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Opinión
El último capítulo del genocidio

Este es el último capítulo del genocidio. Es el último y sangriento impulso para expulsara los palestinos de Gaza. Sin comida. Sin medicinas. Sin refugio. Sin agua potable. Sin electricidad. Israel está convirtiendo rápidamente a Gaza en un caldero dantesco de miseria humana donde cientos de palestinos son asesinados, y pronto, de nuevo, por miles y decenas de miles, o se verán obligados a irse para no regresar jamás.
El capítulo final marca el fin de las mentiras israelíes. La mentira de la solución de dos Estados. La mentira de que Israel respeta las leyes de la guerra que protegen a los civiles. La mentira de que Israel bombardea hospitales y escuelas solo porque Hamás los usa como áreas de preparación. La mentira de que Hamás usa civiles como escudos humanos, mientras que Israel obliga rutinariamente a los palestinos cautivos a ingresar en túneles y edificios potencialmente con trampas explosivas antes que las tropas israelíes. La mentira de que Hamás o la Jihad Islámica Palestina son responsables (la acusación a menudo es de cohetes palestinos errantes) de la destrucción de hospitales, edificios de las Naciones Unidas o de las bajas palestinas en masa. La mentira de que la ayuda humanitaria a Gaza está bloqueada porque Hamás está secuestrando los camiones o contrabandeando armas y material bélico. La mentira de que decapitan a bebés israelíes o que los palestinos llevan a cabo violaciones masivas de mujeres israelíes. La mentira de que el 75 por ciento de las decenas de miles de muertos en Gaza eran “terroristas” de Hamás. La mentira de que Hamás, por supuestamente rearmarse y reclutar nuevos combatientes, es responsable de la ruptura del acuerdo de alto el fuego.
Desde el martes, cuando Israel rompió el alto el fuego con intensos bombardeos, más de 700 palestinos han muerto, incluidos 200 niños
El rostro genocida de Israel ha quedado al descubierto. Ha ordenado la evacuación del norte de Gaza, donde palestinos desesperados acampan entre los escombros de sus hogares. Lo que viene ahora es una hambruna masiva —el Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente (OOPS) declaró el 21 de marzo que le quedan seis días de provisiones de harina—, muertes por enfermedades causadas por agua y alimentos contaminados, decenas de muertos y heridos cada día bajo el implacable ataque de bombas, misiles, proyectiles y balas. Nada funcionará: panaderías, plantas de tratamiento de agua y aguas residuales, hospitales —Israel hizo estallar el hospital turco-palestino dañado el 21 de marzo—, escuelas, centros de distribución de ayuda o clínicas. Menos de la mitad de los 53 vehículos de emergencia operados por la Media Luna Roja Palestina funcionan debido a la escasez de combustible. Pronto no quedará ninguno.
El mensaje de Israel es inequívoco: Gaza será inhabitable. ¡Váyanse o mueran !
Desde el martes, cuando Israel rompió el alto el fuego con intensos bombardeos, más de 700 palestinos han muerto, incluidos 200 niños. En un período de 24 horas, 400 palestinos fueron asesinados. Esto es solo el comienzo. Ninguna potencia occidental, incluido Estados Unidos, que proporciona las armas para el genocidio, pretende detenerlo. Las imágenes de Gaza durante los casi dieciséis meses de ataques incesantes fueron espantosas. Pero lo que viene ahora será peor. Rivalizará con los crímenes de guerra más atroces del siglo XX, incluyendo la hambruna masiva, la masacre generalizada y la destrucción del gueto de Varsovia en 1943 por los nazis.
El 7 de octubre marcó la línea divisoria entre una política israelí que abogaba por la brutalización y subyugación de los palestinos y una política que exige su exterminio y expulsión de la Palestina histórica. Lo que estamos presenciando es el equivalente histórico del momento desencadenado por la aniquilación de unos 200 soldados liderados por George Armstrong Custer en junio de 1876 en la Batalla de Little Bighorn. Después de esa humillante derrota, los nativos americanos fueron programados para ser asesinados y los remanentes forzados a campos de prisioneros de guerra, más tarde llamados reservas, donde miles murieron de enfermedades, vivieron bajo la mirada despiadada de sus ocupantes armados y cayeron en una vida de miseria y desesperación. Esperen lo mismo para los palestinos en Gaza, arrojados, sospecho, en uno de los infiernos del mundo y olvidados.
“Residentes de Gaza, esta es su última advertencia”, amenazó el ministro de Defensa israelí, Israel Katz:
El primer Sinwar destruyó Gaza y el segundo Sinwar la destruirá por completo. Los ataques de la Fuerza Aérea contra los terroristas de Hamás fueron solo el primer paso. Se volverá mucho más difícil y pagarán el precio. La evacuación de la población de las zonas de combate pronto comenzará de nuevo… Devuelvan a los rehenes y eliminen a Hamás, y se les abrirán otras opciones, incluyendo la huida a otros lugares del mundo para quienes lo deseen. La alternativa es la destrucción absoluta.
