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El 5 de marzo en el paso fronterizo de Allenby “me dijeron que debía esperar y me metieron en una sala donde tuve que esperar sentada en una silla durante tres horas”, explica Barah Odeh que se encontraba de regreso de un viaje de trabajo en Alemania. Más tarde pasaría a otra habitación donde le preguntaron si llevaba otra maleta y le quitaron el pasaporte. Y continúa, “después me hicieron caminar con ellos fuera del edificio donde me esperaba un coche militar y soldados. Cuando les pregunté el motivo de mi arresto me dijeron que ya lo sabría, pero nunca fui informada de la causa”.
Barah Odeh describe cómo desde el momento de su detención le vendaron los ojos y la esposaron por lo que nunca sabía dónde se encontraba, “solo pude saber que me encontraba en una base militar porque levanté un poco las cejas y pude ver a través del vendaje”. Era la prisión de Ofer, donde le hicieron preguntas sobre su viaje a Europa y le comunicaron que pasaba a estar bajo orden de arresto.
Más tarde fue trasladada a la prisión de Hasharon. Allí le hicieron un chequeo corporal y fue agredida físicamente por primera vez. Después la llevaron a una celda en la sección de hombres donde detalla que durmió “una noche en una celda de 2 metros por 2,5 metros con paredes sucias y un retrete lleno de comida y otras cosas mugrientas. También había 3 colchones, una sábana muy fina llena de pis y dos cámaras de video. Por lo que no era posible ir al baño”. Sin embargo, a pesar de pedir poder usar otro baño no fue después de más de nueve horas que los guardias la llevaron a otro fuera de la celda.
“Cuando les pregunté el motivo de mi arresto me dijeron que ya lo sabría, pero nunca fui informada de la causa”
Sahar Fracis directora de Addameer, organización dedicada a dar apoyo a los presos palestinos, explica que “en el centro de detención de Hasharon suelen tener a las mujeres en una pequeña sección con dos o tres habitaciones hasta que deciden qué hacer contigo”.
“Antes de ser trasladada a Damon tubo que enfrentarse de nuevo al registro corporal y un trato degradante con asaltos verbales y humillación, como la mayoría de los detenidos”, sigue Sahar Francis. En la prisión de Damon le obligaron a firmar un documento escrito en hebreo que no entendía.
A lo que Barah añade: “en los tribunales nunca entendí de lo que estaban hablando porque todo era en hebreo y el traductor no traducía nada”. Para ella la única forma de saber qué se había dicho era a través de los protocolos que eran enviados un día después. Cuando los recibía “intentaba encontrar a alguien de las presas que hablase hebreo para que me lo tradujera”.
Aislamiento total
En las prisiones israelíes las palestinas se encuentran completamente aisladas de lo que ocurre en el exterior. Barah pone como ejemplo la situación con la guerra en el norte, ya que solo sabían si pasaba algo fuera cuando se encendían las alarmas. Y explica que “generalmente también mentían, nos decían que la alarma sonaba porque había alguna fiesta en Israel y debíamos permanecer calladas”.
Los familiares solo podían comunicarse con ella a través de su abogado, pero también a ellos se les restringen las visitas y pasaron días entre que los abogados pudieron verla o comprobar si estaba bien.
Shireen Odeh, hermana de Barah, explica que “las autoridades israelíes prohibieron cualquier forma de comunicación, impidiéndonos comprobar su estado de salud o su paradero. Tras su detención, durante toda una semana, no supimos dónde estaba ni qué le había ocurrido”.
La vida de la familia se vio profundamente afectada desde que supieron de su detención. Shireen detalla que “la incertidumbre y el miedo en torno a su bienestar fueron una fuente constante de angustia. Cada día nos ha traía una mezcla de esperanza y desesperación mientras buscábamos noticias o actualizaciones sobre su situación”.
A lo que el marido de Barah, que prefiere mantener su anonimato, añade: “Fue muy maltratada y acosada por los guardias de la prisión y las autoridades, y los informes sobre las terribles condiciones de las reclusas en la prisión no hacían más que aumentar nuestra preocupación”.
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“Durante seis días mi familia no supo dónde estaba”, exclama Barah. No solo eso, las autoridades israelíes informaron a su abogado de que Barah estaría durante ocho días bajo interrogatorio. Sin embargo esto nunca ocurrió, ya que se le comunicó que estaba en detención administrativa las primeras horas y nunca hubo un interrogatorio.
Sahar Francis explica que además “las mujeres son castigadas muchas veces con el aislamiento y, por supuesto, no tienen permitido las visitas, ni de la familia ni de la Cruz Roja”. Y prosigue: “Solo los abogados pueden hacer visitas y éstas también están restringidas. Por ejemplo, cada visita de abogado está restringido a dos mujeres”.
Barah no recuerda cuando fue la primera visita de su abogado. Pero describe como durante las visitas tampoco tubo la sensación de privacidad porque “los guardias de seguridad están detrás de la puerta todo el tiempo y, a veces, te impiden cerrarla o se muestran a través de ella como forma de intimidación”.
Condiciones inhumanas en las prisiones israelíes
Desde el 7 de octubre las violaciones de Derechos Humanos dentro de las prisiones israelíes han aumentado. Sahar Francis denuncia que el nivel de tortura, el tratamiento inhumano, los ataques físicos, el castigo colectivo, las humillaciones, el acoso sexual y los registros corporales son más habituales para todos los prisioneros. Lo que ha causado la muerte de 18 prisioneros hasta la fecha.
Tanto en los centros de detención como en las prisiones las palestinas sufren tratos vejatorios. Sahar Francis explica como en la prisión de Damon, donde se encontraba Barah Odeh, “las prisioneras son encerradas por 23 horas al día en celdas abarrotadas, porque hay más gente que la capacidad que tiene la prisión”. Y continua: “Por eso en cada celda hay gente durmiendo en el suelo, también en las prisiones de mujeres”.
