lo mejor, escuchar lo que se dice en ese foro serviría para convencer a nuestra clase política de la necesidad de añadir a España en la lista de firmantes.
La pertenencia a la OTAN nos ata de pies y manos para poder hacer políticas de seguridad más acordes con la defensa de la paz, la vida y los derechos humanos, y esa es la razón de que cuestionemos nuestra permanencia en la misma. Las últimas intervenciones militares a las que nuestro seguidismo a la política militar americana nos ha llevado, no han podido ser más catastróficas: Afganistán, Irak, Libia… Hoy el mundo es mucho más inseguro gracias a estas intervenciones, hemos conseguido enemigos, hemos dejado territorios inhabitables y hemos colaborado en la destrucción, la muerte y el exilio de millones de personas inocentes a las que luego nos negamos a acoger. No parece que sea para estar muy orgullosas.
La pertenencia a la OTAN nos ata de pies y manos para poder hacer políticas de seguridad más acordes con la defensa de la paz, la vida y los derechos humanos
La creciente tensión entre la OTAN y Rusia en Ucrania y la pronta predisposición a la guerra de nuestros gobernantes (llámense José María Aznar o Margarita Robles) nos sitúa en el peor de los escenarios para la peor de las soluciones. Nuestra pertenencia incondicional, acrítica y servil a uno de los contendientes nos impide ser neutrales y facilitar mediadores civiles que ayuden a la distensión y el diálogo, y a Ucrania practicar políticas que rebajen el aire nacionalista que quiere imponer a sus minorías y entienda que las mayorías, por muy democráticas que sean, no pueden violar los derechos humanos de las primeras. Una lección que tampoco vendría mal a nuestra “democracia consolidada” y a nuestro creciente fervor nacionalista español.
La predisposición a la guerra de nuestros gobernantes (llámense José María Aznar o Margarita Robles) nos sitúa en el peor de los escenarios para la peor de las soluciones
Por todo ello, nos parece urgente que se abra un debate en la sociedad y en el Parlamento sobre la necesidad de firmar el TPAN y sobre la también necesaria revisión de nuestra pertenencia a la OTAN. España, que aún sigue desenterrando los muertos provocados por un golpe militar, una guerra civil y una dictadura, debería comprender mejor que nadie que la violencia y la guerra causan un inmenso sufrimiento, agravan los problemas y minan la convivencia. Tenemos motivos suficientes para decir NO A LA GUERRA, no a ninguna guerra.