El acuerdo de alto el fuego entre Israel y Hamás se diseñó para implementarse en tres fases. La primera fase, de 42 días de duración, supondría el fin de las hostilidades. Hamás liberaría a 33 rehenes israelíes capturados el 7 de octubre de 2023 —incluidas mujeres, mayores de 50 años y personas con enfermedades— a cambio de más de 2.000 hombres, mujeres y niños palestinos encarcelados por Israel (alrededor de 1.900 cautivos palestinos habían sido liberados por Israel hasta el 18 de marzo). Hamás ha liberado a un total de 147 rehenes, ocho de los cuales estaban muertos. Israel afirma que 59 israelíes siguen retenidos por Hamás, 35 de los cuales cree que han fallecido.
El ataque genocida de Israel contra Gaza es el desenlace inevitable de su proyecto colonial y de su Estado de apartheid
El ejército israelí se retiraría de las zonas pobladas de Gaza el primer día del alto el fuego. El séptimo día, se permitiría el regreso de los palestinos desplazados al norte de Gaza. Israel permitiría la entrada diaria a Gaza de 600 camiones de ayuda con alimentos y suministros médicos.
La segunda fase, cuya negociación estaba prevista para el decimosexto día del alto el fuego, contemplaría la liberación de los rehenes israelíes restantes. Israel completaría su retirada de Gaza, manteniendo su presencia en algunas partes del corredor de Filadelfia, que se extiende a lo largo de los 13 kilómetros de frontera entre Gaza y Egipto. Entregaría el control del cruce fronterizo de Rafah hacia Egipto.
La tercera fase incluiría negociaciones para el fin permanente de la guerra y la reconstrucción de Gaza.
Israel firma habitualmente acuerdos, incluidos los Acuerdos de Camp David y el Acuerdo de Paz de Oslo, con plazos y fases. Consigue lo que quiere —en este caso, la liberación de los rehenes— en la primera fase y luego viola las fases posteriores. Este patrón nunca se ha roto.
El demencial sueño genocida de Israel está a punto de hacerse realidad. Destruirá para siempre el mito de que nosotros, o cualquier nación occidental, respetamos el Estado de derecho
Israel se negó a cumplir la segunda fase del acuerdo. Bloqueó la ayuda humanitaria a Gaza hace dos semanas, violando así el acuerdo. También mató al menos a 137 palestinos durante la primera fase del alto el fuego, incluidas nueve personas —tres de ellas periodistas— cuando drones israelíes atacaron a un equipo de socorro el 15 de marzo en Beit Lahiya, en el norte de Gaza.
Palestina
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Los intensos bombardeos israelíes sobre Gaza se reanudaron el 18 de marzo mientras la mayoría de los palestinos dormían o preparaban su suhur, la comida que se consume antes del amanecer durante el mes sagrado del Ramadán. Israel no detendrá sus ataques ahora, incluso si liberan a los rehenes restantes, la supuesta razón de Israel para reanudar los bombardeos y el asedio de Gaza.
La Casa Blanca de Trump aplaude la masacre. Atacan a quienes critican el genocidio llamándolos “antisemitas” que deberían ser silenciados, criminalizados o deportados, mientras canalizan miles de millones de dólares en armas a Israel.
El ataque genocida de Israel contra Gaza es el desenlace inevitable de su proyecto colonial y de su Estado de apartheid. La toma de toda la Palestina histórica —con la inminente anexión de Cisjordania por parte de Israel, preveo— y el desplazamiento de todos los palestinos siempre ha sido el objetivo sionista.
Los peores excesos de Israel ocurrieron durante las guerras de 1948 y 1967, cuando se tomaron vastas zonas de la Palestina histórica, miles de palestinos fueron asesinados y cientos de miles sufrieron una limpieza étnica. Entre estas guerras, continuaron el robo de tierras a cámara lenta, los ataques asesinos y la constante limpieza étnica en Cisjordania, incluida Jerusalén Oriental.
Ese baile calibrado ha terminado. Este es el fin. Lo que presenciamos eclipsa todos los ataques históricos contra los palestinos. El demencial sueño genocida de Israel —una pesadilla palestina— está a punto de hacerse realidad. Destruirá para siempre el mito de que nosotros, o cualquier nación occidental, respetamos el Estado de derecho o somos los protectores de los derechos humanos, la democracia y las supuestas “virtudes” de la civilización occidental. La barbarie de Israel es nuestra. Puede que no lo entendamos, pero el resto del mundo sí.