Damon era un antiguo establo para caballos que fue reconvertido por las autoridades israelíes en prisión por lo que las condiciones climáticas suelen ser extremas. Barah explica: “ahora en verano no se permiten ventiladores, lo que significa que las celdas son inhabitables por el calor”.
En los últimos meses las autoridades israelíes están aplicando una política de inanición en las prisiones y no les ofrecen la comida adecuada tanto en calidad como en cantidad
Por otro lado, en los últimos meses las autoridades israelíes están aplicando una política de inanición en las prisiones y no les ofrecen la comida adecuada tanto en calidad como en cantidad. Barah afirma que “todos los días dormíamos con hambre”. Y continua, “las comidas estaban contadas para que comiéramos lo menos posible”.
A esto se le suma la mala calidad de los alimentos “lo que traían eran moniatos y la mayoría estaban llenos de hongos que crean bacterias. Básicamente no se podía comer. Pero a veces no teníamos elección”. A consecuencia de la comida en mal estado Barah, así como otras presas han desarrollado gérmenes en los estómagos que necesitan tratamiento médico.
Barah también explica que “el agua que bebíamos estaba tan llena de cloro que era totalmente blanca. Por lo que teníamos que esperar al menos 15 minutos para traspasarla y poder beberla”. Y resalta, “el primer mes perdí más de la mitad del pelo por la mala y escasa alimentación”.
Según explica la Palestinian Prisioners Society en un comunicado publicado recientemente, “los presos se encontrarán en un futuro próximo con una compleja situación sanitaria, que ya ha empezado a manifestarse, pues el número de presos enfermos se ha duplicado claramente, y el hambre se ha convertido en un método de castigo diario que se ha prolongado desde el 7 de octubre hasta hoy”.
Según describe Barah Odeh conseguir una visita médica era muy difícil, y “si conseguías llegar al centro médico, la única respuesta que obtenías era que no bebías suficiente agua”. A lo que se le suma las mentiras por parte de la dirección de la prisión y las autoridades médicas. En su caso solo aceptaron hacerle pruebas por su mal estado de salud tras una decisión judicial. Pero nunca llegó a recibir tratamiento, ya que “le comunicaron a mi abogado que me negaba a recibir el tratamiento, lo que nunca ocurrió. Esto es algo que pasa normalmente”.
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Detención administrativa y castigo colectivo
Desde el 7 de octubre ha habido un incremento drástico de detenciones administrativas denuncia Sahar Francis. Actualmente hay alrededor de 3.400 palestinos bajo detención administrativa, de los cuales 25 son mujeres. Además en los últimos 7 o 8 meses se han ordenado más de 5.900 entre las que se han renovado y las nuevas. “Es la primera vez desde 1967 que el número de detenciones administrativas llega a ese nivel”. Este aumento se extiende por todos los territorios palestinos, incluidos Cisjordania, Jerusalén y los territorios ocupados de 1948.
El marido de Barah Odeh piensa que las personas europeas no pueden entender lo mala que es la situación y el trato que reciben las presas: “El hecho de que nunca haya habido cargos oficiales ni se haya presentado ninguna prueba contra ella, nos deja atrás un sentimiento de impotencia”.
“Pensé que nunca me soltarían porque no paraban de decir que tenía que estar en la cárcel”. Después de tres meses, su liberación se produjo en silencio, ya que ni ella misma fue informada que iba a suceder. Y explica “me enteré un día antes en la prisión, porque me dieron las cosas que tenía cuando me detuvieron. Así es como los presos palestinos saben que van a ser liberados”.
Las autoridades israelíes utilizan la detención administrativa como método de represión y control. Mediante este procedimiento, las fuerzas de ocupación retienen a presos por un mínimo de tres meses sin presentar cargos y bajo documentación secreta. Con frecuencia la orden de detención se renueva, esto puede suceder indefinidamente.
Para el marido de Barah Odeh “es una herramienta represiva para mantener a la gente bajo control y sofocar cualquier tipo de organización en la sociedad civil, así como perseguir a las personas únicamente por sus opiniones políticas”.
“Desgraciadamente, cada vez es más habitual que se encarcele a defensores de los derechos humanos como Barah. Esta tendencia parece ser un intento deliberado de silenciar las voces que abogan por la justicia y los derechos humanos”, sigue Shireen.
Tras la detención de Barah también su hermano fue detenido y puesto bajo detención administrativa por seis meses en el centro de detención de Etzion. “Creemos que ha sido encarcelado como venganza”
Tras la detención de Barah también su hermano fue detenido y puesto bajo detención administrativa por seis meses en el centro de detención de Etzion. Para Sahar Francis la única acusación que pesa sobre él es haber posteado un artículo en Facebook sobre las circunstancias del encarcelamiento de su hermana: “Creemos que ha sido encarcelado como venganza”.
Según Shireen las autoridades israelíes sostienen que estaba llamando a la agitación en Cisjordania. Pero para la familia “pensamos que fue detenido como castigo a la familia debido a la alta presión sobre el gobierno israelí en relación con el caso de Barah”.
Barah que aún está procesando todo lo ocurrido afirma “mi libertad no está completa sin la libertad de las otras prisioneras”. A su vez, exige a la comunidad internacional y a las organizaciones de mujeres que se preocupen por lo que está pasando con las palestinas en las prisiones israelíes. Y recuerda que actualmente hay dos mujeres embarazadas en la prisión de Damon que se están enfrentando a estas terribles condiciones sin ni siquiera acusaciones claras contra ellas.
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